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Sólo hay un Salvador y se llama Jesucristo!!!

Written by padre.elias

Queridos hermanos:
Con gran alegría celebramos en la Iglesia Católica la Solemnidad de la Epifanía del Señor.  Hoy el Señor se manifiesta a todos los pueblos como el Salvador.
Viene a mi memoria el escandaloso vídeo del año anterior precisamente en esta fecha, cuando el Papa Francisco nos decía que la única certeza que tenemos es que «todos somos hijos de Dios», contradiciendo la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia, que nos dice que somos hijos de Dios por el bautismo y por creer en el nombre de Jesús; así nos lo recuerda el Evangelio de San Juan 1, 9-13.
El escandaloso y doloroso vídeo, lo podemos ver aquí, aunque sea para llorar de nuevo. Ahí nos dicen no sólo con palabras sino con gestos e imágenes, que Jesús es una propuesta más entre tantas otras. Es la negación de lo que celebramos hoy. Nos pretende decir el Papa que no importa la religión a la que pertenezcas porque lo más importante es el amor.  De ahí podemos concluir que no es importante ser cristiano o reconocer a Jesús como Nuestro Salvador y Señor sino que aceptemos lo bueno que tienen todas las religiones que al final nos llevarán a la misma parte.  Pero bueno dejemos ya de lado los mensajes falsos y dañinos para centrarnos en reconocer que Jesús es el Señor, el Único y que no hay otro.
En el Evangelio de Mateo que nos presenta la Liturgia, el Niño Jesús es el centro hacia el que deben confluir nuestras miradas, pero es importante destacar que aparecen allí otros personas que debemos observar para entender lo que el Señor hoy nos quiere decir en su Palabra.
El Niño Jesús podría haber nacido en cualquier lugar pero tiene un sentido que haya sido en Belén. Sabemos bien que así se cumplían las Escrituras y de otra parte que el nombre de Belén tiene dos significados: En hebreo בית לחם  Bet Lehem «Casa del Pan» y en árabe بيت لحم Bayt Laham «Casa de la Carne». Yo diría, casa del Pan de Vida que es Jesús y casa de la Carne que es su Santísimo Cuerpo con el que nos alimentamos cuando comemos el Pan de la Eucaristía, donde está con todo su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Tratando de interiorizar esta Palabra, podemos pensar que somos llamados a ser como los magos, que emprenden un largo viaje, el viaje de nuestra vida.  Mientras vamos de camino somos guiados por la estrella, que son todas las manifestaciones del Amor de Dios que nos guía hacia nuestra Patria definitiva el Cielo.  Sólo al final podremos ver cara a cara al Señor y ya no necesitaremos la estrella.
Como la Palabra de Dios interpela y penetra hasta los tuétanos, tenemos que ver si en nuestras vidas también tenemos muchas cosas de Herodes. Este hombre era un ser malvado y desconfiado, por eso nos dice el Evangelio de hoy que cuando sintió lo que contaron los magos que venían a adorar al rey de los judíos, se sintió turbado, en otras palabras, amenazado y nada menos que por un Niño. Sabemos por la misma Biblia que luego mandó a asesinar a todos los niños menores de dos años y por otras fuentes de la historia que hizo asesinar a sus propios hijos y a su esposa por temor a que le arrebataran el reino.
Los magos siguiendo la estrella, van a Jerusalén y es comprensible porque en su forma humana de razonar, a un rey se le busca en los palacios y por eso pensaron que el rey de Judea estaba enterado. Impacta ver que Herodes busca informarse con los líderes religiosos de la época para saber donde debía nacer el Mesías. La respuesta fue correcta: Belén.  Lo interesante aquí es que ese dato no les sirvió a los mismas autoridades religiosas para tener un encuentro personal con el Niño Jesús.  Todo esto me hace pensar en nuestra Iglesia hoy,  en los que están perdidos con tantas falsas teologías. Con dolor constatamos que tantos de nuestros hermanos sacerdotes, Obispos y hasta el mismo Francisco se pueden sentir amenazados como Herodes. Tantos exegetas que interpretan la Sagrada Escritura pero que tienen el corazón frío porque han convertido la Palabra de Dios en un instrumento de trabajo.  Pueden decir tantas cosas de la raíz de una palabra en Hebreo o en Griego, pueden conocer como la palma de la mano todos los rincones de la geografía de Tierra Santa y toda la Historia del Pueblo de Israel, los distintos periodos históricos que contextualizan los textos bíblicos, pero si no se tiene la humildad para dejar que esa Palabra del Señor penetre en nosotros con toda simplicidad, esa semilla como en la parábola del Sembrador, los pájaros se la comerán porque quedará derramada por el camino.
El Papa Francisco al comienzo de su pontificado habló de la colegialidad y de una Iglesia en la que nos pudiéramos expresar sin miedo, pero no es así, porque si alguno le contradice se tiene que someter al castigo de ser alejado de su cargo o simplemente guarda silencio como por ejemplo, el que todavía no ha dado respuesta a la carta con los Dubbia de los cuatro cardenales sobre el documento Amoris Laetitia.
Lo bueno es que aunque a los sacerdotes y escribas de la época de nada le sirvió la información que les proporcionaba la Escritura, a los magos si les sirvió. Eso quiere decir que en medio de tanta confusión Dios saca cosas buenas incluso de los errores de los hombres.  Recordemos que el mismo Señor Jesús nos dijo: «Hagan y observen lo que ellos dicen, pero no signan su ejemplo porque ellos dicen una cosa y hacen otra» (Mt 23,3).
Hermanos que en nuestro corazón no haya engaño. Debemos tener coherencia con lo que pensamos, decimos y hacemos.  Herodes mentía porque decía que quería ir a adorarlo, pero lo quería asesinar. Qué triste cuando encontramos pastores que nos dicen medias verdades que no existen porque medias verdades, son medias mentiras o mejor, mentiras completas.  El verdadero Dios es  no solo Misericordia sino que es también justicia y el juicio será más duro para aquellos que perteneciendo a sus discípulos lo traicionan. Finalmente Herodes aunque delante de los magos fingió, luego se reveló lo que realmente tenía en el corazón. Lo duro es cuando se puede vivir toda una vida en el engaño.
Cuando los magos vieron que se detuvo la estrella sobre el lugar donde se encontraba el Niño, sintieron una grande alegría. Ya la estrella no importa. Un día por el Amor y la Misericordia del Señor, iremos a su encuentro definitivo y lo estaremos adorando eternamente.
Hoy es fiesta porque colocamos la mirada sobre el Santo de los Santos, el Niño de Belén y sobre su preciosa Madre la Virgen María.
Señor hoy te ofrecemos el Oro como nuestro Rey, no somos ricos de bienes materiales pero te damos lo más precioso de nosotros. Te ofrecemos el Incienso de nuestras oraciones que suben a tu presencia en el trono del Cielo, porque eres nuestro Dios y finalmente te ofrecemos nuestra Mirra que es nuestra propia humanidad llena de vicios y pecados. Sólo tú puedes quitar el pecado que hay en el mundo y en nosotros. Nuestra mirra es también el reconocer tu humanidad sufriente.  En el Misterio de tu Encarnación hoy nos alegramos ante tu presencia de Dios Niño, pero sabemos que toda tu vida será de un sufrimiento incomparable por nuestros pecados. Hoy te adoramos en el establo de Belén y siguiendo el ritmo de la liturgia te seguiremos adorando incluso cuando estés temblando de angustia en el Huerto de Getsemani. Dadnos Señor la fuerza para permanecer fieles a todo lo que se viene. Adorarte no es sólo un momento de entusiasmo, es permanecer junto a ti y es también tomar la Cruz de cada día.
Viva Nuestro Señor Jesucristo, el Único Señor y Salvador.
P. Elías
 
 

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