En esta semana de Navidad, queremos invitarles a reflexionar en la figura de San José, el varón justo, el casto y tierno esposo de María Santísma. A menudo pasa desapercibida su figura, tan sencilla y humilde, pero sin la cual, Dios no hubiera permitido venir al mundo a su Hijo. Dios también recibió, al igual que de María, el «sí» de José, para que Jesús naciera en una familia de verdad, con un padre y una madre y con la dignidad que todo hijo necesita para crecer.
Ojalá aprendamos de este gran santo tantas cosas como nos enseña, desde el segundo plano, desde el silencio.
¡Gracias por tantas lecciones, San José!
Enséñanos, José,
cómo se es «no protagonista»,
cómo se avanza sin pisotear,
cómo se colabora sin imponerse,
cómo se ama sin reclamar
cómo se obedece sin rechistar
cómo ser eslabón entre el presente y el futuro
cómo luchar frente a tanta desesperanza
cómo sentirse eternamente joven
Dinos, José,
cómo se vive siendo «número dos»,
cómo se hacen cosas fenomenales
desde un segundo puesto.
Cómo se sirve sin mirar a quién
cómo se sueña sin más tarde dudar
cómo morir a nosotros mismos
cómo cerrar los ojos, al igual que tú,
en los brazos de la buena Madre.
Explícanos
cómo se es grande sin exhibirse,
cómo se lucha sin aplauso,
cómo se avanza sin publicidad,
cómo se persevera y se muere uno
sin esperanza de un póstumo homenaje
cómo se alcanza la gloria desde el silencio
cómo se es fiel sin enfadarse con el cielo.
Dínoslo, en este tu día, buen padre José