Queridos hermanos en la fe, el pasado lunes 18 de diciembre fue publicada la Declaración “Fiducia Supplicans”, de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que permite la bendición de “parejas” en pecado público, de distinto o del mismo sexo, para mayor escándalo de los maltrechos fieles católicos, que ven cómo desde hace diez años no pasa un día sin que Jorge Mario Bergoglio cometa una nueva blasfemia, sacrilegio o herejía.
Esa declaración fue firmada el lunes 18 de diciembre, día de San Malaquías. Precisamente Malaquías, el profeta del Antiguo Testamento, que advertía de que los sacerdotes que se apartaran de Dios maldecirían.
“Y ahora, a vosotros esta orden, sacerdotes:
Si no escucháis ni tomáis a pecho dar gloria a mi Nombre, dice Yahveh Sebaot, yo lanzaré sobre vosotros la maldición y maldeciré vuestra bendición; y hasta la he maldecido ya, porque ninguno de vosotros toma nada a pecho.
He aquí que yo voy a romper vuestro brazo, os echaré estiércol a la cara, el estiércol de vuestras fiestas, y seréis aventados con él” (Malaquías 2,1-3).
Es un gran signo, con el que el Cielo nos remitía a las palabras del profeta.
Somos muchos los que, por gracia de Dios, sabemos que él es el falso profeta del Apocalipsis, el hombre de iniquidad que tenía que entrar en la Iglesia sentándose en el trono de Dios, el anticristo religioso, el usurpador de la cátedra de Pedro, el desolador.
Sin embargo, la inmensa mayoría de jerarcas de la Iglesia calla. Hacen caso omiso de la palabra de Dios, a través de San Pablo, cuando nos advirtió de que aunque “uno de nosotros” (en clara referencia a los apóstoles o a sus sucesores, los Obispos) o un ángel del Cielo predicara un Evangelio diferente, fuera maldito y excomulgado.
Santo Tomás nos manda resistir las leyes injustas. Pero aquí estamos ante algo más serio y grave todavía: cuando se trata de una blasfemia o sacrilegio (bendición de parejas pecaminosas) es obligación además de los herederos de los apóstoles levantar la voz en público delante de su rebaño, y prohibir a sus sacerdotes estas maldiciones en sus respectivas diócesis, como ha aconsejado el Card. Müller, que fue Prefecto de Doctrina de la Fe con Benedicto XVI.
Aquí, Señores Obispos, están ustedes ante un dilema trascendental, una prueba de fe que les pone el Señor, para ver sus corazones: si callan, se harán cómplices de estas maldiciones, blasfemias y sacrilegios, y, como advirtió gravemente la Virgen en Garabandal, si mueren sin contrición real, se irán al infierno, arrastrando consigo a muchas almas. Si las prohíben, como se espera de un pastor que ame a sus ovejas, tendrán el favor de los católicos y su admiración, y Dios estará con ustedes.
No hay un lugar intermedio ni cabe ponerse de perfil. Callar es permitirlo. Tertium non datur.
Vienen muy al caso las palabras de Benedicto XVI sobre el Anticristo. En primer lugar, en 2015, a Vladimir Palko, político católico eslovaco, en una carta personal:
«Vemos cómo el poder del Anticristo se está expandiendo, y sólo nos queda orar para que el Señor nos dé pastores fuertes que defiendan a su Iglesia en esta hora de necesidad del poder del mal… ».
Y en su libro-biografía con Peter Seewald (Ein Leben), en 2020, expresa también:
«La verdadera amenaza para la Iglesia reside en la dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas, cuya negación implica ser excluido del consenso social básico. Hace cien años, cualquiera habría considerado absurdo hablar de matrimonio homosexual. Hoy queda socialmente excomulgado quien se oponga a ello… Es totalmente natural el temor a este poder espiritual del Anticristo, y se hace necesario realmente el auxilio de la oración».
Señores Obispos, tienen ustedes la obligación de obedecer a Dios antes que a los hombres, como hicieron San Pedro y sus compañeros apóstoles, que predicaban a Cristo a pesar de que la Sinagoga se lo prohibía.
Si aún ustedes no son conscientes de quién es Jorge Mario Bergoglio, si ustedes callan, es menester recordarles algunos signos dados por el Cielo al respecto.
1. Cómo el día de la supuesta renuncia de Benedicto cayó un rayo sobre la cúpula de la Basílica de San Pedro, que actualizaba la famosa frase de Cristo: “Yo veía a Satanás caer del Cielo como un rayo” (Lc 10,18-20). Era un aviso de Dios de que Satanás tomaría posesión de la Iglesia.
2. Cómo el día de la supuesta elección de Jorge Mario Bergoglio una gaviota (pájaro asesino y ladrón) y con un nombre taxonómico muy evocador (Larus argentatus, repárese en el adjetivo, que refiere claramente al país de procedencia del usurpador, la muy querida Argentina, tan atacada por el maligno) se posó en la chimenea de la Capilla Sixtina, por la que habría de salir el humo blanco que anunciaría la usurpación del trono de Pedro por Jorge Mario Bergoglio.
- Cómo la hora de la “elección” fue las 19:06hs, por el reloj oficial del Vaticano, es decir, las 6 y 66 minutos (666).
https://www.youtube.com/watch?v=QaRLa54eThA
4. Cómo el día del funeral del papa reinante, Benedicto XVI, la cúpula de la Basílica de San Pedro apareció oculta bajo la espesa bruma, en un clarísimo signo con el que el Cielo nos quería hacer ver que la Cátedra de Pedro estaba vacante.
5. Finalmente, hace escasos días, el pasado 17 de diciembre, FIESTA DE CUMPLEAÑOS de quien aparenta ser Papa, Jorge Mario Bergoglio, un signo impresionante tuvo lugar en la provincia de Buenos Aires. Se desató allí una tormenta pavorosa y un rayo cayó en la estatua de San Pedro que existe en el exterior del Santuario de la Virgen del Rosario en San Nicolás de los Arroyos, ciudad de la misma provincia, al norte de la capital.
Ese rayo, que, contra todas las leyes de la física no cayó en la cúpula, fulminó las llaves de San Pedro y su aureola, claro signo de que el que aparenta ser Papa no tiene las llaves (se las llevó Benedicto consigo) porque no tiene el munus petrino y no es Papa. Y de que no es santo, sino inicuo.
Podríamos recordar muchos otros muchos signos en forma de catástrofes, incendios y terremotos que Jorge Mario Bergoglio provoca a su paso, que describimos en otro artículo:
Para finalizar traemos a colación las palabras de la Virgen, que parecen dictadas para recriminarle a los sacerdotes y obispos su condescendencia con el pecado nefando:
Mensaje de María Santísima al Padre Stefano Gobbi el 2 de junio de 1987 (Libro: A los sacerdotes Hijos Predilectos):
“¡Cuánto hace sufrir a su Divino Corazón, la actitud permisiva de muchos Sacerdotes y de algunos Obispos, que justifican hasta los más graves actos de impureza!
Precisamente aquí, en este mismo santo lugar, el Corazón de Jesús ha sido escarnecido, herido y ultrajado, al haber acogido a muchos pobres hijos míos, consumidos por este horrible vicio, y haberlos animado públicamente a proseguir por la senda del pecado impuro contra natura.Los actos impuros contra natura, son pecados que claman venganza en la presencia de Dios.
Estos pecados atraen, sobre vosotros, y sobre vuestras naciones, las llamas de la Justicia de Dios.
Ha llegado el tiempo de proclamar a todos, con claridad y valentía, que el sexto mandamiento, dado a Moisés: “No cometer actos impuros”, tiene aún hoy, todo su valor y debe ser observado también por esta generación corrompida y pervertida.
Todo Pastor que, de cualquier modo, justificase estos pecados, atrae sobre su persona y sobre su vida el fuego ardiente de la divina justicia…”.