Estimados hermanos: esta mañana volví a emocionarme al ver, en el muro de un amigo, las impresionantes imágenes y el canto de Viva Cristo Rey que acompañan el fragmento de la película Cristiada, donde José Luis Sánchez del Río, el niño Cristero mártir, fiel a su fe, firme y valeroso para sufrir todo lo que sus asesinos habían maquinado para hacerle apostatar, entrega finalmente con gran santidad y honor su vida para ir al Cielo.
El muchacho, bien instruido en la vida cristiana, siendo solo un joven de 15 años, pidió a su madre le dejara ir a colaborar con los Cristeros, quienes estaban defendiendo la fe y dando la vida por Dios y por un México católico, y su único deseo era el de ser santo y morir por la causa. La mamá, orgullosa, pero temerosa por lo que aquella valiente demanda podría significar, trató de disuadirlo en un principio de su idea. Pero José Luis contestó: «Madre, nunca fue tan fácil ganarse el Cielo». Ante estas palabras, su mamá dejó al chico alistarse con los nobles Cristeros y, finalmente, murió dando a la Iglesia una de las páginas más bellas y gloriosas del martirologio de nuestra fe, siendo sus últimas palabras antes de expirar las de ¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!
En este día en que celebramos la festividad litúrgica de Cristo, Rey del Universo, pienso en el estado de la fe en el mundo. Pienso en nuestros jóvenes y pienso en nosotros, los no tan jóvenes. ¿Hoy podríamos, los no tan jóvenes, enardecer a la juventud si llegara el momento de dar la vida por Cristo? ¿Habría entre nosotros personas fieles hasta el punto de resistir hasta la muerte y, con ello, enseñar a nuestros niños y a nuestros jóvenes dónde está la verdad y la felicidad que no terminan?
Vivimos un panorama religioso, social y político que estremece. Por todas partes cunde el caos, el desorden y la confusión. Parece que todo se desmorona ante nosotros. Los políticos miran por sus bolsillos y no por el bien de la ciudadanía. Como consecuencia de ello, el pueblo sufre en muchas ocasiones dificultades económicas de todo tipo, llevando a millones de personas a vivir, o mejor, a malvivir, debido al despilfarro y egoísmo de sus gobernantes. A ello sumamos la cantidad de víctimas que a diario se ofrecen al demonio a través de los millones de abortos que se llevan a cabo año tras año, y de las vidas segadas con el crimen solapado de la eutanasia. El quinto mandamiento no se cumple. Personas que viven del narcotráfico y que no dudan en matar a quien haga falta para conseguir más y más dinero. Ajustes de cuentas, mafias de todo tipo que, de una forma u otra, atentan contra la vida. Jóvenes que roban para drogarse, y que mueren cada día un poco, perdiendo no solo su vida carnal, sino sobretodo, su alma inmortal. Esto, si hablamos del campo socio político.
Hablando desde el plano religioso, cuántos han dado la espalda a Dios, cuántos han olvidado al Amor de los Amores, o buscan a Dios donde no lo van a encontrar: falsas religiones, esoterismo y nueva era, magos y adivinos, por no hablar de quienes, directamente, acuden a Lucifer para solventar sus problemas presentes, algo que parece crecer día a día, en vista que ya hay quienes desean que el satanismo sea reconocido ya como una religión.
En definitiva, el Reinado Social de Cristo no existe en la tierra. Los gobernantes, en su inmensa mayoría, no ponen en su boca jamás el nombre de Dios, y los que lo hacen, en bastantes ocasiones, vemos que lo han tomado en vano, incumpliendo el segundo mandamiento divino, pues sus actos demuestran lo contrario de lo jurado sobre la Biblia y ante la cruz.
Ahora, hoy, en este día, me preguntaba reflexionando: ¿Qué pasaría si hoy se desatara una guerra como la de los Cristeros, o como la de la España del 36? ¿Muchos se alistarían a luchar por Dios? Pienso en México, una nación tan amada por el Señor y que regó la tierra con la sangre de tantos Cristeros y que hoy la riega con la de sus niños abortados. Y qué decir de España, aquella España del 36, la que regó su suelo con la sangre de miles de mártires y hoy, también, está a la cabeza en decadencia demográfica por su elevado índice de asesinatos a través del aborto. México, España, dos naciones hermanadas en santidad y hermanadas en el pecado. Los cárteles mexicanos se cobran miles de víctimas, ya sea por ajustes de cuentas ya por muertos por la droga. España le sigue el juego y muchos se corrompen y mueren con las drogas que llegan de América. ¿Es posible que estas dos naciones, otrora santas, vuelvan a reencontrar el camino a Dios? Vemos en todos los países evangelizados por España y en la propia España la perversidad de muchos que quieren destruir la inocencia de los niños con la nauseabunda ideología de género. ¿Este es el terreno abonado para los nuevos santos? ¿Qué les estamos dejando a nuestros hijos? ¿Puede volver aquella «Cristiada»?
Mucho se habla del Castigo de Dios al mundo. No es extraño pensar que así será, si quiere salvar algo de lo que queda. Si tardas, Señor, ¿encontrarás fe en la tierra?
Hay quienes quieren un Rey glorioso, un Rey que les saque de problemas terrenos y los encumbre. Pero ese no es su Reino. Así se lo dijo Él mismo a Pilatos. Algunos osan decir que la pasión de Cristo, que el Ecce Homo, son «el fracaso de Dios». ¡Necios! No han entendido nada de nada. Nuestro Rey nos enseña que su Reino no es de este mundo. Por eso fracasan los que pretenden construir una Iglesia basada en las «glorias mundanas», mirando como prioridades las del cambio climático o las fuentes renovables, las del «progreso» terreno y no el Reinado Social de Cristo sobre el orbe, ese que nos promete el Salvador y en el único en que se hallan la paz y el amor verdaderos. Se confunden aquellos que siguen esperando, como en tiempos de Cristo, un líder político religioso. Ese líder que buscan encumbrar para hacer de él un jefe mundial que aglutine todas las religiones y credos. Nos quieren hacer creer que ese líder, uniendo a todos, traerá paz y bienestar terrenos, pero ese es el lema del Anticristo. Jesucristo, precisamente, trae la paz pero no como la da el mundo. Por tanto, aquellos que esperan paz en este mundo, sin Cristo, esperan la falsa paz del Anticristo. ¡Pobres! Qué equivocados están todos ellos, al igual que lo estaban los judíos en tiempos de Jesús. ¡Sólo Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida! Su Reino solamente se pelea y se conquista con sangre, como lo hizo el Señor, nuestro Rey. Su Reino solo vendrá cuando reine a plenitud sobre la faz de la tierra y, posteriormente, en el Cielo por toda la eternidad, cuando lo veamos sentado en su solio real donde le alabaremos por eternidad de eternidades.
Pensaba para mi que si hubiera un puñado de hombres y mujeres valientes en cada ciudad, en cada país, sí podría resurgir nuevamente la Cristiada que vivió México, la que vivió España. Quedan reductos de fe fuertes, como las católicas y fieles Polonia y Hungría en la vieja Europa. De ellas puede volver a prender la mecha en los países católicos, como esperamos sea en España, donde Cristo prometió reinar y con más veneración que en otras partes. Si un puñado de valientes luchó con Cristo y venció frente a muchos más de sus contrarios, es posible enardecer nuevamente a la humanidad. Nada está perdido, hay que prender nuevamente fuego al mundo, hay que luchar. A esto alude precisamente el Señor en su Evangelio:
«Fuego he venido a traer a la tierra, y ¿qué quiero sino que ya arda? Tengo que ser bautizado con un bautismo, y ¡qué ansias tengo hasta que se lleve a cabo! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, os digo, sino división. Pues desde ahora, habrá cinco en una casa divididos: tres contra dos y dos contra tres, se dividirán el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.» (Lc.12, 49-53)
Muchos no nos entenderán, muchos se irán de nuestro lado. Ese es el camino. También fue el camino de nuestro Rey. Sabemos que seremos pocos, como pocos fueron los que le siguieron en la cruz. Hay que mostrar a nuestros hijos el valor del sacrificio ofrecido a Dios, como nuestros mártires hicieron. Hay que hablarles de gestas heroicas. Hay que enseñarles los nobles ideales con los que podamos enardecerles, porque el joven, por su idealismo, cae rendido ante ellos. ¡Cuántos jóvenes no son héroes ni valientes porque nadie les ha presentado patrones y referentes como José Luis Sánchez del Río! ¡Cuántos solo quieren emular al artista del momento o al pésimo ejemplo que ven que triunfa por lo malo y no por lo bueno!
Hermanos, es hora de doblar las rodillas. Es hora de rogar con insistencia al Señor. Que prepare dignos siervos para las luchas que nos toca enfrentar cada día. Que nuestros hogares enciendan más y más la llama de la fe. Que seamos «salmones», nadando contracorriente a lo que el mundo nos ofrece: placeres, diversiones, pecados que no nos llevan a la verdad. El salmón es un pescado sabroso, no es insípido, porque ha bregado para que su especie no muera, y logra desovar tras una árdua subida contra las frías y caudalosas aguas, sin dejarse arrastrar. Gracias a ello vuelven nuevas generaciones de salmones, año tras año, y cumplen con su misión. Aunque sea un ejemplo muy sencillo, es un espejo real de lo que es la ascética cristiana. Una lucha, que, aunque culmine con la muerte y parezca ser un fracaso, revierte en nuevas generaciones fructíferas y con amor a la santidad.
Pensando en todo esto, creo que sí, creo que en tiempos de darlo todo, podremos, con la ayuda del Señor, estar preparados para la batalla. Es cuestión de volver a empezar cada día, de orar con fe, de vivir en sacrificio, de no ceder ante el mal. Solo así irradiaremos el Reino de amor, justicia y verdad que es el Reino de Cristo en la tierra y prepararemos a nuestros jóvenes para los actos de valor que se precisan los tiempos que vivimos. Si obramos así estaremos preparados y con las lámparas aceitadas para cuando regrese el Señor.
Montse Sanmartí
En este día de Cristo Rey, queremos hacer ofrenda de todo lo que somos y de todo lo que tenemos. Podemos rezar la siguiente oración:
ACTO DE CONSAGRACIÓN DEL GÉNERO HUMANO A JESUCRISTO REY
Jesús dulcísimo, Redentor del género humano, míranos arrodillados humildemente en tu presencia. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y para estar más firmemente unidos a ti, hoy cada uno de nosotros se consagra voluntariamente a tu Sagrado Corazón. Muchos nunca te han conocido; muchos te han rechazado, despreciado tus mandamientos. Compadécete de unos y de otros, benignísimo Jesús, y atráelos a todos a tu Sagrado Corazón. Reina, Señor, no sólo sobre los que nunca se han separado de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la casa paterna, para que no mueran de miseria y de hambre. Reina sobre aquellos que están extraviados por el error o separados por la discordia, y haz que vuelvan al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que pronto no haya más que un solo rebaño y un solo pastor. Concede, Señor, a tu Iglesia una plena libertad y seguridad; concede a todo el mundo la tranquilidad del orden; haz que desde un extremo al otro de la tierra no se oiga más que una sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos ha venido la salvación; a Él la gloria y el honor por los siglos. Amén.
Se concede indulgencia plenaria al fiel cristiano que, en la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey, rece públicamente (no de manera privada) el acto de consagración del género humano a Jesucristo Rey; en cualquier otra circunstancia, la indulgencia será parcial (Penitenciaría Apostólica, Enchiridium Indulgentiarum, Concesión n. 27).
¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!
CHRISTUS VINCIT, CHRISTUS REGNAT, CHRISTUS IMPERAT
Bendito y alabado sea eternamente Nuestro Señor Jesucristo, completamente de acuerdo. Gracias Montse por esta excelente reflexión «Viva Cristo Rey».