Actualidad Destacado Nuestros articulos Voz que clama en el desierto

DILEMA

Sostienen tanto los modernistas como muchos de recta doctrina, que hacen públicas sus tesis, que Francisco es Papa. Claro que por motivos opuestos. Son los ortodoxos – por llamarlos así – quienes se encuentran ante un gran dilema. Veamos por qué.

Sea o no inminente la muerte de Francisco, ahora o más tarde, los Cardenales se encuentran ya ante un dilema acerca de quién ha de seguir gobernando la Iglesia. Se trata de un tema crucial que estaba latente y pendiente, pero que ahora se vuelve dramático o, según como se lo vea, la continuación de una tragedia.

Hasta ahora se ha afirmado públicamente que Francisco es verdadero Papa, mientras que otros han contestado que no lo es. La mención de afirmación “pública” está hecha a propósito, porque muy pocos salieron a decir abiertamente que Francisco es un falso Papa, un Antipapa, un herético que no puede ser Papa. Lamentablemente, entre esos que públicamente lo han negado como Sumo Pontífice hay algunos que ningún favor le han hecho a sus afirmaciones, opiniones o certezas, por sus posiciones disparatadas o sus demostraciones endebles o faltas de seriedad. Al lado de afirmaciones fundamentadas, sobre todo por serios y buenos sacerdotes, fieles a Cristo, aparecieron otros hambrientos de protagonismo o llenos de desprecios indiscriminados y de fobias, verdaderos energúmenos.

La mayoría de quienes no lo consideran Papa, que saben que no lo es, esa mayoría que no aparece, lo ha negado en los hechos, en la resistencia silenciosa. Entre los medios se cuenta ahora LifeSite News que se está preguntando acerca de la validez del gobierno bergogliano, de si Francisco es verdadero Papa o no lo es. Por nuestra parte, hemos dado en este mismo medio nuestra postura al respecto, basándonos en la Sagrada Escritura y en los hechos y dichos manifiestos de Bergoglio por un período desde 2013 al 2016. Más que suficiente como demostración de que quien está sentado en la Cátedra de Pedro es un impostor.

Veamos ahora, cuál es el dilema en el que se encuentran quienes deban decidir la elección de un Cónclave próximo.

Si – como sostienen la mayoría que, repito, se muestra públicamente, y sólo en ese sentido mayoría – Francisco es Papa, entonces su magisterio puede ser susceptible de discusión, pero no intrínsecamente inválido. Si, por lo contrario, fuera un “magisterio” totalmente desechable es de concluir que no sería Papa porque su obrar no sería garantía de verdad y ortodoxia sino de error y heterodoxia. Luego, si Francisco es verdadero Papa los cardenales
que creó son tales y lo que salga del Cónclave seguirá la misma línea o la profundizará.

Enfrente se encuentra la otra convicción: que él no es Papa, que nunca lo fue o que en algún momento dejó de serlo. O sea, dentro de la aserción de que Francisco no es el Sumo Pontífice de la Iglesia de Cristo, que no es su Vicario (título que, incidentalmente, se lo quitó) caben las posibilidades que no lo haya sido: 1) porque se volvió hereje o siempre lo fue; 2) porque hubo un complot contra Benedicto y fue defenestrado. Lo que, necesariamente, implica que su renuncia nunca fue aceptada por Dios, o 3) porque Benedicto de hecho no renunció, sino que claudicó el gobierno pero no el Papado.

Por tanto, en cualquiera de estos casos, se vuelve evidente que Francisco, no siendo Papa, nunca pudo crear cardenales porque hacerlo es prerrogativa exclusiva del Papa. Sin embargo, ningún Cardenal osó decir que no fuera Papa válido. Nadie lo hizo público aunque es posible que algunos lo pensaran y no se atrevieran a manifestarlo.

Si nadie se pronunció por ninguno de esos posibles casos deberá entonces asumir las consecuencias de una elección contaminada por entrometidos que no son cardenales, o tener ahora el valor de plantearlo antes que sea demasiado tarde.

Es de imaginar que el futuro y próximo Cónclave sea el origen de un cisma en la Iglesia. Sobre todo porque los cardenales “creados” por Bergoglio son mayoría y en esa mayoría, para decirlo suavemente, no todos son católicos.

Ya el obispo, forzado emérito, Mons. Strickland – en una carta abierta a los Cardenales electores – advirtió acerca de la responsabilidad que pesa sobre ellos para impedir que se acepte algún hereje que pudiera resultar elegido.
En definitiva, a los buenos cardenales e incluso a los obispos, les toca seguir con la farsa, con lo cual deberemos todos atenernos a la nefasta consecuencia, o bien pedirle a Dios el valor para denunciar la impostura antes del Cónclave. Por supuesto, que esto ocurra es extremadamente improbable porque hasta ahora no ha sido así. En caso de elección de otro devastador de la Iglesia deberían impugnarlo. En cualquier caso, el cisma de jure no podrá ser impedido.
A menos que el Señor disponga otra cosa.

Tadeo Campogrande.

 

Carta abierta de Mons. Joseph E. Strickland a los Cardenales electores

Your Eminence,
Very soon, you will travel to Rome with the intention of electing a Successor to St Peter.
I know that you take your responsibility to elect a true and holy pastor seriously.
Yet, as the conclave approaches, I feel bound in conscience to share my deep concern – which I know is shared by many bishops, clergy, and members of the lay faithful – that this conclave will attempt the election of a man ineligible to hold the office of pope.

Therefore, with the greatest humility, I ask you to keep in mind that the papacy is not a human political institution to be passed between factions but rather a divine institution established by Our Lord Jesus Christ for the salvation of souls.
This is also why I take this opportunity of recalling to your mind that there are conditions established by divine law that govern papal elections.

Only an individual of the male sex who possesses the use of reason and is a member of the Catholic Church can be elected to the Roman Pontificate.
And, as Pope Pius XII and the whole Tradition of the Church teaches us, there are three conditions for membership in the Church: (i) valid baptism, (ii) public profession of the Catholic faith, and (iii) obedience to the legitimate
authorities of the Church. [1] A man who does not fulfill these conditions is not a member of the Catholic Church and cannot be elected as her visible head. Any attempt to elect him as pope will be null and void.

Your Eminence, I would also recall to your mind that you have a grave obligation before God to refuse to give assent to the election of any candidate who does not fulfill the conditions established by divine law.
If a public heretic, or a man who is reasonably suspected of being a public heretic, receives sufficient votes, faithful cardinals have an obligation to refuse to accept the validity of his election.
The suffering and confusion of the faithful have now reached a level unparalleled in the history of the Church. As you and I both know, this crisis is causing many men, women, and children to lose their faith, and many more are falling into mortal sin. These are souls for whom Our Lord died and with whom He wishes to spend eternity in perfect bliss.
Your Eminence, if a false pontiff is presented to the world as the pope, I fear that many more souls will be lost. All those cardinals who consent to his invalid election will share that responsibility with him.
Looking back on the experiences of our own lives, how can we doubt that following the teaching of the Church, however difficult it may seem, always brings us safely through all challenges and trials? When we act rightly, Our
Lord blesses our actions and leads us forward, one step at a time, on the right path.
I beg you, on behalf of the suffering faithful, not to place your trust in political strategies or human prudence, but only in the Divine Wisdom of Our Lord Jesus Christ. He is God; He can do all things. Our part is simply to follow
His commandments and leave the rest to Him.
May God bless you at this moment in the Church’s history, and may He give you faith and peace in the midst of trial.
Master, doth it not concern thee that we perish? And rising up, he commanded the wind, and said to the sea: Peace, be still. And the wind ceased: and there was made a great calm. And he said to them: Why are you fearful? How is it that you have no faith? (Mk 4:38-40)
Please be assured of my prayers for you and the Church, Yours in Christ, Bishop Joseph E. Strickland. Bishop Emeritus

[1] Pope Pius XII, Mystici Corporis Christi, No. 22.

About the author

mm

Como Vara de Almendro

info@comovaradealmendro.es

.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.