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LAS DAÑINAS CONSECUENCIAS DE CONSIDERAR PAPA AL CARD. BERGOGLIO: LA TRAMPA DEL LEFEBVRISMO O DEL FILOLEFEBVRISMO

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LAS DAÑINAS CONSECUENCIAS DE CONSIDERAR PAPA AL CARD. BERGOGLIO: LA TRAMPA DEL LEFEBVRISMO O DEL FILOLEFEBVRISMO

 

Por Juan Suárez Falcó

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  I. LA CONSECUENCIA DE CONSIDERAR A BERGOGLIO PAPA: PUESTO QUE SE CONDUCE COMO UN HEREJE,  SU HETERODOXIA (DICEN) HAY QUE ENCONTRARLA EN LA CONTINUIDAD EN EL ERROR CON LOS PONTIFICADOS ANTERIORES

Los católicos fieles que piensan que Francisco es realmente un papa legítimo tienen una tremenda dificultad para entender y explicar por qué está destruyendo la Iglesia. No hablo ya de los que le siguen y obedecen en el error, en una vergonzosa falsa obediencia que les puede llevar al Infierno, por connivencia o respetos humanos. De éstos podemos decir que son los peores ciegos, los que no quieren ver. Éste artículo no va dirigido a ellos, sino a los que, conociendo las herejías de Bergoglio y criticándolas, le tienen por papa.

Éstos últimos llevan 5 años observando cómo Francisco destruye cada día la Iglesia y difunde sus herejías por medio de entrevistas, documentos, discursos improvisados o no, homilías, audiencias generales y demás alocuciones. Al considerarle papa válido, no saben cómo justificar su labor de zapa y destrucción desde el papado. Se rompen la cabeza para hacer compatible que sea papa y, a la vez, un destructor. Además, ven cómo Bergoglio constantemente se reclama hijo del CVII y continuador de la labor de los papas anteriores a él: JXXIII, Pablo VI, JPII y BXVI. Y eso les hace caer en el filolefebvrismo, una dulce trampa del diablo.

Entonces, aquí está el problema y su tropiezo: en vez de colegir que no es papa, por las muchas razones apuntadas en nuestros artículos previos, por mí y por otros comentaristas católicos en todo el mundo, caen en esa trampa que Bergoglio se está encargando de difundir de considerar que hay una línea continua de causa-efecto entre el CVII, los papas postconciliares y el propio Francisco, una coherencia en el error y una culpa compartida de todos ellos. Y muchos de ellos comienzan a darle la razón a Lefebvre y a los lefebvristas, cuya tesis es que el CVII fue satánico y movido por el demonio y que los papas postconciliares son culpables de los errores que ahora está rematando y perfeccionando Francisco, que vendría a ser algo así como al quintaesencia de esa pendiente resbaladiza. En su cabeza, Francisco vendría a ser, pues, uno más de los papas postconciliares, ni más ni menos culpable que sus predecesores, el que le da la puntilla y remata el deletéreo magisterio postconciliar…

Pues no, queridos hermanos: el CVII no fue movido por el Demonio. Fue aprobado por mayorías muy cualificadas de los padres conciliares. Como Concilio pastoral que fue podemos discrepar de algunas afirmaciones que se hacen en algunos de sus documentos. Pudo pecar de optimismo y de no querer condenar el comunismo o el judaísmo o los errores del modernismo. Pudo pecar con ingenuidad infantil de no querer hacer condenas ni de hablar del Infierno (léase el famoso discurso de apertura de Juan XXIII). Pero de ahí a decir que fue manejado por el demonio hay un abismo, nunca mejor dicho. No hay en él ninguna proposición herética. Todas las que pudieran ser oscuras o ambiguas son salvables mediante la interpretación en continuidad con el magisterio anterior y con la tradición, lo que propugnaron los papas postconciliares, todos ellos.

Sólo los modernistas y los lefebvristas o filolefebvristas consideran que el CVII fue una ruptura. ¡Qué casualidad! Por el contrario, todos los papas postconciliares han interpretado el Concilio en línea con la tradición bimilenaria de la Iglesia. Tanto más cuanto que no fue un Concilio dogmático.

También al Concilio de Nicea siguió una lucha a muerte entre arrianos y católicos, fratricida, entre facciones y subfacciones, y nadie achacaría nunca esa crisis al Concilio. Lo mismo ocurrió tras el Concilio de Trento. Siempre que hay una efusión del Espíritu Santo en la Iglesia las fuerzas del Averno se desatan sobre ella para desviar o destruir lo construido por Dios. Y lo mismo ocurrió con el CVII, explicó muchas veces el Arzobispo Fulton Sheen. La culpa de la apostasía tras el CVII no fue causa del Concilio, ¡por Dios! sino del asalto del demonio a la Iglesia para desviar lo mucho bueno que había dicho el Concilio y arrastrar, en un viento de iconoclastia impulsado por masones y marxistas, la tradición de la Iglesia y su magisterio. Confundir a los culpables y echarle en cara a los papas y al Concilio la culpa de esta apostasía es un error fatal, en el que incurre Lefebvre y sus hijos desde entonces. Veamos lo que decía Fulton Sheen:

https://www.youtube.com/watch?v=MdQEC162c90 (min. 10:50) y https://vaticaniiat50.wordpress.com/2014/11/18/interview-with-bishop-fulton-sheen-on-councils-communionistic-revolution/

Y recordemos la amargura de Pablo VI por los ataques de Lefebvre contra la Santa Sede, haciéndola culpable de la destrucción postconciliar, tratándole de antipapa, desobedeciéndole y escandalizando:

https://es.aleteia.org/2018/05/22/el-historico-dialogo-entre-pablo-vi-y-el-arzobispo-lefebvre/

  II. LOS PAPAS POSTERIORES AL CONCILIO FUERON PAPAS VÁLIDOS Y ORTODOXOS EN SU FE Y SU MAGISTERIO. SÍ INCURRIERON EN ERRORES CULPOSOS DE OMISIÓN O PASTORALES, POR PRESIONES O POR FALTA DE VALOR, PERO NUNCA DOLOSOS, COMO OPINA EL LEFEBVRISMO

Es de justicia recordar que Pablo VI, que partía de un progresismo moderado, cuando vio cómo los enemigos de la Iglesia aprovechaban los documentos del CVII para atacar la ortodoxia sufrió muchísimo y desde entonces toda su actuación fue dirigida a salvaguardar el magisterio y la tradición de la Iglesia.

Así, aprobó varias Encíclicas por las que fue atacado a muerte por el mundo, la masonería y el marxismo y modernismo eclesiásticos:

  • Mysterium Fidei (1965): una maravillosa reflexión en que reafirma la doctrina tradicional de la presencia real y sustancial de Cristo en la Eucaristía, frente a los errores eucarísticos del modernismo, contagiados desde el protestantismo (transignificación o mero memorial de la cena del Señor);
  • Sacerdotalis Coelibatus (1967): donde reafirmaba la necesidad del celibato sacerdotal, frente a los sacerdotes y teólogos díscolos que querían acabar con él;
  • Humanae Vitae (1968): donde proclama la doctrina tradicional de la Iglesia en materia sexual, condenando la anticoncepción y la separación del valor unitivo y procreativo de la unión conyugal, contra la marea modernista que quería una relajación mundana de la Iglesia en esta doctrina.

Aparte, Pablo VI proclamó a María como Madre de la Iglesia el 21 de noviembre de 1964, en el discurso de clausura de la III Sesión del Concilio Vaticano II. Y compuso el maravilloso Credo del pueblo de Dios, proclamado el 30 de junio de 1968, con motivo del XIX Centenario del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma, para atajar las desviaciones pastorales y litúrgicas que se estaban cometiendo en la Iglesia. En él recuerda los dogmas esenciales de nuestra fe, sobre todo los más puestos en duda por ciertos sectores eclesiológicos heretizantes y modernistas. Merece la pena citar literalmente sus puntos 4 y 5, para que muchos confirmen lo preocupado que estaba el Sumo Pontífice por las innovaciones iconoclastas que se estaban produciendo en la Iglesia. Son palabras que podría haber pronunciado perfectamente un San Pío X, un JPII o un BXVI:

“4. Bien sabemos, al hacer esto, por qué perturbaciones están hoy agitados, en lo tocante a la fe, algunos grupos de hombres. Los cuales no escaparon al influjo de un mundo que se está transformando enteramente, en el que tantas verdades son o completamente negadas o puestas en discusión. Más aún: vemos incluso a algunos católicos como cautivos de cierto deseo de cambiar o de innovar. La Iglesia juzga que es obligación suya no interrumpir los esfuerzos para penetrar más más en los misterios profundos de Dios, de los que tantos frutos de salvación manan para todos, y, a la vez, proponerlos a los hombres de las épocas sucesivas cada día de un modo más apto. Pero, al mismo tiempo, hay que tener sumo cuidado para que, mientras se realiza este necesario deber de investigación, no se derriben verdades de la doctrina cristiana. Si esto sucediera —y vemos dolorosamente que hoy sucede en realidad—, ello llevaría la perturbación y la duda a los fieles ánimos de muchos.

5. A este propósito, es de suma importancia advertir que, además de lo que es observable y de lo descubierto por medio de las ciencias, la inteligencia, que nos ha sido dada por Dios, puede llegar a lo que es, no sólo a significaciones subjetivas de lo que llaman estructuras, o de la evolución de la conciencia humana. Por lo demás, hay que recordar que pertenece a la interpretación o hermenéutica el que, atendiendo a la palabra que ha sido pronunciada, nos esforcemos por entender y discernir el sentido contenido en tal texto, pero no innovar, en cierto modo, este sentido, según la arbitrariedad de una conjetura.”

Recordemos que el Card. Montini se carteaba con el padre Pío. https://www.religionenlibertad.com/padre-pio-profetizo-que-pablo-seria-papa-quiso-63783.htm

Y que el padre Pío sabía que la apostasía en la Iglesia se produciría y que de ello versaba el tercer secreto de Fátima. Como Fulton Sheen, por cierto, que tantas veces predicó sobre el Anticristo y la falsa Iglesia. Pero ninguno de los dos le imputó al papa o a sus sucesores la causa, sino al asalto de los masones en la Iglesias (macellai, les llamó Cristo cuando se le apareció ensangrentado al padre Pío, con una infinita tristeza).

Igualmente, es digna de mencionarse la Carta que el Card. Alfredo Ottaviani le dirigió a los Presidentes de las Conferencias Episcopales, por orden de Pablo VI, para cortar de raíz los abusos en la interpretación del Concilio Vaticano II, reafirmando la obediencia al magisterio de la Iglesia, donde condena la “evolución” del dogma, confirma la inerrancia de la Escritura y su interpretación conforme a la tradición de la Iglesia, exhorta a recordar el dogma de la transubstanciación, recuerda la necesidad del sacramento de la confesión y la doctrina sobre el pecado original del Concilio de Trento, rechaza la moral de situación (que, por cierto, fue entronizada en Amoris Laetitia) y explica que el verdadero ecumenismo es llamar a los separados y cismáticos a la Iglesia católica, no el irenismo e indiferentismo que se promovía desde muchas Cátedras de teología y desde los mismos púlpitos.

http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19660724_epistula_sp.html

En su debe podemos decir que la liturgia del Novus Ordo fue demasiado radical, descomponiendo partes muy importantes de la liturgia de siempre, que luego JPII y BXVI han intentado recuperar con su “reforma de la reforma”, por cierto, tan odiada por el Card. Bergoglio desde que ocupa el solio de Pedro, hasta el punto de mandar a uno de sus esbirros (Spadaro) a callar al Card. Sarah, Prefecto del Culto divino y de la disciplina de los sacramentos, cuando llamaba a los sacerdotes a celebrar ad orientem, al menos durante la consagración.

También es justo explicar que los abusos litúrgicos no proceden de Sacrosanctum concilium (que mantiene el latín, no habla de celebrar coram populum, mantiene el gregoriano como canto oficial de la Iglesia y exige que los sacerdotes nada añadan o supriman del rito romano) sino del espíritu masónico, antropocéntrico y pueril con que muchos sacerdotes modernistas celebran la misa. Bastaría con atenerse a las rúbricas para que esos abusos desaparecieran.

A ellos Sacrosanctum Concilium les espeta que:

“Por lo mismo, nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia”.

Por si hay algún despistado recordaré que el Card. Kasper se quejó de las intervenciones “tradicionales” del Card. Sarah y del resto de cardenales africanos durante el mal llamado Sínodo de la familia, que acabó con la imposición por parte de Francisco de la comunión para los que convivan en adulterio.

En su debe cabe poner también haber cedido a las enormes presiones desde Alemania, Bélgica, Holanda y Francia para que fuese cada Conferencia Episcopal la que decidiese sobre el asunto de permitir la comunión en la mano. Si bien, Pablo VI suspendió la autorización dada a Alemania y Holanda en 1968, ante los abusos producidos.

http://www.infocatolica.com/blog/friocaliente.php/1203130633-sobre-la-comunion-en-la-mano

http://www.infocatolica.com/blog/reforma.php/1408200106-280-liturgia-16-eucaristia-11

Juan Pablo II fue la diana de los más duros ataques tanto por parte del modernismo como del lefebvrismo y el filolefebvrismo. Es sintomático como los enemigos de la Iglesia actúan igual y se hacen extraños compañeros de cama. Unos y otros se ensañaron con él de manera totalmente injusta y acerba, durante todo su pontificado. Los segundos le tachaban de masónico, relativista, indiferentista, etc. Pobres ciegos. Incluso JPII sufrió un intento de atentado con bayoneta en 1982 por parte de un sacerdote español ordenado por Mons. Lefebvre (Juan Fernández Krohn, de la FSSPX).

El mejor modo de saber si un católico es ortodoxo o no es seguir el criterio de Cristo:

“¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque de la misma manera trataban sus padres a los falsos profetas. (Lc. 6, 26)”

Y JPII fue odiado por el mundo. Los enemigos de la Iglesia aborrecían su firmeza contra la sodomía, el adulterio o el aborto. Clamaba en todos los países contra el comunismo y el liberalismo. Al mundo le rechinaban los dientes cuando JPII hablaba y exhortaba a adorar a Cristo Eucaristía y a venerar con dulzura a María Santísima. La masonería y el comunismo intentaron asesinarle decenas de veces, con ayuda interna en el Vaticano, pero por protección especialísima de la Virgen (Totus tuus, era su lema), ninguna de ellas fue exitosa.

De hecho, sus Encíclicas son aún hoy valladares inmanejables y no tergiversables por el modernismo y fueron agredidas a sangre y fuego por los teólogos y obispos heréticos, como Kasper, Küng, Rahner o Martini (los que luego apoyarían a Bergoglio). De hecho, el mismo Francisco, que en público dice respetarle, contradice con su pastoral y documentos el magisterio de aquel santo papa. Citaremos solo algunas de sus Encíclicas:

  • Familiaris Consortio (1981): en su numeral 84 proclama la doctrina tradicional de la Iglesia, procedente de Derecho divino, de que los que viven en adulterio (more uxorio) no pueden comulgar, salvo que vivan en castidad y con propósito de mantenerse castos (en casas distintas; o bajo un mismo techo sin tienen prole en común). Ahora, como sabemos, Amoris Laetitia ha permitido este sacrilegio, profanando varios sacramentos (comunión, penitencia, matrimonio, orden sacerdotal).
  • Redemptoris Mater (1987): subrayando el valor de María como corredentora, abogada y medianera.
  • Veritatis Splendor (1993): una de las Encíclicas más importantes del s. XX, que recuerda que hay actos intrínsecamente malos, como el adulterio, y que no puede dejar de serlo por razones de conciencia o por moral de situación. No hace falta decir que esta doctrina, tradicional en la Iglesia, ha sido demolida por Amoris Laetitia.
  • Evangelium Vitae (1995), donde defendía el valor inviolable de la vida humana y clamaba contra el aborto y otros ataques contra la dignidad humana, como la eutanasia.
  • Et Unum sint (1995): donde aclaraba lo que es el verdadero ecumenismo (la unión de todos en la Iglesia católica) y lo diferenciaba del falso ecumenismo consistente en buscar una unidad falsa (en la mentira) con otras confesiones cristianas, aguando los dogmas y el magisterio de la Iglesia.
  • Ecclesia de Eucharistia (2003): un texto maravilloso reafirmando el papel esencial de la Eucaristía en la vida de la Iglesia y la doctrina tradicional de la transubstanciación.

En su debe, cabe recordar los Encuentros de Asís. Por cierto, la profanación de la basílica de abajo, donde colocaron una estatua de buda donde estaba el sagrario se hizo con absoluto desconocimiento del Pontífice, y en su ausencia; y Dios castigó a los que lo hicieron (sacerdotes indiferentistas) con un terremoto que hizo que se cayera el techo del Giotto de la basílica; y también, en su debe, hay que poner aquel beso (siempre he pensado que indeseado, forzado por las circunstancias) al Corán; y nombramientos muy discutibles, muchos de ellos, según creo, por engaño o fuerza de la masonería. Fallos humanos, en una vida llena de fidelidad a Cristo, al Evangelio y a la Iglesia. Y el papa más mariano desde el s. XIX.

De Benedicto XVI está todo dicho. Heredó la saña de modernistas y lefebvristas que antes había sufrido su predecesor en el solio de Pedro. Como Prefecto para la Doctrina de la fe su labor fue inmejorable: cerró la puerta a la comunión de los que viven en adulterio como marido y mujer, a la ordenación de mujeres, a la comunión de los protestantes, etc. Y como papa, hizo lo que pudo, cuando la marea de oposición a la ortodoxia y la infiltración masónica en la Iglesia era ya imparable y llegaba a las patas de la silla de Pedro.

Aun así, acertó a aprobar tres encíclicas, una de ellas muy necesaria (Caritas in Veritate, 2009), que es un fabuloso mentís contra la falsa misericordia de Bergoglio. Y es que no hay mayor misericordia ni caridad que decirle la verdad a un pecador, para que se arrepienta y viva. Al contrario, decirle a una persona que puede seguir viviendo en adulterio o ejerciendo la sodomía porque Dios lo entiende y lo perdona es algo satánico.

Luego vino el golpe de Estado y su renuncia de 11 de febrero de 2013 (fiesta  de Nuestra Señora de Lourdes, de nuevo, quien quiera entender que entienda).

CONCLUSIÓN

Francisco no es papa. Usurpó el papado tras la renuncia nula de BXVI, obtenida por los enemigos de la Iglesia, como era el plan de la masonería, descrito por el sacerdote Malachi Martin. Toda crítica que se haga de sus errores y que partan de la premisa de que es papa le reafirman más en el papado. Bergoglio se ríe de todos los que así actúan: le envían Súplicas filiales, Dubia, Correcciones filiales… y él no contesta. Y tan contento. Varios cardenales le critican abiertamente, obispos y sacerdotes… él se ríe de ellos, porque le consideran papa y basta con no responderles para que se queden callados y sin saber qué hacer.

A Francisco lo que le duele es que alguien insinúe que no es papa, porque su autoridad y potestad decaen. Pero como viste de papa, fue elegido en un cónclave y su antecesor renunció, a todos los ojos y efectos, Bergoglio es papa. Pero no lo es.

Para que la Iglesia asuma que la renuncia de BXVI no fue válida o que solo fue una renuncia al ministerio y no al munus papal solo una cosa sería suficiente: que BXVI convoque una rueda de prensa y diga breve y abiertamente que le obligaron a dimitir y que sigue siendo el único papa válido y legítimo de la Iglesia. Que lo haga él o que lo haga uno de sus cardenales fieles.

Entonces los fieles se encontrarían con el shock de ver, de repente, dos papas que se reclaman papas al mismo tiempo: Bergoglio y BXVI. Muchos apoyarían a Bergolio (los ciegos que no quieren ver, los tibios, los modernistas que no quieren enfrentarse al mundo y a sus acólitos, los que basan su fe en la falsa obediencia al error) y una pequeña minoría a BXVI. Y se produciría el cisma, el peor de la historia, tantas veces profetizado. La parte apóstata de la Iglesia (muy mayoritaria a estas alturas) triunfaría en ese enfrentamiento para que se cumpla la Escritura, mientras que el resto fiel (llamado rigorista, fundamentalista, fariseo, ultraconservadores, etc.) tendría que ocultarse en las catacumbas, en el Cenáculo, con María Santísima, esperando el Segundo Pentecostés del Aviso, encerrado por miedo a los apóstatas, como los 11 apóstoles estaban encerrados por miedo a los judíos, tras la Ascensión de Cristo.

Hasta que lleguemos a ese punto, duele ver cómo tantos buenos católicos no quieren ver que Bergoglio usurpó el papado. Aunque les des razones firmes y objetivas. Sencillamente, no quieren leer, no quieren investigar y se limitan a descalificar a los que lo hacemos. Incluso nos llaman sedevacantistas, nosotros que sabemos que no hay sede vacante sino que el papa es BXVI:

https://comovaradealmendro.es/2017/03/breve-cronica-de-un-golpe-de-estado-masonico-en-la-iglesia-estudio-juridico-teologico-de-la-renuncia-de-benedicto-xvi/

https://comovaradealmendro.es/2018/05/dos-graves-razones-de-derecho-canonico-que-confirman-que-bxvi-sigue-siendo-papa/

Y al considerarle papa, caen en el error del lefebvrismo o del filolefebvrismo, que no es otro que decir:

“¡Ya os lo decíamos nosotros! ¡El CVII fue obra del Demonio! ¡Los papas posteriores al CVII fueron culpables por connivencia de las herejías y de la destrucción de la Iglesia! ¿Veis? El propio Francisco se reclama hijo del CVII y rinde homenajes a Juan XXIII, Pablo VI, JPII y BXV… eso es señal de que ellos son de su misma cuerda. ¡Lefebvre tenía razón! Los papas posteriores al Concilio quisieron o permitieron esta debacle. Y ahora Francisco no ha sido una ruptura con ellos sino la consumación de sus errores”.

Así piensan ahora los nuevos lefebvrianos y filolefebvrianos que no quieren ver que Bergoglio NO ES PAPA. Es más, los lefebvrianos y filolefebvrianos caerán en el gravísimo error de considerarle papa. Y todo ello porque Bergoglio ya les reconoció estatuto válido en Buenos Aires, cuando era Cardenal primado, y porque ahora está negociando con ellos que le reconozcan como papa a cambio de algunas prebendas: posiblemente, otorgarles a ellos en exclusiva la misa según la forma extraordinaria…

Y es que los hijos de Lefebvre se enfrentaron de manera inmisericorde con papas santos y sabios como JPII y BXVI, a los que criticaban acerbísimamente, haciéndoles pasar un camino de amargura indescriptible; muchos de ellos en privado les acusaban de masones y de haberse vendido; otros incluso en secreto te decían que no eran papas válidos, como inválida era la misa nueva; te dicen que prefieren ir una vez solo a misa a la semana según el vetus ordo que ir a diario a misa según la forma nueva (terrible)…

Y sin embargo ahora reconocen como papa al único que no lo es y que les engañará y ellos caerán en el engaño, por pura codicia y porque Dios, en su infinita sabiduría, ciega tanto a los modernistas como a los lefebvristas: ambos consideran que el CVII fue una ruptura de la tradición. Y ambos se equivocan, por razones opuestas. De hecho, la ruptura la hicieron los modernistas con sus herejías y ellos mismos rompiendo la Iglesia con su cisma, por pura desobediencia a un papa santo como JPII, y a un Prefecto sabio como BXVI.

Y cuando les preguntas… ¿pero no te das cuenta de que Bergoglio no es papa? Ellos te dicen: “no podemos juzgar al papa, solo la Iglesia puede hacerlo”…. ¿¡Cómo!?, contesto yo… Pues no es eso lo que hacíais con JPII y BXVI, a los que tanto hicisteis sufrir acusándoles de aquiescencia o connivencia… La incoherencia es patente. Y todo porque Bergoglio les da bola y se los está atrayendo con concesiones…

El discernimiento correcto es que los papas postconciliares no fueron culpables por dolo o deliberadamente de la situación de la Iglesia desde los años sesenta: al contrario. Su doctrina fue ortodoxa y hacía rechinar los dientes a la masonería eclesiástica y a los grupos modernistas, liberales y marxistas dentro de la Iglesia. Les hicieron la vida imposible. Sufrieron atentados desde fuera y desde dentro de la Iglesia. La contestación a sus papados fue brutal y fueron odiados por el mundo y por los que, desde dentro de la Iglesia, estaban en la apostasía (modernistas) o en el cisma (lefebvristas).

Pudieron haber cometido errores por omisión, por negligencia en el control de los nombramientos o por debilidad, sí, pero nunca de forma deliberada. El error de estos lefebvristas de larga data o de los nuevos filolefebvristas es atribuirle la culpa de la degeneración de la Iglesia de las últimas décadas a los papas y al CVII, cuando la culpa fue de los teólogos modernistas y sacerdotes masones y marxistas que quisieron romper la tradición de la Iglesia con una interpretación rupturista e iconoclasta de los dogmas y de la tradición.

Así, no fue culpa de los papas ni del CVII:

  • que los sacerdotes se quitaran la sotana,
  • que se quitaran los sagrarios del ábside central de la Iglesia,
  • que se quitaran en el altar los signos que denotan la presencia real de Cristo en la Eucaristía (flores, velas, etc.),
  • que se quitaran los reclinatorios de los bancos en las Iglesias para que la gente no pudiera arrodillarse durante la consagración,
  • que abusaran de los ministros extraordinarios de la Eucaristía haciéndoles repartir el cuerpo de Cristo siempre,
  • que la comunión la den laicos,
  • que cada uno pueda comulgar mediante intinción de la hostia con sus propias manos al estilo self service,
  • que se permitiera la famosa comunión en la mano, arrancada como excepción por la masonería eclesiástica como excepción a nivel de Conferencia episcopal y luego extendida a toda la Iglesia… -,
  • la permisión de las monaguillas,
  • dejar de predicar sobre el pecado mortal, sobre el Infierno o sobre el demonio,
  • quitar devociones populares como rosarios, rogativas,
  • los abusos litúrgicos de algunos sacerdotes del novus ordo, etc.

Al contrario, los abusos eucarísticos fueron combatidos desde el mismo papado:

https://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/letters/1980/documents/hf_jp-ii_let_19800224_dominicae-cenae.html

y

http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_con_ccdds_doc_20040423_redemptionis-sacramentum_sp.html

¡Ah, con qué ligereza culpan unos y otros al CVII y a los papas! Muchos de ellos de buena fe, por ignorancia o por estar tan cansados de Bergoglio se echan en los brazos de Lefebvre y sus acólitos.

Hermanos, no tenemos que atribuirle a los papas del postconcilio lo que en realidad es causa de la masonería eclesiástica infiltrada en la Iglesia. No fue el Concilio, sino el “espíritu” satánico con que muchos lobos con piel de cordero mundanizaron la liturgia, los dogmas, el trato de la Eucaristía, etc. Y es así por lo que ven a los papas postconciliares con odio, cuando nos deberían inspirar cariño y pena por cómo fueron perseguidos, denostados, presionados hasta extremos que comprometían su vida.

¿Cometieron errores? Sin duda sí. Fundamentalmente no tener la fuerza ni el valor de suspender a divinis a muchos herejes (a algunos sí les suspendieron), de limpiar la casa. JPII y BXVI lucharon a brazo partido contra las ideologías mundanas dentro de la Iglesia y no pudieron parar la marea de iniquidades que ahora vemos fomentar desde el vértice de la Iglesia.

El pecado de Lefebvre fue un pecado de orgullo: ordenar obispos contra la prohibición de Roma. Y desde entonces están en el cisma. Pero cuidado. Están volviendo, pero no a la ortodoxia, a la Iglesia fiel que representaban JPII y Ratzinger, sino a la Iglesia apostática que está engendrando Bergoglio. Son cantos de sirena… que acabarán devorándoles, por su ceguera y orgullo.

Ruego a María Santísima que limpie los ojos de tantos católicos buenos que caen en el error de afirmar que Bergoglio es papa. Y que se den cuenta de quién es Bergoglio… que irá destruyendo la Iglesia poco a poco hasta que Dios intervenga. Y espero que entonces para ellos aún no sea tarde, porque se habrán acostumbrado a tolerar o a consentir su inequívoca voluntad destructiva.

María, debeladora de todas las herejías. Ora pro nobis. San José bendito, patriarca de la Iglesia, intercede por las ovejas y los pastores.

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Juan Suárez Falcó

"Un cántico nuevo (Apoc. 14, 3)"
juan.suarez@comovaradealmendro.es

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7 Comments

  • Formidable artículo de un seglar católico que, a la luz de los artículos que viene publicando en esta tan benemérita bitácora, exhibe o atesora una fe católica vivida desde la sabiduría y la prudencia.
    Quien estas líneas escribe, imberbe ante la sapiencia de Juan Suárez Falcó, empero se toma la libertad de añadir un artículo de su autoría «escrito en su momento contra los excesos del sedevacantismo (el sedevacantismo es una suerte de lefebvrismo pasado de rosca) y el modernismo, que entre nosotros los españoles se denomina más bien progresismo o progreeclesiales». Curiosamente, el artículo de marras me lo publicó en su momento una de las principales bitácoras del progresismo eclesial que cierra filas en torno a Bergoglio habiendo puesto a caer de un burro a Juan Pablo II y a Benedicto XVI. Sí, la misma que algunos de ustedes están pensando, a saber, «Redes Cristianas», a la cual al menos le agradezco el detalle de haber dado difusión a un escrito mío.
    Cuando comencé en esto de ser forista y aspirante a apologeta de la fe católica en Internet, fui testigo en «espíritu y carne propia» de cómo en efecto desde el progresismo de los dizque católicos despellejaban vivos a Juan Pablo II y a Benedicto XVI, y de paso me insultaban a mí, me intentaban ridiculizar, precisamente progreeclesiales culpables de la secularización interna de la Iglesia pero al tiempo convencidos de ser los más auténticos y audaces intérpretes del Concilio Vaticano II.
    Tiempos en los que mequetrefes, que se tienen a sí mismos por eximios teólogos, acusaban a Juan Pablo II y a Benedicto XVI de ejercer de «conculcadores y restauracionistas del espíritu del Vaticano II». Siempre el famoso «espíritu» del Vaticano II, nunca la letra, nunca sus documentos, leídos en clave de hermenéutica de la reforma en la continuidad. Y claro, si los tales arremetían con saña, de muy malcriados modos contra estos dos grandes papas, ¿qué no iban a hacer conmigo, inevitablemente insignificante a mi pesar?
    Pero bueno: sin falsa modestia, creo que los acontecimientos actuales de la Iglesia y del mundo nos dan la razón a los que anhelamos alinearnos con el tenor de opiniones como la tan documentada expuesta por Juan Suárez Falcó en su artículo. Así que aquí va el envío del artículo a que me vengo refiriendo:
    «Bonum ex integra causa, malum ex quocumque deffectu»
     
     
     
    Palabras preliminares:
    Desde hace un lustro, se vienen encendiendo en Internet todas las luces de alarma: del pontificado de Jorge Mario Bergoglio, lo más «suave» y contemporizador o amable que se dice es que es «extraño, algo confuso, impreciso»; de ahí para arriba, la impresión que uno tiene es que cada día que pasa aparecen más voces alarmadamente críticas y decepcionadas: «papado de la confusión, la heterodoxia, la complacencia con el mundo, la protestantización de la Iglesia, el rechazo a aspectos nucleares de la Tradición…»
    Que algunas de tales críticas procedan del sector cismático del tradicionalismo extremo (lefebvrista y sobre todo sedevacantista) ni sorprenden siquiera, pues lefebvristas y sobre todo sedevacantistas llevan décadas echando pestes del Concilio Vaticano II y, por ende, de todos los Papas a partir de san Juan XXIII hasta Francisco; lo que sí debiera sorprendernos es que un considerable grueso de esas críticas, perplejidades y desencantos procedan de sectores y grupos de católicos que no son lo que se dice tradicionalistas al uso desafectos o conculcadores del Vaticano Segundo, y sí católicos deseosos de fidelidad a Cristo y a la Iglesia a través de la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio. Y por último, el cierre de filas en torno a Francisco llevado a cabo por casi toda la progresía dizque católica  -la mismita que se encargó de crucificar vivos a los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, a los que invariablemente calificaban de reaccionarios e integristas incluso conculcadores-paralizadores del citado concilio-, a mí al menos me trae sin cuidado, pues los postulados de la progresía me parecen en general despreciables por anticatólicos: los progreeclesiales sí que siguen siendo un cáncer para la Iglesia, ni que decir que incomparablemente más grave que el que puedan representar los extremistas del tradicionalismo cismático católico. Porque los adeptos del integrismo católico, al menos lo que manifiestan es un celo inconteniblemente devorador por mantener la doctrina tradicional católica, en tanto los progreeclesiales lo que desean es cargarse la doctrina católica: mundanizarla a tope a base de proponer que la Iglesia incorpore las «conquistas» de la modernidad: feminismo radical, mentalidad antinatalista, neomarxismo, movimientos LGTBI, homosexualismo, ideología de género, desdivinización de Cristo, desarticulación de la noción de Iglesia como sacramento salvífico…
    En este estado de cosas o estado de la cuestión, hace unas cercanas fechas me ocupé de una de esas páginas del extremismo sedevacantista, cuyos responsables ni que aclarar que firman todos sus trabajos con seudónimos: parepatados en esas trincheras, disparan a todo lo que no lleve el cuño del rigorismo doctrinal más extremo; vamos, que no toleran ni la más mínima propuesta de innovación doctrinal, ya sea incluso en cuestiones que no son en principio nuclearmente dogmáticas: a las primera se cambio y si te mueves un poco, no sales en la foto y te endilgan encima en lo que el diablo se traga un ojo el sambenito de hereje. Lo señalan esquemáticamente pero con claridad Juan Ramón Calo y Daniel Barcala en El pensamiento de Jacques Maritain (Madrid, Cincel, 1987, págs. 176-185). Ahí va:  
    No dejan de sorprenderme los que entran a esta bitácora de Internet, de cuyo nombre no quiero acordarme y llevada por fanáticos integristas sedevacantistas, con el propósito de dialogar. ¿Dialogar? Tal empresa es misión imposible, pedir peras al olmo, vamos, que ni Harry el Sucio lo lograra, pues un cismático integrista sedevacantista no dialoga, como tampoco es capaz de reconocer la bondad, el bien, la justicia, la belleza, la nobleza, lo positivo, la verdad de quien se aparta de sus fanáticos, integristas y sedevacantistas juicios. Creyéndose siempre en posesión de la verdad absoluta, dueño de las esencias del ser católico, atacará de malos modos a todo el que piense, crea, sienta o ame distinto a ellos. Y nunca reconocerá nada bueno en los que no lleven el cuño del fanatismo integrista sedevacantista pata negra sin mácula alguna, sin aditivos ni conservantes, aunque eso bueno provenga de Edith Stein, Maximiliano Kolbe, Juan Pablo II o el mismísimo Marcel Lefebvre: maestro teológico de los sedevacantistas, el artífice del pistoletazo de salida, el que cortó la cinta para la estampida, pero a la postre devorado por los más radicales o extremistas de entre sus hijos.
    Porque lo propio del fanático integrista sedevacantista es el juicio y la condena sin entrañas de misericordia, la implacable caza del hereje sin piedad de ningún género. En el nombre de Cristo se atreven a decir estos soberbios, maestros refinados de la intolerancia. 
    Y desde luego, hay que tener muy malas entrañas (entiéndase, ninguna caridad cristiana, pero ninguna) para referirse a una personalidad tan fuera de lo común como Mahatma Gandhi con los calificativos de “multihereje y sodomita”; personalidad, la del pensador, naturalista, vegetariano, abogado, pacifista y político hindú, llena de luces y de sombras, qué duda cabe, como sucede con todo humano, con todo mortal -que no sea integrista sedevacantista y cismático, por supuesto, pues sabido es que los especímenes de este selecto grupo se consideran ultraperfectos sin tacha, los mejores católicos que hay y aun los únicos que quedan-, por más que ustedes, fieles al ideario integrista rigorista y cismático sedevacantista que profesan, solo vean lo negativo en la vida, en este caso, del Mahatma Gandhi.
    Ni siquiera considerando el hecho de que casado y con 4 hijos ya a los 35 años, muy joven, desde luego, decidiera vivir con su esposa el matrimonio en abstinencia sexual total el resto de sus días, ni considerando el influjo que su filosofía de la no violencia activa y la desobediencia civil ejerció sobre personalidades de la talla de Martin Luther King y Dom Hélder Cámara (¡ah, qué bobo!, como que se me iba a pasar: hereje y cismático el primero, hereje el segundo, así sin más ponderar la vida y la obra de uno y de otro), se les ablanda a ustedes esa capacidad tan robusta que exhiben de criticar, juzgar y condenar sin contemplaciones a prácticamente toda la humanidad.    
     
     
    Fanáticos integristas sedevacantistas de mil pares de demonios (inmisericordes entre los inmisericordes, cabría aplicarles a ustedes), juzgar de una atacada, de una dentellada, de un plumazo, la vida y la obra de una personalidad como Mahatma Gandhi, con ese despectivo e injurioso “sodomita”, es de una bajeza tal que ustedes quedan perfectamente retratados. Aunque por lo demás, sabido es que ese es su modus operandi con toda persona que no lleve el cuño de fanático y soberbio integrista sedevacantista, ya sea que esas personas se llamen Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Madre Teresa, Faustina Kovalska, León Tolstoi, Edith Stein, Maximiliano Kolbe, Hans Urs von Balthasar, I. Congar, Henry De Lubac, Karl Rahner, Emmanuel Mounier, Martin Buber, Jacques Maritain, Jean Guitton, Mahatma Gandhi, Emmanuel Levinas, Buda, Martin Luther King o la cantante reina del góspel Mahalia Jackson (¡no digamos las grandes divas del jazz, el blues, el rock…!), ¡todos herejes y por tanto merecedores de la crítica, el juicio y la condena más inmisericordes!
     
     
    Menudos fanáticos recalcitrantes y agresivos son ustedes, Dios nos libre (integristas, inmisericordes, soberbios, fanáticos, sedevacantistas y cismáticos), siempre al acecho, desde el parapeto del anonimato, a la caza del hereje, el ateo, el comunista, el masón, el satanista, el hebreo cabalista, el judío deicida, el luciferino, el poseso, el apóstata, el conciliar hijo de la falsa Iglesia de la Vaticueva y el Conciliábulo… ¿Cómo demontres se creen ustedes asistidos de no sé qué autoridad apostólica para juzgar y sentenciar que la sede de Pedro está vacante y que asimismo o por ende la autoridad apostólica en la Iglesia ha dejado de ser válida? 
    Desde luego, ante sujetos y sujetas tamañamente intolerantes, ni ganas le dan a uno de desear que el Señor no sea con ustedes lo rigoristas e inmisericordes que son con el prójimo ajeno al ideario rigorista integrista y cismático sedevacantista que ustedes profesan. Porque, ya sabemos, con la medida con que juzgues serás juzgado y… tolerancia cero con el intolerante.
    11 de mayo, 2018. Luis Alberto Henríquez Lorenzo: profesor de Humanidades, educador, bloguero, escritor, militante social.
      
     

  • Asi han hecho el figurón Fellay y tambien el listo Philipe ibérico, qué panda de listos realmente, un orgullo infantilón alucinado que Dios castigará grandemente más temprano que tarde, soberbia de subidos a sillonazo clericalón por encima de todo ser, OHHHH…. sic de trepas bergoglianos, quén lo hubiera dicho?….

  • Pues no sé si fue el Vaticano II, pero algo sucedió porque yo tenía 13 años cuando acabó el Concilio, y recuerdo como se quitaron los curas las sotanas, se retiraron imágenes de las iglesias, incluso se arrancaron retablos, se quitaron confesonarios, reclinatorios, vestimentas sacerdotales, manteles y otros paños, se metieron en sótanos cuadros velas y custodias así como cálices que se compraron nuevos. No sé de donde sacó tanto dinero la iglesia al menos en España, porque se remodelaron muchas iglesias, la capilla de mi colegio se remodeló por completo. Las monjas se empezaron a cambiar los hábitos hasta vestirse de seglares. Los sacerdotes como si hubieran recibido una llamada especial empezaron a cambiar sus discuros, las guitarras entraron en las iglesias, es como se hubiera tocado arrebato. Yo dejé la iglesia a los 17 no había ya nada allí más que grupos organizando debates semipolíticos, volví a la iglesia al cabo de muchos años y he permanecido en un periodo de paz de 10, ahora toca otro arrebato de locura es como otro Vaticano III, me da lo mismo, siempre queda el consuelo de la Biblia si al final no hay misas decentes en ninguna parte.

    • Creo que lo explica muy bien Suárez Falcó. No es culpa del Vaticano II sinó de su mala interpretación y puesta en prática por parte de la masonería infiltrada en seminarios y demás.
      En cuanto a la Misa decente a la que alude, es cierto que cada vez es más escasa, pero hay que encontrarla y no dejar de ir el domingo porque es pecado grave. Leer la Biblia es un consuelo, ciertamente, pero no suple el mandamiento de la Santa Madre Iglesia.
      Dios la bendiga.

    • Respondo en palabras del padre Iraburu, en Infocatólica:
      —Los filo-lefebvrianos comparten en mayor o menor medida las posiciones de los lefebvrianos. De ellos quiero tratar ahora con mayor amplitud. Por supuesto, vale para los lefebvrianos a fortiori la crítica que haré de los filo-lefebvrianos. Éstos son con frecuencia buenos y fieles cristianos, pero su filo-lefebvrismo, más o menos pronunciado, les daña mucho y escandaliza a no pocos católicos, sobre todo a los menos formados, suscitando en ellos confusión, desconfianza en el Papa, aversión al Concilio Vaticano II y a la liturgia actual de la Iglesia.
      Los filo-lefebvrianos obstaculizan en gran medida el regreso de la FSSPX a la plena comunión con la Iglesia católica. Aunque pueda parecer una paradoja, es así. Ellos, sin ser lefebvrianos, asumen gran parte de sus tesis principales, comprenden o incluso justifican la ordenación de los cuatro Obispos, consideran algunos documentos del Concilio inconciliables con el Magisterio anterior, ven con aversión la Misa de forma ordinaria –llegando algunos a negar su validez–, condenan de forma implacable algunos gestos de Juan Pablo II y de la Iglesia en el postconcilio, y de este modo, aunque no lo pretendan, están dando la razón a los lefebvrianos, les fortalecen en sus posiciones, y por eso, sin duda, están dificultando gravemente su reincorporación a la plena comunión de la Iglesia católica. Consiguen de hecho justamente lo contrario de lo que pretenden.
      Puede leer todo el artículo aquí: http://www.infocatolica.com/blog/reforma.php/1103051053-126-filo-lefebvrianos-i
      Si busca en Infocatólica sobre el tema, encuentra mucha información.
      Un saludo cordial.

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