“Vanitas vanitatum et omnia vanitas” («Vanidad de vanidades, todo es vanidad», Ecl. 1:2)
He dejado pasar unos días desde la muerte de Jorge Mario Bergoglio para observar las reacciones del mundo y de la Iglesia y para dejar reposar mis reflexiones hasta ahora. La prisa es madre del error (Prov. 19:2).
La primera cosa reseñable ha sido confirmar hasta qué punto el mundo adoraba a Bergoglio: mientras los fieles le daban la espalda, dejando vacía la plaza de San Pedro en sus ángelus y saludos, ahora los más conspicuos enemigos de la Iglesia le han rendido un cumplido homenaje, especialmente los más anticristianos. En España, recalcitrantes socialistas, comunistas, nacionalistas, liberales del PP y todos los periódicos y televisiones, en manos de los globalistas, se han deshecho en elogios. Y a nivel mundial, los peores líderes han alabado su política… porque era la suya.
También la masonería ha tenido una presencia destacada, con logias de todo el mundo escribiendo cartas abiertas ensalzando su figura, enviándole a descansar “al gran oriente” (como hicieron en su día con otro de los suyos, el card. Martini) y teniéndole como uno de los suyos. Recientemente hemos sabido que en la lápida sepulcral del finado se han cometido “dos errores tipográficos”, que en realidad no son tal, dejando ligeramente separadas las letras A y V, como es propio de masones. Ambas letras superpuestas forman las consabidas escuadra y compás. ¡Cuánto se estarán riendo los masones viendo que los no iniciados piensan que se trata de errores del cantero!
En fin, todo esto era de esperar, porque el mundo ama lo que es suyo.
Y no se trata de una instrumentalización de Bergoglio por parte de políticos y periodistas mundanos, no. Es que Bergoglio verdaderamente pregonaba las bondades de la ONU, de las vacunas de ARN mensajero, de la inmigración musulmana acrítica y sin fronteras, y otros dogmas del deep state pagano, como el cambio climático antropogénico (caballo de Troya de la cultura de la muerte). En esencia, el pensamiento de Bergoglio era indistinguible del de un sindicalista, del de Klaus Schwabb y de su Foro Económico Mundial (en el que participó), del Gobierno liberal de Biden o de la cosmogonía de las ONGs. ¡Ay de vosotros, cuando todos hablen bien de ustedes, porque así trataban vuestros padres a los falsos profetas! (Lc. 6, 26).
Mucho más sonrojante y triste, empero, ha sido ver la reacción de la Iglesia.
He sentido repugnancia y vergüenza ajena al ver a cardenales, obispos y sacerdotes, no sólo los heréticos, sino a algunos que pasan por ser ortodoxos, deshacerse en loas a Francisco, canonizarlo diciendo que estaba ya en el Cielo y pidiendo que la Iglesia continúe por el camino por él abierto… camino ancho que lleva al abismo. Prima en ellos una especie de “pensamiento mágico”, que consiste en la esperanza de que alabando a Bergoglio se harán perdonar por el mundo, podrán olvidarse de sus herejías y autoconvencerse de que no era tan malo. Sin embargo, el mal está hecho, y es irreversible, porque los “procesos” comenzados por Bergoglio no podrán ya ser reconducidos.
Ya no me sorprende que la COPE o 13TV lo hagan, pues viven en la apostasía, chapoteando en sus contradicciones, apoyando a un partido abortista, pro ideología de género, globalista, como el PP desde hace años. Pero es que incluso María TV lo ha hecho. No ha habido en estos doce años de degradación eclesial el más mínimo atisbo de crítica, y en su muerte, una balsa de aceite. Esperemos no sea la balsa de la Medusa. ¡Ay, María Visión!
En la misma línea se han mostrado obispos como Munilla y otros muchos de la Conferencia episcopal española, incluso Sanz Montes. Hay, desde luego, un velo preternatural que a muchos les impide ver. Pero la mayoría sabe teología y es consciente del daño infligido por este hombre. Si no supieran, no tendrían culpa, pero como saben, su culpa permanece. Y escandalizan a los fieles, pues hacen pasar por bueno lo que era malo (Is. 5:20).
No alaban a cualquiera. Alaban a un destructor y demoledor de la fe católica, que lo era ya desde décadas antes en Argentina, y que, una vez okupado el solio de Pedro, ha luchado con denuedo estos doce últimos años para desperdigar al rebaño.
Estamos hablando de alguien que traicionó a la Iglesia católica fiel china (poniéndola a los pies del gobierno comunista de Xi-Yin-Ping); que nunca se ha arrodillado ante la Eucaristía (síntoma diabólico, como dijo una vez BXVI) pero que sin embargo sí lo ha hecho frente a líderes musulmanes o ante pecadores públicos; que cerró las Iglesias e impidió la celebración del triduo pascual, dando a entender que la Iglesia debe tenerle miedo a la enfermedad y que los sacramentos nada pueden contra ella; que profanó la Basílica Vaticana con una proyección de animales en su fachada, el día de la Inmaculada; que adoró al ídolo Pachamama en el Vaticano; que dijo que todas las religiones son iguales; que la Virgen era una “donna di strada”; que ha perseguido con saña a los obispos y cardenales más fieles de la Iglesia, expulsando a muchos de ellos, al tiempo que promocionaba a sodomitas y abusadores; alguien que supuestamente defendía la vida para mejor engañar a los fieles, pero que mostraba su verdadera cara al respecto cuando ordenaba le dieran la comunión a abortistas como Biden o Pelosi y que desmanteló la Pontificia Academia por la Vida de JPII; alguien que ha contradicho el magisterio de la Iglesia en multitud de ocasiones, provocando una confusión formidable en los fieles, con una falsa misericordia que no requería de conversión y que a muchos ha llevado al infierno.
Hablando de magisterio, Bergoglio en Amoris Laetitia ha permitido la comunión de personas adúlteras viviendo more uxorio, ha propugnado una fraternidad de los hombres sin Dios (Fratelli tutti), ha impulsado la bendición de parejas en adulterio u homosexuales sin castidad (Fiducia Supplicans), ha consagrado la falsa teoría del cambio climático antropogénico impulsada por la ONU en Laudato Sii, ha exaltado el corazón humano como algo irracional y verdadero en cuando siga sus sentimientos e imputado esa misma condición al Sagrado Corazón de Cristo (Dilexit Nos), ha dicho que la dignidad humana es infinita de origen, igualando la naturaleza humana con la divina (Dignitas Infinita), y que quiere invertir la constitución divina y jerárquica de la Iglesia con la sinodalidad, etc, etc, etc.
Al respecto, sabemos que un verdadero papa no puede caer en herejía pública, como ha hecho Bergoglio con estos documentos, pues Cristo prometió asistencia divina al papa, tanto en su magisterio ordinario como en el extraordinario, y así se consagra en el Código de Derecho Canónico (canon 752) y en el Catecismo (892), a diferencia de otros papas verdaderos que, a lo largo de la historia, pudieron caer en la herejía privada, como teólogos, pero que nunca enseñaron el error. Una persona, en fin, que entronizó a Lutero en el Aula Pablo VI…
¿Y a este hombre, a este destructor, alabáis? Vosotros no amáis verdaderamente a la Iglesia, ni a Cristo, que dio la vida por ella. Habéis dejado que este hombre la violara los últimos doce años, y ahora, no sólo no calláis, sino que le tratáis de santo. ¡Ay de vosotros!
Cuando uno recuerda todo esto, no puede sino hacer una mueca al escuchar a tantos que le exculpan diciendo que sus errores podían venir por su negligencia o ineptitud teológica… algo imposible si se recapacita y observa la planificación constante, sostenida en el tiempo, deliberada, tozuda y contumaz, en torcer el magisterio, contradecirlo, emborronarlo, desviarlo. Bergoglio encarna el satánico “espíritu” del CVII, aquel contra el que lucharon a muerte Juan Pablo II o Benedicto XVI, el espíritu con el que los masones y comunistas infiltrados en la Iglesia quisieron desviar la letra del Concilio, ortodoxa en su casi totalidad. Por tanto, Bergoglio no está aplicando el Concilio, como dirían tradicionalistas, lefebvristas y modernistas, sino el diktat con el que los enemigos de la Iglesia camuflados dentro de ella quisieron engañar al pueblo de Dios, haciéndole creer que el Concilio decía lo que no dice. Bergoglio no es la continuidad de Juan Pablo II y Benedicto, sino una ruptura con su sana doctrina, en continuidad con el magisterio previo al Concilio.
En fin, tras ver los panegíricos que, desde la Iglesia, se le han dedicado con denuedo a este pobre hombre, uno se pregunta: ¿Desconocen que esta persona fue aupada a la okupación del papado por la Mafia de San Gallo? ¿Desconocen que el líder de la Logia P2, Licio Gelli, recibió a Bergoglio en su casa Villa Wanda de Arezzo, para dar el golpe que la masonería llevaba dos siglos preparando para asaltar el papado? ¿Ignoran que la parte aún no revelada del tercer secreto de Fátima versaba sobre la usurpación del papado? Todo esto es ya público y notorio. ¿Por qué siguen falseando lo que este hombre ha representado para la Iglesia?
Pero es que, además, Bergoglio era mucho más que un obispo modernista.
Ha sido un infiltrado, un masón de alto grado, un servidor de las tinieblas. Y por eso fue el designado por la masonería civil para asaltar el trono de Pedro, tras la “primavera vaticana” proyectada por Hillary Clinton, Obama, Podesta y otros. No ha sido por tanto un Pedro en sus negaciones (como algunos quieren creer, para calmar sus conciencias) sino un Judas, un lobo infiltrado y captado desde su juventud para destruir, si pudiera, la Iglesia desde dentro; el “papa anticristo” del que nos advirtió la Virgen en Akita, el hombre de iniquidad sentándose en el trono de Pedro, que la Virgen le explicó al padre Gobbi y a los pastorcitos en La Salette. El hombre que le ha preparado el camino al AC, ante el silencio de tantos consagrados que deberían gritar.
Bastaba con escuchar sus interpretaciones gnósticas al Evangelio, en multitud de homilías kabalísticas pronunciadas en Santa Marta; sus blasfemias a la Virgen (la Virgen no nació santa, se hizo santa, o tenía ganas de gritarle al ángel, al ver a su hijo en la Cruz: ‘¡Me has engañado!’) o a la Santísima Trinidad (que se peleaban entre ellos en la intimidad); observar y estudiar su cruz pectoral, representando a Osiris cadavérico, con los pies vueltos, su bastón y su mayal, llevándose a una oveja mientras el Espíritu Santo cae en picado, como muerto, tomada del Cardenal satanista de Chicago, el Cardenal Bernardin, el mismo que participó a distancia en Charleston en la entronización de Satanás en la Capilla de San Pablo del Vaticano en junio de 1969, contada por el padre Malachi Martin en su libro “El último papa”, cruz que ahora lleva en España su mano derecha en la destrucción y traición, Cobo; bastaba ver su escudo papal con sus estrellas de 5 puntas; sus amistades rabínicas (Bergman, Skorka, a los que aplaudía cuando decían que seguían esperando a su mesías); su odio al Santísimo y a los sacramentos… Bastaba algo de esto para saber quién era en realidad Bergoglio. Y sin embargo, habéis callado y le habéis sonreído y le habéis obedecido, mientras rompía las vasijas de barro del depósito de la fe.

El Card. Bernardin de Chicago, con la cruz pectoral gnóstica que luego hizo suya Bergoglio

El báculo del Card. Bernardin, con la misma paloma cayendo en picado que lleva en su cruz pectoral Bergoglio, y que es un símbolo de la Ordo Templi Orientis, a la que también pertenecía el masón Card. Rampolla del Tindaro, que pudo haber sido nombrado papa tras la muerte de León XIII si el Emperador del Imperio Austro Húngaro no hubiera puesto el veto. Recuérdese lo que conté sobre Rampolla del Tindaro en este artículo y cómo el Card. Bergoglio procede de él en su línea consecratoria (ver aquí). Véase también este artículo.
Bergoglio, en suma, cumple con los requisitos que el Card. Biffi resumió como propios del anticristo, cuando dijo, comentando a Soloviev, que sería ecumenista, pacifista y ambientalista
Sin embargo, no tuvo tiempo de asestar el golpe final a la Eucaristía, gracias a que Benedicto le retuvo durante diez años. Y por eso ahora le toca esa suerte final al que le siga en esta desgraciada tarea de la Sinagoga de Satanás infiltrada en la Iglesia.
Evidentemente, al no ser papa, los cardenales que ha creado no son válidos y de este supuesto cónclave que viene ahora no puede salir un papa válido, sino otro antipapa, puede que el definitivo.
Pueden ocurrir varias cosas, aunque sólo Dios lo sabe:
- Que salga elegido el destructor final, un Parolin (artífice de la traición a la Iglesia china, junto al cardenal abusador McCarrick, al que rehabilitó Bergoglio en contra de las medidas disciplinares adoptadas contra él por BXVI), o un Tagle. Tagle es quizás el más peligroso, de madre china y teología herética de la Escuela de Bolonia. Malo, pero más refinado teológicamente que Bergoglio. Se le ha visto recientemente entusiasmado cantando el himno pagano “Imagine” de John Lennon, y su escudo episcopal es inquietante:
En él podemos observar a la Bestia que surge del mar, descrita por Ana Catalina Emmerick, que amenaza con devorar la cruz; la escuadra masónica, que hace ángulo con el compás que forman las hojas del lirio; los tres puntos de la masonería, en forma de ventanas de una torre; la M de la masonería coronada por estrellas masónicas; una luna, clara referencia al Islam, en color rojo (el comunismo), etc. Por cierto, este escudo episcopal de Tagle estaba disponible en la web Wikipedia, al teclear el nombre del Cardenal Luis Antonio Gokim Tagle, pero “curiosamente”, esta semana, ha sido cambiado por otro, menos explícito. Excusatio non petita…
Esto decía Ana Catalina Emmerick al respecto: “LA DEMOLICIÓN DE LA IGLESIA: He visto personas de la secta secreta minar sin descanso a la gran Iglesia …(AA.III.113)» << … y he visto cerca de ellos una horrible bestia que había surgido del mar. Tenía una cola como la de un pez, garras como las de un león, y varias cabezas que rodeaban como una corona una cabeza más grande. Su boca era ancha y roja. Estaba manchada como un tigre y se mostraba muy familiar con los demoledores. Se acostaba a menudo en medio de ellos durante su trabajo: a menudo también, ellos iban a encontrarla en la caverna donde se escondía a veces.»
Pone los pelos de punta comprobar esa descripción de la bestia por parte de la beata alemana, siglos antes, y que ahora adorna el cuartil inferior izquierdo del escudo episcopal del Card. Tagle. Veremos…
Una cosa es clara: la persona que salga de ese falso cónclave tendrá el encargo de cambiar las palabras de la consagración (la profecía de Daniel de la supresión del sacrificio perpetuo, también recordada por la Virgen al padre Gobbi) y de ordenar mujeres y puede que sea el falso profeta final, o uno previo a él.
- Puede también que los cardenales verdaderamente católicos de ese falso cónclave consigan una minoría de bloqueo de 1/3 de los electores, impidiendo el nombramiento de “otro papa herético”, como están diciendo, lo que dilataría el cónclave ad aeternum y podría suponer que de él salieran dos facciones enfrentadas, un cisma, como avisó la Virgen en Garabandal como suceso previo al Aviso, con la subsiguiente persecución a la Iglesia fiel, como la Virgen advirtió en Akita. Algo de esto ha dejado caer recientemente el Card. Müller.
Como vemos, estamos de lleno en el fin de los últimos tiempos, desde la muerte de BXVI, cuyo lema en la profecía de San Malaquías era “De gloria Olivae”. Evidentemente Bergoglio, al no ser papa auténtico, no tiene lema en esa profecía, y faltaría sólo el último papa, Pedro Romano, que verá la persecución final del AC y la Parusía de Cristo, y que apacentará al resto fiel en mitad de la persecución.
¿¿¿En verdad podemos callar y olvidarnos de todo esto, de todo lo que le hemos visto y oído a Bergoglio??? No nosotros, que llevamos desde el principio develando el misterio de iniquidad en esta web.
Estamos, pues, ante una Iglesia que no quiere la Verdad sino la falsedad, ante la gran apostasía predicada por San Pablo. Y mucho nos tememos que ante la presión de los mass media, que han blanqueado ad nauseam la figura de Bergoglio, gran parte de nuestra jerarquía ceda y se una al nuevo orden mundial y dejen de predicar la Sal y la Luz del Evangelio.
Pero hermanos, confiad y estad tranquilos, abandonémonos en Cristo y protejámonos en el único refugio verdadero, el Inmaculado Corazón de su Madre, mediante nuestra consagración a él. Con los sacramentos de los sacerdotes que permanezcan fieles al magisterio de siempre, en las catacumbas, rezando el Rosario y con la gracia de Dios, nada hemos de temer. Que seamos dignos de tantos santos que nos precedieron, y fieles hasta el final, bien por el martirio, o bien porque asistamos gozosos a la Segunda Venida de Nuestro Señor, en gloria y majestad.
¡Ven, Señor Jesús!
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