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CRISTO TRAICIONADO Y VENDIDO POR SUS PASTORES. HA DADO INICIO LA PASIÓN DE LA IGLESIA

Los discípulos no entendían. Por más que Cristo les hablaba de su pasión y muerte, sus mentes apenas llegaban a captar toda la profundidad y el inmenso mar de dolor de Jesús. Muchas veces el Señor les habló con parábolas, parábolas que luego les explicaba. Pero esta vez no estaba hablando metafóricamente.

Una profunda solemnidad en sus discurso dejó a los apóstoles absolutamente asombrados y temerosos, al ver su extrema tristeza. Él, como un hombre desposeído de respaldos humanos, viéndose solo e incomprendido de los suyos se decide a hablarles claramente de este modo, por ver si finalmente le comprenden:

He aquí que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, que le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de El y le escupirán, y le azotarán y le darán muerte, pero a los tres días resucitará.» (Mc. 10; 33-34)

Esto mismo que nos narra Marcos en su Evangelio, está ocurriendo en estos días previos a la pasión y muerte de Cristo, en estos días antes de la Semana Santa que nos disponemos a revivir en la Iglesia. De hoy en siete días estaremos  de lleno conmemorando la muerte de Cristo en la jornada del Viernes Santo. Lo tenemos delante y no lo vemos.

Cristo nos habla ahora, en este momento, como habló a sus temerosos apóstoles, pero no vemos ni entendemos. Estamos fijándonos solo en su tristeza. Nos lamentamos de verle así, pero somos incapaces de reaccionar y entender que se vuelve a cumplir lo mismo que predijo al subir a Jerusalén. ¡La Iglesia es, en este caso, la que sube la pendiente del martirio! ¡Y seguimos ciegos! ¡Y seguimos asustados! Pusilánimes, ahogamos unos con otros nuestras penas, comentamos las últimas noticias de nuestra amada Iglesia, Esa que está ya camino de la pasión para ser del todo desfigurada, vendida, maniatada, golpeada, prostituida, azotada, escupida, vilipendiada, coronada de espinas, abofeteada, pisoteada, ultrajada, denigrada, deshonrada, difamada, insultada, y, finalmete, crucificada…

¿No lo véis, hijos míos amados? – nos dice el Señor -. ¡Tardos somos, Señor para comprender!

Y ante tanto dolor, Cristo, calla. Cual cordero inocente, llevado al matadero, y puesto junto a lobos rapaces que quieren caer sobre Él y devorarlo con sus fétidas y traidoras fauces.

Cristo calla. ¿Hasta cuándo, Señor? ¿No fue suficiente dejarte vender hace dos mil años por uno de los tuyos por treinta monedas de plata? ¿No fue suficiente que te dejaras prender en el Huerto de los Olivos sin oponer resistencia alguna, ofreciendo tu mejilla al beso que te traicionaba? ¿No miraste con dolor a Pedro al negarte, y tu mirada doliente atravesó su mirada? ¿No sentiste la soledad de los tuyos al abandonarte en las horas más penosas de tu vida? ¿No pasaste una noche en prisión, desnudo, sin consuelos humanos, maltratado como el más vil de los pecadores que este mundo haya conocido? ¿No sufriste doble sentencia injusta y cobarde de Pilato, que sabiéndote inocente, primero te mandó azotar y luego te entregó a la muerte?  ¿No te dejaste azotar con brutalidad extrema y coronar de espinas como un «Rey burlado»? ¿No derramaste tu Preciosísima Sangre a borbotones por toda Jerusalén, permitiendo ser pisoteada e ignorada como si fuera la sangre de un reo digno de muerte? ¿No cargaste una cruz áspera que te hirió el cuerpo hasta llagarlo? ¿No caíste bajo el peso de la cruz en repetidas ocasiones ante las miradas y risotadas de muchos de los que presenciaban tu subida al Calvario? ¿No experimentaste el dolor de ver el padecimiento indeciblemente del Corazón de tu Santísima Madre, que latía al unísono con el tuyo? ¿No llegaste extenuado al Calvario gracias a la ayuda de un pobre hombre que se negaba a llevar la cruz contigo? ¿No te dejaste clavar al árbol de la cruz con suma obediencia pidiendo perdón por aquellos que te estaban inflingiendo la tortura impuesta desde la alta jerarquía judía de la época? ¿No prolongaste tus sufrimientos por tres largas horas que parecían no tener final, ni para ti ni para tu Santísima Madre, ni para aquellos pocos que te acompañaban al pie de la cruz? Tu pasión, Señor, es la misma que hoy vive tu Esposa Amada, tu Iglesia Santa.

Estamos empezando a ver, Jesús. Estamos despertando del letargo que nos impedía entender tus palabras. Estamos viendo que la Iglesia es la prefiguración de tu vida, es tu Esposa, y la Esposa sufre con el Esposo. Ella tiene que vivir lo que Tú viviste. Y también sufrir una aparente sepultura tras la que resucitará, como Tú lo hiciste también, pues lo prometiste, y tal como Tú resucitaste, Ella resucitará. Tiene que vivir la misma ignominia que canta el profeta:

«…No hay en Él parecer, no hay hermosura para que le miremos, ni apariencia para que en Él nos complazcamos. Despreciado y abandonado de los hombres, varón de dolores y familiarizado con el sufrimiento, y como uno ante el cual se oculta el rostro, menospreciado sin que le tengamos en cuenta.» (Is. 53; 2-3)

¿Y qué es lo que nos ha hecho despertar, Señor? ¿Qué nos has mostrado para que hayamos visto sangrar tu Corazón y tus espaldas, tus sienes y tu nariz? Tu aspecto, que no es otro que el aspecto de tu Iglesia es ya irreconocible. Por eso, tu Iglesia hoy es igual que Tú. Una llaga abierta de pies a cabeza.

Ese Dios-Hombre, totalmente desfigurado, es imagen de la Iglesia de hoy. Ya los escándalos la han desnudado, mostrando con vergüenza lo que nunca se debiera mostrar a los ojos humanos. Ya la mentira, escudada con visos de realidad ha permitido la entrada en sus atrios de la basura, de la indecencia, del pecado en sus múltiples y diversas formas. Ya la profanación del Cuerpo Místico de Cristo es descarada. Han penetrado hasta el «Sancta Santorum» sin el menor de los respetos, sin el menor de los temores, blasfemando y profanando todo lo santo. Así, en cinco años, hemos asistido preplejos a las más inesperadas barbaridades. Hemos visto la infiltración de gentes contrarias a la fe que profesamos y que han pervertido la Casa de Dios, a las cuales se les ha permitido ostentar cargos ininmaginables, hombres inicuos en dicasterios y puestos importantes, personajes que favorecen el aborto, la homosexualidad, la eutanasia, la comunión de los adúlteros viviendo en pecado mortal, los escándalos de todo tipo que han arrasado a la Iglesia, y la han puesto a la altura de una ramera. Los que miran al Vaticano con ojos de bondad, sienten sonrojarse las mejillas cuando acceden a informaciones que parecieran más de las revistas del corazón que de la Santa Sede. La última es la triste información sobre de la Jornada Mundial de las Familias y a la cual Francisco asistirá, según él mismo ha anunciado. A dicho encuentro que se realizará en el mes de agosto en Dublín, ya se ha asegurado por parte de los obispos irlandeses la entrada a «cualquier modelo de familia», entre los que ellos cuentan a las parejas homosexuales. Pueden ver toda la información de estas aberraciones aquí, aquí y aquí.

Quiero resaltar algunas frases gravísimas que deben ponernos a pensar:

«Mientras que la Iglesia defiende el ideal del matrimonio como un compromiso permanente entre un hombre y una mujer, existen otras uniones que brindan apoyo mutuo a la pareja. El Papa Francisco nos anima a no excluir sino a acompañar a estos Parejas también, con amor, cuidado y apoyo».

Por otra parte, Mons. Brendan Leahy, obispo de Limerick, ha asegurado que el Encuentro Mundial de las Familias sería una oportunidad perdida si la Iglesia no abrazara a la familia en toda su variedad.

«Vivimos en tiempos cambiantes y la familia también está cambiando», dijo. Y añadió:

«Hemos tenido el referéndum a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y mucha gente votó en ese referéndum y todos son igualmente bienvenidos a unirse a esta celebración de la familia. Todos deben sentirse bienvenidos el próximo año. Todos queremos construir una buena red familiar de apoyo en Irlanda en todos los niveles».

 

Esta fotografía aparecía en el programa de la Jornada de las Familias de la diócesis de Dublín. Si tratan de acceder a ella, verán que la quitaron. https://amoris.ie/wp-content/uploads/2017/08/AMORIS_JoL_PP_web.pdf

Hermanos, es hora de despertar del sueño. Como dijo la Virgen María en la Salette a Melania y Maximino, Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo. Si esto no hace despertar a los católicos, no creo que nada lo haga de ahora en adelante. Esto es la pérdida de la fe, es la apostasía total. Más que nunca, en estos momentos, pedimos desde el fondo del corazón: ¡Ven, Señor Jesús! Si no vienes pronto, muchas almas se perderán eternamente. ¿Qué será de esta generación que no ha recibido más que engaños dentro de la propia Iglesia?

¡María, Madre nuestra, socórrenos! Si no vienes en nuestra ayuda, muchas almas irán al infierno, especialmente por el pecado de la carne, que ya advertiste a los tres pastorcillos de Fátima es el que hace que más almas se condenen.

Montse Sanmartí.

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Como Vara de Almendro

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2 Comments

  • Los culpables de esta situación son todos aquellos que habiendo jurado fidelidad a Cristo se han dejado llevar por intereses personales. Unos por miedo a perder el puesto o a ser excomulgados y otros por el que dirán…Otros como el cardenal Burke, que dan un paso al frente y dos para atrás.
    Cuando llegue la Justicia Divina que harán, o donde se esconderán para no tener que dar cuenta de sus pecados de omisión. Porque mientras estos consagrados callan, el rebaño de Cristo es engañado por la falsa doctrina del falso profeta.
    Recordemos lo que dijo el Santo Papa Juan Pablo II en Filadelfia siendo aún cardenal:
    “Estamos ante la confrontación histórica más grande que los siglos jamás han conocido. Ante la lucha final entre la iglesia y la anti-iglesia; entre evangelio y anti-evangelio… pero ahora hemos llegado al final de esta batalla que muy pocos realmente perciben en el mundo actual y que los hace incapaces de discernir los signos de los tiempos y entender lo que está pasando en el mundo de hoy en sus más profundas causas ontológicas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni tampoco entienden.” En efecto, en ellos se cumple la profecía de Isaías, que dice: Ustedes oirán una y otra vez y no entenderán; mirando, no verán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible, han cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos y no oír con los oídos, ni comprender con el corazón.
    Non Nobis…

  • Querida Montse, muchos «buenos Católicos» quisieran rebatir este escrito, pero eso es imposible, porque todo el testimonio que pones aquí es la pura verdad.

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