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JUICIO DE CRISTO A QUIEN ESTÁ EN EL ASIENTO DE PEDRO

Santa Brígida fue especialmente reconocida por la Iglesia, que la declaró santa por dos veces, la primera por un antipapa y la segunda por un papa legítimo. Sus visiones fueron debatidas en Concilios de la Iglesia, como el de Constanza, Basilea y el V de Letrán. Juan Pablo II la designó en el año 2000 Patrona de Europa.

Una de sus visiones, siempre magníficas y estremecedoras, contiene el juicio a 5 grupos humanos, paganos, judíos, seglares que abandonan la fe y a los que permanecen fieles, pero también a quien se sienta en el asiento de San Pedro y no cumple el designio para el que fue debidamente elegido.

Debemos observar cómo si estas palabras fueran dichas hoy sobre la situación actual serían consideradas como infundadas, extremas y rebeldes, quien las pronunciase sería evitado como si tuviera la peste espiritual, y sin embargo, son las palabras de una santa y doctora de la Iglesia, y sus palabras estimadas por los mismísimos Papas. Un falso respeto y sentido de obediencia, que quiere estar ciego voluntariamente, mantiene a muchos en una confianza que si bien era debida a los Papas anteriores, no es ni lógica ni anuncia cosa buena para el que la mantenga (dentro de que no se trate de ignorancia invencible), porque resulta de una intención evidente: seguir siendo «bien» considerado, no dar mala nota, quedar bien.

El juicio desvelado a la santa es terrible e incluye inmensas paradojas: la misericordia que tanto se proclama, como si Dios siendo tan bueno no podría dejar que nos condenáramos, tiene el más rotundo mentís, al contrario «La misericordia nunca les llegará (una vez condenados)».

Desde luego si yo estuviera dentro de las clases de «miembros» de quien ocupa el asiento de Pedro, es decir, consejeros, obispos y sacerdotes que le secundan por halago, me tomaría muy en serio las palabras de esta visión. Y quien ocupa el sagrado Asiento renunciará, si no de grado sí por la fuerza, por una fuerza infinitamente mayor que la que aplicaron al Papa Benedicto, una fuerza postmortem que incluye la eterna condenación. Procuraría atenerme por mi propio bien a la doctrina de Jesucristo sobre la Divina Misericordia, la auténtica.

Vayamos a la letra del Juicio divino visionado por Santa Brígida:

«Ahora declaro mi disgusto contigo, cabeza de mi Iglesia, tú que te sientas en mi asiento.

Les concedí este asiento a Pedro y a sus sucesores para que se sentaran con una triple dignidad y autoridad:

Primero, para que pudieran tener el poder de atar y desatar a las almas del pecado;

Segundo, para que pudieran abrirle el Cielo a los penitentes;

Tercero, para que cerraran el Cielo a los condenados y a aquellos que me desprecian.

Pero tú, que deberías estar absolviendo almas y presentándomelas, eres realmente un asesino de almas.

Designé a Pedro como el pastor y el sirviente de mis ovejas, pero tú las disipas y las hieres, eres peor que Lucifer.

Él [Lucifer] tenía envidia de mí y no persiguió matar a nadie más que a mí, de forma que pudiera él gobernar en mi lugar.

Pero tú eres lo peor en que, no sólo me matas al apartarme de ti por tu mal trabajo sino que, también, matas a las almas debido a tu mal ejemplo.

Yo redimí almas con mi sangre y te las encomendé como a un amigo fiable. Pero tú se las devuelves al enemigo del que yo las redimí. Eres más injusto que Pilatos.

Pero tú no sólo me condenas como si yo fuese un pobre hombre indigno, sino que también condenas a las almas de mis elegidos y dejas libres a los culpables.

Mereces menos misericordia que Judas. Judas tan solo me vendió. Pero tú, no solo me vendes a mí, sino que también vendes a las almas de mis elegidos en base a tu propio provecho y vana reputación.

Tú eres más abominable que los judíos.

Ellos tan sólo crucificaron mi cuerpo, pero tú crucificaste y castigaste a las almas de mis elegidos para quienes tu maldad y transgresión son más afiladas que una espada.

Así, puesto que eres como Lucifer, más injusto que Pilatos, menos digno de misericordia que Judas y más abominable que los judíos, mi cólera contigo está justificada.

El Señor se dirige a la Corte celestial presente en el Juicio:

-Ay, mis amigos y santos! ¿Cómo puedo soportar a esas personas y cuánto tiempo seguiré con semejante desprecio?

San Juan Bautista respondió:

-Eres como un espejo inmaculado. Vemos y sabemos todas las cosas en ti como en un espejo, sin necesidad de palabras.

 Eres la dulzura incomparable en la que saboreamos todo lo bueno. Eres como la más afilada de las espadas y un Juez justo.

A estas palabras, el Señor respondió:

-Amigo mío, lo que has dicho es cierto. Mis elegidos ven toda la bondad y justicia en mí. Aún los espíritus diabólicos lo hacen.

Yo soy como una espada que corta en dos. Le doy a cada persona lo que merece.

Aquí, Santa Brígida vio al Señor dirigirse a Pedro:

-Tú eres el fundador de la fe y de mi Iglesia. Mientras lo escucha mi Ejército, ¡declara la sentencia de estos cinco hombres!

Entonces, dijo Pedro:

-¡Gloria y honor para Ti, Señor, por el amor que has demostrado a la tierra! ¡Que toda tu Corte te bendiga, porque Tú nos haces ver y saber en Ti todo lo que es y lo que será! Vemos y sabemos todo en Ti.

 

LA SENTENCIA A LA CABEZA DE LA IGLESIA

-Es verdaderamente justo que el primer hombre, el que se sienta en tu asiento mientras que realiza los hechos de Lucifer, vergonzosamente deba renunciar a ese asiento en el que presumió sentarse y compartir el castigo de Lucifer.

Después, ante los ojos sin duda asombrados de Santa Brígida, el Señor continuó, diciendo al cabeza de la Iglesia:

-La espada de mi severidad atravesará tu cuerpo, entrando desde lo alto de tu cabeza y penetrando tan profunda y firmemente que nunca podrá ser sacada.

 Tu asiento se hundirá como una piedra pesada y no cesará hasta que alcance la parte más baja de las profundidades.

 Tus dedos, es decir, tus consejeros, arderán en un fuego sulfuroso e inextinguible.

 Tus brazos, es decir, tus vicarios, que deberían haber conseguido el beneficio de las almas, pero que en su lugar consiguieron provechos mundanos y honores, serán sentenciados al castigo del que habla David: ‘Que sus hijos queden huérfanos y su mujer viuda, que los extraños le arrebaten su propiedad’.

Explica Jesús aquí los términos que ha pronunciado:

-¿Qué significa ‘su mujer’ sino el alma que ha sido separada de la gloria del Cielo y que quedará viuda de Dios?

‘Sus hijos’, es decir, las virtudes que aparentaron poseer y mi gente sencilla, aquellos que se les sometieron, serán apartados de ellos.

Su rango y propiedad caerá en manos de otros, y ellos heredarán la eterna vergüenza en lugar de su rango privilegiado.

Sus mitras se hundirán en el barro del infierno y ellos mismos nunca se levantarán de él.

Por ello, lo mismo que el honor y el orgullo que alcanzaron sobre otros aquí en la tierra, se hundirán en el infierno tan profundamente, más que los demás, que les será imposible levantarse.

Sus extremidades, o sea, todos los sacerdotes aduladores que les secunden, serán separados de ellos y aislados.

Igual que una pared que se derrumba, en la que no quedará piedra sobre piedra y el cemento ya no se adherirá a las piedras.

La misericordia nunca les llegará, porque mi amor nunca les calentará ni les repondrá en la eterna Mansión Celestial.

En su lugar, despojados de todo bien, serán eternamente atormentados junto a sus jefes.»

Marc Vincent

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Como Vara de Almendro

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1 Comment

  • Pierde el tiempo quien rece por el falso profeta Bergoglio, porque ya está condenado. El mismo Cristo el dia de la Parusía, al anticristo y al falso profeta, las dos bestias del Apocalipsis 13, los introduce en el lago de fuego y azufre.
    Apocalipsis 19,20:
    Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.

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