«Lo sucedido con la última entrevista concedida a Eugenio Scalfari durante la Semana Santa ha ido más allá de lo tolerable», ha declarado el cardenal Raymond Leo Burke en una entrevista a Ricardo Cascioli aparecida en La nuova bussola quotidiana el pasado 4 de abril.
«Que un notorio ateo pretenda anunciar una revolución en la enseñanza de la Iglesia Católica, afirmando hablar en nombre del Papa, y niegue la inmortalidad del alma humana y la existencia del infierno, ha sido fuente de un profundo escándalo, no sólo para muchos católicos, sino también para numerosos laicos que respetan la Iglesia Católica y sus enseñanzas aún sin compartirlas”, ha explicado el cardenal estadounidense, uno de los cuatros firmantes de las dubia en 2016. Por otra parte, la respuesta de la Santa Sede a las reacciones de escándalo llegadas de todo el mundo ha sido sumamente inadecuada. En lugar de reafirmar claramente la verdad sobre la inmortalidad del alma humana y sobre el infierno, en el desmentido decía solamente que algunas palabras citadas no son del Papa. No dice que las ideas erróneas, incluso heréticas, expuestas por estas palabras no son compartidas por el Papa y que el Papa repudia tales ideas como contrarias a la fe católica. Este jugar con la fe y con la doctrina, en el nivel más alto de la Iglesia, deja justamente escandalizados a pastores y a fieles.»
A una pregunta de Cascioli sobre el silencio de los pastores, el cardenal Burke responde: «La situación es agravada adicionalmente por el silencio de tantos obispos y cardenales que comparten con el Romano Pontífice la solicitud por la Iglesia Universal. Algunos están simplemente callados. Otros fingen que no existe nada grave. Otros difunden incluso fantasías de una nueva Iglesia, de una Iglesia que toma una dirección totalmente distinta del pasado, fantaseando, por ejemplo, con un «nuevo paradigma»para la Iglesia o con un cambio radical de la praxis pastoral de la Iglesia, trasnformándola por completo. Luego están aquellos que son promotores entusiastas de la llamada revolución en la Iglesia Católica. Para los fieles que se percatan de la gravedad de la situación, la falta de dirección doctrinal y disciplinaria por parte de sus pastores los deja extraviados. Para aquellos fieles que no comprenden la gravedad de la situación, esta falta los deja confundidos y eventualmente víctimas de errores dañinos para sus almas. Muchos han entrado en plena comunión con la Iglesia Católica, habiéndose bautizado en una comunión eclesial protestante, porque sus comunidades eclesiales han abandonado la fe apostólica, sufriendo intensamente la situación. Ahora ellos perciben que la Iglesia Católica esta yendo por la misma vía del abandono de la fe». «Toda esta situación-continúa el purpurado-me lleva a reflexionar siempre más sobre el mensaje de la Virgen de Fátima que nos advierte del mal-incluso más grave que los gravísimos males sufridos a causa de la difusión de comunismo ateo-que es la apostasía de la fe dentro de la Iglesia. El numeral 675 del Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que antes de la venida de Cristo , la Iglesia debe pasar a través de una prueba final que sacudirá la fe de muchos creyentes», y que «la persecución que acompaña su peregrinaje sobre la tierra desvelará el «misterio de la iniquidad» bajo la forma de una impostura religiosa que ofrecerá a los hombres una solución aparente a sus problemas, al precio de la apostasía de la verdad».
El cardenal Burke indica algunas de las iniciativas posibles: «En dicha situación, los obispos y cardenales tienen el deber de anunciar la verdadera doctrina. Al mismo tiempo deben coducir a los fieles a hacer reparación por las ofensas a Cristo y las heridas inflingidas a Su Cuerpo Místico, la Iglesia, cuando la fe y la disciplina no son justamente salvaguardadas ni promovidas por los pastores. El gran canonista del XIII siglo, Enrico da Susa, el Ostense, afrontando la difícil cuestión de como corregir a un Romano Pontífice actuara en modo contrario a su oficio, afirma que el Colegio de Cardenales constituye un control de facto contra el error papal «. «Si el Papa no cumple su oficio por el bien de todas las almas–concluye el cardenal– no solo es posible sino también es necesario criticar al Papa. Esta crítica debe seguir la enseñanza de Cristo sobre la corrección fraterna en el Evangelio (Mt 18, 15-18). Primero, los fieles o el pastor deben expresar su crítica de manera privada, lo que permitirá al Papa corregirse a sí mismo. Pero si el Papa se niega a corregir su grave forma de enseñar o de actuar, la crítica debe hacerse pública, porque tiene que ver con el bien común de la Iglesia y del mundo. Algunos han criticado a quienes han expresado públicamente su crítica al Papa como si se tratara de una manifestación de rebelión o desobediencia, pero pedir-con el debido respeto a su cargo- una corrección de la confusión o el error no es un acto de desobediencia, sino un acto de obediencia a Cristo y, por lo tanto, a su Vicario en la tierra «.
Emmanuele Barbieri
Traducido por Montse Sanmartí para Como Vara de Almendro
Artículo Original de Corrispondenza Romana
Gracias a Dios tenemos valientes defensores del evangelio de nuestro señor Jesucristo. Pero donde estan el resto, acaso se comportan como perros mudos. La estrategia es clara, porque la noticia de la publicacion de Scalfari la vió una gran cantidad de gente porque los medios juegan en el equipo contrario de la verdad, osea del equipo de la iglesia modernista y escandalosa, y el daño ya está hecho, mientras tanto los defensores de la verdad seguimos gritando y defendiendo la sana doctrina, pero esta defensa desesperada pierde fuerza en la medida de que los medios eso sí no lo publican. Quisiera ver a los sacerdotes saliendo a defender a Francisco y retirando los extipendios de la eucaristia que Francisco dijo que no se pagaba. Pero eso si no, porque estan muy acomodados, quizas esto explica porqué el silencio ante la apostasia, porque ellos saben que si dicen una sola palabra en contra de Francisco, quizas al siguiente dia ya tengan una sancion sobre la mesa y hasta quedar fuera de la iglesia. Pero gracias a Dios el dia del Juicio estaremos al frente de nuestro señor dando cuenta antes Él ante su ley y su verdad difundida por la tradicion y el deposito de la fe; y no estaremos aquel día ante Francisco & compañia con sus ocurrencias y engaños. Que la virgen nos proteja con su manto y NO nos deje desviar del camino, la verdad y la vida. Amén
Los principales causantes o responsables de la debacle actual de la Iglesia son sus pastores: desde los situados en la cúspide de la pirámide hasta los situados en la base de la misma. ¿Que por qué? Pues porque en algunas medida desde antes del Concilio Vaticano II pero de manera dramáticamente generaliza y sistemática tras el Vaticano Segundo, se han venido dedicando -con las excepciones de rigor que se quieran, cuya cuantificación y cuyo juicio compete a Dios, no a mí- no a la promoción de evangelizadores o militantes entusiasmados con Jesucristo y con su Iglesia, fieles a la Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio, y sí a conformarse con dar cancha en la Iglesia a toda suerte de trepas, arribistas, carreristas, tibios («A los tibios vomito de mi boca», dice el Señor), burócratas, antimilitantes, laicistas, mediocres políticamente correctos, oportunistas a los que ni Cristo ni la Iglesia interesan lo más mínimo y sí la mamandurria o mantenencia de su negocio en la Iglesia (estatus, puesto de trabajo, privilegios diversos…), antinatalistas, en definitiva, apóstatas.
De manera que ahora el disgusto del cardenal Burke ante la última trapisonda del papa Bergoglio es tan necesario, tal vez, como infructuoso, valgan el oxímoron y la gota de pesimismo. En efecto: cada hora que pasa, cada día que pasa su página tras la caída del sol y la llegada de la noche, parece más nítido que en efecto Francisco le ha comunicado a su amigo Eugenio Scalfari, ateo y anticlerical ya de 93 años, esas dos herejías: ni habría infierno ni sucediera que las almas en pecado mortal a la hora de la muerte física serían condenadas y sí aniquiladas; solo las almas de los bienaventurados alcanzarían la visión beatífica de Dios. Pero qué, si Francisco lleva la friolera de cinco años y un mes diciendo y haciendo y dejando de hacer («pecando» así pues de palabra, obra y omisión) tantos atropellos contra la doctrina de la fe católica que darían para escribir un gran tomo documentado de 500 páginas, o más. Y de hecho, si se sumaran los estudios que solo desde diversos sitios o bitácoras de Internet se vienen acometiendo para tal empresa, la de exhibir las costuras heterodoxas (para algunos tratadistas de la actualidad de la Iglesia, «blasfemas y heréticas»), qué digo un tomo de 500 páginas, toda una colección de sesudos estudios obtendríamos con varios tomos de 500 páginas cada uno.
Penosa y deplorable situación, ¡la Gran Apostasía profetizada!