De todos es sabido el carácter herético del titular del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Mons. Tucho Fernández, y eso, sin duda, es también conocido por León, que, sin embargo, no le ha relevado de su puesto. El Documento Fiducia Supplicans, que permite bendiciones de parejas en adulterio y de parejas homosexuales, es la quintaesencia de sus heterodoxias. No me alargaré más sobre sus escritos homoeróticos y de espiritualidad orientalizante y torcida, que están en la base de otros documentos firmados por el falso papa Bergoglio.
Pues bien, hoy, 4 de noviembre, ha visto la luz un Documento publicado por el Dicasterio para la Doctrina de la fe, presidido por Mons. Tucho Fernández, titulado “Mater populi fidelis. Nota doctrinal sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación”, y aprobado por el papa el 7 de octubre, día de la Virgen del Rosario.
Fijémonos en la fecha: el 7 de octubre es la Virgen del Rosario, la que se apareció en Fátima. Este documento, para quien quiera verlo, es una afrenta personal a la Virgen, no sólo por su contenido: su perversidad se revela especialmente por la fecha escogida para su firma, el día en que se conmemora a Aquélla que apareció el 13 de octubre de 1917 en Portugal, como Mujer vestida del Sol. El documento, así, se postula como una afrenta del demonio, del dragón rojo, contra la Mujer (Apocalipsis XII).
Bajo la veste de un denso aparato académico de citas, entre las que se concede que varios papas usaron los términos de “Corredentora” y de “Mediadora de todas las gracias”, se acaba negando por “inoportuno” e “inconveniente” la aprobación eclesial de ambos títulos a Nuestra Madre Santísima. Todo este carácter de aparente profundidad teológica lo hace más peligroso si cabe, ya que muchos se dejarán engañar por la aparente solidez teológica de sus palabras, que discurren a modo de una fingida aporía en forma de bucle: Cristo es el único Redentor, Cristo es el único Mediador, ergo ninguna criatura humana, ni siquiera María, puede quitarle ese lugar central.
Y, sin embargo, no es así.
Dios podría habernos redimido con un chasquido de sus dedos pero sin embargo quiso hacerlo mediante Su Palabra, encarnando a su Hijo único en una persona humana, María. Y he aquí lo que Tucho y León no pueden entender: la naturaleza humana de Cristo hace a María corredentora, de la misma manera que la hace Madre de Dios. Y los mismos argumentos que ahora se usan para no querer proclamar formalmente ambos títulos (Corredentora y Mediadora) habrían impedido la proclamación del primer dogma mariano.
Que María sea Madre de Dios no quiere decir que Ella preceda a Cristo, de la misma manera que que sea Corredentora no quiere decir que la naturaleza de su obra de redención sea equiparable a la de su Hijo. Cristo es Redentor y Cristo es Dios y, sin embargo, por insondable amor a sus hijos, Dios Padre quiso que su Hijo adquiriera la naturaleza humana y la uniera a la divina, para así mejor elevar y salvar al hombre, herido por el pecado original y sus consecuencias.
De esta manera, haciéndose Hombre y naciendo de María, María es Madre de Dios, y habiendo aceptado la Encarnación (necesaria para la forma que Dios escogió para redimir al hombre) y uniéndose íntimamente a Cristo en la Cruz, muriendo místicamente con Él, y otorgándole la maternidad de todos los hombres en la persona de Juan, María se hizo también Corredentora. Porque el cuerpo de Cristo se lo dio María, y su Pasión redentora la sufrió en su humanidad, y la Resurrección de su cuerpo glorioso exigía también la encarnación previa.
No era necesario que Dios salvara al Hombre mediante la Encarnación, pero una vez decidida esta forma, por Amor, María se hace necesariamente Madre de Dios, Corredentora y Mediadora de todas las gracias, como nos recordó ella misma en su aparición en Rue de Bac (París).
Es cierto que León está, lamentablemente, continuando los procesos que Bergoglio inició. En nuestro anterior estudio concluimos que su elección como papa pudo haber sido canónica, si 17 de los 25 cardenales válidos le votaron, como así parece.
Pero como no lo sabemos de cierto, tenemos que esperar y rezar, hasta las conclusiones del Sínodo de la Sinodalidad, el año que viene, para ver si se comporta como Pedro o no.
Mientras tanto, recemos por él y por todos los que, como él, parecen estar haciéndole la guerra a Dios y a su Madre Santísima, Abogada, Mediadora de todas las gracias y Corredentora.
Dejo a continuación un artículo que escribí hace 6 años, reflexionando sobre la Corredención de María.
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