Hermanos:
Este último Domingo del Tiempo Ordinario, que corresponde al XXXIV, en la liturgia es Cristo Rey del Universo.
Con gran gozo celebramos esta Solemnidad que cierra el Año Litúrgico y al mismo tiempo con tantos sentimientos encontrados por todo lo que está aconteciendo en estos últimos años y de manera especial en este 2016.
Recuerdo que le decía a unos amigos en el mes de enero: «Siento que este año 2016 será un poco particular, en el que pasarán muchas cosas y «novedades» a nivel eclesial». Esto lo decía no porque tenga dones particulares, sino porque cuando se tiene la capacidad de leer los signos de los tiempos, y sobre todo desde la intimidad de la oración, el Señor también nos va haciendo comprender tantas cosas.
Cuando hablaba de novedades, lo decía con cierta amargura en el corazón porque han sido novedades que ya se veían venir con el Papa Francisco, desde que comenzó a decir tantas frases sueltas y dañinas. Con el paso del tiempo, en este Pontificado, poco a poco, o más bien, diría yo, a pasos agigantados, Bergoglio ha pasado de las frases sueltas a discursos más articulados en los que deja ver su pensamiento y su ideología.
Bueno esta reflexión no la quiero tanto centrada en Francisco, sino en la Solemnidad que hoy celebramos, era solo un preámbulo.
En la segunda lectura de hoy de la Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses: «Gracias al Padre que nos hizo capaces de participar en la luminosa herencia de los santos. Él nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su Hijo querido, por quien recibimos la redención: el perdón de los pecados»
Hermanos, la herencia no es en esta tierra como nos pretenden hacer creer, hablando todo el tiempo de cambio climático y de economía, la herencia es la participación en la Santidad de Dios. Sólo por Él, podemos ser santos. Que hermosa es la doctrina de nuestra Iglesia que nos enseña que podemos ser santos. El encuentro del 31 de octubre en Lund en Suecia del Papa Francisco con los luteranos para buscar la «unidad», es una burla cuando los luteranos están convencidos que no se puede llegar a la santidad, porque en nosotros el pecado no nos permite ser transformados. Qué visión tan pesimista del hombre que es la obra Maestra de toda la Creación de Dios y que el mismo Señor nos da el mandado de ser santos.
Cristo es Rey de todo el Universo, no solo de esta tierra y a nosotros pecadores nos saca de las tinieblas para trasladarnos a su Reino de Santidad y Amor. El Señor nos redime de nuestros crímenes y de Él recibimos el perdón de los pecados. El reina en nuestros corazones cuando los abrimos para que venga a reinar y a disipar todo pecado. Nadie más nos puede redimir y por eso damos a Nuestro Señor Jesús toda la honra y la Gloria. Ninguno de nosotros se puede arrodillar delante de Buda, ni puede creer en Mahoma, ni en ningún dios pagano, ni siquiera delante del pueblo judío, porque aunque reconocemos que es el Pueblo de la Promesa escogido por Dios y que la Salvación viene de los judíos, ellos están ciegos y aún siguen esperando al Mesías. Nosotros ya lo hemos recibido y ahora esperamos pronto su segunda venida. Conservamos el Antiguo Testamento como Palabra de Dios, pero muchas de las normas dadas allí han encontrado su verdadero significado y plenitud en Cristo. Nosotros ahora, los que creemos en Cristo, somos el nuevo Pueblo de Dios, por creer en su Hijo somos hijos de Dios.
«Tronos, dominaciones, principados, potestades. Todo fue creado por Él y para Él» Todo ante el Nuestro Señor Jesús, no es nada. Aquí hasta los que se creen más grandes y poderosos, son como un soplo. Todos los que tienen en mano el poder y el mando de las naciones no cuentan para nada. Lo más triste es la complacencia de tantos eclesiásticos con los poderes de este mundo. Unos que se complacen y los otros con miedo o peor aún, callan por no dañar sus carreras eclesiásticas. Muchos están detrás de una mitra o de un cardenalato y saben que si abren la boca, hasta ahí les llega la fiesta. Conozco muchos que estaban de acuerdo con la teologia del Papa Benedicto XVI y en el momento que llegó Francisco, cambiaron el discurso. Para nadie es un secreto que los dos Papas, bueno, un Papa y el otro, tienen fundamentos teológicos distintos. Como conclusión, uno es fiel a la doctrina de la Iglesia y el otro por lo tanto no. Descúbralo usted que me lee en esta reflexión.
Interesante que el Evangelio de hoy nos presente a Jesús en la Cruz. Parece una contradicción porque al celebrar a Cristo como Rey del Universo nos viene a la mente el Señor lleno de Gloria en el Cielo. Es verdad que también así lo creemos, que después de la Resurrección y desde el momento de la Ascensión, está a la diestra de Dios Padre, pero sabemos que la Cruz es Trono desde donde reina el Señor, porque allí nos ha dado la muestra más grande de su Amor. Es en la Cruz que ha vencido al demonio.
Comienza el Evangelio, diciendo que la gente estaba mirando. Sí, mirando como hoy con toda clase de sentimientos: amor, odio, desprecio, indiferencia. Muchos hoy continúan haciéndole muecas y burlándose de Él.
Junto a la Cruz, dos ladrones. Uno que lo insulta. Para los que hablan de misericordia sin necesidad de conversión, me parece a mí que a este ladrón no le llegó la misericordia, no porque el Señor no hubiera querido, sino porque él mismo se cerró al amor de Dios. De lo contrario Jesús, habría hablado en plural diciendo: «Les aseguro que hoy estarán conmigo en el Paraíso». Ese plural no lo veo por ninguna parte.
Los dos ladrones habían cometido el mismo delito. El ladrón que se ganó el Cielo acoge la Misericordia del Señor porque es capaz de reconocer su pecado y reconoce que Jesús es Rey.
Querido hermano que me lees, toma el Evangelio de hoy, más bien, ve a la Santa Misa y escucha con atención la Palabra de Dios, deja que esa Palabra entre en tu corazón y disipe las tinieblas del pecado.
Reconoce el reinado de Jesús en tu corazón dejando tu vida de pecado y comenzando un verdadero camino de conversión. Para ser santo no se necesita tiempo sino valor y sobre todo dejarse moldear por la Gracia de Dios.
VIVA CRISTO REY!!!
Padre Elías
Hermosa homilía del P. Elías para el día de ayer fin del Tiempo Litúrgico Ordinario: Jesucristo, Rey del Universo; con todo, moderada en su sutil crítica al papa Francisco.
Para mí, a estas alturas, luego de haber leído y desmenuzado cientos de artículos críticos con el pontificado de Jorge Mario Bergoglio en diversas bitácoras de Internet, hay una pregunta esencial, crucial, diríamos que una sola perplejidad importante: ¿Por qué Francisco?, ¿para qué en el designio salvífico de Dios?, ¿y qué acontecerá después de este pontificado?
Gracias querido hermano por el comentario a la homilía del domingo.
Estoy totalmente de acuerdo con usted con el tema de Jorge Mario Bergoglio. Su pregunta creo que nos la hacemos todos.
¿Por qué Francisco? Creo que todo obedece a un designio de Dios, recordemos que Él guía la historia aun en medio de las cosas que pasan y que no son tan buenas. El Señor lo permite porque la Iglesia debe ser purificada. Francisco es el fruto de muchas de las herejias que se fueron colando en el Concilio Vaticano II. Todo el terreno se fue preparando y sabemos que muchos autores protestantes y otros católicos pero llenos de herejías, sus libros son libros fundamentales en las facultades de teologia y en los seminarios. El Catecismo nos recuerda que la Iglesia debe pasar por una grande prueba antes de su última Pascua.
¿Y qué acontecerá después de este pontificado? Es posible que siga según las profecías: Pedro Romano, o es posible que tengamos uno peor. Sólo sé que si llega uno fiel a la doctrina, deberá sufrir mucho.
Dios lo bendiga
P. Elías.
A usted también, P. Elías.
Buenas noches.