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FRANCISCO VISITA SAN GIOVANNI. ¿EXISTE CONTINUIDAD ENTRE SUS ENSEÑANZAS EN A.L. Y LAS DEL PADRE PÍO?

Hoy, miércoles 21 de marzo, aparece la noticia de la aceptación por parte de Franciso de la renuncia como Prefecto de la Secretaría de Comunicaciones de Mons. Dario Edoardo Viganò, tras el escándalo de la controvertida carta de Benedicto XVI. Si dicha carta se llegó a escribir tal y como opinan los medios, es una justa medida la dimisión de Viganò por ser un juego sucio y no revelar la verdad, tras tres distintas versiones presentadas, a modo de capítulos cual si de una novela se tratara. Alguien tenía el deseo de hacernos creer al pueblo de Dios que «había una cotinuidad entre el papado de Benedicto y el de Francisco», cuando esto es, a todas luces, un clarísimo engaño de gran calibre a tenor de los documentos emitidos por Francisco y de los «dimes i diretes» suscitados por él y por sus más cercanos y estrechos colaboradores en estos cinco años de su gobierno al frente de la Iglesia.

Hago un paralelismo con estos hechos y los que han ocurrido con la visita de Francisco a San Giovanni Rotondo el sábado 17 de este mes, con motivo del 50 aniversario la muerte del padre Pío. Visitar los restos incorruptos de este santo glorioso y estigmatizado por tantísimos años es algo que no debiera extrañarnos hiciera Francisco. Entonces, ¿De qué nos extrañamos? El 19 de marzo, festividad del patriarca San José pude escuchar la charla que impartió Don Minutella en Radio Domina Nostra en la cual hablaba de dicha visita. En mi propia opinión, Don Minutella tiene toda la razón en lo que dice sobre el contenido de Amoris Laetitia al referirse a lo concerniente a la comunión de los adúlteros. Don Minutella recuerda al padre Pío, un confesor insigne, que dedicó a esta dura tarea horas y horas de su vida. Colas de fieles que podían ser tan largas que obligaban a los fieles a pernoctar una o varias noches en San Giovanni antes de poder tener el privilegio de arrodillarse en el confesionario de este gran místico para ser atendidos por él.

Me llama la atención que, pese a saber que el padre Pío leía las conciencias de muchos de los fieles y de que a veces podía llegar a parecer sumamente «duro y estricto» al punto de levantar su índice y mandar al penitente a pedir contricción antes de acercarse al confesionario, no por eso faltaban los que se acercaban a él. Muy al contrario. Los penitentes no escaseaban en absoluto. Algunos de ellos es sabido que se acercaban sin verdaderos deseos de cambiar en sus vidas. Es muy conocido el caso concreto de una actriz italiana, Lea Padovani, muy popular en los años 60 y que vivía en adulterio. Un día se acercó a San Giovanni, para confesarse. Ella fue tratada como todos los que iban a encontrarse con el santo en el sacramento de la reconciliación y no tenían un serio propósito de enmienda, a pesar de que era una persona altamente popular. El padre Pío no dudó en tratarla con la firmeza que su caso requería. ¡Nada de falsas misericordias! ¡Nada de engaños ni de «acompañamientos ni discernimientos pastorales»! ¡Nada de evaluar su conciencia de modo subjetivo! ¡Adulterio! El padre Pío no conocía los eufemismos, tan de moda en estos tiempos que vivimos. No llamaba al adulterio «situación irregular, o moral de caustica». Llamaba a las cosas por su nombre. El pecado es pecado siempre, y si es mortal, la enfermedad a curar es severa, como lo debe ser la cura. ¡Contricción y propósito de enmienda! ¡Tortura en el confesionario! Porque el caso es grave y requiere tratamiento de choque, so pena de condenación eterna. Hay quienes gustan criticar esta manera de proceder, invitando a los sacerdotes a hacer que la confesión no sea una «sala de torturas». Pero, a nuestro entender, es preferible pensar como lo hacía el padre Pío, quien, por amor a las almas y por amor a Jesucristo y horror al pecado, «blandía su dedo índice» sobre el penitente y le mandaba a reflexionar, enviándolo fuera de su vista sin la absolución, aun delante de muchos otros penitentes que presenciaban con enorme sorpresa estas escenas proferidas en alta voz y sin respetos humanos. El padre Pío no  podía engañar a nadie, porque sabía que un alma vale tanto a los ojos de Dios que su conciencia le impedía darle la absolución sin arrepentimiento ni propósito de la enmienda. ¿Qué habrá visto el padre Pío para actuar así? ¿Habrá acaso experimentado la misma Pasión de Cristo, esa que llevaba explícita en sus llagas? ¿Habrá comprendido al revivir la Pasión en la Santa Misa el dolor que le causan a Jesucristo las almas que hacen infecunda su Preciosísima Sangre? No me cabe duda de ello. No hay mejor modo de entender a otro en su dolor que haber sufrido sus mismos sufrimientos. No hay mayor amor por los hijos que saber y entender cómo los ama el mismo Dios, algo que no se le escapaba al padre Pío, quien experimentaba tanta dicha al ver arrepentirse a tantos y al tomarlos luego como a verdaderos hijos espirituales, tratándolos con tanto amor como el Padre de la parábola del Hijo Pródigo.

Y yo me pregunto, como vengo haciendo estos cinco años en infinidad de ocasiones:

Si el teólogo Hunermann es contrario a Benedicto y se considera una afrenta para su persona la carta en la que supuestamente se le solicita prologue los heterodoxos libros sobre la teología de Francisco, lo cual lleva a Viganò a pedir su dimisión: ¿No es, acaso, una afrenta de mucho mayor calibre la presencia de Francisco en San Giovanni al pretender aparentar una devoción por un santo cuya vida y cuyos actos nada tienen que ver con las directrices y la teología que se ha impartido durante su propio pontificado?¿Qué le diría el padre Pío a Bergoglio, si este siguiera con vida, al ver los estragos que está haciendo Amoris Laetitia en infinidad de almas permitiendo la recepción de la Sagrada Comunión a los fieles que viven en pecado mortal? ¿Levantaría su dedo índice e imprecaría a Francisco para recordarle que su misericordia engañosa está llevando a muchas de ellas al infierno?

Ha sido aceptada la renuncia de Viganò por su mal proceder y su engaño. ¿Qué podemos exigir a Francisco tras tantos engaños a las almas, engaños mucho más graves que el de la supuesta carta de Benedicto?

Estimados lectores, el tema es serio y la gravedad de las cosas es cada vez más evidente. Los escándalos se suceden cada día en la Iglesia y el católico de a pie, el que desea permanecer en fidelidad a su fe, siente que anda sobre arenas movedizas. Desde Como Vara de Almendro insistimos. La única Iglesia es aquella que permanece fiel al magisterio de siempre, al catecismo, a las Escrituras, a la Santa Tradición. El resto es humo, papel mojado, perdición.

San Pío de Pietrelcina, tú que te entregaste y sigues desde el Cielo amando a la Iglesia con tanto ardor, tú que te desviviste por todos los que se acercaban a ti en el sacramento de la penitencia: ayúdanos a vivir coherentemente nuestra fe, ayúdanos a entender cúal es el verdadero camino, ese que lleva a la salvación eterna, y que por ello, precisamente, es un camino estrecho y en ascenso, lleno de espinas y piedras que hieren, pero que restauran y purifican el alma para conducirla sin temor al puerto seguro de la salvación eterna.

Montse Sanmartí

 

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4 Comments

  • Benedicto XVI, sobre la colección “La teología del Papa Francisco”:
    «Muchas gracias por su amable carta del 12 de enero y por el regalo de los once pequeños volúmenes editados por Roberto Repole. Aplaudo esta iniciativa que quiere oponerse y reaccionar al tonto prejuicio según el cual el Papa Francisco sería solo un hombre práctico privado de particular formación teológica y filosófica, mientras yo habría sido únicamente un teórico de la teología que poco habría comprendido de la vida concreta de un cristiano hoy. Los pequeños volúmenes muestran con razón que el Papa Francisco es un hombre de profunda formación filosófica y teológica y ayudan por tanto a ver la continuidad interior entre los dos pontificados, incluso con todas las diferencias de estilo y temperamento.»

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