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HAY QUE REVISAR LOS NOMBRAMIENTOS DE TODOS LOS OBISPOS

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Written by Padre Bonifacio

Según informa InfoVaticana[i], la supuesta «teóloga» (por la Facultad de Teología Protestante de Madrid SEUT) Cristina Inogés Sanz, quien fue encargada en el Vaticano de proferir la ponencia que precedió a la inauguración del sinodillo éste, es una declarada defensora de revisarlo todo, todo, todo… pero no nos referimos con esto a realizar un examen de conciencia profundo, una revisión de vida a la luz de los mandamientos de Dios. No, ¡qué va! Ella lo que quiere revisar es a la Iglesia (aclaramos que la Iglesia Católica), que según ella tiene que cambiar de arriba a abajo. Explícitamente mencionó la necesidad de «revisar» (para cambiar) «la teología de todos los sacramentos«, además «con toda naturalidad y con toda tranquilidad«. Lo de la naturalidad no sabemos si es una velada alusión a lo preternatural (a hacer «natural» lo preternatural, se entiende), y lo de la tranquilidad debe ser por prevenir, que siempre aparece algún exaltado, ya se sabe, de ésos que se alteran y se alarman por cosas sin importancia, como los «tranquilos» ataques a la fe y a la moral, que hay gente pa tó.

Además de ese deseo «genérico» tan natural y tranquilo, de cambiar todos los sacramentos, cambiando su «teología», ha lanzado mensajes claros y específicos de que había que cambiar el sacramento del Orden sacerdotal (con una «teología inclusiva»), el sacramento del Matrimonio (con una «teología LGTBIXZ», además de con una «teología abierta» para quienes quieren tomárselo con calma y no casarse hasta no haberse «conocido lo suficiente»; suponemos que de igual modo se podría revisar eso de la duración del matrimonio, porque eso de «hasta que la muerte nos separe» suena un tanto «excesivo», propio de una «teología dramática», de otros tiempos). En fin, no queremos imaginar qué tiene en mente esta señora para cambiar la Eucaristía, o el Bautismo, o la Penitencia… por poner otros ejemplos. Uno tiende a pensar que no se trata tanto de cambiar los sacramentos, sino de demolerlos, en definitiva, de anular la gracia sacramental haciendo desaparecer los sacramentos. Ya se sabe, muerto el perro, se acaba la «rabia».

Uno tiende a pensar que no se trata tanto de cambiar los sacramentos, sino de demolerlos, en definitiva, de anular la gracia sacramental haciendo desaparecer los sacramentos.

Ciertamente, esta posición no puede calificarse de otro modo sino de enemiga de Cristo y enemiga de la salvación de las almas. Vamos, que no sólo no es católica, sino más bien declaradamente anticatólica.

Recordemos lo que dijimos al inicio: esta señora fue la encargada para proferir (o desparramar desde sus órganos fonadores) la segura inmundicia (no creemos que pueda provenir de esta tipa algo diferente) con que ilustró, enmarcó, presentó, prologó e inspiró el llamado «sínodo de la sinodalidad«. Para tan señalada ocasión, escogieron a esta susodicha entre todos los posibles ponentes, y ciertamente porque conocían su trayectoria y «servicios a la Iglesia» (no queremos remover todo eso ahora, que huele muy mal), y por eso la consideraron adecuada para ilustrar por dónde quieren que vayan los tiros en este «sínodo» y qué quiere decir eso de la «sinodalidad». Y digo yo: ¡A ver si lo que quieren es cargarse la Eucaristía para que ya no haya Misas válidas!, por ejemplo (y no quiero dar ideas).

¿Y qué podemos decir ante todo esto? Pues que nos parece muy bien. No sólo muy bien, sino excelente, que este sínodo sea la ocasión para «revisar todo, todo, todo» en la Iglesia, como la citada ponente pretende. Pero vamos a ser más radicales, más «sinodales», alumnos aventajados de tan ilustre «teóloga». Nosotros abogamos por una revisión de verdad. Es decir, revisar por qué hemos llegado a donde hemos llegado, por qué no sólo se permite, sino que se promueve la herejía y la apostasía desde la sede de san Pedro y la cátedra de la verdad, en expresión de León XIII;… por qué los Obispos asisten impasibles o incluso complacientes, colaboradores activos, a este drama que debía hacer que toda la Iglesia se vistiese de sayal y clamase misericordia ante el castigo que se nos viene encima si no nos corregimos;… por qué se persigue a los pastores y fieles que quieren ajustarse al Evangelio y a la ley de la Iglesia, y se da pábulo, bombo, platillo y altavoces a los advenedizos que falsifican la fe y la doctrina, pervierten la moral, juegan a ser dioses, se ríen de todos los fieles y desafían insolentes y soberbios a Dios mismo;… por qué se escupe y pisotea a Nuestro Señor Jesucristo tanto desde los púlpitos como al «repartir» la sagrada Comunión;… ¿¿Por qué??

¿Por qué se escupe y pisotea a Nuestro Señor Jesucristo tanto desde los púlpitos como al «repartir» la sagrada Comunión?… ¿¿Por qué??

Sí, queremos revisarlo todo. Tenemos muchas preguntas, y se las dirigimos a nuestros Pastores. Señores Obispos, ¿por qué? Nos pueden explicar, en nombre de Dios vivo y verdadero, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, por caridad, o si no tienen caridad cristiana ni caridad pastoral, al menos por justicia, ¿POR QUÉ?

Y si no pueden explicarlo, permítanme que les haga otra pregunta: ¿Por qué no se van? Si no son dignos de su ministerio, si no tienen fe católica, si no temen el juicio de Dios ni respetan a los hombres ni tienen celo por la salvación eterna de las almas a ustedes encomendadas, y en definitiva, como sucesores de los Apóstoles, si no defienden a la Iglesia, ¿qué hacen ocupando un lugar que no les corresponde? Como hay que revisarlo todo, tal vez habría que empezar «con toda naturalidad y con toda tranquilidad» -como dice la Inogés- por revisar sus nombramientos.

Porque si ustedes no son fieles a la misión para la que fueron escogidos, trayendo tan graves males a la Iglesia, ¿no sería mucho mejor para todos, también para ustedes mismos, pero sobre todo para muchos millones de almas, que unos pocos cientos de Obispos prescindibles dejen de tomarnos a todos los fieles como rehenes, dejen de traer tan graves males y daño a la santa Iglesia, y dejen de vejar, mancillar y profanar a la Esposa del Cordero,… y se vayan de retiro permanente, por ejemplo?

Que unos pocos cientos de Obispos prescindibles dejen de tomarnos a todos los fieles como rehenes, dejen de traer tan graves males y daño a la santa Iglesia, y dejen de vejar, mancillar y profanar a la Esposa del Cordero.

¡A ver si los fieles nos vamos a tomar en serio esta broma de mal gusto del «Sínodo»… y el tiro sale por otro lado! Si nos ponemos, nos ponemos, pero todos, no sólo la pseudo-teóloga ésa, también los católicos, que haberlos haylos, porque, por más que algunos se empeñen, la Iglesia no fallará, las puertas del infierno no prevalecerán, y la gracia de su Señor siempre la sostendrá, aunque se vea convertida en un pequeñito rebaño abandonado y apaleado por sus pastores y acosado por tantos mercenarios y lobos infiltrados.

Por más que algunos se empeñen, la Iglesia no fallará, las puertas del infierno no prevalecerán, y la gracia de su Señor siempre la sostendrá, aunque se vea convertida en un pequeñito rebaño abandonado y apaleado por sus pastores y acosado por tantos mercenarios y lobos infiltrados.

Nos explica doña Cristina que un aspecto esencial de la «sinodalidad» es la compasión, «sobre todo con aquellos que son más resistentes al cambio«. Es enternecedor saber que los que vienen a secuestrar y destruir la Iglesia de Dios se compadecen de los que nos oponemos a este acoso y ataque frontal. Nos consideran a los católicos «resistentes al cambio». Algo así como si un padre de familia se opusiese a los propósitos de unos asaltantes que pretenden robar, destruir, incendiar su casa, y además violar y matar a su mujer e hijas… ¡Demasiado resistente al cambio! ¡Un pobre hombre, digno de compasión!

Por si alguien no se había dado cuenta, se trata exactamente de esto: quieren violar y si pudiesen asesinar a nuestra Madre la Iglesia, la Esposa de Cristo, haciendo que se pierdan por el camino millones de almas. ¿Resistimos o les abrimos la puerta?

Pues miren, señores Obispos, si ustedes eligen «el cambio» o colaboran con «el cambio», se hacen enemigos míos y de cualquier católico con un mínimo de dignidad y de hombría. Que sepan que me van a tener en frente. Y como yo, a muchos que no hemos claudicado ni vamos a claudicar. Y desde ya les exijo en nombre de los fieles católicos y del Señor Jesucristo que se vayan. Pero que sepan que sobre todo se hacen enemigos de Dios. Mejor les será sufrir la «misericordia compasiva» de Bergoglio y su cohorte de malhechores y facinerosos que ser reprobados por el mismo Dios. ¡Ustedes eligen!

[i] https://infovaticana.com/2021/11/24/la-teologa-que-inauguro-el-sinodo-en-el-vaticano-pide-revisar-la-teologia-de-todos-los-sacramentos/

 

 

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Padre Bonifacio

Sacerdote español misionero, superviviente de no pocas batallas por la gracia de Dios, con humor para reírse de sí mismo y celo por todas las almas.

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