Juan Suárez Falcó
Se acaba de hacer pública una alocución de Bergoglio el pasado 1 de agosto, donde atacaba y rechazada el uso de la sotana. Y por eso hoy, 4 de agosto, día del Santo Cura de Ars, Juan María Vianney, patrón de los sacerdotes, quien por más de 40 años ejerciera ejemplarmente su sacerdocio y quien con tanto amor vistió la sotana o talar, queremos denunciar, de nuevo, un nuevo ataque a lo sagrado del que usurpa la silla de Pedro desde el 13 de marzo de 2013.
Pero recordemos ahora brevemente lo que venimos reportando en nuestra web desde hace años: el odio que Francisco le profesa a todo lo santo y sagrado. Así:
Pues bien, siguiendo su furor contra todo lo santo, su odio por todo lo sagrado u odium sacri, Bergoglio ha atacado hace pocos días la sotana. Fue en el Encuentro con los Jóvenes jesuitas europeos en formación, el pasado miércoles 1 de agosto, en el Aula pequeña del Aula Pablo VI. Éstas fueron sus palabras literales:
“Buongiorno. Sono contento di accogliervi. Grazie tante di questa visita, mi fa bene. Quando io ero studente, quando si doveva andare dal Generale, e quando con il Generale dovevamo andare dal Papa, si portava la talare e il mantello. Vedo che questa moda non c’è più, grazie a Dio”.
“Buenos días. Estoy contento de acogeros. Muchas gracias por esta visita, que me hace bien. Cuando yo era estudiante, cuando se debía ir a ver al General de los Jesuitas y cuando con el General debíamos andar a ver al papa, se llevaba sotana y manto. Veo que esta moda ya no existe, gracias a Dios”.
Con estas breves palabras Bergoglio ataca el sagrado traje sacerdotal, el que separa al sacerdote, como consagrado, de los laicos y de los diáconos, alabando que los jóvenes jesuitas no llevaran sotana en ese encuentro sino solo clergyman. Son muchas las fotografías (y alguna las hemos publicado en esta web) en que se ve la cara de disgusto de Bergoglio cuando posa entre sacerdotes con sotana. Le revuelve las tripas. Porque para él la sotana le recuerda todo lo más santo y virtuoso que pueda haber en la Iglesia.
El traje talar es signo de vida consagrada y célibe, del sacramento de la ordenación sacerdotal. No es un signo más sino que representa en sí mismo el sacerdocio, la más alta dignidad que un hombre puede recibir en su vida mortal.
¿Alguien se imagina a JPII o a BXVI o a Pablo VI o a cualquier otro papa desdeñando de esa forma la sotana? Rechazar la sotana y darle por ello las gracias a Dios, como si fuera algo querido por Él, es un pecado contra el Espíritu Santo, porque le atribuye a Dios algo que no puede venir sino del demonio mismo. Y por supuesto, también, contra el sacerdocio, contra el sacramento del orden, pues es signo y distintivo suyo.
Más abajo en ese mismo discurso, para rematar la faena, Bergoglio alaba la “libertad” de los jesuitas, libertad que él entiende como apertura al modernismo y a los más peregrinos desvaríos teológicos. La compañía de los jesuitas, desgraciadamente, ha caído zarandeada bajo la herejía y la apostasía más terribles en las últimas décadas, defendiendo como hacen muchos de sus miembros el aborto, la sodomía, la anticoncepción o el adulterio, hasta el punto de haber querido ser disuelta por el mismo Juan Pablo II. Y sin que Bergoglio les llame al orden.
Hemos escuchado al superior de los jesuitas actual (padre Arturo Sosa) decir que no sabemos lo que Cristo dijo porque en esa época no habría grabadoras. O negar la existencia del demonio.
Padre Arturo Sosa, amigo de Bergoglio y superior de los jesuitas. Otro de los sacerdotes que a él le gustan, usuario habitual del traje de calle, sin sotana y sin clergyman, hasta su nombramiento.
Y hemos asistido al nombramiento por Bergoglio del sacerdote pro-gay james Martin, como asesor en comunicación. O a las herejías más contundentes de su mano derecha, el jesuita Antonio Spadaro, fiel intérprete de la mens bergogliana. O al nombramiento del heterodoxo P. Frédéric Fornos, S. J., como director del Apostolado de la Oración (otro jesuita sin sotana, e incluso sin clergyman), etc.
Porque a Bergoglio no solo no le gustan los curas con sotana. Los prefiere incluso sin clergyman, como sus curas villeros, como los jesuitas o salesianos modernos (nombró director de los Salesianos al español, otro que viste “de calle” y que defiende a Pagola).
Ángel Fernández Artime, sacerdote salesiano español, amigo de Bergoglio en Argentina, nombrado por él nuevo Rector mayor de los Salesianos. De nuevo, habitual usuario de chalecos y chaqueta, hasta su nombramiento.
Y más abajo aún en ese mismo discurso alaba a Arrupe (¡cómo no!), que llevó a la Compañía al más rampante modernismo e indiferentismo y quien abrió en ella la puerta a la meditación zen (que tanto le gustaba), al hinduismo, al yoga o al eneagrama, tan practicado por ellos.
Los jesuitas, otrora columna de la Iglesia, han sido infiltrados por el demonio desde hace dos siglos por medio de elementos masónicos, marxistas, ateos, independentistas, globalistas e incluso satanistas. El demonio ha querido tomarse cumplida venganza de ellos haciendo caer el pilar de la Iglesia y usando la Compañía de Jesús como ariete para demoler la Iglesia y su doctrina, que ellos con tanto esfuerzo ayudaron a consolidar en los últimos cinco siglos. Era de esperar que de ese árbol venenoso, debidamente infiltrado, saliera el fruto más acabado de la perversidad y odio a la Iglesia… el falso profeta, el Cardenal Bergoglio, el hijo de Gog (hijo del comunismo): Bar-Gog.
Bergoglio es un servidor de Satanás, la bestia negra de la masonería sentada en el trono de Pedro, del que ha desplazado al papa auténtico, BXVI, que sigue secuestrado en el Vaticano. Lo peor de todo no es eso, siendo ya como es la confirmación del Tercer Secreto de Fátima, sino el silencio de tantos sacerdotes, obispos y cardenales que leen estas cosas y callan. Perros mudos, que deberán dar cuentas a Dios por callar cuando se ataca lo más santo, dejando que las almas se condenen siguiendo la doctrina de demonios de Bergoglio, alabando por el contrario a Francisco.
Recuerdo cómo la Virgen les pedía a los sacerdotes y religiosos en Garabandal que vistieran SIEMPRE sus sotanas y sus preciosos trajes religiosos. Y ahora vemos cómo el que lleva cinco años usurpando el papado ataca frontalmente la sotana, símbolo del sacerdocio y de su altísima dignidad. Quien quiera entender, que entienda. Así habla Satanás, vistiendo cuernos como de cordero (la mitra papal) pero hablando como la serpiente, como el Dragón.
María Santísima, protege del falso profeta al resto fiel y a los sacerdotes fieles. Y ábrele los ojos a quien los tiene cerrados por ignorancia. Porque los que voluntariamente no quieren ver, después de cinco años de blasfemias, herejías y ataques a la fe católica son los peores ciegos, ciegos voluntarios y, por tanto, culpables ya a estas alturas de su propia ceguera.
Juan Suárez Falcó
A 4 de agosto de 2018 (Santo Cura de Ars, patrón de los sacerdotes)
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Y...no le pidan peras al olmo.Todo dicho.
Que confusion y que dolor e incertidumbre por nuestro destino eterno, entonces si Bergoglio estamos seguros de que es la bestia del apocalipsis, siendo así Don Minutella no estaría obrando mal, sino que seria el unico valiente que estaría actuando bien. Que hacer? Pido a Dios una señal que clamamos desde el fondo de nuestras almas para dicernir y encontrar la verdad y ella nos hara libres.
Rezar y clamar como el pueblo de Israel en Egipto. Pronto vendrá el Señor a liberarnos de esta terrible confusión y dolor.