La expulsión de los católicos españoles de la sociedad democrática ya tiene fecha y firmas. La fecha, el 16 de diciembre de 2016, y las firmas son las de los tres jueces de la Sección 16 de la Audiencia Provincial de Madrid. La sentencia que firman y absuelve a la concejala del Ayuntamiento de Madrid doña Rita Maestre de los delitos de violencia, coacciones, insultos, amenazas de muerte y profanación de un templo católico se publicó el día mencionado. Así pues, barra libre contra los católicos. Naturalmente, a partir de ahora, los católicos españoles, al no sentirse protegidos por el fantasmal Estado de Derecho, sentirán la tentación de desligarse de un sistema que no los defiende de amenazas de muerte.
Volvamos a los hechos. Una mañana, la señora Maestre, acompañada de una turba de más de treinta personas irrumpe en la capilla de la Universidad Complutense, vienen cantando consignas contra lo más sagrado de los católicos. El capellán que ve venir al grupo intenta cerrar la puerta y es arrollado y tirado al suelo. Los fieles que rezaban en aquel momento quedan presos de la sorpresa. El grupo empieza a corear consignas como «vamos a quemar la Conferencia Episcopal», «arderéis como en el 36» y todo tipo de blasfemias imaginables. Al calor de estas amenazas de muerte, ya me dirán lo que es decirle a alguien que lo vas a quemar, la señora Maestre se coloca junto al Altar y el Sagrario y se desnuda, con otras compañeras, del ombligo para arriba al tiempo que profiere insultos contra el Papa y todo lo más santo que se puede pensar. No hace falta decir que si hace esto en un mezquita ya hace tiempo que la señora concejala no estaría entre nosotros en este mundo.
Por los hechos descritos, esta señora fue condenada en primera instancia. Lógico, para aplicar los artículos 522 y 523 del Código Penal en este caso no hace falta más que saber leer. Son clarísimos, contundentes. Como el magistrado ponente de la Audiencia sabe leer no le ha quedado más remedio que apelar a las supuestas benignas intenciones de la reo, y otras consideraciones por el estilo, para absolverla.
La inútil de la alcaldesa de Madrid ha dicho que la sentencia es «muy bonita».
Yo diría que preciosa, señora. Tan bonita que más de uno se habrá sentido impelido a ir a Madrid, con unos amiguetes, asaltar la sección 16 de la Audiencia, entrar tirando al suelo al ujier, interrumpir un juicio, insultar al Rey, amenazar a los jueces y demás presentes con quemarlos y quedarse en pelotas en la sala. Imagino que saldrá de allí de rositas y a lo mejor hasta lo aplauden. ¿No?
Rafael Ordóñez.