Hace escasos días nos hacíamos eco de la noticia de gran interés para todos los católicos. Benedicto prologaba el libro del cardenal Robert Sarah, «La fuerza del silencio. Contra la dictadura del ruido». Este prólogo venía a apoyar y a ser un aval del trabajo de Sarah, en tanto que Benedicto afirmó que «la liturgia, con el actual prefecto de la Congregación para el Culto Divino, está en buenas manos». Y no es de extrañar esta afirmación en boca de nuestro estimado papa emérito, ya que Benedicto siempre ha dado gran importancia a la liturgia. Recojo el siguiente párrafo del prólogo de sus obras completas en ruso fechado el 11 de julio de 2015 y donde podemos apreciar el extremado aprecio de Benedicto por la liturgia:
«…..En los años que siguieron al Concilio Vaticano II he vuelto a ser consciente de la prioridad de Dios y de la Liturgia Divina. La malinterpretación de la reforma litúrgica, que se ha extendido ampliamente en la Iglesia Católica, llevó a poner siempre cada vez más en primer plano el aspecto de la instrucción y de la propia actividad y creatividad. El hacer de los hombres hizo casi olvidar la presencia de Dios. En esta situación se hace cada vez más claro que la existencia de la Iglesia vive de la correcta celebración de la liturgia y que la Iglesia está en peligro cuando el primado de Dios ya no aparece en la liturgia y, por tanto, en la vida.
La causa más profunda de la crisis que ha derruido a la Iglesia reside en el oscurecimiento de la prioridad de Dios en la liturgia. Todo esto me llevó a dedicarme al tema de la liturgia más ampliamente que en el pasado, porque sabía que la verdadera renovación de la liturgia es una condición fundamental para la renovación de la Iglesia…..»
Éstas frases refrendan, por tanto, lo que ahora hemos conocido también sobre el prólogo al libro de Sarah, cuyo trabajo está, sin duda, en la misma línea que el de Benedicto.
Esta importancia que Benedicto ha conferido a la liturgia, en especial durante el último período de su pontificado, fue, entre otras cosas, lo que le llevó a escribir la «Carta Apostólica en forma de Motu Proprio Summorum Pontificum» facilitando la celebración de la Misa Tridentina en los lugares donde los fieles lo solicitasen, a fin de dar nuevamente un impulso de vida a una misa que nunca fue derogada ni podrá serlo jamás, pero que, de alguna forma, para muchos católicos era considerada como anacrónica, pues solamente la conocían de oídas, porque nunca tuvieron la posibilidad de participar en una y apreciar así su valor extraordinario. Dicha misa es el prototipo del culto y el fervor que se debe dar a Dios, centro de cualquier celebración eucarística. Esta es la misa de nuestros padres, abuelos, y antepasados, la misa que conoció el protagonista del presente artículo, Federico García Lorca, el escritor granadino que nos sorprende con una carta escrita a su familia, una carta recogida de su extenso epistolario y que data del 14 de julio de 1929, escrita en Nueva York, lugar donde el famoso escritor pasó una temporada, quedando profundamente asqueado del liberalismo y el capitalismo norteamericano y del trato que los anglosajones daban a los negros.
Personalmente, quedé muy admirada de dicha carta, pues tenía otra impresión de la vida de García Lorca. Su lectura me ha llevado a reflexionar en algo importante que justo estos días hemos recordado: como de una buena liturgia, tal como Benedicto y Sarah afirman, se recogen frutos inconmensurables. Hay hermosos ejemplos de conversiones impresionantes, gracias al culto y reverencia vividos en la sagrada liturgia, como el caso del judío Hermann Cohen, que se convirtió durante la exposición con el Santísimo y cuya historia leí hace algunos años y me impactó profundamente. También me viene el recuerdo de Monsieur Paul Claudel, diplomático y poeta francés, quien tuvo una conversión instantánea al escuchar el canto del Magníficat en la Catedral de Notre-Dame de Paris, en las Vísperas de Navidad. Son muchas las almas que han encontrado al Señor a través de la liturgia bien vivida, tratando a Dios como centro de toda adoración. Hay algo que no podemos definir, una sacralidad y un ambiente de misticismo que marcan profundamente al ser humano, que le hace salir de si mismo y para centrarse en la figura de Cristo-Eucaristía.
Cuando leemos estas historias tan maravillosas, entendemos que cuando damos el valor que se merece a la liturgia en la Iglesia Católica, de un modo incomprensible, el Espíritu Santo infunde sus dones a los asistentes, porque sopla donde y como quiere.
Esto no ocurre en los cultos protestantes, que tanto se han mezclado ya, por desgracia, dentro del culto católico, intentando fundir las diversas confesiones cristianas, pero que jamás podrán compararse con nuestra liturgia.
Ésto es lo que se desprende también de la carta de García Lorca que seguidamente les ofrecemos:
Nueva York, 14 julio 1929
……«Lo más interesante de esta inmensa ciudad es precisamente el cúmulo de razas y de costumbres diferentes. Yo espero poder estudiarlas todas y darme cuenta de todo este caos y esta complejidad.
He asistido también a oficios religiosos de diferentes religiones. Y he salido dando vivas al portentoso, bellísimo, sin igual catolicismo español.
No digamos nada de los cultos protestantes. No me cabe en la cabeza (en mi cabeza latina) cómo hay gentes que puedan ser protestantes. Es lo más ridículo y lo más odioso del mundo.
Figuraos vosotros una iglesia que en lugar de altar mayor haya un órgano y delante de él a un señor de levita (el pastor) que habla. Luego todos cantan, y a la calle. Está suprimido todo lo que es humano y consolador y bello, en una palabra. Aun el catolicismo de aquí es distinto. Está minado por el protestantismo y tiene esa misma frialdad. Esta mañana fui a ver una misa católica dicha por un inglés. Y ahora veo lo prodigioso que es cualquier cura andaluz diciéndola. Hay un instinto innato de la belleza en el pueblo español y una alta idea de la presencia de Dios en el templo. Ahora comprendo el espectáculo fervoroso, único en el mundo, que es una misa en España. La lentitud, la grandeza, el adorno del altar, la cordialidad en la adoración del Sacramento, el culto a la Virgen, son en España de una absoluta personalidad y de una enorme poesía y belleza.
Ahora comprendo también, aquí frente a las iglesias protestantes, el porqué racial de la gran lucha de España contra el protestantismo y de la españolísima actitud del gran rey injustamente tratado en la historia, Felipe II.
Lo que el catolicismo de los Estados Unidos no tiene es la solemnidad, es decir, calor humano. La solemnidad en lo religioso es cordialidad, porque es una prueba viva, prueba para los sentidos, de la inmediata presencia de Dios. Es como decir: Dios está con nosotros, démosle culto y adoración. Pero es una gran equivocación suprimir el ceremonial. Es la gran cosa de España. Son las formas exquisitas, la hidalguía con Dios.
Federico.
Como colofón a esta carta me gustaría añadir una serie de frases pronunciadas por el cardenal Robert Sarah y que nos animan a seguir en esta línea de hacer de cada celebración eucarística algo sagrado y único que nos permita vivir en profundidad el misterio del Cuerpo y de la Sangre de Nuestro Señor Jesúcristo.
“Lo que más necesita la Iglesia hoy no es una reforma administrativa, ni un cambio estructural, ni una logística o estrategia de comunicación o un programa suplementario. El programa existe y es el de siempre, el Evangelio y la Tradición Viva”.
“Aprender de nuevo lo que es el temor filial del amor de Dios” y “aprender de nuevo a temblar de estupor ante la santidad de Dios”.
“El silencio nos enseña una gran regla de la vida espiritual: la familiaridad no favorece la intimidad, al contrario, tomar una cierta distancia es una buena condición para la comunión profunda y noble entre los seres humanos y con Dios”.
“Maltratar la liturgia, como hacemos a menudo hoy, equivale a alterar nuestra relación con Dios y la expresión de nuestra fe cristiana. Hoy día corremos el peligro de hacer daño tanto a la doctrina que alimenta nuestra fe como a la liturgia, que es la manifestación y la celebración de nuestra fe”.
«No podemos cerrar los ojos al desastre, la devastación y el cisma que los promotores modernos de una liturgia viviente causaron al remodelar la liturgia de la Iglesia de acuerdo con sus ideas».
El principal problema con la misa moderna, según diagnosticó el purpurado, es que con ella se ha olvidado que el acto «no es solo una oración, sino y sobre todo un misterio». La crisis «seria y profunda» en la que la misa vernácula ha sumergido a la Iglesia «se debe al hecho de que su centro ya no es Dios… sino los hombres»: un cambio de enfoque que ha repercutido no solo en un relativismo doctrinal y moral sino también en una perspectiva «meramente social y horizontal de la misión de la Iglesia».
«Muchos creen y declaran alto y fuerte que el Concilio Vaticano II ocasionó una verdadera primavera en la Iglesia», escribió Sarah. «Sin embargo, un número cada vez mayor de líderes eclesiales consideran esta «primavera» como un rechazo, un renuncio a su herencia milenaria, o incluso como un interrogatorio radical de su pasado y tradición». Y todo esto como consecuencia de la «tendencia sacrílega» en la Iglesia posconciliar «de reducir la sagrada misa a una simple comida social».
Ojalá que el ejemplo de tantos hombres y mujeres tocados por Dios a través de una liturgia vivida con exquisitez, ayude a los sacerdotes y prelados de nuestra Iglesia a consagrar sus esfuerzos para que todos los fieles logremos vivir cada celebración eucarística como un momento de intimidad con el Señor de Cielos y tierra, procurándonos todo el rigor litúrgico posible del que todos estamos tan sedientos, incluso sin saber que nos estamos «deshidratando» de amor por Dios.
Montse Sanmartí
Querida amiga Montse, muchísimas gracias por este artículo Hiadalguia con Dios: es una antología de todo amor y respecto que todas las almas de Dios quieren poder ofertar a Dios, como mínimo…Sufrimos con todas las mazelas y destrucción de la Liturgia y maltratos a N.S.Jesus Cristo Eucarístico cumbre del amor divino santísimo. De acuerdo con este don especial del caráter español de la hidalguia: decía Don Mario Nebot de Valencia «Italiano para hablar de amor, español para hablar con Dios» estoy de acuerdo! La destrucción de la Liturgia es al mismo tiempo la destrucción del Sacramento de la Orden del Sacerdocio mismo y en esa destrucción encuentrase el blanco principal de Satanas y sus demonios…Satanas y el Infierno existen y cuando allá en el Infierno estuvieren lo creerán los que ahora no acreditan, ya lo decía el Santo Padre Pío de Pieltrecina «Cuando estuvieres allá creerás!».
Gracias, querida amiga.
Bendiciones.
Querida Montse, el Señor te bendiga mucho y este site. Te cuento y no me creerás: imprimí este artículo y lo tengo al lado mi almohada y toda la noche agradezco a Dios porque una hermosa alma logró decir con precisión y bellamente lo que yo misma he querido expresar y nunca lo diría mejor que tú, de los cuidados de amor y respetuosa delicadeza hacia Dios que tanto los merece y que nunca jamás pueden ser suficientes o excesivos…al lado de mi almohada está este tu artículo bendito juntamente con la estampa de la Sagrada Faz de la Sábana Santa de Turín como un consuelo, un cariño a nuestro Dulce Salvador que sigue siendo lastimado por los pecados de este mundo…todas la noches rezo y Le ofrezco este ramillete de amor…
Querida Isabel, Alabado sea el Señor por todas sus criaturas. Me da mucha alegría lo que me dices, pues la finalidad de la página y de todos los que escribimos en ella es precisamente que todos amemos cada día más, hasta la «locura» a quien dio la vida por todos, cargando con nuestros pecados por amor. Necesitamos amar así como Él nos ama, y en la vida podremos devolverle tanto y tanto amor.
Un gran abrazo, hermana en Cristo. Dios te bendiga. Unidos en las oraciones.