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HISTORIAS EJEMPLARES DEL SANTO ROSARIO. Origen e historia de la más excelsa oración a María

El Rosario o Salterio de la Virgen María, es una devoción que surge en el año 1212 en Touluse, Francia, cuando la Santísima Virgen se aparece al santo dominico Domingo de Guzmán (1170 -1221).

En aquellos momentos de la historia,  la Iglesia de Francia tuvo que enfrentar un movimiento herético que confundió a muchas personas. Fue el movimiento de los Albigenses o los Cátaros.

El Papa Inocencio III estaba preparando una Cruzada para detener la revuelta, cuando Nuestra Señora intervino, eligiendo a un joven Sacerdote de los Cánonigos Regulares de España, Domingo de Guzmán que se encontraba en Tolouse, Francia, para predicar. El Beato Alano de la Roche relata que santo Domingo, afligido por la herejía de los Albigenses, se postró en el suelo en un pequeño bosque, a las afueras de la ciudad de Tolouse, orando incesantemente y haciendo penitencia para implorar la ayuda de la Reina del Cielo, cuando se le apareció, en un esplendor de Gloria, la Virgen del Rosario, presumiblemente en la noche del 24 al 25 de marzo, noche de la Anunciación, fiesta que durante muchos siglos después rememoró a la Virgen del Rosario.

María Santísima, que vestía una túnica roja y un manto verde real, estaba sentada en un trono. Portaba sandalias y aparecía con uno de sus pies haciendo el gesto de querer bajar de su trono para ir a encontrarse con Santo Domingo.Venía también acompañada de tres doncellas, cada una de las cuales quería representar una parte de los Misterios del Santo Rosario. La primera vestía de blanco, la segunda de rojo y la tercera de amarillo. Cada una de las Doncellas fue acompañada por cincuenta Vírgenes, representando las 50 Ave Marías de cada parte del Rosario. Con esta Visión, Nuestra Madre instituyó el número sagrado de las tres Coronas del Rosario, el de los 15 Pater Noster y el de las 150 Ave María.

En el lugar donde se apareció la Virgen del Rosario a Santo Domingo de Guzmán se levantó la Iglesia de los Jacobinos, la más majestuosa de las Iglesias dominicanas: es de estilo Gótico, y con su forma de M quiere simbolizar a la Virgen María. Todo, en esta iglesia, como vamos a relatar, tiene también un sentido. Está dividida en el medio por 8 columnas monumentales, y cada uno de sus capiteles se divide en ocho ramas. Las columnas simbolizan el Arbol del Rosario, siendo ocho el número de ellas, para simbolizar a su vez las ocho letras que forman la palabra Rosarium. Las ramas que se extienden desde cada columna son ocho también, mismo número de letras que conforman las palabras Ave María. Esta igleisa, por tanto, guarda un bellísimo simbolismo en alusión al Rosario.

Es en el centro de esta Iglesia, oculta por las gigantescas columnas, es donde se encuentra la Capilla de la Aparición de la Virgen del Rosario a Santo Domingo, en la cual se aprecia sobre el altar mayor una gran pintura que evoca esta aparición.

El  milagro de conversión de los albigenses a través de la Nueva Devoción del Santo Rosario.

No muy lejos de la Iglesia de los Jacobinos, se encuentra la plaza de la Catedral, donde, la misma noche de la aparición, la Virgen del Rosario envió a Santo Domingo para que se enfrentara a los herejes albigenses con el Arma Celestial de la Corona del SantísimoRosario. El beato Alano de la Roche, discípulo siglos más tarde de santo Domingo y fiel difusor del Santo Rosario,  cuenta la historia de lo que acaeció aquella  noche. Cuando Santo Domingo llegó a la plaza de la Catedral de Tolouse, las campanas empezaron a sonar de repente y la gente se agolpó en la plaza para ver el portentoso suceso.  Entonces, el  Santo los llamó a convertirse, mostrándoles el mismo Rosario entregado a él por la Virgen durante la visión, Rosario en forma de corona de 15 Lirios y 150 Rosas de tres colores: blanco, rojo y amarillo.

De repente se desató una tormenta y un terremoto. Mientras la tierra parecía abrirse para tragarse a todos, ocurrió un gran milagro: la estatua de la Virgen, que probablemente estaba frente a la Catedral de Toulouse, levantó los brazos de repente y los albigenses, sorprendidos por este milagro, comenzaron a repetir, con Santo Domingo, el Rosario. La tormenta y el terremoto se calmaron, la estatua de la Virgen bajó los brazos y los albigenses, profundamente impresionados por lo que habían visto con sus ojos, se convirtieron y abandonaronla herejía.

María, es por tanto, la destructora de todas las herejías, y especialmente las vence a través del rezo del Santo Rosario regalado por Ella a Santo Domingo de Guzmán.

Texto editado y preparado por Montse Sanmartí para Como Vara de Almendro. Idea extraída de la obra y escritos del beato Alano de de la Roche.

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