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EL AVISO, SEGUNDO PENTECOSTÉS

Queridos hermanos en la fe,

Sabemos que desde el pasado 31 de diciembre de 2022, fecha de la muerte del papa reinante, Benedicto XVI, comenzó el período final de la historia de las naciones, conocido como “fin de los últimos tiempos”, según la afirmación realizada por la Virgen del Carmen a Conchita de Garabandal. Desde entonces el Nuevo Orden Mundial ha pisado el acelerador para imponer la Agenda 2030 (apoyada sin fisuras por Jorge Mario Bergoglio), que es el libreto comunista y globalista del Anticristo, que se mueve ya en las bambalinas de la escena mundial.

Bergoglio ha impuesto como “Prefecto” de Doctrina de la fe al gnóstico Tucho Fernández, aprobado desde entonces la bendición de “parejas” homosexuales, afirmado que todas las religiones son iguales, defenestrado apariciones marianas verdaderas como Ámsterdam, Garabandal o Medjugorje, cuyo carisma profético ha rechazado, aunque no ha podido evitar tolerar su parte pastoral, etc. Finalmente, ha remitido las cuestiones más espinosas del Sínodo a una serie de círculos de expertos, que controla, para poderlas imponer al margen del debate sinodal, algo parecido a lo que ya hizo en el pasado Sínodo de la Familia.

En paralelo, estamos asistiendo a los estertores de una guerra proxy entre la OTAN y el bloque comunista (Rusia, China, Corea del Norte), en Ucrania, y vemos a diario cómo Israel pretende provocar una III Guerra Mundial, con bombardeos despiadados que buscan levantar al mundo musulmán, porque sabe que sólo con una formidable crisis bélica, social, económica y sanitaria podrá emerger su rey, que aparecerá como el gran pacificador del conflicto. Al
bloque comunista se le sumará pues la umma, el mundo musulmán unido, contra la nueva Israel que es la Iglesia y la cristiandad (Ezequiel 38, Oráculo del Señor). Así, además, estaba previsto en los planes de la élite masónica, que lo puso por escrito, en profecía autocumplida, en carta enviada en 1871 por Albert Pike a Giuseppe Mazzini.

Estos eventos son los comienzos de los dolores de parto, que culminarán con la Parusía o Segunda Venida de Jesús, en gloria y majestad, para el Juicio de las naciones (o gentiles).

Ante este panorama, los católicos no podemos evitar contristarnos, porque nuestra hora ha llegado, como la mujer que va a dar a luz, aunque luego nos alegremos, cuando venga nuestro Señor (Jn. 16,21-22).

Y para mitigar esta perspectiva tan cercana, nada mejor que recordar los datos que tenemos sobre el Aviso, que será el acto final de la Misericordia infinita de Dios para arrebatar de las garras del maligno a todos los que, de buena fe, quieran seguir a Cristo a pesar de sus pecados.

¿Qué ocurrirá antes del Aviso?

Sabemos por Garabandal que después de este malhadado Sínodo de la Sinodalidad vendrá un cisma. De él habló la Virgen en Akita a Sor Agnes Sasagawa, anunciando que se verá a cardenales contra cardenales, Obispos contra Obispos… y que los sacerdotes que amen a la Virgen serán perseguidos.

Parece evidente que en Roma y en todo el mundo se está imponiendo una falsa Iglesia, que lleva décadas latente y escondida en el seno de la Iglesia católica, y que emergió con fuerza desde el 13 de marzo de 2013, una antiiglesia o contraiglesia dirigida por J. M. Bergoglio y el resto de agentes masónicos (es decir, satánicos) que quieren destruir a la Iglesia de Cristo. La inmensa mayoría de la jerarquía y de los fieles se alistarán en esa falsa Iglesia, de forma que un resto fiel será expulsado, esto es, excomulgado, acusados de falta de caridad. Se nos dirá que el exclusivismo de pensar que somos la única religión verdadera no ayuda a unir al mundo en fraternidad en una época en que lo necesita más que nunca, y esa falsa Iglesia o gran ramera del Apocalipsis perseguirá a muerte a la verdadera, la Mujer vestida de Sol, hasta el punto de embriagarse con su sangre, teniendo ésta que esconderse. Typo de ello fue la animadversión de los judíos y de la Sinagoga hacia los apóstoles, tras su muerte, y por eso tuvieron que esconderse, con María, en el Cenáculo. Ahora no será distinto.

Como la Virgen advirtió también en Fátima, Garabandal, la Salette o Prado Nuevo, tras el cisma vendrán revoluciones comunistas en varios países, con persecución a la Iglesia fiel, y una repentina invasión de Rusia, China, Corea y el mundo musulmán a Europa y USA, castigo permitido por Dios por la apostasía de las naciones cristianas. El mundo, de la noche a la mañana, se levantará comunista y la persecución a la Iglesia arreciará como nunca antes.
Parecerá que la Iglesia ya no existe. Mucha gente, por miedo, dejará de practicar. Y celebrar Misa o asistir a ella será arriesgar la vida, como ya ocurre, por cierto, en China con la Iglesia fiel y catacumbal vendida al partido comunista por J. M. Bergoglio.

Posiblemente se producirá una formidable quiebra económica con ocasión de la guerra, con el petróleo por las nubes, inflación galopante… y hambre y enfermedades… Los 4 jinetes del Apocalipsis.

Será en el peor momento de esta persecución comunista y con las naciones exhaustas por la III Guerra Mundial que se producirá el Aviso.

Cuando venga el Aviso la Iglesia estará oscurecida y herida, golpeada y traicionada por el falso profeta, dividida entre una mayoría que le seguirá en sus mentiras y una auténtica, pequeña y perseguida. Será la Virgen la que llame a su Divino Esposo, el Espíritu Santo, para que haga descender los rayos de amor y de luz de su Corazón Inmaculado sobre este mundo satanizado y esta Iglesia oscurecida. El falso profeta producirá el horrible sacrilegio, la eliminación de la Misa, y la abominación desoladora tomará lugar (se pondrá la estatua del AC donde antes estuvieron los sagrarios), mientras la gran apostasía será difundida por doquier. Entonces, el Corazón Inmaculado de María recogerá al pequeño resto fiel que, en el sufrimiento, en la oración y en la esperanza, esperará el retomo de Jesús en gloria.

¿Qué ocurrirá en el Aviso?

El Aviso se producirá poco antes del último día, es decir, poco antes de la Parusía o segunda Venida del Señor, en gloria y majestad, el día de la Ira, el día del Juicio de las naciones, en el que resucitarán los que son de Cristo.

Dios sabe que sólo con una intervención directa suya se podrá salvar el resto fiel. El Aviso es un evento que viene directamente de Dios, que se valdrá de un fenómeno cósmico (Conchita dijo que comenzaba por la letra “a”, lo que podría remitir al choque de dos asteroides y una posterior y gigantesca autora boreal sobre la tierra), que generará una gran luz, que luego pasará a nuestro interior.

Santa Faustina lo vio y comentó en su Diario que se apagaría toda luz en el cielo y habría una gran oscuridad en toda la tierra. Y que entonces, en el Cielo aparecería el signo de la cruz, y que de los orificios donde fueron clavadas las manos y los pies del Salvador, saldrían grandes luces que durante algún tiempo iluminarán la tierra. Eso sucederá poco tiempo antes del último día.

Esa enorme energía liberada sobre la tierra nos tendría que matar a todos, pero Dios suspende las leyes de la física y evita la muerte de toda la humanidad. Pero, a cambio, permite que se produzca el juicio particular de cada uno de los hombres y mujeres de este mundo. Se producirá un gran silencio y, de repente, por unos minutos, todos recibiremos del Espíritu Santo la iluminación de nuestras conciencias, viendo nuestra alma como Dios la ve, siendo  perfectamente conscientes de nuestros pecados de acción y de omisión, y del daño que con ellos le infligimos a Cristo y a nuestros hermanos.

Se trata, nada menos, que de un Segundo Pentecostés, para rescatar a los que quieran ser fieles a la Verdad, un aviso o corrección de la conciencia que ha de pasar toda la humanidad como acto de suprema misericordia de Dios, para que todos vean el putrefacto estado del alma de tantos, y confirme su existencia sin ambages a los ojos de todos. Y quien no quiera convertirse, quien no quiera pasar por la puerta de su Misericordia, pasará por la puerta de su Justicia.

¿Qué ocurrirá tras el Aviso? Consecuencias e implicaciones.

El Aviso supondrá el momento crítico de una elección final que habrá de marcar el destino de todos los hombres. O con Cristo o contra Él:

– Los que digan “sí” se convertirán del todo. Habrá colas en los confesionarios de todo el mundo. Y los que perseveren en su fe saldrán, como los primeros apóstoles, invadidos de la gracia y de la fuerza del Espíritu Santo, para predicar en tiempos del Anticristo y de la gran apostasía. Muchos serán mártires, otros serán maestros, y otros rezarán por la conversión del mundo. Con ellos Cristo instaurará su Reino en la Tierra. Las Iglesias se unirán: el resto fiel católico recibirá en su seno al resto fiel ortodoxo y al resto fiel de los protestantes. Será el comienzo del triunfo del Inmaculado Corazón de María, que será pleno con la Parusía. Este resto fiel preparará al mundo para la segunda venida, recordando el magisterio de siempre de la Iglesia, el que ha sido pervertido y desviado por la falsa Iglesia de Bergoglio. Porque sin haber recibido el Espíritu Santo en el Aviso no podremos afrontar la gran tribulación, igual que los apóstoles no pudieron dar testimonio con su vida sin haber recibido el Espíritu en Pentecostés.
– Los que digan “no” cometerán un pecado contra el Espíritu Santo, porque sabiendo que Dios existe, le negarán, y
quedarán poseídos, dejándose poner la marca del Anticristo, y perseguirán a muerte a todo el que tenga sentimientos religiosos, pero especialmente a la Iglesia fiel.

El Aviso es como una rociada de fuego del Espíritu Santo (coincidente con la luz del choque de dos estrellas o asteroides), al igual que la primera, cuando descendió en forma de lenguas de fuego sobre el sagrado colegio apostólico.

El Anticristo emergerá pacificando la guerra y probablemente se esforzará para convencer a muchos: dirá que ese evento cósmico sufrido por todos ha sido una alucinación colectiva provocada por la Iglesia, ganándose a muchos de los que tenían intención de convertirse. Y ése será el ejército del Anticristo, su ariete para desatar el infierno en la tierra, donde todos los pecados serán promovidos y la virtud aplastada.

Tras esa enorme y gran tribulación, como no la ha habido y no la habrá, vendrá Cristo, poco tiempo después, trayendo Cielos nuevos y Tierra nueva. Todo será renovado. Resucitarán los que son de Cristo y reinarán con él en la nueva Tierra transfigurada, convirtiéndose todas las naciones, que tendrán un solo pastor. Habrá reyes santos y los hombres, transformados, serán muy longevos.

El castigo previo a la Parusía se producirá en los tres días de oscuridad, en que Dios permitirá que todos los demonios del infierno vengan a la tierra y se lleven a los suyos, a los réprobos. Tras la segunda Venida, la materia quedará renovada por el Espíritu Santo como en el Paraíso terrenal, teniendo una luminosidad especial. Incluso los animales serán transformados, de forma que todos volverán a ser herbívoros, como lo eran antes del pecado original (Génesis 1,30), como nos indican las visiones que Isaías tuvo del lobo paciendo junto al cordero, y andarán juntos (Is. 65,25 e Is. 11,6-9). Y como también nos contó San Ireneo, que lo había escuchado directamente de los discípulos de San Juan apocaleta.

El Espíritu Santo tiene la misión de transformar toda la humanidad y de renovar la faz de la tierra, para que llegue a ser un nuevo Paraíso terrestre, tras la Parusía. Dios será gozado, amado y glorificado por todos.

Lo más importante es que con los que digan “sí” Dios comenzará la instauración del reino glorioso de Cristo, su reino eucarístico. Esa enorme efusión del Espíritu Santo que será el Aviso preparará a los hombres a la venida de Cristo: sólo el Espíritu de Amor puede preparar los corazones, las almas, la Iglesia y la humanidad entera, para recibir a Jesús que volverá a nosotros en gloria.

Esa preparación supone que nos hará valientes testigos de la Verdad y podremos dar un heroico testimonio de fe en Jesús. La tarea de estos fieles será la de llevar a todos, sacerdotes, fieles, niños, jóvenes y familias a la consagración al Inmaculado Corazón de María, que es garantía de fidelidad a Cristo en tiempos del AC.

Hasta que llegue el Aviso, tenemos que estar recogidos, rezando, junto al Inmaculado Corazón de María, preparándonos para ese momento, huyendo de la falsa Iglesia, como los apóstoles huían de la falsa Iglesia de la Sinagoga.

Muy probablemente, en el Aviso, incluso, muchos enfermos obtendrán la curación de sus cuerpos.

El Espíritu Santo derramará sobre el mundo su segundo Pentecostés de gracia y de fuego, para preparar a la Iglesia y a la humanidad al retorno de Jesús en el esplendor de su gloria Divina, para hacer nuevas todas las cosas.
Otro efecto del derramamiento del Espíritu Santo será que Él nos llevará a la comprensión de la verdad íntegra, como le dijo la Virgen al padre Gobbi. Nos hará penetrar el secreto de la palabra de Dios y nos dará la Luz de la Sabiduría para comprender todo el Evangelio y poder predicarlo en espíritu y en verdad, y para entender todo lo que en él se describe acerca del fin de los últimos tiempos, algo que rechazan tantos eclesiásticos por su ceguera intelectual.

Son los tiempos predichos por la Divina Escritura como los de la gran apostasía y de la venida del Anticristo.

El Aviso no será, sin embargo, el triunfo de la Iglesia en el mundo, porque los que lo rechacen serán los agentes activos de la gran tribulación y causantes de sufrimientos innumerables para todos, los últimos acontecimientos que preparan la segunda venida de Jesús en gloria.

Pero esa efusión del Espíritu Santo será tan fuerte y extraordinaria como en el tiempo de los inicios de la Iglesia. Incluso más, habida cuenta de que la persecución será incluso peor.

El castigo será por fuego (las niñas de Garabandal veían fuego cayendo del Cielo y fuego saliendo de la tierra), es decir, será también obra del Espíritu Santo, realizando su segunda creación, unos cielos nuevos y una tierra nueva. Mientras que en el Aviso el Espíritu Santo cambiará y transformará los corazones que sean dóciles, en la Parusía, transformará la materia y volveremos a gozar del Paraíso perdido.

Preparémonos, pues, queridos hermanos, en el refugio seguro del Inmaculado Corazón de María, consagrándonos nosotros y nuestras familias, perseverando en las enseñanzas de siempre, en los sacramentos y en la caridad.

Juan Suárez Falcó

"Un cántico nuevo (Apoc. 14, 3)" juan.suarez@comovaradealmendro.es .

Ver comentarios

  • Gracias Hermanos que hermosa reflexión , que María Santísima nos preserve bajo su Manto y podamos. Ser Elegidos

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Juan Suárez Falcó

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