¡¡¡¡¡¡¡¡DIOS BENDIGA TUS 90, PAPA RATZINGER!!!!!!!

Mi amadísimo Benedicto XVI:

En tu 90 aniversario, antes de que te arrebaten, como otro Elías, al cielo, quiero decirte lo que no oirás ni leerás nunca, porque no sé cómo podría hacer que lo recibieras, pero quisiera que fuera como un bálsamo para tu alma, como brisa en estío, como el agua para el exhausto, en este día de tu bendito cumpleaños.

1. Dios bendiga tus 90, y gracias a Él por haberte creado, y a ti por la respuesta fiel al Creador que ha sido tu vida. Que es tu vida.

2. Porque hoy se puede decir con toda verdad y sin prejuicios, pese a quien pese, que de Alemania, de la generosa tierra bávara, salió algo bueno, y no sólo muy bueno, sino excelente.

3. Porque naciste un Sábado Santo, y te consideras privilegiado por estar de tal manera unido al misterio de la Pascua del Señor. Y mientras esperas tu Pascua, tu paso al Señor, este cumpleaños número 90, el día 16 de abril, tu natalicio, no es Sábado Santo, sino Domingo de Resurrección. Tu meta, la meta de todo bautizado, ya estás próximo a lograrla. Pronto escucharás del Señor: “Servidor bueno y fiel, pasa al Banquete de tu Señor”.

4. Porque tus padres te pusieron por nombre José (Joseph Aloysius Ratzinger). Y José significa “Dios da crecimiento”. Y el crecimiento de Dios es garantía. Y él te ha hecho grande, como a San José, grande en tu humildad, grande en tu silencio, grande en tu testimonio, grande en inteligencia, grande en dulzura, grande en dolores, sobre todo grande con la grandeza de tu corazón. Gracias, Señor, por las grandezas que has hecho en tu siervo.

5. Porque sentiste la llamada de Dios y, en medio de una guerra inútil, atravesaste cada una de las etapas para llegar a ser sacerdote con confianza en Dios, con la firmeza y el convencimiento de que Él te quería para Sí y te ayudaba.

6. Porque fuiste un joven sacerdote preocupado por sus fieles allí donde Dios por medio de la Iglesia te enviara.

7. Porque te dedicaste al estudio de la Teología para conocer más y más al Dios a Quien amas. Porque desde siempre quisiste compartir con los demás el inmenso tesoro de la Fe, y te hiciste profesor. Porque amaste y amas a tus alumnos.

8. Porque tus enseñanzas son luminosas como la Fe misma. Por estar comprometido con la Verdad. Tu lema episcopal, “Cooperatoris veritatis”. Tu anhelo y tu misión, ser un humilde trabajador de la viña del Señor.

9. Porque decir la verdad y sólo la verdad te ha traído sinsabores. Porque eres valiente y tienes la fortaleza de Dios para decirla siempre, sin avergonzarte y sin echarte atrás. Porque eres un profeta, porque desde siempre has sabido interpretar los signos de los tiempos y ver a Dios donde el mundo ve sólo caos. Porque has denunciado la dictadura del relativismo que campea en nuestro tiempo. Porque has escrito sobre todo lo que interesa a la Iglesia, y tu obra es un tesoro para la humanidad. Pero hoy no eres valorado, y muchos no te hacen caso. Y les molestas. ¡Qué molesta puede llegar a ser la verdad!

10. Porque eres un hombre de diálogo. Porque rebates el error con una sonrisa, con desapasionamiento, pero eres afable con el que lo defiende y estás siempre abierto a una conversación franca y sosegada. Por tu elegancia, tu ecuanimidad, tu solidez. Por no emplear la ironía sino en contadísimos casos, sabiendo que la verdad se defiende sola y no necesita de palabras que busquen golpes de efecto en quienes las escuchan. Porque hasta en tus ironías eres sereno y equilibrado. Por ser certero al hablar y al escribir, sin rodeos, sin falso pudor. ¡Cuánto me has enseñado, Benedicto! Contigo he aprendido a pensar. Gracias por tu pedagogía recta, por tu claridad… y por tu clarividencia.

No tengo más tiempo ahora, pero te volveré a escribir. Puedo multiplicar mis razones hasta 90 y más de 90.

Nos haces falta, Benedicto. Pero estás ahí, hasta que Dios quiera, y tu presencia nos llena de íntimo gozo y de gratitud.

Dios bendiga tus 90, Papa Ratzinger, amadísimo Benedicto.

Caterina