«Los golpes imprevistos no permiten muchas veces que uno se aproveche de ellos, a causa del abatimiento y turbación que levantan en el alma; mas tened un poquito de paciencia, y veréis como Dios os dispone a recibir gracias muy grandes precisamente por aquel medio. Sin tales percances tal vez no habríais sido del todo malos, pero tampoco del todo buenos».
San Claudio de la Colombiere.