Queridos lectores: hace días nos estamos preocupando por tratar de resolver algunas dudas que nos plantean bastantes personas que nos escriben a la página. Ante los errores y herejías que se vienen difundiendo en la «neo iglesia Bergogliana» desde hace 5 años (que no son pocos), son ya bastantes las personas que están con los ánimos por los suelos y reflexionan sobre ciertas cuestiones que vamos a tratar de abordar en esta entrada. He aquí las más frecuentes:
¿Tengo que seguir yendo a misa, aunque vea que se predican herejías en los púlpitos? ¿Son válidas esas misas? ¿Cristo baja a la Eucaristía? ¿No sería mejor irse a la FSSPX? Si Francisco acepta a otras religiones, ¿por qué tanta inquina con Lefebvre, que al fin y al cabo no hizo más que guardar íntegro el depósito de la fe?
Éstas y otras muchas cuestiones son las que nos vienen formulando muchos de nuestros lectores. Y por supuesto, creemos que es el mejor momento para responderlas porque ciertamente se está entrando en un momento muy difícil en la historia de la Iglesia y hay que definir bien las cosas.
Para empezar, debemos decir que no se debe nunca dejar la misa dominical. El hecho de que el sacerdote celebre bien o mal no es una excusa que exima de cumplir el precepto. Ciertamente, es triste que veamos el comportamiento o escuchemos las prédicas de algunos ministros, muy alejadas del querer y de la voluntad de Dios. Procurar encontrar una parroquia ortodoxa es algo muy importante, pero no siempre es posible. Pero nosotros tenemos un mandamiento de la Santa Madre Iglesia por cumplir y este es «Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar». Por tanto, sea como sea, debemos cumplirlo. Si el sacerdote cumple con el requisito y tiene intención de querer hacer lo que hace la Iglesia, consagrará y recibiremos a Cristo Eucaristía en el momento de comulgar. Si el sacerdote no cumpliera con alguno de los requisitos o no pronuncia correctamente las palabras consecratorias no estaría obedeciendo su ministerio porque estaría dejando de dar a los fieles lo que se merecen: esto es, entregar a los fieles la Santa Comunión. Igualmente incurre en pecado de desobediencia si en la homilía no predica conforme al magisterio de la Iglesia.
Pero lo más preocupante, a nuestro entender, es ver que muchas personas, espantadas y escandalizadas ante la burla que se hace de Dios en la neo-iglesia bergogliana – que trata de cambiar la doctrina y profiere terribles herejías -, sienten la sutil tentación de marcharse hacia otra iglesia, cismática y que, aunque parece ser la panacea porque conserva el dogma y celebra la misa del Vetus Ordo, no es tampoco el camino a seguir, porque está canónicamene en cisma.
Para que nos comprendan y en pocas palabras: si la verdad es una, hay que entender que ésta no la vamos a encontrar ni del bando de Bergoglio con su nueva Iglesia protestantizada y devastada por las herejías, ni del bando ultraconservador y cismático de Lefebvre. Hay un refrán español que dice que «los extremos se tocan» y así es. Definitivamente, si mala es la facción progresista y endiablada de Bergoglio, no lo es menos la que viene bien camuflada y envuelta de «máxima ortodoxia» y que se esconde tras el lefebvrismo, la terrible trampa tendida por el propio maligno a Monseñor Marcel Lefebvre al presentarse como la «última solución» a la decadencia de la Iglesia católica. Pero es penoso pensar que todo un Dios necesitara, al entendimiento del propio Lefebvre y sus seguidores, de los orgullosos y ensoberbecidos actos de Monseñor para continuar con la fe verdadera, osando desobedecer al papa (a un papa auténtico como JPII, tan atacado por los modernistas y herejes en su tiempo) y ordenando a 4 obispos para continuar con la «verdad» que Roma ya había «perdido». Hay que tener en cuenta, además, que el propio Juan Pablo II había permitido a Lefebvre la ordenación de 1 obispo, algo que muchos ignoran. Monseñor Lefebvre, inicialmente, firmó el acuerdo, pero luego se echó para atrás y quiso ordenar a 4 obispos y no al único que le permitía el Papa. Por lo tanto, no es cierto que estas ordenaciones fueran por caso de «extrema necesidad» tal como aducen los fieles a la FSSPX. Este hecho le hizo caer en excomunión letae sententiae a él, a los obispos ordenados y a todos los que les siguieran.
Así pues, estas dos facciones son como dos vasos de agua cristalina a la que se le ha vertido una gota de potentísimo veneno. Parecen cristalinas esas aguas y muchos, de un bando y de otro, están dispuestos a beberlas. Pero quien conociendo la existencia dentro de ellas de ese potentísimo veneno, sería un necio si se atreviera a beberlas, ¿no lo creen?
Muchos confundidos dirán que la excomunión de la que estamos hablando fue levantada por Benedicto XVI. Vamos a explicar de forma sencilla este punto. Benedicto XVI levantó la excomunión de los 4 obispos ordenados por Monseñor Lefebvre, es verdad. Pero nunca pudo levantársela al propio Monseñor, pues murió fuera de la comunión con la Iglesia y ésta no puede levantar la excomunión a un difunto. Tampoco la ha podido levantar a la propia Fraternidad San Pío X, tal y como explica monseñor Burke en el artículo que les compartimos hace escasos días.
El Card. Burke es muy claro a este respecto y responde a esta duda con las siguientes palabras:
“La excomunión canónica de los obispos por sus ordenaciones ilícitas fue revocada [dejada sin efectos jurídicos], sin embargo, una excomunión sacramental ‘de facto’ permanece por su cisma; se ponen a sí mismos fuera de la comunión con la Iglesia». «Formalmente NO CAMBIA NADA respecto al status oficial de la FSSPX, cuyos sacerdotes continúan suspendidos ‘a divinis’ (suspensión como pena o censura que impide al clérigo el ejercicio ordinario de la potestad de orden. Can.1333. Código de Derecho Canónico) y por lo tanto tienen prohibido ofrecer los demás sacramentos».
Por tanto, para responder a las personas que sienten la tentación de abandonar la Iglesia de Bergoglio y pasarse a la FSSPX debemos decirles que si lo hacen están cometiendo un grave error, porque tal y como acabamos de ver, se ponen fuera de la comunión con la Iglesia. Tampoco estarán recibiendo los sacramentos de una forma segura ni lícita, pues así lo dice el cánon 1333 en el Código de Derecho Canónico.
Respondidas estas preguntas, muchos tendrán una nueva para formular, sin lugar a dudas y no será otra que: entonces, ¿qué hacer ante esta situación?
La respuesta no es otra que RESISTIR. Resistir porque vienen tiempos de pruebas más duras que las que estamos enfrentando ahora. Debemos ser fieles al magisterio de siempre. Al catecismo. Al dogma, a la tradición y ser perseverantes en la oración. Sabemos, precisamente por el punto 675 del Catecismo de la Iglesia católica, que tendremos que atravesar unos momentos críticos antes de la segunda venida de Nuestro Señor. Momentos donde gran parte de la Iglesia caerá en la apostasía y en los que solo un resto fiel permanecerá unido a Cristo y al Evangelio. Momentos que nos pueden parecer insoportables porque pasaremos una gran tribulación, como no la hubo ni la habrá y que incluso nos podrían llevar a pensar que la Iglesia verdadera ha desaparecido. Mas no ha de ser asi, ciertamente, porque Cristo no fallará a su palabra y la Iglesia nunca perecerá, porque vivirá en cada uno de los fieles que permanezca firme en la verdad inmutable de las enseñanzas de Cristo, en ese pequeño rebaño que quedará, unido al Inmaculado Corazón de María.
Por tanto, la clave es ésta:
Oración, frecuencia de sacramentos mientras tengamos sacerdotes cerca, estudio de las verdades de la fe y de los documentos de la Iglesia católica y del magisterio, lectura diaria de las Escrituras, rezo del Santo Rosario, que es el arma que atará a Satanás en estos tiempos, sanas y ejemplares lecutras de vidas de santos que nos dan coraje ante las adversidades . Esta es la regla que tenemos que tener ante nuestros ojos. Todo esto unido a la esperanza de que Dios nunca falla en sus palabras y nunca abandona a su pueblo. Él quiere que le demostremos nuestra fidelidad, quiere que le demostremos nuestro valor y el amor que tenemos por su palabra. Si le hemos pedido caminar como Pedro sobre las aguas, no podemos pensar que nos va a dejar en medio de la nada para que nos ahoguemos. Seamos confiados, seamos almas de fe que creen en su palabra. Son tiempos duros, sí, pero si duros son los tiempos, más fuerte lo es la mano de Dios que intervendrá, como lo hizo en Egipto para salvar a su pueblo cuando se hallaba en el punto más alto de su sufrimiento, como lo hizo con Abraham en el momento más doloroso, en el momento en que en obedicencia a Dios le estaba por ofrecer a su hijo único y amado en sacrificio. Dios quiere que le demostremos si realmente le amamos y confiamos en su palabra.
Montse Sanmartí.
Pero aún hay dos preguntas que son de vital importancia, y que no está considerando, y que sin embargo, le da el favor en parte a los lefebristas: El Concilio Vaticano I, y la excomunión latae sententiae a los masones.
Hago esta mención, porque en el Concilio Vaticano primero, se definió la infalibilidad papal, que a su vez significa que el Papa no puede equivocarse en materia de dogma, pero también que si se equivoca, en consecuencia NO ES PAPA, por quedar excomulgado latae sententiae, por herejía. Junto con la excomunión de los Papas masones, y de los obispos participantes del vaticano2, según la «lista pecorelli», lo que lo anularia ipso facto por hereje, junto con Juan XXIII masón, y Pablo VI, también masón. El resto de los papas quedarían excomulgados por adherir al Concilio hereje, y la NOM, también sería nula por dos razones, estar basada en el Concilio hereje, y estar formulada por 6 pastores protestantes (herejes) y un obispo masón (bugninni), de un total de 11 participantes.
Esas dudas, que también conocemos muchos feligreses, hacen insuficiente las respuestas mencionadas en este post.
Con todo respeto, pero con el mismo amor por la Iglesia y conocimiento de la doctrina que nos hace temer por ofender a Dios estando en una falsa Iglesia.
Un Papa no deja de ser Papa ipso facto, ni se excomulga ipso facto. ¿Usted puede aportar aquí las pruebas contundentes que esos papas que cita fueron masones? No puede, sin duda.
En cuanto a Lefebvre no fue excomulgado por papa alguno. Él solo se puso en esa circunstancia cayendo en excomunión Latae sentientiae. Además, es absurdo decir que Lefebvre reconoce la autoridad del papa y al mismo tiempo la ignora al hacer su santa voluntad.
Puede usted leer el Motu Proprio de Juan Pablo II colgado en Vatican.va y que le resumo:
En palabras del papa Juan Pablo II:
3. Ese acto [las consagraciones episcopales por mons. Lefebvre] ha sido en sí mismo una desobediencia al Romano Pontífice en materia gravísima y de capital importancia para la unidad de la Iglesia, como es la ordenación de obispos, por medio de la cual se mantiene sacramentalmente la sucesión apostólica. Por ello, esa desobediencia —que lleva consigo un verdadero rechazo del Primado romano— constituye un acto cismático[3]. Al realizar ese acto, a pesar del monitum público que le hizo el cardenal Prefecto de la Congregación para los Obispos el pasado día 17 de junio, el reverendísimo mons. Lefebvre y los sacerdotes Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfonso de Galarreta, han incurrido en la grave pena de excomunión prevista por la disciplina eclesiástica[4].
4. La raíz de este acto cismático se puede individuar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición: imperfecta porque no tiene suficientemente en cuenta el carácter vivo de la Tradición, que —como enseña claramente el Concilio Vaticano II— arranca originariamente de los Apóstolos, «va progresando en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo; es decir, crece con la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón, cuando comprenden internamente los misterios que viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad»[5].
Pero es sobre todo contradictoria una noción de Tradición que se oponga al Magisterio universal de la Iglesia, el cual corresponde al Obispo de Roma y al Colegio de los Obispos. Nadie pude permanecer fiel a la Tradición si rompe los lazos y vínculos con aquél a quien el mismo Cristo, en la persona del Apóstol Pedro, confió el ministerio de la unidad en su Iglesia[6].
http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/motu_proprio/documents/hf_jp-ii_motu-proprio_02071988_ecclesia-dei.html
Artículo oportunísimo de Montse Sanmartí, por el que se ve que estamos entre dos fuegos porque los extremos heréticos y cismáticos se tocan.
Decir que el Vaticano II, con todos sus fallos – que los tuvo – es un concilio herético «por la lista Pecorelli» y que los papas Juan XXIII y Pablo VI fueron masones es simplemente una idiotez: La presencia de un grupo masónico en el Concilio no impidió para nada su validez ni que el Espíritu Santo lo condujese. La adenda de Bugnini al documento de Pablo VI sobre la comunión introdujo un ritual desastroso, porque se debe comulgar de rodillas y en la boca para evitar toda profanación del cuerpo de Cristo, pero esa adenda de Bugnini no invalida el Novus Ordo de la Misa, que es plenamente válido -bien celebrado – Por otra parte Pablo VI es también el Papa de la Humanae Vitae, una carta providencial para la vida matrimonial cristiana. De másón nada de nada. De Juan XXIII, lo mismo, acusaciones no probadas y basadas en su etapa diplomática, en la que tuvo que tratar -por obligación – con gente dudosa.
San Juan Pablo II es el Papa de la Virgen María, esclavo montfortiano, y » totus tuus» aplicador del verdadero concilio sin «espíritu» deforme, igual que Benedicto XVI, Su excomunión del francés fue inevitable.
Lefevbre se equivocó por soberbia revestida de ortodoxia, que es siempre un riesgo grave, y ahora tenemos el problema centuplicado y conviene huir como de la peste de los cantos de sirena herederos suyos.
Gracias Montse por tu valentía, te van a criticar desde los dos extremos porque efectivamente estamos rodeados de soluciones falsas y satánicas que tratan de romper nuestro vínculo con la verdadera Iglesia de Jesucristo. .·
Gracias, querido Juanito. Bendiciones.
Le agradezco muchísimo su respuesta, y le reitero que como laico que ama a su Iglesia, y por ese mismo amor, me preocupo de estudiar y conocer mi fe, y es por eso mismo que para mi es muy doloroso estar entre estas aguas turbulentas, buscando la verdadera tabla de salvación, que contenga en fidelidad la verdad que Cristo nos enseñó. Es por eso que no me quedo con argumentos sentimentalistas cuando realizo esta búsqueda, sino mas bien le doy toda mi atención a los argumentos doctrinales cuando los mencionan, y luego investigo por mi mismo. He recibido material de un amigo Sedevacante que encuentro muy razonable por estar cimentado en el magisterio, y usted debe saber muy bien que nadie puede juzgar al Papa, no hay ninguna autoridad sobre la tierra que pueda apartarlo del cargo, ni siquiera el sinodo, entonces, ¿quien puede juzgar al Papa de hereje, y excomulgarlo? Nadie. Por tanto, quedaríamos bajo la dictadura de alguien que NO PERTENECE A LA IGLESIA, y por tanto, no puede ser Papa, sin esperanza. Por otro lado, no se debe mezclar la ley canoniga con la ley divina. El pecado de herejía, Para la ley canoniga debe ser declarado, pero tiene pena divina ipso facto, sin necesidad de declaración. Es como el pecado de no consentir en pensamientos impuros, por ejemplo. Es pecado, pero ¿como puede ser condenado canonigamente, si no hay prueba formal? Sin embargo, para Dios es pecado. Me encantaría poder mandarle el material, para que lo revise usted misma, pero no veo como por este medio.
Un hereje contumaz deja de ser Papa, si es que lo fue en algún momento, por haber sido hereje antes de ser elejido.
Me temo que ese es el caso de Bergoglio, que ya traspasó claramente la línea roja al dar por sentado que Amoris Laetitia es magisterio de la Iglesia. ¿Cómo va a ser magisterio de la Iglesia recibir los sacramentos de la confesión y de la comunión sacramental en pecado grave y sin propósito de enmienda? Solo por este motivo tendríamos que empezar a plantearnos seriamente quién es Francisco. Mucho se ha escrito sobre ello, empezando por el primero en dar la cara, Antonio Socci con su popular y best sellers «Non è Francesco». En nuestra web hemos tratado de sobras el tema en repetidas ocasiones. Le recomiendo el estudio jurídico-teológico de nuestro colaborador Juan Suárez Falcó, un entendido de este tema, sobre la renuncia forzada de Benedicto: https://comovaradealmendro.es/2017/03/breve-cronica-de-un-golpe-de-estado-masonico-en-la-iglesia-estudio-juridico-teologico-de-la-renuncia-de-benedicto-xvi/
También muy recomendable la web del Denzinger Bergoglio, donde se puede instruir sobre todo lo que nos menciona y donde se comparan las palabras y hechos de Bergoglio con el magisterio, la patrística, los papas anteriores y los santos. https://denzingerbergoglio.com/denzinger-bergoglio/
Que el Señor y su santísima Madre nos ayuden a ver claramente dónde está el error y a vivir con fe y esperanza de estar siempre en la verdad.
Bendiciones para usted, querido hermano.
Ahí veo dos problemas distintos. Un problema se refiere al Santo Padre y a sus actuaciones dentro de lo cual conviene distinguir entre sus acciones o afirmaciones concretas y las intenciones que pueda tener. En principio corresponde a Dios juzgar al Santo Padre y en ese sentido nuestra preocupación primaría debería ser conservar nuestra Fe, tal y y como nos la han transmitido para transmitirla a nuestra vez a las generaciones siguientes. Si hacemos eso, habremos conseguido no poco. El siguiente problema es qué hacer con un Papa que no responde a su misión. Aquí el problema es más delicado porque aunque hay doctrina de la Iglesia sobre la posibilidad del Papa hereje, los problemas prácticos que generaría podrían llevarnos a la anarquía. En este sentido la FSSPX siempre ha procurado apartarse de aquellos que declaraban de forma unilateral la Sede Vacante e impone a sus sacerdotes la obligación de rezar por el Santo Padre, lo cual es algo raro en un movimiento cismático. Papas malos hemos tenido muchísimos, así que tampoco debemos sorprendernos. E incluso hemos tenido cerca de 40 antipapas. Lo que se de la doctrina de la Iglesia sobre este tema se refiere a la Bula de Pablo IV Cum ex APostolatus Officio que trata sobre la posibilidad del Papa hereje. Posiblemente pocos Papas ha habido tan celosos de su autoridad como Pablo IV y sin embargo, éste fue lo bastante lúcido como para prever la posibilidad de un Papa hereje. Y según este documento cuando un Papa incurre en herejía cesa de ser Papa porque no puede ser cabeza de la Iglesia quien ni siquiera forma parte de su cuerpo. San Roberto Belarmino es de la misma opinión. El problema es ¿cómo se hace eso? ¿Y a quien corresponde decir tal cosa? San Pablo en su Carta a los Gálatas dice «Si nosotros o un ángel del cielo os anuncia otro Evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema.» Y era San Pablo. Eso significa que la palabra de Dios al final es juez de jueces y el propio Santo Tomás recuerda que en caso de escándalo incluso los inferiores o los súbditos pueden reconvenir a los superiores. O sea el principio general parece claro, el problema es el proceso que debería seguirse en este caso. Creo que hay un autor escolástico que es Juan de Santo Tomás que si que ha estudiado algo sobre como debería ser dicho proceso, pero tampoco me he preocupado demasiado, no porque no sea importante, sino porque con la situación que estamos presenciando bastante hacemos si conseguimos mantener la Fe a flote en nuestro ámbito privado, como para preocuparnos de más cosas. En cuanto a lo del material del que me hablas si no es muy grande puedes enviármelo al correo electrónico o como archivo adjunto dependiendo de lo qué se trate.
El Papa solo es infalible cuando habla ex cathedra…y este todavía no ha hablado así…
Gracias Montse por darnos luz en este festival de la confusión (en el mejor de los casos)….que se está impulsando desde dentro de la Iglesia fundada por Cristo de la que por gracia de Dios formo parte. En plena comunión contigo en las medidas que recomiendas tomemos. Que Dios te bendiga
Gracias, hermana en Cristo. Dios te bendiga.
Una pregunta a todos los que desde -a mi juicio, simple apreciación personal- enroscadas posiciones tradicionalistas acusan de ideología masónica a Juan XXIII, a Pablo VI, al cardenal Augustin Bea, al arzobispo Bugniniy y a tantos otros prelados de la Iglesia de capital importancia en el desarrollo del Concilio Vaticano II y aun en el período del postconcilio, ¿acusan de haber pertenecido a la masonería a todos los citados prelados y a otros tanto no citados porque los tales en efecto fueron miembros de sociedades masónicas, o bien los acusan de masones porque mostraron simpatías por los «valores» de los regímenes democráticos, y así se distanciaron, en alguna medida que yo no sé, de franquismos, nacionalcatolicismos y demás alianzas entre el trono y el altar?
La democracia burguesa, formal, liberal, es un sistema lleno de deficiencias; tantas, que hoy día en España tenemos una democracia que justamente dando la espalda a la verdad moral inscrita por Dios en la naturaleza humana, acepta el aborto, el divorcio, la homosexualidad, la ideología de género… Todas prácticas que atentan contra la verdad católica. Mas así las cosas, ¿la solución para un católico no puede sino ser el desear volver a formas de nacionalcatolicismo propias de una cristiandad que ya no existe? Supongamos esa España renacida o rediviva nacionalcatólica; en ella, ¿qué lugar habría para los ateos, agnósticos, librepensadores, socialistas, protestantes, judíos, budistas, hinduistas, feministas, marxistas, escépticos de todo tipo…?
Desde luego, las sociedades modernas por causa de la secularización-descristianización han devenido realidades completamente diferentes del modelo social propio de la cristiandad. Pero es lo que tenemos en todo Europa, en España sin ir más lejos: una sociedad casi completamente paganizada y apóstata. De manera que en esta España paganizada, secularizada, descristianizada y apóstata casi que a más no poder, ¿cómo se podría articular una respuesta política nacionalcatólica?
Gracias por el aporte, Montse. Que Dios te bendiga a ti y tu familia.
En derecho canónico no existe el acto cismático, o hay cisma o no hay Cisma, lo demás son mandangas. El concepto de «tradición viva» no es un concepto católico sino modernista que acuña el Padre de Lubac S.J, autor de Sobrenatural de 1.946, un hombre interesantísimo que sostenía que Dios no habría podido haber creado al hombre sin elevarlo de forma necesaria al orden sobrenatural. La observación es interesantísima porque eso significa que la visión beatífica de Dios forma parte de la naturaleza humana. En consecuencia no puede perderla sin perder su propia naturaleza, de donde se deduce la doctrina de la apocatástasis o doctrina de la salvación universal que implica la negación del pecado original. Dicha doctrina que se remonta a Orígenes de Alejandría fue condenada por la Iglesia en el Sínodo de Endemusa de 543, por el II Concilio de Constantinopla, 553, por el IV Concilio de Letrán de 1215. El concepto de «tradición viva» es sinónimo del evolucionismo teológico condenado por San Pío X. El hecho de un documento oficial de la Santa Sede utilice este «vocabulario» debería ser, como poco, indicio de que algo no funciona muy bien.
En Derecho penal no hay acto criminal, o hay crimen o no hay crimen. La sentencia de excomunión por cisma no se ve afectada por la descripción del acto.
CISMA es el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice O DE LA COMUNIÓN CON los miembros de la Iglesia a él sometidos. (Obispos, Cardenales, Vicarios, etc.) Canon 751 del Código de Derecho Canónico.
Aunque el término «delito penal» sí existe, no el de «acto criminal» pero no por eso deja de ser un crimen del orden penal. Igual a como un acto cismático no dejar de ser un cisma.
Existe un problema soterrado que muchos católicos obvian por falta de visión. Tan malo es el progresismo bergogliano, como el ultraconservadurismo exacerbado que esgrime la secta lefebvrista. Es decir, tan malo estar de un lado, como del otro. Los extremos tienden a tocarse. Y Burke no hace más que avisar de ese peligro. De que cuidemos de no equivocarnos de solamente criticar las herejías de Bergoglio, sino que es estar bien enterados de lo que sucede si desbarramos por el lado contrario, porque estaríamos del bando cismático también.
Sin entender mucho, la impresión que da el progresismo de Bergoglio es que en realidad no es sino el desarrollo lógico de ideas anteriores, por ejemplo la intercomunión con los protestantes no habría sido posible sin la oración en común de Asís y la oración en común de Asís no habría sido posible sin las tres principales Encíclicas dogmáticas de San Juan Pablo II, es decir Redemptor Hominis, Dives in Misericordia y Dominum et vivificantem sobre el Jesucristo, Dios Padre y Dios Espíritu Santo, en las cuales Juan Pablo II sigue las huellas del P de Lubac y su obra Sobrenatural. La esencia de la obra del Padre de Lubac es que Dios no habría podido haber creado al hombre sin orientarllo necesariamente a la contemplación de la visión beatífica. El Cardenal Siri le respondió al Padre de Lubac que si eso fuera así ello significaría o bien que Jesucristo sólo es hombre o que el hombre es divino. En el primer caso nos encontraríamos en el naturalismo y en el segundo caso en la gnosis, porque no habría diferencia entre la filiación natural de Dios y la filiación de adopción, Jesucristo sería una especie de Prometeo Cristiano, el más consciente de su divinidad y el mas consciente de su filiación real. Esto que parece muy bonito y muy divertido sólo puede sostenerse cargándose todo el magisterio anterior y transformando el catolicismo en otra cosa. Si la visión beatifica de Dios no es un bien concedido por Dios sino un bien inherente a la naturaleza humana, eso significa que no puede perderse sin perder la condición humana y eso altera de modo fundamental la teología católica sobre la gracia, la salvación y la Redención y conduce a un tipo de Dios, que como muy bien señala el Padre Dörmann que es sacerdote diocesano y nunca ha pertenecido a la FSSPX, es común a todas las religiones, en su obra: Hacia el encuentro de oración de las religiones de Asís, la trilogía trinitaria. En este sentido y en honor a la verdad la obra de Juan Pablo II es un desarrollo de la teología del Vaticano II: Juan Pablo II ya autorizó la intercomunión con los protestantes en el código de derecho canónico de 1.983, pero las raíces del planteamiento se remontan a la Unitatis Redintegratio de 1.964 que no tiene prácticamente ninguna referencia bíblica. La idea de un dios común a todas las religiones es una idea esencialmente masónica, lo cual concuerda enxtrañamente con la Constitución dogmática Lumen Gentium que en su introducción afirma de forma muy clara que el objetivo de la Iglesia es la unidad del género humano. Vamos a ver la unidad del género humano jamás ha formado parte de la misión de la Iglesia que es la salvación de las almas. La unidad del género humano sí que forma parte del objetivo de las sociedades secretas de corte masónico o paramasónico. Como dice Cristo por sus frutos los conoceréis porque no hay nada tan oculto que no acabe saliendo a la superficie. Por ello aunque decidiéramos cerrar los ojos a la cuestión masónica dentro de la Iglesia que conocemos por la revista 30 Días, órgano oficioso de Comunión y Liberación y que por supuesto tampoco pertenece a la FSSPX y si decidiéramos ignorar que en 1975 Pablo VI se vio forzado a investigar a Aniballe Bugnini a raíz de la intercepción de la correspondencia entre Anibale Bugnini y el Maestre del Gran Oriente de Italia Lucio Salvini gracias al sobrino de un religioso que era secretario del Maestre. Investigación llevada a cabo por el Cardenal Gangon y que acabó con la destitución de Bugnini, autor del Novus Ordo y su envío a Irán; Y aunque fingiéramos ignorar que la muerte de Juan Pablo I se produce como como consecuencia el intento de investigar los religiosos que aparecían en la Lista Pecorelli caso por caso. Y aunque pretendiéramos creer que la lista Pecoreli es una falsificación de un periodista sensacionalista; Y aunque pretendiéramos fingir que su asesinato nada tuvo que ver con la publicación de la dicha lista; y aunque fingiéramos ignorar que desconocemos que los nombres de esa lista falsa se encuentran también en la segunda lista de Licio Gelli encontrada por la policía en el registro de su mansión en Arezxo en 1.981. Y aunque decidiéramos ignorar todo eso y mucho más por no acabaríamos, las ideas reseñadas son de corte masónico. No juzgo lo conciencia buena o mala de quienes las han colocado donde las encontramos. El hecho objetivo es que San Juan Pablo II cuando estalló el escándalo de la masonería en la Iglesia no hizo nada. Y hoy el Cardenal Ravasi habla de «nuestros hermanos masones» sin ningún pudor. Y nadie, ni Francisco ni nadie le ha dicho nada. ¿Debemos creer que cuando monseñor Lefebvre denunció todas estas cuestiones es porque era un orgulloso obsesionado por decir la Misa en latín? Vamos a ver dice San Ignacio que en tiempo de tribulación no conviene hacer mudanza, máxime cuando la confusión es rampante en toda la Iglesia. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué planteó monseñor Lefbvre? Traditit qui accepit, o sea transmití lo que recibí. Debemos seguir haciendo lo que nos ha ordenado hacer la Santa Madre Iglesia. Si nos excomulgan o nos dejan de excomulgar pues bueno es lamentable, pero hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, porque la obediencia debida cesa cuando el superior cesa de fundar su autoridad en el Autor de las cosas. Sin Autor no hay autoridad.
Pienso que vuestro blog en lineas generales lleva a cabo una labor extraordinaria, pero, en este punto concreto no acabo de ver lo que decís porque además el tiempo ha acabado dando la razón a monseñor Lefebvre.
Que el Señor os bendiga.
Tampoco yo soy de la FSSPX. Pero conste que el propio Francisco declaró que los lefebrvianos eran católicos. En razón de eso les concedió licencia para administrar la LITURGIA SACRAMENTAL en el Año Santo. Luego si eran católicos lo eran aunque se les hubiera declarado anteriormente casmáticos, o sea unos católicos cismáticos pero católicos, aunque sea rizar el rizo de la contradicción aparente o real.
Aún en el caso de que se les considerara cismáticos resulta que no son herejes, hecho que no se puede asegurar de multitud de clérigos interconfesionales supuestamente católicos, ya que resulta un imposible metafísico ser ecuménico interconfesional , por lo tanto desacralizado profano, y católico descatolizado a la vez .
Si los ecuménicos interconfesionalizados de la interreligiosidad no admiten los SIETE SACRAMENTOS, aunque se presenten y ejerzan como clérigos católicos su administración de los sacramentos es inválida y no solo ilegal o ilegítima. Sin embargo el sacerdote cismático queda en plenitud de su oficio de liturgo sacramental; afirmación que no se puede asegurar del hereje o herejes multitudinarios.
Hereje es quien está en contra del Sensus Fidei, del Depósito de la FE de la Revelación, del Magisterio siempre fiel a la Tradición de origen y haya sido declarado o no públicamente por la autoridad eclesiástica competente si la hubiere. Si la FSSPX está en el Magisterio de la Tradición de origen resultaría que ellos son los verdaderamente católicos como lo fueron los católicos desde San Pedro hasta el Vaticano II si es que este Concilio se declaró Ecuménico Interconfesional , lo que constituiría una ruptura manifiesta y una iglesia innovada por obispos y escribas, como en sentido laudatorio lo escribió el hoy cardenal Tagle en la monumental Historia del Concilio realizada y publicada por la llamada Escuela de Bolonia o Instituto de las Ciencias Religiosas que fundaron el «cocinero conciliar» Dossetti y el historiador Alberigo, a todos los cuales es muy posible que los veamos elevados a la lista de santos de la secularidad de la nueva serie de santos posconciliares.
El cardenal Burke con toda su buena voluntad afirma una auténtica sinrazón que no se comprende en quien ha estudiado Teología Católica y no interconfesional. Una prueba fehaciente de a dónde ha llegado la confusión doctrinal católica en nuestros intelectuales, clérigos o no. El hundimiento de la LITURGIA Sacramental Católica inevitablemente ha erosionado hasta ese punto nuestra Religión Católica descatolizada. Es precisamente volverse protestantes. Es decir heterodoxos y cismáticos, no solamente cismáticos por seguir siendo católicos, apostólicos y romanos.
“Es precisamente porque esta unión deseada por estos católicos liberales… deseada entre la Iglesia y la Revolución y subversión es una unión adúltera. Y esta unión adúltera no puede venir mas que bastardos. ¿Y quiénes son esos bastardos? Estos son nuestros ritos: el rito de la Misa es un rito bastardo, los sacramentos son sacramentos bastardos – ya no sabemos si aquellos son sacramentos que dan gracia o que no la dan. Ya no sabemos si esta Misa da el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo o si no nos los da [negación de la transustanciación y Presencia Real].
[…] Los sacerdotes que salen de los seminarios son sacerdotes bastardos, y no saben lo que son”.
Marcel Lefebvre. Misa en Lille, Francia. 29 de agosto de 1976
Minuto 15:42.
“Yo creo en el Papa, yo creo en el sucesor de Pedro pero en el sucesor de Pedro que es verdadero papa, que no está en contra de sus predecesores”. Conferencia de Mons. Lefebvre en Albias (Tarn-et-Garonne) 10 de octubre de 1990. [Sedevacantismo]
“… es entonces un deber estricto para todo sacerdote que quiera permanecer católico, separarse de esta Iglesia Conciliar, puesto que ésta no reencontrará la tradición del Magisterio de la Iglesia y de la fe católica”
Mgr Lefebvre, Itinerario Espiritual (Itinéraire spiritual), Tradiffusion, Bulle, 1991, p. 31.
“La sede de Pedro y los puestos de autoridad de Roma estando ocupados por ANTICRISTOS, la destrucción del Reino de Nuestro Señor continúa rápidamente al interior mismo de su Cuerpo místico aquí abajo […] Esto es lo que ha traído sobre nuestras cabezas, persecución por la Roma de los ANTICRISTOS”. Carta de Mons. Lefebvre a los futuros obispos [FSSPX]. 29 de agosto de 1987.
“No pedimos nada mejor que ser declarados ‘ex communiones’ del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia después de veinticinco años, excluidos de la comunión impía con los infieles.
Ser entonces asociados públicamente a la sanción que afecta a los seis obispos católicos, defensores de la fe en su integridad y de manera integral, sería para nosotros una marca de honor y un signo de ortodoxia ante los fieles”.
Carta abierta de los superiores de la FSSPX al Cardenal Gantin, Prefecto de la Congregación de los Obispos, del 6 de julio de 1988.
Pontificio Consejo para los Textos Legislativos
Sobre la excomunión por cisma en que incurren los adherentes al movimiento del Obispo Marcel Lefebvre.
Ciudad del Vaticano, 24 de agosto de 1996.
3. … Hasta que no haya cambios que conduzcan al restablecimiento de esta necesaria ‘communio’, todo el movimiento lefebvriano debe considerarse cismático, existiendo al respecto una declaración formal de la Autoridad Suprema.
5. Tal como declara el Motu proprio n. 5 c), la excomunión latae sententiae por cisma se refiere a aquellos que « se adhieren formalmente » a dicho movimiento cismático. Incluso si la cuestión sobre el alcance de la noción « adhesión formal al cisma » debiera presentarse a la competente Congregación para la Doctrina de la Fe, es el parecer de este Pontificio Consejo que tal adhesión deba implicar dos elementos complementarios:
a) uno de naturaleza interna, que consiste en compartir libre y conscientemente la sustancia del cisma, a saber, en el optar de tal modo por los seguidores de Lefebvre, que se ponga tal opción por encima de la obediencia al Papa (en la raíz de este comportamiento habrá habitualmente posiciones contrarias al Magisterio de la Iglesia);
b) otro de índole externa, que consiste en el exteriorizar esas opciones, cuya señal más manifiesta será la participación exclusiva de los actos « eclesiales » lefebvrianos, sin tomar parte en los actos de la Iglesia Católica (se trata sin embargo de una señal no exclusiva, puesto que existe la posibilidad de que algún fiel sea parte de las funciones litúrgicas de los seguidores de Lefebvre sin compartir no obstante su espíritu cismático).
[1] Canon 1378 § 1. El sacerdote que obra contra lo prescrito en el ⇒ c. 977, incurre en excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica.
§ 2. Incurre en pena latae sententiae de entredicho o, si se trata de un clérigo, de suspensión:
1 quien, sin haber sido promovido al orden sacerdotal, atenta realizar la acción litúrgica del Sacrificio eucarístico;
2 quien, fuera del caso de que se trata en el § 1, no pudiendo administrar válidamente la absolución sacramental, trata de darla, u oye una confesión sacramental.
§ 3. En los casos indicados en el § 2, pueden añadirse otras penas, según la gravedad del delito, sin excluir la excomunión.
Código de Derecho Canónico: http://www.vatican.va/archive/ESL0020/_P52.HTM
[3] http://www.vatican.va/roman_curia/secretariat_state/2009/documents/rc_seg-st_20090204_note-decree-cbishops_sp.html