En la lectura de los Hechos de los Apóstoles 6,1-7 se nos habla de la institución de los siete primeros diáconos.
Ya en los comienzos del Cristianismo fue necesario que las comunidades se fueran organizando a medida que surgían dificultades en la cotidianidad. La Iglesia siempre ha hecho presencia en el mundo en realidades concretas como el servicio a los más necesitados.
Ante la realidad que se presentó de la desatención a las viudas en la asistencia cotidiana, los Doce deciden nombrar los siete primeros diáconos. Tienen claro los apóstoles que ellos no pueden abandonar el anuncio de la Palabra de Dios para dedicarse al servicio de las mesas.
Hoy una de las grandes crisis que tiene la Iglesia es el activismo sobre todos de muchos sacerdotes y religiosos. Los que se dejaron influenciar por la Teología de la Liberación piensan que hay que hacer muchas cosas, construir casas con la gente, estar en manifestaciones contra los gobiernos, dirigir muchas obras sociales… También están los que se volvieron curas de despacho parroquial y administradores de los bienes de las Diócesis. Otros apoltronados en las casas curales, leyendo la prensa y viendo televisión.
Ya se ora poco cuando los mismos apóstoles tenían claro que al nombrar a los diáconos, ellos se podían dedicar más tiempo a la Oración y al Ministerio de la Palabra.
Nos lamentamos de la falta de vocaciones sacerdotales pero no nos damos cuenta que la gran responsabilidad es nuestra que oramos poco y no tenemos celo pastoral para anunciar la Palabra de Dios. En eso nos llevan mucho la delantera los protestantes que son más dedicados a leer la Biblia y a darla a conocer. El problema que ellos tienen es que cada uno la interpreta a su manera y no tienen la riqueza del Magisterio de la Iglesia que tenemos nosotros.
Al final de la lectura de la liturgia de hoy, nos dice que la Palabra de Dios iba creciendo y el número de los discípulos de multiplicaba. Pues hermanos sacerdotes a anunciar la Palabra del Señor que para eso nos llamó Cristo!!!
Padre Elías