Queridos amigos; celebramos hoy la fiesta de San José Obrero, patrono de todos los trabajadores. Muchos, tal vez, piensen que dicha festividad fue instituída primeramente por la Iglesia. Esto no es exacto. Conozcamos un poco más cómo se instituyó dicha festividad, no hace tantos años y a raíz de una celebración meramente civil.
Tras la época de la indsutrialización va tomando cuerpo la Fiesta del Trabajo. Grandes masas de trabajadores salían a la calle en esa jornada, para manifestar sus reivindicaciones y sus descontentos. Las consecuencias no eran otras que el odio y la envidia, pormovidas y azuzadas por aquellos agitadores que, en muchas ocasiones, aprovechaban las circunstancias para culpabilizar a la Iglesia como parte aliada del capitalismo, mostrándola como enemiga de los trabajadores. Así mismo, diversas propagandas socialistas y comunistas contribuyeron a acrecentar el odio y la lucha de clases. Era, por tanto, una fiesta basada en calumnias que llevaban a las masas a olvidar los bienes recibidos siempre por parte la Iglesia, quien cuidó del bien de las almas y de los cuerpos, obviando la caridad con que siempre se trató a todo el que se acercaba pidiendo ayuda y asistencia.
Corría el año 1955 y S.S. Pío XII pronuncia ese 1 de mayo un discurso ante miles de trabajadores reunidos en la Plaza de San Pedro. Estas fueron sus palabras:
“Aquí, en este día 1 de mayo, que el mundo del trabajo se ha adjudicado como fiesta propia, Nos, Vicario de Jesucristo, queremos afirmar de nuevo solemnemente este deber y compromiso, con la atención de que todos reconozcan la dignidad del trabajo y que ella inspire la vida social y las leyes fundadas sobre la equitativa repartición de derechos y de deberes.
Tomado en este sentido por los obreros cristianos el 1 de mayo, recibiendo así, en cierto modo, su consagración cristiana, lejos de ser fomento de discordias, de odios y de violencias, es y será una invitación constante a la sociedad moderna a completar lo que aún falta a la paz social. Fiesta cristiana por tanto, es decir, día de júbilo para el triunfo concreto y progresivo de los ideales cristianos de la gran familia del trabajo.
A fin de que os quede grabado este significado nos place anunciaros nuestra determinación de instituir, como de hecho lo hacemos, la fiesta litúrgica de San José Obrero, señalando para ella precisamente el día uno de mayo ¿Os agrada, amados obreros, este nuestro don? Estamos seguros que sí, porque el humilde obrero de Nazaret no solo encarna, delante de Dios y de la Iglesia, la dignidad del obrero manual, sino que es también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.
Que el Glorioso Patriarca san José interceda por todos nosotros y nos enseñe el amor por el trabajo bien hecho, en unión con Dios y para su gloria. De esta forma, imitando las virtudes del Esposo castísimo de María, cosecharemos los frutos de nuestro trabajo hecho en amor y por amor a Dios, a nuestra familia y a la sociedad, recibiendo la corona de la salvación.
Montse Sanmartí
