MARCO TOSATTI 29 de Junio de 2017-STILUM CURIAE
Un comunicado de la Pontificia Academia para la Vida trata del drama de Charlie Gard, y de sus padres. Lo reportamos tal como lo ha dado a conocer la Radio Vaticana:
“La historia del pequeño bebé inglés Charlie Gard y de sus padres nos pega a todos nosotros por la carga de dolor y de esperanza que nos causa”. Dice así mons. Vincenzo Paglia, quien afirma su cercanía con los padres y con cuantos “lo han tratado y luchado con él”. Para ellos, y para cuantos están llamados a decidir sobre su futuro, se lee en la declaración del presidente de la Academia para la Vida, “elevamos al Señor de la vida una oración para que no se pierda nada”.
La Conferencia Episcopal Católica de Inglaterra y Gales, se lee en el documento, ha “emitido un comunicado que reconoce antes que nada, la complejidad de la situación, el dolor desgarrador de los padres, la búsqueda del bien de Charlie puesta en acción por todos los involucrados”. El texto, continúa mons. Paglia, “reitera también que no puede darse nunca lugar a algún gesto que ponga fin de manera intencional a una existencia humana, incluida la suspensión de la nutrición y de la hidratación”. Al mismo tiempo, prosigue el prelado, desafortunadamente se “reconocen también los límites de lo que puede hacerse, ciertamente dentro de un servicio al enfermo que debe continuar hasta la muerte natural”.
Retomando la Evangelium Vitae de San Juan Pablo II, mons. Paglia, subraya que “debemos cumplir con todo gesto que contribuya a su salud y al mismo tiempo reconocer los límites de la medicina”, por lo tanto, “queda evitada toda obstinación terapéutica desproporcionada o demasiado gravosa [costosa]”. Por otro lado, retoma el presidente de la Pontificia Academia, “queda escuchada y respetada en primer lugar la voluntad de los padres y, al mismo tiempo, es necesario ayudarles a reconocer la gravosa peculiaridad de su condición, por la cual, no se les puede dejar solos en la toma de decisiones así de dolorosas”.
“Cuando la alianza terapéutica entre pacientes (en este caso sus padres) y médicos se interrumpe – concluye mons. Paglia – todo se vuelve más difícil y se encuentran obligados a recorrer la causa extrema de la vía jurídica, con los riesgos de instrumentaciones ideológicas y políticas a evitarse siempre, y de clamores mediáticos a veces tristemente superficiales”.
Estas palabras, me han dejado una sensación extraña. La primera cosa que me ha venido a la mente es que de ahora en adelante sería necesario cambiar el nombre de la Academia: “Pontificia Academia para la Vida, sí, pero…”. Después me han llegado al corazón las cosas que, por parte de una Academia católica, me habría gustado escuchar.
Me habría gustado escucharle decir, y tal vez con fuerza y dolor, que de frente a la voluntad y posibilidad de los padres de intentar salvarlo, es monstruoso que la vida de un niño se decida por mayoría (¡!) en una sala de expertos en leyes.
Habría querido escucharle decir que, aunque se le quiera disfrazar, se trata de una condena de muerte. Habría querido escuchar que el aceptar como un hecho que un tribunal decida quién vive y quién muere, y cómo, es algo que hace estremecer.
Habría querido escucharle decir proféticamente que quien cree en el amor y en los milagros, la Iglesia, está al lado de los padres, incluso en una lucha sin esperanza.
Habría querido escuchar que matar la esperanza con la ley es tremendo, y abre el camino a un futuro de pequeñas, grises sentencias de muerte burocráticas.
Habría querido escuchar la angustia, y la duda, de si es justo que los tribunales y extraños dispongan de la vida, incluso contra el amor de los familiares.
Habría querido escuchar, en el triste día de la victoria de los burócratas, de los abogados y de la muerte, un grito de dolor profético. Pero evidentemente, ya se había gastado todo por los migrantes y las ONG.
Marco Tosatti
Artículo original Stilum Curiae
Traducción de Dominus Est. Artículo original en STILUM CURIAE