Escribo mi primer artículo del año tras un necesario descanso de noticias vaticanas, descanso que me ha permitido vivir la Solemnidad del tiempo de Navidad con paz y sosiego, algo que es imposible de unos años para acá si uno se asoma al balcón de noticias eclesiásticas. ¡Menudo contrasentido! ¿verdad? Que lo que tiene que darnos paz, nos traiga tristeza y desasosiego. Y quiero empezar hoy, pues mañana, Dios mediante, con la Solemnidad del Bautismo de Jesús, culmina ya este tiempo de gracia y hay que empezarse a poner las pilas. No podemos negarlo. Vivimos tiempos de guerra y menuda guerra. Por tanto, como buenos guerreros que queremos ser y pelear los nobles combates de la fe seguimos aquí, en pie de guerra, porque el enemigo no ceja y se viste de bien, tratando de engañar hasta a los elegidos. Por eso, muy atentos, amigos. ¡Que no nos den gato por liebre! Y para ello hay que ser un conocedor de la fe, tratar de formarnos constantemente y profundizar las noticias que nos llegan a diario y que, con visos de verdad, suelen contener gotas de veneno oculto que nos puede hacer enfermar gravemente e incluso llevarnos a la muerte.
Quien ha probado el buen chocolate y recibe una tableta de sucedáneo, sabe que aquello que le regalaron no es chocolate. Lo propio sucede con el buen jamón. Si probaste un «Pata Negra» y te regalan un jamón del país, por muy curadito que esté, les dirás que muchas gracias, por cortesía, pero tú te quedas con el Pata Negra. Lo dicho, pues. A quedarnos con la verdad, que el mundo está plagado de embusteros que tratan de colarnos un gol.
Y ahora sí, me pongo a la tarea opinar sobre una de las informaciones que había dejado estas fiestas reposando en el baúl y toca airear y no es otra que la que ya habrán leído, seguramente, sobre la bendición Urbi et Orbi en la fiesta de Navidad y que tantos y tantos católicos de bien esperaban, ya fuera acudiendo al Vaticano, ya participando de ella desde las televisiones y radios en todo el mundo. Leí el discurso de Francisco para esta ocasión, y constaté lo que decían los periódicos: la palabra «fraternidad» resonó repetidamente en toda la alocución. Muchos pensarán que es una buena palabra para ser usada en Navidad. Y en sí no tendría nada de contraria a esta fiesta, pues la Navidad es la fiesta del Amor en mayúsculas, en la que Jesús se hace uno de nosotros para salvarnos en un gesto de infinita fraternidad, pero fraternidad de la buena. Sin embargo, sabemos bien lo que dicha palabra significa en otros ámbitos, siendo una de las tres que los líderes de la Revolución Francesa esgrimieron con más fuerza: «Liberté, egalité et fraternité«.
El discurso se fundamentó, como digo, en la fraternidad. Palabras de Francisco: «Nuestras diferencias no son un daño o un peligro, son una riqueza. Como para un artista que quiere hacer un mosaico: es mejor tener a disposición teselas de muchos colores, antes que de pocos». Con tales falsedades tan «bellamente dichas» y que buscan, como siempre en labios de Bergoglio, adornar la manzana podrida, muchos no se han percibido de lo terrible de las mismas, pues van en contra del Magisterio y en contra de la fe verdadera que es la nuestra. Concretamente, se carga de raíz la Humanus Genus, la encíclica de León XIII contra la francmasonería y que en uno de sus párrafos dice todo lo contrario a lo dicho por Francisco:
«Abriendo los brazos a cualesquiera y de cualquier religión, consiguen persuadir de hecho el grande error de estos tiempos, a saber, el indiferentismo religioso y la igualdad de todos los cultos; conducta muy a propósito para arruinar toda religión, singularmente la católica, a la que, por ser la única verdadera, no sin suma injuria se la iguala con las demás».
¿Vamos viendo, pues, esa gota de veneno que muchos no podríamos percibir si no nos ciñéramos a estos documentos tan importantes de nuesta Iglesia? Habiendo hablado de este modo, Francisco ha alineado a la Iglesia con la Masonería. Tan grave como eso.
No terminó todo aquí. Por si quedara alguna duda de que el discurso fue un guiño a la masonería internacional, se eludió la bendición acostumbrada para todos los católicos. El pueblo congregado esperaba que Francisco les bendijera trazando la cruz en el aire invocando a las Tres Divinas Personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero se equivocaron los que esperaban el tradicional gesto. No hubo tal bendición a la usanza cristiana. Ninguna mención al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, el Dios católico. ¿Encajaría esto con su famosa frase «yo no creo en un Dios católico»? Aquí tienen el vídeo.
Y por si alguien albergaba dudas al respecto vean como respondieron los masones a esta pantomima estudiada y poco percibida por los ojos bienintencionados de millones de católicos.
Y para finalizar, no podemos pasar por alto lo que Francisco dijo en referencia a Venezuela y Nicaragua, dos países que están sufriendo víctimas de sus gobiernos opresores. Sus palabras fueron en el sentido de desear que Venezuela pueda encontrar la «concordia» y que llegue la «reconciliación» a Nicaragua. Francamente, me pongo a pensar en todo esto y no sé si reir o llorar. Reirme por leer semejante pronunciamiento que no es más que una profunda metedura de pata y que le ha valido a Bergoglio la vergonzosa afrenta de recibir una carta de parte de veinte expresidentes latinoamericanos llamándole a reflexionar sobre sus palabras. Llorar al pensar en el dolor que se está infligiendo con estas declaraciones a venezolanos y nicaragüenses, muchos de ellos católicos y que en lugar de recibir el apoyo de Francisco, reciben un jarro de agua helada sobre sus ya deteriorados ánimos, sobre su maltrecha salud y sus muy precarias economías, como si los culpables de toda la problemática que están viviendo en sus países fuera de ellos y no los gobiernos corruptos y pervertidos que dirigen estas dos naciones hermanas.
Esto no hace más que confirmar lo que ya estaba profetizado: El comunismo tocando a las puertas de la Iglesia, a través de Venezuela, China, Cuba… y un personaje que le abre… ahora ya sabemos quién es ese personaje que da cumplimiento a lo dicho en diversas apariciones marianas aprobadas por la Iglesia. En La Salette la Virgen dijo «Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo». ¿Qué mayor pérdida de fe que estar del lado del comunismo ateo? En Fátima, nuestra Madre del Cielo nos previno que si Rusia no se consagraba a su Inmaculado Corazón, el comunismo esparciría sus errores por el mundo, algo que palmariamente estamos viendo en escena en este último período, donde esta terrible ideología ha tomado cuerpo y sigue haciéndolo en tantos países, minando economías y personas. Finalmente, san Maximiliano María Kolbe profetizó que en el Vaticano ondearía un día la bandera comunista, algo que en aquel momento histórico pudo parecer una locura pero que hoy vemos se cumple a través de los distintos movimientos de Bergoglio, como el apoyo al gobierno chino que ha dejado a la Iglesia verdadera en manos del enemigo, con el silencio cómplice ante tanta desgracia en Venezuela y que ha refrendado nuevamente con el flirteo en la investidura de Nicolás Maduro, enviando a la ceremonia a monseñor George Koovakod,, diplomático del Vaticano, aún a sabiendas de que la Iglesia en el país es contraria al régimen dictatorial establecido. También ha alentado, con sus visitas a líderes como Evo Morales o a Fidel Castro, al diálogo con estos y otros países comunistas que nunca tuvieron buenas relaciones diplomáticas con el Vaticano, precisamente por sus ideologías contrarias a la fe católica. En definitiva, mostrando clarísimamente su afinidad por todo lo que huela comunismo. Tal vez la bandera que profetizó san Maximiliano no sea, físicamente hablando, la bandera de la hoz y el martillo, pero sí ideológicamente, pues quien gobierna en el Vaticano se ha declarado abiertamente simpatizante del comunismo y cualquiera con uso de razón ha podido ver los movimientos de peones en su ajedrez que así lo demuestran. En esas estamos, estimados hermanos. Pero, a pesar de este desolador panorama sabemos que faltan por cumplir otras alentadoras profecías. La de San Maximiliano termina afirmando que la bandera de la Inmaculada terminará por ondear en el Vaticano. Y la de la Virgen en Fátima nos llena de fe y de esperanza ante tanto dolor como estamos viviendo:
«Al final mi Inmaculado Corazón triunfará».
¡Feliz y bendecido sábado para todos!
Montse Sanmartí
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Durante o Concílio Vaticano , um venerável cardeal, muito idoso, e com pouquíssima audição, observava o Cardeal Dupanloup, modernista radical. Quando este aplaudia uma proposta, o ancião a vaiava; e vice-versa. Mesmo sem ouvir, ele sabia que estava apoiando as propostas corretas. Assim agimos com Francisco, que parece ter o carisma da infalibilidade, expandido e às avessas; basta apoiar e acreditar no oposto do que ele fala, sobre qualquer tema...e acertaremos com certeza. É tragicômico!
Bergoglio es masón, modernista, marxista y quien ha usurpado el trono sagrado con la ayuda del N.O.M. que dirige el anticristo.
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Sonnante ha resultado ser un falso diácono. El Vetus Ordo no admite la ordenación de diáconos permanentes. Puede escuchar el estudio que ha hecho Henry Gómez Casas en su programa del Informativo católico de Radio Rosa Mística Colombia en el siguiente enlace del 16 de enero de 2019:
https://co.ivoox.com/es/informativo-catolico-no-1865-miercoles-16-de-audios-mp3_rf_31531234_1.html?fbclid=IwAR2YfeiNpB1Got9pXGB-HY_ixn9wP7D0L50vo6ijFa2TDkAtgHJYW5VupLw
Bergoglio se sigue llevando entre las patas la Tradición Católica y los escritos de los Santos Padres de La Santa Iglesia Católica