Negando la verdad.
Dice Mateo 13, 53-56:
«Cuando hubo terminado Jesús estas parábolas, se alejó de allí, y viniendo a su patria, les enseñaba en la sinagoga, de manera que, atónitos, se decían: ¿De dónde le vienen a éste tal sabiduría y tales poderes? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? Sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto? Y se escandalizaban de Él. Jesús les dijo: Sólo en su patria y en su casa es menospreciado el profeta. Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad».
Y en Marcos 6, 1-6 leemos:
«Salió de allí y vino a su patria, siguiéndole sus discípulos. Llegado el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga; y la muchedumbre que le oía se maravillaba, diciendo: ¿Dé dónde le vienen a éste tales cosas, y qué sabiduría es ésta que le ha sido dada, y cómo se hacen por su mano tales milagros? ¿No es acaso el carpintero, hijo de María, y el hermano de Santiago, de José, y de Judas, y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?; y se escandalizaban de Él. Jesús les decía: Ningún profeta es tenido en poco sino en su patria y entre sus parientes y en su familia. Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de que a algunos pocos dolientes les impuso las manos y los curó. Él se admiraba de su incredulidad».
En estos dos fragmentos se nos habla de algo muy importante. Se nos muestra, en dos evangelios diferentes, una misma situación.
Y la situación mostrada es que la gente sí veía lo que hacía Jesús. Escuchaban sus enseñanzas y veían que sus enseñanzas eran algo que no era natural. Sus enseñanzas eran extraordinarias, no eran ordinarias. No eran como las enseñanzas de cualquier otro profeta. Eran unas enseñanzas que maravillaban. Estas personas también veían los milagros que hacía Jesús, porque nos dice el evangelio de San Mateo “¿De dónde le vienen a éste tal sabiduría y tales poderes?”, y el evangelio de San Marcos dice “¿cómo se hacen por su mano tales milagros?”.
Por lo tanto, aquí nos encontramos con un grupo de personas que rechazaban la verdad, rechazaban lo que estaban viendo. Porque estaban viendo a un hombre que hacía milagros, estaban viendo a un hombre que tenía una sabiduría superior a la sabiduría de cualquier hombre, estaban viendo que Jesús era Dios y no lo querían reconocer. Estaban rechazando la verdad.
Y cuando uno rechaza la verdad, lo que hace es rechazar a Dios.
Y como ellos no querían creer, como ellos no querían aceptar la verdad que estaba ante sus ojos, como ellos no querían aceptar que Jesús era Dios -porque los poderes que tenía, los milagros que hacía, los hacía en nombre de Dios y no querían admitir esa realidad- entonces se buscaban una excusa. Se buscaban un razonamiento lógico, un razonamiento humano para no creer.
¡Hombre, no! Éste es sólo el hijo de María.
En lugar de admitir esa verdad extraordinaria que se presentaba ante sus ojos, la rechazaban diciendo que Jesús sólo era el hijo de María, un pobre carpintero.
Pues cada vez que nosotros rechazamos la verdad, lo que estamos haciendo es rechazar a Dios. Y ahora mismo vivimos una situación en la Iglesia en la que mucha gente también rechaza la verdad.
Hace unas semanas Bergoglio dijo en su viaje que todas las religiones pueden conducir a Dios. Los cristianos sabemos que eso es mentira. Los cristianos sabemos que la única salvación procede de Jesucristo, que es Dios y es el Hijo de Dios. Es la segunda persona de la Santísima Trinidad y es el Redentor. Es el Hijo de Dios que se hizo hombre y vino a este mundo para cargar Él con las culpas que nos corresponden a nosotros por nuestros pecados. Él hizo el sacrificio de cargar con nuestros pecados y pagó Él la culpa que nos corresponde a nosotros. Eso los cristianos lo sabemos bien.
Rechazar la salvación a través de Jesucristo es rechazar a Jesucristo mismo y es rechazar el cristianismo, es rechazar ser cristiano.
No todas las religiones conducen a la salvación porque Jesucristo nos lo dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn. 14, 6).
Por lo tanto, si nadie puede acercarse a Dios si no es a través de Jesucristo, es mentira que los musulmanes puedan alcanzar a Dios, porque ellos rechazan que Jesús sea Dios y sea el Hijo de Dios. Por lo tanto, al rechazarlo, no pueden llegar al Padre.
Los judíos tampoco pueden alcanzar la salvación, y tampoco pueden alcanzar a Dios, porque sólo a través de Jesús se llega al Padre. Y los judíos rechazan a Jesús como Hijo de Dios y por lo tanto tampoco tienen acceso al Padre.
Y los budistas y los chamanes… ninguna persona que rechace a Jesús como Dios, puede alcanzar la salvación.
Ésta es la esencia de nuestra fe, ésta es la esencia del cristianismo: Jesús es Dios, es el Hijo de Dios y es el Redentor de la humanidad y sólo a través de Él se puede alcanzar a Dios, sólo a través de Él se puede alcanzar la salvación.
Pero todos los cristianos que ven lo que está haciendo este hombre, todas las personas que entienden que lo que está haciendo este hombre es incorrecto, que está predicando un evangelio contrario al evangelio de Jesucristo, que está predicando una doctrina que es contraria a la doctrina de la Iglesia Católica, pero justifican las palabras de este hombre buscando razonamientos humanos, lo que están haciendo es convertirse en aquellos hombres que también negaban a Jesucristo y en sus razonamientos humanos decían «¡No! Es que Jesús es sólo hijo de María”.
Si tú eres cristiano, no puedes negar a Cristo. Si tú de verdad eres cristiano, tienes que aceptar, por muy dolorosa que sea la verdad, que ese hombre es un mentiroso, que ese hombre no trabaja para Dios, sino que trabaja para el Mentiroso.
Aceptar la verdad es difícil. Por eso, cuando Jesús les dijo a sus discípulos que Él tendría que sufrir mucho y que tendría que morir, Pedro enseguida le dijo: ‘no, no, no, Maestro, eso no puede ser’. Y Jesús le corrigió y le dijo ‘apártate de mí, Satanás’ (Mt.16,23), porque todo el que rechaza la verdad, todo el que renuncia a la verdad no trabaja para Dios, sino que trabaja para Satanás.
Y eso es aplicable al mundo entero: todo el que rechaza la verdad está rechazando a Dios.
Pero si tú eres cristiano no puedes rechazar la verdad, y la verdad es Jesucristo y, por lo tanto, no puedes buscar argumentos humanos, no puedes buscar justificaciones de ningún tipo para una persona que está predicando lo contrario a la verdad, que está predicando una mentira.
La salvación sólo llega a través de Jesucristo. Jesús nos lo advirtió: «pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos» (Mt. 10, 33).
Si tú eres cristiano y estás realmente de acuerdo con las palabras de Bergoglio, si tú siendo cristiano estás totalmente de acuerdo con que se puede alcanzar la salvación a través de cualquier religión, ¡hazte musulmán!
No se puede ser cristiano y aceptar las palabras de este hombre, no se puede ser cristiano y no ver la realidad de lo que está ocurriendo en la Iglesia y no se puede ser cristiano y aceptar todas sus mentiras como que fuesen algo normal.
Estamos viviendo el fin de los últimos tiempos y por eso todas estas cosas pasan en la Iglesia. Por eso este hombre se viste de Papa y dice cosas que nunca un Papa debería decir, porque ni siquiera un cristiano de a pie debería decirlas. Eso le invalidaría como Papa en el caso de que fuera un Papa legítimo (que no lo es), porque le invalida como cristiano.
Todo el que niega a Cristo no es cristiano.
Que el Espíritu Santo nos dé la fortaleza para aceptar siempre la verdad, por muy difícil y por muy dura que sea. Y que nos envíe su luz y su verdad para que ellas nos guíen y nos conduzcan hasta sus moradas.
Amén.
Por Aurora P.
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Qué claro el razonamiento. El hilo argumental es lógico y bien relacionado con los pasajes evangélicos citados. Me ha gustado mucho la contraposición entre los frutos de santidad del Señor y los frutos para la perdición de Bergoglio, porque ambos devienen en un tipo de auditorio común: los que resisten a las evidencias porque no les interesa asumir el resultado de aceptarlas. En definitiva, porque se aman más a sí mismos que a la Verdad.
Gracias Aurora.
Solo por medio del Espíritu Santo,podemos encontrar el camino, Él no dejará q tropecemos y caigamos en la iniquidad q está urdiendo el mal,pidamosle su ayuda