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¡AY DE AQUÉL POR QUIEN EL HIJO DEL HOMBRE ES ENTREGADO…! LA TRAICIÓN DE BERGOGLIO A LA IGLESIA CHINA

Juan Suárez Falcó

  1. Francisco acaba de pisar el fumie

Lo hizo. Bergoglio ha pisado el fumie, justo como hizo el padre Cristóbal Ferreira, el jesuita que apostató en el Japón del s. XVII y que incitó a otros muchos jesuitas a hacer lo propio, pisando un crucifijo como señal de rechazo de Cristo, para no ser así martirizados. La historia se ha repetido, cuatro siglos después, pero no por un simple sacerdote, sino por quien ocupa la sede de Pedro.

Sabíamos, por sus andanzas argentinas, por sus amistades y por sus lecturas, que Bergoglio es comunista:

(https://comovaradealmendro.es/2016/11/la-preocupante-simpatia-de-francisco-por-la-ideologia-comunista-con-ocasion-de-la-entrevista-realizada-por-eugenio-scalfari-a-francisco-el-pasado-7-de-noviembre/)

En eso, su apellido es elocuente, porque Gog o Gagu es el nombre con que Rusia (el pueblo escita) ha sido conocido desde antiguo por los israelitas, como paladinamente contaba Flavio Josefo. Y el apellido “Bergoglio” significa, literalmente, “Hijo de Rusia” (Bar-Gog). Son guiños que nos hace Dios para que sepamos reconocer a los enemigos de la fe.

Con tal de ganar la aceptación del atroz régimen comunista chino y de uncir a la Iglesia al perverso carro del comunismo, Bergoglio ha entregado al Enemigo  a la martirial Iglesia china.

  1. El acuerdo firmado por Bergoglio desconoce los principios de la Carta de BXVI a la Iglesia China de 2007, basada en la unión en la verdad y en la libertad de la Iglesia católica para nombrar libremente a los obispos en China

No era éste el sentido de la Carta de BXVI a la Iglesia china (http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/letters/2007/documents/hf_ben-xvi_let_20070527_china.html), puesto que la reconciliación de la Iglesia y el Estado no debían basarse en la sumisión o docilidad al poder:

“A la luz de estos principios irrenunciables, no puede buscarse la solución de los problemas existentes a través de un conflicto permanente con las Autoridades civiles legítimas; al mismo tiempo, sin embargo, no es aceptable una docilidad a las mismas cuando interfieran indebidamente en materias que conciernen a la fe y la disciplina de la Iglesia. Las Autoridades civiles son muy conscientes de que la Iglesia, en su enseñanza, invita a los fieles a ser buenos ciudadanos, colaboradores respetuosos y activos del bien común en su País, pero también está claro que ella pide al Estado que garantice a los mismos ciudadanos católicos el pleno ejercicio de su fe, en el respeto de una auténtica libertad religiosa.”

Ni en la propuesta de obispos por parte del poder político chino:

“ … el ministerio del Sucesor de Pedro pertenece a la esencia de cada Iglesia particular «desde dentro»”

Y la reconciliación entre la Iglesia fiel y la patriótica china debía hacerse respetando el ejemplo martirial de la primera:

“tened presente que vuestro camino de reconciliación está apoyado por el ejemplo y la oración de muchos « testigos de la fe » que han sufrido y han perdonado, ofreciendo su vida por el futuro de la Iglesia católica en China.”

Y esa unidad debe hacerse en la verdad, no en la mentira:

“Por este motivo recordaba que « la Iglesia del amor es también la Iglesia de la verdad, entendida ante todo como fidelidad al Evangelio encomendado por el Señor Jesús a los suyos […]. Pero la familia de los hijos de Dios, para vivir en la unidad y en la paz, necesita alguien que la conserve en la verdad y la guíe con discernimiento sabio y autorizado”

De modo que el reconocimiento de las autoridades chinas a los obispos nombrados por Roma (nótese que nunca se haba de obispos propuestos por Pekín) nunca condicione los dogmas de nuestra fe:

“ en el proceso de reconocimiento intervienen organismos que obligan a las personas implicadas a asumir actitudes, a realizar gestos y a adquirir compromisos que son contrarios a los dictámenes de su conciencia como católicos”

De forma que, aunque la clandestinidad no es la forma normal de vivir la fe de la Iglesia, está justificada cuando el poder público realiza injerencias en la vida de la comunidad:

“La clandestinidad no está contemplada en la normalidad de la vida de la Iglesia, y la historia enseña que Pastores y fieles han recurrido a ella sólo con el doloroso deseo de mantener íntegra la propia fe y de no aceptar injerencias de organismos estatales en lo que atañe a la intimidad de la vida de la Iglesia. ”

Como conclusión, proclama BXVI, la solución es que las autoridades chinas reconozcan, a posteriori, los obispos nombrados por Roma (nótese que no a la inversa, como acaba de hacer Bergoglio):

“Por este motivo, la Santa Sede desea que estos legítimos Pastores puedan ser reconocidos como tales por las Autoridades gubernativas, incluso para los efectos civiles —en la medida en que sean necesarios— y que todos los fieles puedan expresar libremente la propia fe en el contexto social en el que viven…  La Santa Sede desearía ser completamente libre en el nombramiento de los Obispos”

  1. Las terribles consecuencias del acuerdo: los fieles que no se sometan a los nuevos obispos adictos al régimen comunista serán nuevamente perseguidos desde fuera, pero ahora legítimamente, y tachados de egoístas e insolidarios por la falsa Iglesia bergogliana

Porque, a partir de ahora, una vez permitido que el gobierno comunista chino, uno de los más atroces de la historia de la humanidad, presente a los candidatos a obispo a Roma es evidente que todos los propuestos serán adictos al régimen de Pekín, ergo comunistas, siervos del Diablo, pues fue el diablo el que inspiró esa ideología: recordemos que Karl Marx, judío alemán, era satanista e invocaba al Diablo para ser iluminado antes de escribir los escritos fundacionales del comunismo, salidos de las profundidades de Satanás, como contaba su sirvienta (ver: Marx y Satán, de Richard Wurmbrandt).

A partir de ahora, si a la Iglesia fiel china se le ocurre no obedecer a esos obispos propuestos por Pekín (y a los siete ahora rehabilitados por Bergoglio, antes excomulgados por BXVI) quedarán de nuevo marginados y reducidos a las mismas catacumbas que han ocupado hasta hoy, pero con la diferencia de que a partir de ahora la persecución será mucho más feroz, pues estará permitida y amparada por un acuerdo firmado por Francisco.

Como defensa, Bergoglio y el partido comunista chino comenzarán a decir (y ya ha salido el ínclito Card. Maradiaga a confirmarlo) que los chinos que rechacen a los obispos comunistas son unos fundamentalistas y fariseos, una minoría egoísta que prefiere el martirio a una Iglesia que “viva en paz”, aunque el precio de esa paz sea la apostasía. Se repiten los mismos argumentos que justificaban la apostasía del padre Ferreira en Japón. Increíble, pero cierto. ¿Nos estaba preparando la película “Silencio” de Scorsese, recibido elogiosamente por Francisco, para esto? ¿Alzará la voz Mons. Munilla contra este acuerdo con China, como la alzó contra la película de Scorsese o callará por respetos humanos, como hace siempre que se trata de Bergoglio?

  1. La Gran Ramera de la Apocalipsis toma cuerpo

Lo que sabemos seguro es que se está perfilando cada vez más nítidamente ante nuestros ojos la imagen de la prostituta de Babilonia, la Gran Ramera de Apoc. 17, que es la Iglesia falsa de Bergoglio y del resto de masones que la han usurpado, que, aunque vista con los colores púrpura y rojo de sus obispos y cardenales, será en verdad una Iglesia adúltera, que ayudará al mundo a perseguir por todo el orbe al resto fiel… una falsa Iglesia que cabalga sobre el Dragón rojo del comunismo y que se embriagará con la sangre de los mártires, en este caso de los mártires chinos. Por el contrario, la esposa fiel, representada por la Mujer con dos alas de Apoc. 12, será perseguida a muerte, desde fuera y desde dentro de la Iglesia.

Recordemos que a este pacto traidor ha contribuido de modo esencial el Card. McCarrick, como enviado de Bergoglio, según confesó Mons. Viganó. Con lo que se demuestra que la depravación moral de los príncipes de la Iglesia es causa de su apostasía. Y al contrario.

Después de abrazar a Castro, de bendecir a Maduro cuando visita el Vaticano, de alabar a Correa, a Evo, a Mújica… de conseguir una falsa paz con las FARC de Colombia, con Cuba, con Rusia … no era de extrañar que este paso llegara. Y es que el hijo de la perdición no busca la paz de Cristo, sino la paz del diablo, el sometimiento al comunismo, la derrota por sumisión, la renuencia al combate, la paz del mundo, la entrega de las armas… Esa paz no es de Dios, sino del demonio. Y cuando la Iglesia pacta con satanás le da autoridad para que persiga la Verdad que es Cristo, pues la nueva verdad es que el comunismo es bueno, que piensan como los cristianos (sic), y que son los pastores de la teología de la liberación los que son santos, y no ese atajo de fariseos inmisericordes que aman la ley y el magisterio de la Iglesia. Recordemos, no más, cómo ha beatificado a Mons. Angelelli, simpatizante del terrorismo comunista argentino.

Y todo esto, eso sí, al insignificante precio de la apostasía, como nos indica el numeral 675 del Catecismo.

  1. Este acuerdo, heredero del Pacto de Metz y del Pacto de las catacumbas

Me recordaba un amigo esta mañana que con este infamante acuerdo Bergoglio no hace más que aplicar el Pacto de Metz, firmado en agosto de 1962 entre el Card. Tisserant (enviado de Juan XXIII) y el arzobispo Nikodim (director del Departamento de exteriores de la Iglesia ortodoxa rusa) lo cual es completamente cierto. Este pacto fue, a mi juicio, el mayor error del CVII, que consistió en la negativa a condenar el comunismo de nuevo (como lo había hecho de forma contundente Pío XI en Divini Redemptoris, condiderándolo intrínsecamente perverso), con la excusa de que así la Iglesia ortodoxa rusa (adicta al comunismo) podría asistir a las discusiones del Concilio.

Y fruto de ese pacto fue el bloqueo de una iniciativa firmada por más de 200 obispos conciliares condenando el comunismo y de la iniciativa de obispos españoles y portugueses de consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María.

Pero es una plasmación del Pacto de las catacumbas, donde un importante grupo de obispos heréticos y marxistas (Helder Cámara, Angelelli y otros) usaban el “espíritu” del CVII para aceptar el comunismo como evangélico. Lo que vino después cayó por su propio peso: los jesuitas como ariete de la infiltración comunista de la Iglesia (Bergoglio era uno de ellos), la traición al Card. Mindszenty y a los fieles católicos húngaros y los curas con fusiles en hispanoamérica.

  1. La apostasía de la Conferencia Episcopal Española y de sus medios

Y mientras, tenemos que escuchar a José Luis Restán, periodista de la COPE y, pronto, a 13TV (https://www.cope.es/programas/fin-de-semana/noticias/askd-fjhxmlas-20180923_261799) proclamar a los cuatro vientos que este pacto es excepcional porque avanza en la línea propuesta por BXVI y porque los siete obispos rehabilitados por Bergoglio tras haber sido ordenados sin mandato pontificio y excomulgados han pedido perdón a Bergoglio por su sujeción a Pekín, al tiempo que insulta la actitud de resistencia y fidelidad del Card. Zen… sin que, por supuesto, el Sr. Restán repare en que a esos siete obispos nadie les ha pedido renunciar a su ideología comunista, a rechazar la obediencia al gobierno chino ni a dejar a sus amantes y concubinas. A la Conferencia Episcopal Española habría que decirles que llamar bueno a lo malo es un pecado contra el Espíritu Santo. La apostasía de las jerarquías en España está siendo espantosa y frenética.

Sobre todo, porque los integrantes de la Iglesia patriótica china acaban de proclamar en público, en el día de ayer (ya firmado el Acuerdo), su obediencia al partido comunista chino (http://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=33193). ¡¡Vergüenza!! Porque a confesión de parte, relevo de pruebas.

  1. Una llamada a la fraternidad con los verdugos

Pero lo más perverso es que con este pacto Francisco llama a la Iglesia china (la auténtica, la catacumbal) a que salga a la luz y se una “fraternalmente” a los supuestamente cristianos comunistas adictos al régimen. Salir a la luz, diría yo, para que “fraternalmente”, les detecten, los encierren, torturen y asesinen, como ha venido ocurriendo en las últimas décadas.

“La Comunità cattolica in Cina è chiamata a vivere in più fraterna collaborazione, per portare con rinnovato impegno l’annuncio del Vangelo. Infatti, la Chiesa esiste per testimoniare Gesù Cristo e l’Amore perdonante e salvifico del Padre”

(http://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2018/09/22/0676/01471.html)

En claro seguidismo de Francisco, el Card. Parolin, Secretario de Estado, ha abundado en que, tras este acuerdo, “es necesaria la unidad”, dice…. Pues bien, la Iglesia católica china ya estaba unida frente a la persecución. La nueva unidad que ahora se pretende no puede hacerse en la mentira de unirse a la falsa Iglesia patriótica china, Sr. Parolin, sino en la verdad de la Iglesia martirial, de esa Iglesia que ha denunciado los 400 millones de niños abortados por la política de hijo único comunista, de las cientos de miles de mujeres esterilizadas forzosamente en aras del eugenismo y que no callaron ante los desmanes del comunismo, que ahora quieren lavar. Denuncias que a muchos les ha costado su propia vida y la de sus familiares.

https://www.vaticannews.va/it/vaticano/news/2018-09/parolin-sull-accorso-provvisorio-tra-santa-sede-e-cina.html#play

Con razón ha dicho el cardenal Zen que este pacto es una traición increíble. Recordemos el maltrato al que se sometió al Card. Zen en los últimos meses, que a su provecta edad tuvo que viajar varias veces a Roma porque no se podía creer que fuese Bergoglio el que estuviera detrás de este acercamiento a China sino Parolin y sus diplomáticos… a lo que fue contestado y desmentido por el mismo Francisco cuando le dijo, una vez se había ido, que era él mismo quien tenía la voluntad de llegar a ese acuerdo.

  1. Bergoglio, como Judas

El recorrido devastador de Bergoglio en estos últimos cinco años invita a pensar que firma este pacto no por candidez o ingenuidad sino deliberadamente, para someter la Iglesia católica china fiel al diktat del partido comunista. Aquí ya no cabe alegar ignorancia. Ni de él ni de la de los católicos, que ya deben saber a estas alturas que quien usurpa el trono de Pedro no es católico, sino un servidor de las tinieblas.

Con este golpe de efecto, Bergoglio cada vez más se perfila como el falso profeta, como el Anticristo de la tierra o de la religión del que habla Apoc. 13,11 y ss. Tras este pacto ominoso, ningún cardenal u obispo ha salido a la palestra para oponérsele, y eso le da pista para seguir con su plan de destrucción.

Ha traicionado la indisolubilidad del matrimonio, ha traicionado el reconocimiento de la única iglesia que es la católica dando la comunión también a los protestantes, ha traicionado el matrimonio entre hombre y mujer aceptando la homosexualidad, ha traicionado el sacramento de la confesión permitiendo la comunión de pecadores públicos… Ha traicionado los mártires del comunismo, etcétera…  y seguirá traicionando todo lo más santo y sagrado hasta llegar a entregar al mismo cuerpo de Cristo, es decir aboliendo el sacrificio perpetuo de la Eucaristía, cuando cambie la anáfora para hacerla coincidir con un memorial protestante.

Porque la traición es lo propio de Judas. Y hay que recordar las palabras que Cristo le dirigió a su apóstol traidor, con las que encabezábamos este artículo:

“¡ay de aquél por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido” (Mt. 26, 24)

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Juan Suárez Falcó

"Un cántico nuevo (Apoc. 14, 3)"
juan.suarez@comovaradealmendro.es

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