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UNAS PALABRAS DE ESPERANZA

En éste, mi primer artículo tras el regreso de Como Vara de Almendro, he pensado escribirles algo que les llene de alegría y esperanza en medio de tantas noticias descorazonadoras que recibimos a diario. Por ello he decidido  traerles una breve semblanza de uno de los santos que hoy conmemora la Iglesia, y que no es otro que un Papa: San León Magno. Indagando un poco sobre su vida me ha parecido hermoso todo lo que hizo en pro de la Iglesia y de los fieles y en particular me han  parecido muy actuales algunas de sus frases, por tanto, sus enseñanzas siguen siendo un regalo para las ovejas de estos tiempos. Al final del artículo comparto algunas de ellas.

Pero ¿quién fue San León Magno?

Nació en la región de la Toscana recibiendo una esmerada educación. Fruto de ello hablaba perfectamente el latín, idioma oficial. 

Fue secretario de otro Papa santo, concretamente de San Celestino. Posteriormente, siendo secretario de Sixto III, es enviado por éste a Francia para evitar una guerra civil. Es en esa circunstancia, corriendo el año de gracia del 440, cuando recibe la noticia  de que ha sido nombrado sucesor de Pedro, ejerciendo desde entonces su cargo como un verdadero pastor y padre de las almas. Fue el Papa número 45 de nuestra Iglesia, ocupando su cargo por un período de veintiún años, esto es, hasta el año 461.

Trabajó intensamente por la integridad de la fe, defendiendo con ardor la unidad de la Iglesia. Escribió contra las herejías del Nestorianismo, Monofisismo, Maniqueísmo y Pelagianismo y trabajó arduamente para evitar o mitigar las incursiones bárbaras. Todo ello le valió pasar a la historia con el apelativo de Magno.

Se han conservado 96 sermones suyos que son una verdadera perla de nuestra fe y tradición. También escribía a quienes, por la distancia, no podían recibir directamente sus enseñanzas, conservándose 144 cartas de su autoría.

Es considerado como Padre de la Iglesia y Benedicto XVI lo nombró Doctor en su catequesis del 8 de marzo de 2008.

Veamos algunos de sus pensamientos más alentadores y que, a buen seguro, nos vigorizarán en estos momentos de confusión, tristeza y combate que nos toca enfrentar en el seno de nuestra amadísima Iglesia católica:

  • No te rindas nunca, ni cuando la fatiga se haga sentir, tampoco cuando tus pies tropiecen, ni cuando tus ojos se quemen, tampoco cuando tus esfuerzos sean ignorados, ni cuando la desilusión te humille, ni cuando el error te desanime, tampoco cuando la traición te hiera, ni cuando el éxito te abandone, tampoco cuando la ingratitud te desaliente ni cuando la incomprensión te rodee, tampoco cuando el aburrimiento te derribe, ni   cuando el peso del pecado te aplaste. Invoca a Dios, aprieta los puños, sonríe ¡y recomienza!

  • Estás resuelto, Cristiano, a la generosidad: dona para recibir, siembra para cosechar, distribuye para recoger. No tengas miedo de hacer gastos, no estés en ansiedad dudando del provecho que obtengas, porque aumentará justo cuando es bien distribuida. Tú tienes que desear el justo provecho que se consigue con el ejercicio de la misericordia, y esperar de aquel negocio del que resulta una ganancia eterna.

  • La medida de los regalos celestes no depende de la naturaleza de nuestras obras. En este mundo dónde toda la vida es un servicio, no se atribuye a cada uno lo que merece. En efecto, Dios mismo al ver nuestros pecados, tiene una misericordia grande.

  • Nada es difícil para los humildes, nada es duro para ellos; fácilmente todas las reglas pasan a la práctica cuando la gracia los ayuda y la obediencia les hace dulce lo mandado.

  • Siempre, hermanos, la misericordia del Señor llena la tierra, y la misma creación natural es, para cada fiel, verdadero adoctrinamiento que lo lleva a la adoración de Dios, ya que el cielo y la tierra, el mar y cuanto en ellos hay manifiestan la bondad y omnipotencia de su autor, y la admirable belleza de todos los elementos que le sirven está pidiendo a la criatura inteligente una acción de gracias.

Queridos todos, es un gozo contar con santos de la altura de San León Magno en nuestra Iglesia. Es un legado, es nuestro legado, el de la verdadera fe. Que este gran Santo interceda por nosotros, llene de fuerza nuestro espítitu y nos permita ver una Iglesia santa y renovada, unida a la Tradición y al Magisterio que de Ella hemos recibido.

San León Magno, intercede desde el Cielo por nosotros que somos las piedras vivas de la Iglesia de Jesucristo.

Montse Sanmartí.

 

En el siguiente enlace pueden encontrar las palabras de Benedicto XVI en su audiencia del 5 de marzo de 2008 donde habló de San León Magno: http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2008/documents/hf_ben-xvi_aud_20080305.html

También pueden acceder a algunos de sus sermones en los siguientes enlaces:

El especial servicio de nuestro ministerio
Reconoce, cristiano, tu dignidad -Navidad
El nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz-Natividad
Dios ha manifestado su salvación en todo el mundo
-Epifanía
Purificación espiritual por el ayuno y la misericordia
El misterio de nuestra reconciliación

María, antes de concebir corporalmente, concibió en su espíritu

Cual sea el trabajo de cada uno, tal será su ganancia, sermón 92
Sobre las Bienaventuranzas, sermón 95

Aquí pueden leer una de sus cartas: El misterio de nuestra reconciliación

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