Llegar a un gobierno populista sólo es posible cuando en una sociedad los ilustres, los intelectuales, la cabeza de esa sociedad, calla ante los simplismos e injusticias, ya por miedo, ya por interés.
Lo que olvidan tales sujetos notables y eminentes, en todos los ámbitos, es que una vez que el populismo se instaura, una vez que toma el poder, ellos pasan a ser sus principales enemigos, a los que no duda en decapitar…
Vivimos actualmente a nivel nacional, pero también mundial, un proceso de «popularización» en todos los órdenes, no sólo en el político. Los frentes de guerra contra la cultura y los valores de las sociedades, principalmente la occidental, son múltiples: educación, economía, justicia, familia, ética, moral, religión, verdad… todo está cuestionado, atacado con mayor o menor sutileza y engaño, sumiéndonos en un clima de gran confusión y división…
Esa sutileza que conduce al engaño podría ser develada, explicitada, denunciada por las personas que tienen la capacidad y la formación necesarias -cada cual en la medida que sea capaz-, y entonces el Pueblo, atendido por sus Guías, se pondría en pie, permanecería despierto, y no se precipitaría en los abismos de la mentira. Pero no, casi todos callan cobardemente, culpablemente, de modo que los pocos que se atreven a hablar, pueden ser señalados como radicales, fanáticos, y después atacados en la medida que sea necesario para silenciarlos.
Un ejemplo de simplismo lo constituye el concepto tan manido de «los pobres». ¿Quienes son los pobres? ¿Cómo se ayuda realmente a los pobres? ¿Limosnas? ¿Quitárselo a los ricos para darlo a los pobres? Los ricos pueden crear riqueza y, en la medida en que sean justos, redistribuirla, que es a lo que deben obligarles las leyes. Eso no lo hace un gobierno populista. En realidad el populismo, cuando llega al poder, lo que hace es robarle la riqueza a los que la tienen y quedársela, sometiendo a sus sociedades al odio y a una pobreza terrible. ¿Ejemplos? Unos ya han llegado -Cuba, Venezuela, China, Rusia…- otros están en camino: Europa, EEUU… En realidad, todo el mundo se encamina hacia el Nuevo Orden Mundial a través del populismo.
Existe la creencia errónea de que los políticos y gobiernos populistas son casi exclusivos de los países tercermundistas. Grave equivocación. El populismo, entre otras características, siembra odios y divisiones entre los segmentos de la sociedad, entre los ciudadanos y sus organizaciones, entre regiones y ciudades. El arma de dividir para dominar, imponerse y controlar todo para logar sus objetivos, manipular las instituciones públicas, cambiar las leyes y normas en su beneficio, no solo en lo político sino además en lo personal o grupal para su enriquecimiento ilícito, generalizando la corrupción, el abuso, la represión y el odio que ahora vemos cómo corroe a muchos países en el mundo.
Y ahora propongo que piense cada cual personalmente quienes, entre los dirigentes de nuestra sociedad -además de Bergoglio-, defienden ideas populistas, y quienes las denuncian y combaten.
Javier Ventas