Por Brian Williams -Liturgy Guy
Hace cerca de 10 años un desconocido obispo auxiliary de Karaganda, Kazajistán, el Reverendísimo Athanasius Schneider, escribió un breve tratado sobre la recepción de la Santa Comunión, Dominus Est-¡Es el Señor! Desde entonces en los años siguientes, no ha habido un mayor defensor de la Eucaristía que el Obispo Schneider. El argumento siguiente en favor de la disciplina tradicional de la recepción de la Santa Comunión en la boca y de rodillas, viene en la conclusión del libro de Mons. Schneider.
Dominus Est debería ser leído por obispos, sacerdotes, y laicos por igual; así de importante es. El extracto siguiente es compartido con permiso del editor.
Con el telón de fondo de la dos veces milenaria historia de la piedad y de la tradición litúrgica de la Iglesia universal oriente y occidente ( sobre todo en lo que respecta al Desarrollo orgánico del patrimonio patrístico ), podemos hacer la siguiente síntesis:
1.- el Desarrollo orgánico de la piedad eucarística como fruto de la piedad de los padres de la iglesia condujo a todas las iglesias sea de oriente o de occidente, ya en el primer milenio, a administrar la sagrada comunión a los fieles directamente en la boca. En occidente, al inicio del segundo milenio, se agregó el gesto profundamente bíblico de arrodillarse. En las múltiples tradiciones litúrgicas orientales se circunda el momento de la recepción del cuerpo del señor con augustas ceremonias y frecuentemente se exige de los fieles una previa postración en tierra.
2.- La iglesia prescribe el uso de la bandeja de comunión para evitar que alguna partícula de la hostia sagrada caiga por tierra (cf. Missale Romanum, Institutio generalis, n. 118; Redemptionis Sacramentum, n. 93) y que el obispo se lave las manos después de la distribución de la comunión (cf.Caeremoniale Episcoporum, n. 166). Sin embargo en el caso de la distribución de la comunión en la mano ocurre no raramente que se desprendan fragmentos de la hostia, los cuales o caen por tierra o permanecen adheridos a la palma y a los dedos de la mano de los comulgantes.
3.- El momento de la sagrada comunión, en cuanto es el encuentro del fiel con la persona divina del redentor, exige por su naturaleza también exteriormente gestos típicamente sacros como la postración de rodillas (la mañana del domingo de la resurrección las mujeres adoraron al señor resucitado prosternándose ante Él (cf. Lc. XXIV, 52) Y quizás el apóstol Tomás al decir “Señor mío y Dios mío” (cf. Jn XX, 28).
4.- El dejarse nutrir como niño, recibiendo la comunión directamente en la boca, expresa ritualmente del mejor modo el carácter de la receptividad y del ser niño delante de Cristo que nos nutre y que nos “amamanta” espiritualmente. En cambio el adulto se lleva el mismo el alimento con los dedos a la boca.
5.- La Iglesia prescribe que durante la celebración de la santa misa, en el momento de la consagración, todos los fieles deben arrodillarse. ¿No sería litúrgicamente más adecuado si al momento de la sagrada comunión, cuando el fiel se acerca también corporalmente lo más cerca posible al señor, el Rey de reyes, lo saludara y lo recibiera arrodillado?
6.- El gesto de recibir el cuerpo del señor en la boca y de rodillas podría ser un testimonio visible de la fe de la iglesia en el misterio eucarístico, además de tener UN efecto regenerativo y educativo para la cultura moderna, para la cual el arrodillarse y la infancia espiritual son fenómenos completamente extraños.
7.- El deseo de demostrar a la augusta persona de Cristo también en el momento de la sagrada comunión, afecto y honor de modo visible debería adecuarse al espiritu y al ejemplo de la milenaria tradición de la Iglesia: “cum amore ac timore” (el adagio de los Padres del primer milenio) y “quantum potes, tantum aude” (“cuanto puedes, tanto osa”, el adagio del segundo milenio).
[Athanasius Schneider, Dominus Est-Es el Señor, Newman House Press, 2008, pp. 49-50 (pág. 63 a 65 en Español)].
Traducción de Como Vara de Almendro
https://liturgyguy.com/2017/03/07/bishop-schneider-on-receiving-holy-communion/