Predicación del padre Raniero Cantalamesa, comentada por Don José Martí
En la vigilia de Pentecostés de este año, que ha tenido lugar en Roma, en el Circo Máximo, se ha celebrado el jubileo de oro del grupo carismático. A continuación se puede visualizar y escuchar lo que dijo el padre Raniero Cantalamesa, monje capuchino de 82 años, predicador de la Casa Pontificia hasta ahora, desde que fue nombrado como tal por el papa Juan Pablo II en 1980, hace 37 años.
Entre otras cosas dice: ¿Quién soy yo, católico, para decir que los otros cristianos no pertenecen al Cuerpo de Cristo?
https://youtu.be/kaa_6rAkE60
Se necesitaría de todo un tratado para contestar a muchas de las expresiones que se oyen en esta predicación, bastante heterodoxa, aun cuando pudiera parecer lo contrario (Ver, p.e. minutos del 7 al 11 o del 14 al 16, más o menos)
El problema de fondo es: ¿ese mensaje que usted me anuncia es el Mensaje de Jesucristo o es una invención de usted?
El Espíritu de Jesucristo, al principio, se le comunicó sólo a los apóstoles (acompañados de la Virgen María) quienes ya habían estado en contacto con Jesús durante tres años. Estaban en condiciones de recibir ese Espíritu el cual les llevaría a conocer todas las cosas … ¡Ese Espíritu de Jesucristo, que es el Espíritu Santo, no se le da a cualquiera!
Las palabras de Jesús son Espíritu y Vida. Y Jesús quiso enseñarnos su Mensaje a través de los Apóstoles y de sus sucesores. Tenemos una Tradición, un Magisterio de casi dos mil años, que es el que interpreta correctamente las palabras y el Espíritu de Jesús. Y si alguien dijera algo en contra de este Evangelio … ¡sea anatema! … Así lo decía san Pablo.
De manera que las novedades, en sí, en lo que concierne a la teología, no son ni buenas ni malas, en principio … Ahora bien: si esas novedades nos apartan del auténtico Magisterio de la Iglesia, que conocemos por la Tradición de la Iglesia y de todos los Papas anteriores al Concilio Vaticano II, entonces tales novedades deben de ser desechadas, pues nos apartan, en realidad, de Jesucristo … por más que quienes las profesen no dejen de proferir el nombre de Jesús una y otra vez: ¡ése no es Jesús, el auténtico, el Único! … es sólo una invención humana y falsa, que nos puede conducir a la perdición.
Observamos con pena cómo el Magisterio actual contradice en muchas cosas al anterior. En tanto en cuanto actúa así, no debe de ser obedecido, porque Cristo no está dividido. Él es la Verdad y la Vida. Y es en el seno de la Iglesia católica -y sólo en ella- donde podemos encontrar esa Verdad y ese Espíritu, que luego tenemos la obligación de hacer extensivo a todas las gentes, mediante la predicación íntegra del Evangelio recibido, cuyo depósito es preciso conservar. Quien desprecia el depósito recibido desprecia a Dios y considerándose a sí mismo lo más importante, se está fabricando su propia condenación.
Insisto: no es el ecumenismo lo importante, tal y como se lo entiende. Lo importante es llevar a la gente a Cristo, para que lo conozcan y lo amen. Y esto es sólo posible en el seno de la Iglesia Católica.
Por desgracia, el Mensaje de Jesucristo ha sido manipulado, cambiado y tergiversado, mediante un intento de acercarlo al mundo. No sólo no ha habido tal acercamiento sino que la Iglesia católica ha ido perdiendo su propia identidad y haciéndose, cada vez más, una con el mundo; y está siendo fagocitada por él.
En cuanto a la paz a la que se refiere Jesús no es la paz tal como la entiende el mundo (como simple ausencia de guerra) sino que cala mucho más hondo y llega al corazón de las personas: «La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy Yo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde» (Jn 14, 27)
No hay rigidez en afirmar que 2 + 2 = 4, porque eso es, sencillamente, verdad. Eso es cierto. Y es la verdad la que nos hace libres, según Jesús (cfr Jn 8, 32).
Quien guardare sus mandamientos se salvará (porque es la manera que Él ha dispuesto para que le demostremos nuestro amor) y quien no los guarde y persevere en el mal, a pesar de todas las llamadas a la conversión y de todas las oportunidades que Dios le está ofreciendo continuamente, si muere en ese estado de rechazo a Dios y, en concreto, de rechazo a Jesucristo, ese tal se condenará.
No puede haber varias Iglesias. El espíritu ecuménico actual está en contra del verdadero ecumenismo, el cual se identifica con esa nota de catolicidad (universalidad) de la Iglesia. En realidad, a mi entender, es una palabra innecesaria y que, como era de prever, ha dado lugar a confusión. La palabra catolicidad expresa correctamente la idea de la verdadera Iglesia; no así el ecumenismo.
Creo en LA IGLESIA que ES UNA, SANTA, CATÓLICA y APOSTÓLICA. Esto es un dogma de fe. Y la aceptación de los dogmas no es rigidez, sino que es la condición fundamental para vivir el Evangelio conforme a la voluntad de Dios.
El padre Raniero tuvo, además, otra intervención al final de este acto, cuyo video adjunto:
https://youtu.be/YyLOQcMifgE
En pocas palabras: Viene a decir que el mundo entero será salvo, y para ello monta una especie de pantomima (no sé cómo llamarlo, pues todos los que lo rodean no paran de reírse) de profesión de fe, en interacción con el público. Sin ir muy lejos, siendo benévolo, considero esta intervención infantil y ridícula. No sabe uno si reír o llorar.
Luego aparece cantando el canto que nació con la Iglesia Pentecostal, en el que se invoca al Espíritu Santo. Y toda la gente, con el Papa imponiéndoles las manos, está con los ojos cerrados y con las manos alzadas hacia arriba.
Todo un espectáculo, una farsa en realidad. El Espíritu es libre y es siempre el Espíritu de Jesucristo. No vale decir que Jesucristo es el Señor. Y punto. Eso no es verdad, puesto que cada uno tiene una idea de Jesucristo muy diferente. [ Y Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre (Heb 13, 8)]. Jesucristo es una realidad en sí mismo y no sólo para mí. Y es a ese Jesucristo real a quien tenemos que conocer y amar (no al que nosotros nos inventemos).
En ese conjunto de personas que asistieron al Jubileo de Oro de la RCC hay personas con religiones muy diferentes. Se dice que lo importante es ser cristiano (luterano, anglicano, pentecostal, etc…en el fondo todo viene a ser lo mismo).
¿Y ser católico? ¿Qué más da? No hay grandes diferencias con el resto de religiones. Y así, de este modo, se diluye la Doctrina y se relaja la moral, acabando todo en un batiburrillo de mucho cuidado.
Si algo parece que queda claro en esta «predicación» del padre Cantalamesa es que lo mismo da una religión que otra. Nuestros actos, mejores o peores, no importan. Dios es bueno y te vas a salvar. Esto me recuerda mucho a Lutero, a quien por cierto cita, alabándolo: «Peca mucho; pero cree más». Dios es quien salva. Y nuestra naturaleza está pervertida. De modo que no importa lo que hagamos. Él, debido a su Bondad, se encargará de salvarnos, siempre que tengamos fe.
La justificación por la sola fe. He aquí la cuestión. De modo muy sutil tenemos aquí una protestantización del catolicismo. Y una dictadura del relativismo.
La intervención humana como respuesta amorosa y libre al don de Dios brilla por su ausencia. Esto es un grave error, pues va en contra de la Verdad. Y la caridad sin verdad no es nada. «La caridad se complace en la verdad» (1 Cor 13, 6). [Al citar 1 Cor 13, que es un himno a la caridad, el padre Raniero omite, «casualmente», este aspecto, concerniente a la verdad, que es fundamental para que haya una caridad auténtica, tal y como Dios la ha pensado].
José Martí
Lo peor de todo es que usan y abusan de un Movimiento Católico como la Renovación Carismática para ridiculizarlo y devaluarlo. Penoso.