Les presentamos la historia de San Ignacio de Loyola que hoy celebramos, presentada de una forma diferente. A través de hermosas pinturas, pasarán delante de nuestros ojos los hechos más relevantes del santo de origen vasco que tras una suerte de vicisitudes increíbles, llegó con el tiempo a fundar la Compañía de Jesús.
Nos encontramos en el año 1521 cuando se libra una fuerte batalla contra los franceses en la ciudad española de Pamplona. La ciudad era defendida por un pequeño ejército español capitaneado por el vizcaíno Íñigo López de Loyola, con fama de excelente militar. El duque de Nájera y virrey de Navarra confiaba tanto en él que le puso al frente de su ejército. Pero la desventaja numérica y de armamento hizo que en la batalla las fuerzas españolas sufrieran numerosas bajas y entre el número de los malheridos se encuentra Íñigo. Su pierna derecha queda muy maltrecha a consecuencia de una bala y tiene que regresar a su casa. Allí está restará convaleciente por un período de 10 meses. Siente que su mundo se viene abajo, pues esperaba ser un gran militar y vivir en una posición de nobleza en la corte. Pide libros de caballerías para leer en el castillo de Loyola, para que su convalecencia sea más llevadera. Pero su cuñada solo puede llevar a su habitación la Vita Christi, puesto que en el castillo no había libros de los solicitados por el enfermo. En ese tiempo es cuando se empieza a lograr un cambio de actitud ostensible en su vida, pues sus ansias de gloria y riqueza quedan atrás y se decide a seguir a Cristo, cueste lo que cueste.
Tras observar la experiencia de San Ignacio nos damos cuenta de la grandeza de los planes y designios de Dios al permitir ciertos sucesos en nuestras vidas. De un hecho aparentemente triste y doloroso, Dios consigue transformar la vida de un alma destinada a los honores del mundo para ganar un santo incomparable para la Iglesia de Cristo, y no solo eso. Inolvidable es citar aquí la excelsa obra escrita por él en un período de gran penitencia y oración en la localidad barcelonesa de Manresa, los Ejercicios Espirituales, una obra inspirada para la salvación y santidad de miles y miles de hombres, y la creación de la Compañía de Jesús, que tan grandes santos ha donado a la Iglesia y que ha sido por muchos años un faro de luz en las tinieblas.
San Ignacio de Loyola, ruega por nosotros.