El Evangelio de hoy el Señor Jesús nos narra una parábola que todos recordamos como: «El rico Epulón y Lazaro».
Podemos comenzar diciendo que el rico no se llamaba Epulón, el nombre viene del latín epulabatur (banquetear). En la parábola no aparece el nombre simplemente se le nombra como un hombre rico. Es significativo que del pobre si nos dicen el nombre: Lázaro que en hebreo es Eleazar y traduce: Dios es mi ayuda. Si el rico estaba cerrado en su indiferencia ante la necesidad del pobre, el Señor se hace cargo de Lázaro.
Los vestidos de púrpura son muy costosos. El proceso de extraer la tinta púrpura de los moluscos costaba mucho dinero porque requería mucho trabajo manual. Por eso la gente que se vestía así era de la realeza o gente de alto rango. El lino era delicado, suave y se pagaba a muy alto precio. Además hacía banquetes todos los días. En conclusión una vida llena de excesos.
Lázaro «está echado» significa el término en griego voz pasiva, que otras personas lo tenían que colocar ahí porque no podía caminar.
La condición de los dos hombres de la parábola cambia después de la muerte de ambos. Uno llevado por los ángeles al descanso y el otro que baja al fondo de la tierra, el Hades, que podemos llamar infierno, para ser atormentado.
En otro pasaje del evangelio, cuando el joven rico no quiso seguir a Jesús porque era muy apegado a las riquezas, el Señor dijo: «Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos». Pero sabemos bien por palabras del mismo Jesús que lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.
¿Podemos decir que el rico de la parábola de hoy se condenó por el hecho de ser rico? Claro que no!!!
Dios quiere que todos seamos salvados y depende de nosotros acoger la salvación de Dios o rechazarla. Jesús no vino a salvar sólo a los pobres por ser pobres. También los pobres de cosas materiales se pueden condenar.
Conozco muchas personas ricas que tienen un gran corazón y comparten sus bienes con los más necesitados. Generan fuentes de trabajo, son justos en el pago de los salarios a los empleados. No todo rico es rico porque ha robado a otros. También conozco pobres que viven llenos de envidia por lo que otros tienen, que son apegados a lo poco que poseen. La pobreza de la que habla Jesús en las Bienaventuranzas no es la canonización de la miseria. Hay mucha gente que está pobre porque no tiene aspiraciones en la vida y prefiere que todo le llegue a las manos sin esfuerzo. Recuerdo en una ocasión que se derrumbó una parte de una montaña sobre un barrio de gente de escasos recursos. Sucedió en horas de la mañana y mucha gente estaba trabajando. Cuando sintieron la noticia y comenzaron a llegar para ver cada uno si la casa había quedado sepultada o no, encontraron que las casas que estaban por el suelo pero que no habían sido cubiertas del todo por el lodo, habían sido saqueadas. Y lo más triste que lo hicieron muchos de los mismos pobres del barrio. Un pobre robando a otro pobre. Así se ve el egoísmo y el pecado. Tampoco es justificado robar a los ricos porque son ricos, es de todas formar robar.
El rico estando en el infierno levanta los ojos y ve a Lázaro con Abraham. Gritando llama padre a Abraham, eso quiere decir que lo reconoce como padre en la fe del pueblo de Israel. No es suficiente que se sienta perteneciente al pueblo elegido para ser salvado. De igual manera para un cristiano que cree que por ser bautizado o haber recibido los sacramentos ya tiene ganado el Cielo. En el día del juicio, muchos dirán al Señor que han comido con Él, que han predicado y expulsado demonios en su nombre y Él les dirá: «No los conozco». También sabe el nombre de Lázaro, eso quiere decir que lo conocía. No se puede disculpar diciendo que nunca supo que estaba a la puerta de su casa. Estaba ahí echado junto a su portal y en su indiferencia no lo veía. No establecía comunión con él y ahora pretende que venga a refrescar su lengua con el dedo mojado. Significativa la presencia de los perros que lamen las llagas de Lázaro. Los perros no eran bien vistos en la Biblia y esto nos puede sorprender un poco sobre todos porque la gente en general tiene un amor muy grande por las mascotas. El perro no era domesticado como ahora y se le consideraba un animal vagabundo que se alimentaba de desperdicios y cadáveres.
Esta es una interpretación mía, no de la exégesis del texto, pero me llama la atención que el perro lame las heridas de Lázaro y el rico desde el infierno desea tocar con su lengua al menos el dedo de Lázaro.
El pobre que no podía participar del banquete del rico, ahora está en el banquete con Abraham. «Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos». (Mt 8,11).
El rico atormentado en el infierno continúa a pensar en sí mismo. No pide perdón a Lázaro por la forma como se comportó con él sino que busca ser refrescado en su tormento.
Abraham dice que hay un abismo infranqueable entre el Cielo y el infierno. Esto nos deja claro que a partir del momento de la muerte estaremos ante el juicio particular de Dios y ya nada se podrá cambiar. No todos van al cielo por derecho adquirido apelando a la misericordia de Dios.
El rico sigue pensando que todavía Lázaro le puede hacer otro favor y es ir a anunciar a los suyos de los sufrimientos del infierno para que no caigan también allí.
Abraham deja claro, y es el mensaje de Jesús para nosotros, que tenemos la Palabra de Dios que cada día nos indica cómo debemos vivir para llegar al Cielo.
Cuando las personas tienen el corazón duro no se convierten ni aunque resucite un muerto. Un ejemplo claro es que al otro Lázaro, el de Betania, Jesús lo resucitó delante de todos y algunos de los que lo vieron no se arrepintieron, al contrario este milagro de Jesús fue como firmar su sentencia de muerte porque desde ese momento se propusieron eliminarlo y los sacerdotes buscaban matar también a Lázaro.
El rico cree que es necesaria una señal y en la Biblia pedir una señal es signo de incredulidad. «Pero respondiendo El, les dijo: Una generación perversa y adúltera demanda señal, y ninguna señal se le dará, sino la señal de Jonás el profeta»
Padre Elías