Queridos lectores de Como Vara de Almendro: nos complace compartir este texto de un gran teólogo amigo que ante nuestra eterna pregunta «¿Por qué ante tantas evidencias de maltrato y expolio de la Iglesia de Cristo, la Esposa de Nuestro amado Jesús, tantos hermanos en la fe, de buena formación y probada virtud no ven la realidad? ¿Es que se niegan a verla? ¿Existen otras causas? La respuesta de este gran teólogo nos pareció tan impresionante y cierta que le pedimos escribiera un artículo sobre ello. Aquí lo tienen. No tiene desperdicio. Es clarificante.
Oremos por estos hermanos en la fe, para que Dios permita les caigan las escamas de los ojos de su alma y puedan ver lo que tantos sin merecimiento propio vemos.
A Dios la gloria y a María Santísima la oblación de nuestras pobres personas.
El equipo de Como Vara de Almendro.
La hermenéutica diabólica
Así como se tienen armas en el orden del Espíritu Santo, de manera particular la espada de dos filos que es la Palabra de Dios, así también el Maligno tiene las propias; pero queremos señalar que curiosamente su principal arma es la misma Palabra de Dios, pero interpretada de una manera diabólica, pues contradice abiertamente lo dicho por Dios. Esto es realmente sorprendente, porque si asumimos la metáfora de la Palabra de Dios como una espada de dos filos, eso quiere decir que Satanás la toma también, puesto que todas sus instigaciones no son otra cosa más que la tergiversación de la misma, así mientras que la Palabra de Dios es generadora de vida, la Palabra de Dios <<satanizada>>, que no es otra cosa que una hermenéutica desde el mal espíritu, es generadora de muerte.
En la carta a los Hebreos encontramos la descripción del modo como opera la espada de la Palabra de Dios, nos dice:
penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; escruta los sentimientos y pensamientos del corazón (Heb 4,12).
La espada por su propio filo y poder es capaz de penetrar y cortar las fibras del corazón, si la interpretación de la Palabra de Dios es de acuerdo al Espíritu Santo, ella generará vida…. pero si la interpretación es según el espíritu del mal generará muerte, dos resultados completamente distintos, así que el Maldito no inventó otra arma para pelear, sino que se apropió del arma del Espíritu Santo que es la Palabra de Dios, tergiversándola y haciendo una hermenéutica de acuerdo a sus intereses diabólicos.
Esto que acabamos de afirmar lo corroboramos en lo sucedido en el jardín entre la Serpiente y nuestros primeros padres, obsérvese que toda esa segunda batalla espiritual se enfrascó en torno a la Palabra de Dios, el arma de combate diríamos; así la Serpiente le presentó desde el inicio a Eva una interpretación a partir de sí misma, contradiciendo y manipulando con astucia lo dicho por el Señor. Vimos a nuestra madre Eva defenderse a partir de la misma Palabra y haciendo una interpretación de acuerdo al Espíritu Santo, hasta que finalmente vimos como no pudo superar la aparente contradicción de la Palabra que le presentó la mal intencionada interpretación diabólica del tema de la inmortalidad y la mortalidad, cayendo en la trampa hermenéutica de Satanás. Lo mismo ocurrió en la batalla sostenida entre Jesús y Satanás, fue una auténtica guerra <<hermenéutica> >, un encuentro entre dos interpretaciones de la Sagrada Escritura: Satanás cita la Escritura manipulándola y Jesús la cita en obediencia y docilidad al Espíritu Santo que lo ha ungido.
En vista de esto proponemos que la principal arma del Maligno es la misma Palabra de Dios tergiversada, y ella penetra por supuesto al que se lo permite hasta lo más profundo de su ser, generando pensamientos y sentimientos negativos que termina por apartarse de Dios, y llevando irremediablemente al segundo detonante que es el pecado, objetivo final de Satanás, porque desde ahí se romperá el lazo de amor que nos une al Padre Dios, y cayendo en su dominio y control.
La Luz y el poder de las tinieblas
Para el evangelista hay dos clases de ceguera: La carnal y la espiritual, la primera es una falla que está en la capacidad de visión, los ojos están atrofiados para poder mirar aunque se tenga la luz del día, así esta clase de persona está condenada a vivir en una permanente oscuridad. La ceguera espiritual es aquella que aunque se tiene, proviene de una <<falla de la mente y del corazón>>, obedece a una cuestión del querer, a una disposición, es como si alguien que tiene la capacidad para ver cerrara libremente sus ojos a la luz natural o artificial, existe también la verdadera luz que procede del Padre que jamás alcanza el ocaso, puesto que siempre está iluminando a todo hombre, puesto que esa es su esencia y su misión, su quehacer diríamos:
Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo (Jn 9,5).
Es verdaderamente sorprendente para el evangelista que haya personas quienes prefieren en su libertad rechazar la Luz que viene de arriba permaneciendo en la oscuridad, aquí radica una grande diferencia entre la ceguera <<según la carne>>, de la <<ceguera espiritual>>, la primera es resultado de una cuestión que está por encima de la persona, ella está sometida a la oscuridad por una situación que rebasa su libertad; pero la segunda es resultado de una libre elección -si bien veremos más adelante que aunque la decisión que incita al hombre a optar por la oscuridad, y que busca tener sometido al hombre hasta el extremo de impedirle mirar la Luz- pues aunque se tenga frente a los ojos a la luz, ella opta por rechazarla, negándose a <<mirar>> la realidad desde la mirada del Espíritu y quedándose con la única mirada propiamente humana, la carnal; en ese sentido los judíos de la época de Jesús fueron al final de cuentas muy <<materialistas>> al no poder superar la carnalidad del hijo del carpintero para encontrarse con Aquel que bajó del cielo:
Los judíos murmuraban de Él, porque había dicho: Yo soy el pan que ha bajado del cielo. Y decían: ¿No es este Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: ¿He bajado del cielo? (Jn 6,41-42).
El Maligno visto como una figura simbólica
No podemos negar que efectivamente en algunos círculos de reflexión bíblica y teológica algunos especialistas se han atrevido a negar la existencia personal del demonio, rechazando con ello el dato de la Revelación divina, de la Tradición apostólica, del Magisterio de la Iglesia y de la enseñanza de muchos teólogos renombrados.
Algunos estudiosos de la Biblia han enseñado abiertamente que el Demonio no es una realidad angelical personal, sino que sería el símbolo o la representación de todos los pensamientos, sentimientos y actitudes negativas del ser humano, es lo que en algunos comentarios bíblicos suele llamarse <<las ideologías>>.
La figura de Satanás es interpretada como símbolo de las aspiraciones y proyectos humanos que se oponen al proyecto de Dios, en ese sentido Jesús como verdadero hombre habría tenido como tal sus propias aspiraciones, esa es la razón de internarse en el desierto (Mc 1,12), que no es visto en sentido estricto como un lugar como tal, sino como una experiencia espiritual de discernimiento.
Lo que Jesús necesitaba aclarar según esta interpretación era su vocación y misión a partir de la revelación de Dios en el bautismo y del envío del Espíritu Santo sobre él. Tenía que poner en claro esa experiencia y sus propias aspiraciones, el debate que habría ocurrido en su interior era acerca de cómo debería de vivir su mesianismo, si de acuerdo al modelo judío -el defendido por Pedro en la narración acerca de su identidad (Mc 8,33), y rechazado tajantemente por Jesús, y vista por los comentaristas como un rechazo a la idelogia, interpretación correcta en un primer plano, y que no debe de quedarse sólo en su consideración humana, sino en la fuerza oscura que está detrás y que es la raíz de ese modo de pensar, habría que hacer el salto y considerar la figura de Satanás como una realidad personal instigadora y con la pretensión de apartar a Jesús del proyecto que Dios le presentaba, realidad que alcanzó a clarificar por la acción del Espíritu Santo.
Este proyecto alternativo, el ofrecido por la instigación de Satanás estuvo presente en ese momento y en toda la vida de Jesús, pero no solamente se reduce a las propias aspiraciones humanas y a las ideologías provenientes del judaísmo, se trata sin duda alguna de la presencia de otro espíritu: el mal espíritu llamado Satanás. Puede verse con claridad la confrontación entre el Espíritu de Dios y el mal espíritu: el hombre Jesús tendrá que orientar su libertad y su acción hacia la moción del Espíritu Santo o hacia la instigación del mal espíritu, Jesús finalmente orienta su voluntad al Espíritu Santo desenmascarando y venciendo al poder de Satanás. La historia humana a la luz de este texto se moverá entre dos opciones: en dejarse conducir por el Espíritu de Dios o por la fuerza seductora del mal (Gal 5, 16-25).
A partir de este texto algunos comentaristas recientes de San Marcos afirman que Satanás es la figura o el símbolo de lo opuesto a Dios, de las ideologías contra las que luchará Jesús con su nueva interpretación de la Ley no se niega aparentemente la existencia de Satanás, pero se reduce a un mero símbolo, si bien hay otros que descaradamente afirman que es un mito, y que deberá desaparecer en las consideraciones cristianas.
Este olvido o tratamiento muy diluido de la realidad diabólica no solamente se percibe en algunos aportes de los intelectuales de la fe, sino a nivel de los pastores de las iglesias, con esto nos estamos refiriendo a obispos y presbíteros, no sabemos qué está pasando en otras iglesias particulares del mundo, pero con el tremendo avance del secularismo, la existencia y presencia activa de Satanás en nuestras predicaciones y catequesis es algo que no se toca prácticamente en absoluto, o si se prefiere, se hace de manera muy diluida.
Denunciamos como un hecho en la Iglesia contemporánea, el abandono o el olvido de manera inconsciente en la mayoría de los pastores y conscientemente en otros en la predicación, la existencia, presencia y acción del pérfido Satanás y su ejército de malos espíritus en contra de la Iglesia y el mundo.
El espíritu maligno encubridor
Podemos preguntarnos ¿A qué se debe este grande descuido? Ciertamente podemos responder desde varios ángulos como por ejemplo: el triunfo del secularismo en la llamada modernidad, que de fondo es la exaltación de la razón humana por encima de cualquier otro punto de referencia, de conocimiento como es el caso de la Revelación Divina -este espíritu estaría presente en algunos miembros de intelectuales de la iglesia que argumentando a partir de sus peripecias bíblicas y teológicas, y resaltando más sus métodos de investigación, declaran que Satanás es una figura literaria o una simbología- de todos esos argumentos que se manifiestan a través del racionalismo, nosotros sabemos que es resultado de la acción nefasta de Satanás.
Denunciamos que se ha introducido en el quehacer intelectual de algunos teólogos y en la predicación de muchos pastores de la iglesia un mal espíritu al que llamamos: Espíritu Maligno Encubridor, que tiene como único propósito, hacer que algunos miembros de la Iglesia nieguen consciente y abiertamente la existencia, la presencia y la acción de Satanás; mientras que otros tantos lo hagan de manera inconsciente, es decir, sin negarlo abiertamente, no está presente en su actividad pastoral y catequética.
Esta es la más delicada y fina estrategia de Satanás para que su presencia y acción pasen desapercibidos, pues a él le fascina operar en lo oculto consiguiendo que se pierda de vista que él es la raíz, el autor y padre de todos los males que aquejan a la humanidad y conducen a la muerte.
Nos preguntamos: ¿De dónde viene tanta especialización para la destrucción humana? Nos parecen que cada vez se van haciendo más sofisticados los atentados en contra de la dignidad del ser humano, que llevando al extremo las palabras del Papa Juan Pablo II al llamar a las manifestaciones contra la vida humana <<los signos de muerte>>, ya no se trata solamente de injusticias o atentados contra la dignidad humana, sino expresiones de un verdadero y auténtico <<plan perverso de destrucción de la creación de Dios, especialmente de su imagen y semejanza>>, el hombre. Esto no puede venir solamente del pecado del hombre como bien ya lo señaló la Doctrina del Concilio Vaticano II, ni de su sola rebeldía, ni de su abuso de la libertad, sino de la instigación del Demonio.
Es de suma importancia considerar esta realidad pues siguiendo la Doctrina del Concilio Vaticano II en la Gaudium et Spes, Jesucristo ha venido al mundo para liberarnos de la esclavitud del Demonio y del pecado, parecería que en este momento el tema del Demonio está quedando rezagado, y solamente nos hemos concentrado en el pecado, dejando de lado la verdadera raíz de todos los males.
Para lograr su propósito Satanás se vale del mal espíritu que hemos llamado encubridor, este tiene como objetivo hacer que se niegue, se ignore la presencia del Maligno, o provocar silencio a modo de una mudez espiritual sobre la acción del mal espíritu.
La Iglesia está dormida
Denunciamos que él y su ejército de malos espíritus son los promotores de todos los males que cada vez más aquejan a la humanidad, y al mismo tiempo denunciamos como pudimos demostrar a lo largo de esta reflexión que los Documentos de la Iglesia después del Concilio Vaticano II, han ido olvidando e ignorando a su enemigo y principal adversario, y este fenómeno se ha ido dando de manera directamente proporcional: planteamos que entre más se ha ido ignorando la existencia, presencia y acción perversa del Demonio en la historia humana, más ha ido creciendo el reino del Príncipe de este mundo quien una vez más, se enseñorea por todos lados que es el amo y señor de la humanidad. La iglesia ha errado en los últimos documentos de su Magisterio al descuidar lo que el Concilio llamó <<la batalla espiritual>> en contra del poder de las tinieblas, y ella está siendo atacada directamente por un mal espíritu al que hemos llamado <<espíritu maligno encubridor>>, pues esta es la estrategia más fina del Demonio: actuar en lo oculto, en lo secreto, y a él le conviene que la Iglesia siga hablando de pecado, de males, etc. y que se ignore y se olvide su nefasta acción.
De momento parece que la batalla la está ganando el poder del maligno, pues si miramos los signos de los tiempos hacia afuera, pareciera que los males no sólo se han ido institucionalizando, sino que se han ido especializando cada vez más. Y si miramos hacia adentro, en palabras de nuestros Pastores:<procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad>> (DA 12). Sin embargo, los documentos han ido olvidando la verdadera raíz de estos los males, lo que nosotros llamaríamos <<la verdadera amenaza>> no sólo contra la Iglesia, sino contra la humanidad entera: el olvido, la denuncia de la existencia, presencia y acción del Demonio, sobre todo la renuncia y el rechazo de su influencia que le hemos permitido por el abuso de la libertad.
El problema principal no es el abandono de Dios y el proceso de desmantelamiento de la Iglesia -Dios siempre será Dios y la Iglesia durará hasta el fin del mundo- el verdadero problema es el dominio de Satanás que con todas sus fuerzas está luchando para destruir la fe en Dios, y por supuesto debilitar el quehacer liberador de la Iglesia, no destruirla porque sabe que ella está fundada por el Hijo de Dios (Mt 16, 13-19), pero si puede confundirla, desorientarla y más cuando no está siendo dócil a la acción del Espíritu Santo, y cuando descuida u olvida algún punto fundamental de la verdad revelada por Dios.
Gracias,muy interesante,oremos mucho para que nuestros hermanos empiezen a ver la luz de Jesus,el poder de las tinieblas es fuerte,pero sabemos que Dios es mas fuerte,unidos y fieles a Cristo,nuestro Señor y a nuestra amada madre la Virgen Maria,para la lucha planteada,ganaremos no la batalla ,sino la guerra