Juan Suárez Falcó
(Francisco al obispo Bruno Forte, Arzobispo de Chieti-Vasto, Secretario especial del Sínodo de obispos sobre la familia)
He querido empezar este artículo recordando la confidencia que Mons. Bruno Forte (Arzobispo modernista y Secretario especial del Sínodo de la Familia por designación de quien viste de papa) hizo respecto de lo que le dijo Francisco durante el Sínodo y que expresa mejor que todo lo que yo pueda decir quién es realmente Bergoglio y a lo que ha venido a la Iglesia: a destruirla.
Alguien que le dice al que maneja el Sínodo bajo sus órdenes que su estrategia y objetivo final era la de dar la comunión a los adúlteros (sin arrepentimiento), pero que no podía decirlo así abiertamente y que el plan a seguir era estratagema malvada de ocultar sus verdaderas intenciones se califica a sí mismo como un hipócrita y falso pastor, uno vestido oveja, pero que es lobo.
Para ello, recordémoslo, en el Sínodo de la familia Bergoglio no se ahorró ninguna técnica de control dictatorial: negando que se hicieran públicas las intervenciones de los padres sinodales; saltándose, por su expresa voluntad, el requisito de los votos mínimos necesarios para poder someter a discusión en el Sínodo el tema de los divorciados vueltos a casar (dos tercios); imponiendo una Relatio post disceptationem absolutamente herética y criticada por todos, hasta el punto de que Mons. Ërdo acusó a Mons. Forte de hacerla a su gusto y en contra de las intervenciones que realmente se produjeron en las sesiones previas; enviando al Card. Kasper a criticar a los obispos africanos que se le opusieron, etc.
Finalmente Bergoglio consiguió lo que quería, publicando en las Actae Apostolicae Sedis su carta en la que recomendaba como “única interpretación posible” la dada por los obispos de Buenos Aires argentinos sobre el Cap. VIII de Amoris Laetitia: que sí hay casos en que se puede dar la comunión a los adúlteros, sin confesión ni propósito de enmienda, contradiciendo las mismas palabras de Cristo y el magisterio permanente e igual de la Iglesia durante 2000 años, explicitado en el Catecismo (numerales 2336, 2380, 2381, 2384,2390 y 2400) y en Familiaris Consortio, 84 y Veritatis Splendor, que consideran que nunca, en ningún caso, es lícito el adulterio, como acto intrínsecamente malo que es.
Cuando alguien actúa así en un tema central de la fe católica, entregando el Cuerpo de Cristo en manos de los pecadores públicos, sin arrepentimiento, todo lo que haga antes o después queda descalificado, de radice. Está incapacitado por sus propios actos para enseñar la fe católica, mientras no se desdiga de su error (no culposo sino doloso,a la vista de su contumacia) y responda a las dubia de los Cardenales que, fieles defensores de la fe, le exhortaron a ello.
Es necesario, pues, poner la Exhortación “Gaudete et Exultate” en su justo contexto, para entender qué se pretende con ella, y cómo es un nuevo clavo en la tapa que entierra el magisterio de Cristo y de la Iglesia, una nueva piedra que se lanza contra el dogma de la fe.
Sabemos que Bergoglio no es papa. Es masón desde hace décadas.
Es un usurpador que consumó el golpe de estado que la masonería eclesiástica dio en 2013 a la Iglesia, obligando a dimitir a Benedicto XVI, que por la misma razón continúa siendo el papa (https://comovaradealmendro.es/2017/03/breve-cronica-de-un-golpe-de-estado-masonico-en-la-iglesia-estudio-juridico-teologico-de-la-renuncia-de-benedicto-xvi/).
Desde entonces, el Card. Bergoglio ha ido demoliendo la Iglesia con perseverante arrogancia, ante el silencio de tantos pastores que deberían estar clamando contra el lobo…. y, lo hace mediante la típica estrategia masónica (ergo farisaica): usando la pastoral, los hechos, las entrevistas, las peroratas en el avión, las recepciones a parejas de homosexuales, adúlteros o transexuales (sin llamarles a la conversión) para desautorizar a Cristo, a la Biblia y a la Tradición, para destrozar el magisterio de la Iglesia. Como persona inteligente que es en su malicia, sabe que no puede escribir documentos con abiertas herejías, porque se expondría a una Corrección explícita y abierta y por eso introduce en ellos palabras confusas, opacas, que él luego interpreta mediante su exégesis vertida en entrevistas y charlas, nunca desmentidas (las tres entrevistas dadas a Scalfari son clamorosas, no solo por lo que en ellas está escrito sino por las otras respuestas escandalosas de Bergoglio que el periodista nos ha transmitido).
Su técnica es sinuosa. Usa el llamado “doble pensar” o double mind satánico: en público proclama la doctrina de la Iglesia. En privado, a todos les aconseja que vivan en pecado si son homosexuales, que vayan a comulgar a otra parroquia si su párroco no les da la comunión (siendo adúltero), que siga siendo transexual y que tiene derecho a comulgar, que hay que reconocer las uniones homosexuales, que puede comulgar (vai avanti) si es protestante casada con un católico, que no existe el Infierno ni el demonio, que las almas se aniquilan, que para salvarse basta con hacer el bien que cada uno considere válido en su corazón, que el milagro de la multiplicación de los panes y los peces no fue tal sino un mero compartir, que las distintas Iglesias cristianas componen diversas caras de un poliedro sin que la Iglesia católica tenga la Verdad completa, que las religiones son distintas tradiciones igualmente válidas para llegar a Dios, que la Eucaristía no es un premio para los santos sino una medicina para los pecadores (sin arrepentimiento previo), que la Virgen se sintió engañada, que por las venas de Cristo corría sangre pagana, que no hay un Dios católico, que las personas de la Santísima Trinidad se pelean entre ellas pero que de puertas hacia afuera se muestran como bien avenidas, bendice a comunistas execrables como Maduro, Evo Morales, Zúñiga, Hebe de Bonafini, Fidel Castro, etc. al tiempo que no tiene un minuto para defender a Asia Bibi o a las víctimas cristianas de los atentados del Islam, etc… Harían falta muchas páginas para reseñar tan solo las blasfemias, profanaciones y difamaciones cometidas o proferidas en estos últimos cinco años contra la fe, los sacramentos, la Iglesia, sus santos y los fieles que aman la Ley de Dios y la intentan cumplir con su gracia. A éstos les ha dedicado y les dedica todas sus invectivas e insultos, de múltiple calibre y nombre…
Es el actuar del fariseo: decir una cosa y hacer la contraria. Usar la religión como un instrumento de control del pueblo, pero desmintiendo con sus hechos y palabras (en su corazón) lo que predica.
De un árbol malo no se obtienen frutos buenos. Y Bergoglio, desde hace décadas (bien nos lo contó Antonio Caponneto en su terrible “La Iglesia traicionada”) siempre fue así: nunca se arrodilló ante la Eucaristía, nunca decía “el cuerpo de Cristo” al dar la comunión, siempre aconsejó en privado comulgar en pecado mortal a adúlteros y sodomitas… eso sí, cultivando de cara al público en sus homilías y entrevistas una calculada ortodoxia para que los cardenales electores de los Cónclaves de 2005 y 2013 pensaran de él que era un hombre de fe…
Se puso en el centro de la Mafia de Saint Gallo, como beneficiario de sus conspiraciones, a las que asintió, para poder salir elegido papa en un Cónclave que fue nulo de raíz porque la renuncia de BXVI fue nula por haber sido obtenida por la fuerza, o porque solo renunció al ministerium como obispo de Roma, manteniendo el munus o papado…Y como ese Cónclave fue nulo no contó con la asistencia del Espíritu Santo y por eso los electores pudieron ser engañados por la famosa Mafia… para sacar al destructor del que nos habló San Francisco en su profecía. Y mientras, BXVI está secuestrado en el Vaticano, como también nos contó la Virgen en Trè Fontane y en sus apariciones a Mariana de Jesús Torres (https://comovaradealmendro.es/2017/05/fatima-la-parte-aun-no-revelada-del-tercer-secreto-versa-la-gran-apostasia-la-iglesia/).
Pues bien. He leído con pausa y detenimiento la “Exhortación apostólica” Gaudete et Exultate. Y con mucho sufrimiento. No es un don mío sino gratis recibido de Dios el tener un claro discernimiento de espíritus. Y todo lo que escribe Bergoglio me huele y me sabe a serpiente y me suena al silbido sibilino de la sierpe. Bergoglio tiene dos cuernos como un cordero (la mitra papal), aparenta ser el Vicario de Dios, pero habla como una serpiente, como el Dragón que lleva en su corazón, porque de la abundancia del corazón habla la boca. Nunca hay en él una llamada nítida al arrepentimiento sincero, a la búsqueda de la santidad, a la docilidad a la gracia, y si alguna vez hace algo parecido la desmiente luego con sus hechos, blasfemias y malicias.
Con estos antecedentes, nos enfrentamos hace días a la lectura de Gaudete et Exultate, esperando a ver qué venenos se han instilado esta vez en su interior, para corrupción y pérdida de las almas. La conclusión es desoladora y, a la vez, prístina como un diamante a los ojos de los que tienen discernimiento. Con este Documento queda al descubierto, meridianamente clara, la estrategia de Bergoglio para romper la Iglesia: la falsa disyuntiva entre el Amor a Dios y el supuesto amor a los hombres.
Bergoglio es un auténtico maestro del sofisma. Llamamos sofisma al planteamiento de una disyuntiva falsa, oponiendo arteramente dos términos como supuestamente contradictorios y alternativos, obligando a e elegir entre ellos… pero en el bien entendido de que uno, el perverso, se hace pasar por bueno y el bueno por perverso. La RAE define “sofisma” como “razón o argumento falso con apariencia de verdad”.
¿Cuál es el sofisma que mantiene Bergoglio durante todo el documento? Pues que los que se quieren santificar mediante el culto a Dios no son verdaderamente santos sino fariseos, inmisericordes, rígidos, gnósticos y pelagianos, amantes de la ley y de la liturgia, los que tienen respuestas a todo (¿no las tenía Cristo como Verdad que es y no la tiene la Iglesia en su magisterio?)… en oposición a los que se hacen santos por amar a sus hermanos.
Es una sutil herejía, que, en su desviación económica ya fue plasmada hace años en la famosa opción preferencial por los pobres (nacida del Pacto de las Catacumbas de 16 de noviembre de 1965), y que ya fue corregida con dureza por Juan Pablo II y desmentida por un compañero hace poco (https://comovaradealmendro.es/2017/04/la-ultima-herejia-pauperismo-la-pauperolatria/), muestra el cariño que Bergoglio le tiene al comunismo (yo mismo lo advertí https://comovaradealmendro.es/2016/11/la-preocupante-simpatia-de-francisco-por-la-ideologia-comunista-con-ocasion-de-la-entrevista-realizada-por-eugenio-scalfari-a-francisco-el-pasado-7-de-noviembre/), propia de la “teología del pueblo” que profesa y que no es sino una variante de la teología de la liberación, creada por la KGB para destruir la Iglesia (https://www.aciprensa.com/noticias/ex-espia-de-la-union-sovietica-nosotros-creamos-la-teologia-de-la-liberacion-45686).
Bergoglio no ama a Dios, sino al padre de la mentira y por eso es hijo de Satanás. Son palabras de Cristo para referirse a los fariseos (Juan 8, 44 y ss.) porque su vida es doble (Juan 1, 47) y su lengua, bífida. Pero para extender entre los fieles católicos el desamor o el odio a Dios no puede hacerlo abiertamente, claro, sino indirectamente, con astucia y malicia. Y para ello opone el amor a Dios, la adoración, el silencio, la oración, el amor a su ley y a sus mandamientos, a su liturgia (en la que se le da el culto debido de latría) con un supuesto amor a los hombres. Y digo supuesto porque el que no ama a Dios no puede amar a los hombres. Ese supuesto amor se queda en una mentira, en una pose farisaica. Recordemos cómo Epulón dejaba morir de hambre a Lázaro en la puerta de su casa. Y cómo los fariseos daban limosna en las plazas para que todos les vieran y les alabaran, aparentando ser muy caritativos en público (a Bergoglio le encanta que le filmen mientras come con los pobres y acaricia a enfermos y desfavorecidos), pero luego en realidad no amaban sino que detestaban a sus hermanos. Así, hemos asistido atónitos a sus desaires, en privado, a las monjas que querían abrazarle:
También a los niños que rezan con las manos unidas, o cuando le soltó un manotazo a otra monja (ver minuto 27:28), etc.
Con esta Exhortación, en conclusión, Bergoglio niega el primer mandamiento: “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, mandamiento que implica amarle antes que a los hombres, y amarle en los hombres. Pero no amar a los hombres sin Él. Y constantemente presenta el amor a los hombres como el único que santifica y lo opone sutilmente con el amor que algunos profesan a Dios, supuestamente sin amar a sus hermanos. Falso. Porque el que realmente ama a Dios necesariamente ama a sus hermanos. Porque el que supuestamente dice que ama a Dios (pero no lo ama en realidad) y no ama a sus hermanos es un fariseo, o sea, de la estirpe de Bergoglio y los suyos.
“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto”. (1 Juan 4, 20)
Bergoglio le imputa el pecado de fariseísmo a los que supuestamente aman a Dios sin amar a los hermanos. Pero son ellos los que dicen que aman a Dios cuando realmente no le aman, y por eso no aman tampoco a los hermanos. Ése es el puro fariseísmo. Me remito al estudio hecho por un compañero de web sobre el auténtico fariseísmo (https://comovaradealmendro.es/wp-content/uploads/2016/11/Qui%C3%A9nes-son-hoy-los-fariseos.pdf).
De hecho, los fariseos, incluyendo al Sanedrín, trataron de apóstatas y de herejes a Cristo y a sus apóstoles, como ahora trata Bergoglio en el delirante Cap. II a los verdaderamente santos. A los que aman a Dios por encima de todas las cosas y en Él, a sus hermanos, y con su gracia, evitan el pecado mortal. Y si caen en él, se confiesan con verdadera contrición y propósito de enmienda. Recordemos los ataques de Bergoglio a santos como a Santa Teresa (a la que llamó “vieja”), a la beata Imelda Lambertini (https://comovaradealmendro.es/2018/03/la-beata-imelda-lambertini-y-la-desverguenza-de-francisco/) o cómo ha rendido culto público por dos veces al padre Pío o al sacerdote Leopoldo Mandic, cuando ellos defendían la santidad de vida y el rechazo del adulterio que él acoge. Imitando en ello a los fariseos antes de la Pasión del Señor, que adornaban los sepulcros de los profetas que sus padres habían matado (Mt 23,29).
Es por eso que el Cap. II de Gaudete et Exultate es una auténtica diatriba de invectivas e insultos contra la verdadera santidad (la que ama a Dios y al prójimo como a sí mismo), que él opone a la santidad de los que aman a los hombres. En él, Bergoglio no puede contener la catarata de ofensas, agravios e injurias que le salen del corazón contra todo lo santo. Igual que odia la Eucaristía, a la Virgen (a la que ha atacado varias veces), la tiara papal o la sotana, o a las monjas consagradas, el Rosario… con esa misma sutileza opone el amor a Dios con el amor (supuesto) a los hombres. Y le achaca a los que se le oponen dos viejas herejías que le vienen como anillo al dedo a él mismo y a los suyos: el pelagianismo, que es la herejía de los que niegan la gracia, como él, que cree que no todos podemos ser santos ni castos (de nuevo, Amoris Laetitia, la herejía de la moral de situación); y el gnosticismo, que es la herejía de la masonería, siendo él mismo masón, y que se basa en que la salvación no la da la fe ni la santidad sino unos supuestos conocimientos solo para iniciados: recordemos su criptojudaísmo, sus amigos de la masónica B´nai Brit en Argentina (como el masón Sergio Bergman, quien le llama cariñosamente “Mi rabino”), su pectoral donde aparece Osiris con los símbolos de la Ordo Templi Orientis, sus frases masónicas y satánicas (“Jesús se hizo serpiente”, http://www.lastampa.it/2015/09/14/vaticaninsider/es/vaticano/el-papa-el-diablo-promete-mucho-pero-paga-mal-xrXM5HF701bqkitcAu1PaN/pagina.html) y sus constantes toques y gestos masónicos, etc…
Dejo para otros artículos posteriores, si Dios me da la fuerza, las muchas herejías vertidas en el Documento, ninguna expresa sino todas ellas camufladas e insinuadas, como dejándolas caer, las citas manipuladas y amputadas para hacer decir a los santos lo contrario de lo que él quiere decir (https://infovaticana.com/2018/04/12/las-citas-inexactas-de-gaudete-et-exsultate/), justo como ya ocurrió con muchas de las citas que usó en Amoris Laetitia, Evangelii Gaudium o Laudato si´.
En resumen: queridos hermanos en la sufrida fe católica, tenemos que tomar plena consciencia de que en la Iglesia tenemos desde hace 5 años un supuesto papa que no es tal, que no es Vicario de Cristo sino de Satanás, que se dedica a destruir con sistemática maldad la verdadera santidad de vida que consiste en cumplirlos mandamientos de Dios:
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquél es el que me ama”. (Juan 14, 21)
Luego, el que no cumple los mandamientos y no los ordena cumplir no le ama, aunque diga que le ama, sino que le odia. Y amar supuestamente a los hombres sin amar a Dios no es amarles, porque no les llama a la conversión, sino que se contenta y se goza a condenarles al Infierno con su la falsa misericordia, que les deja en sus pecados, como hasta ahora ha estado haciendo este falso profeta.
Yo rezo a diario por su conversión, en mis misas y rosarios. Nadie nace condenado. Pero si él, en su libre albedrío, no quiere convertirse sino llevar al Infierno a las almas, como está haciendo, acabará siendo el falso profeta del que nos advierte Dios por boca de San Juan apocaleta.
Bendita sea la Excelsa Madre de Dios, María Santísima, y San José, terror de los demonios y patriarca de la Iglesia. Ellos nos protejan del Maligno y de sus cómplices.
Seguirá…
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Ver comentarios
Bergoglio es el anticristo por eso hace lo que hace.
Si lo que se afirma en este artículo se corresponde con la verdad, no hay más que una conclusión posible: sentado en la silla de Pedro tenemos a un hombre que...
Pero entonces, ¿por qué no se toman medidas en la Iglesia para poner remedio de una vez por todas ya a tal IGNOMINIA?
Leemos: "acabará siendo el falso profeta del que nos advierte Dios por boca de San Juan apocaleta". Si es así, será el último falso profeta, sobre el cual el Apocalipsis nos habla como de alguien (en singular). Jesus, por otra parte, advertía (en plural) sobre guardarnos de los falsos profetas que por fuera son ovejas mansas pero que por dentro son lobos rapaces. ¿Estamos hoy ante el único Pseudoprofeta o ante el primero de una serie de Pseudoprofetas? Francisco es octogenario: si es el último, el Anticristo (como hombre individual) no tardará en aparecer, frente a los "anticristos" de los que hablaba San Juan. Por lo mismo, la Parusía no estará muy lejana... Ahora bien, si es el último, será espectador de la Parusía. ¿Es verosímil?
¡Qué artículo portentoso! Realmente no hay siquiera una coma mal puesta. Es muy triste lo que está pasando, más que triste, tristísimo. En mi opinión se está cumpliendo cabalmente la visión que la Santísima Virgen nos dio a conocer a través del Tercer Secreto de Fátima (nunca revelado en su totalidad puesto que solo se publicó la Tercer Memoria de Sor Lucía y no la Cuarta). En la parte final de dicho secreto, Lucía dice que el Papa...
...Llegando a la cima del monte, postrado, de rodillas a los pies de la cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le disparaban varios tiros y flechas, y así mismo fueron muriendo unos tras otros los obispos, los sacerdotes, religiosos, religiosas y varias personas seglares...
Es curioso que la Virgen le haya mostrado a Lucía la muerte del Papa por medio de flechas (era 1917, transcurría la Primera Guerra Mundial y se estaba muy lejos de los tiempos en que se peleaba con arcos y flechas). Pero la imagen se aclara cuando leemos Ef 6:14-16;
"Estad pues firmes , ceñidos vuestros lomos de la verdad, y vestidos de la cota de justicia. Y calzados los pies con la preparación del Evangelio de la paz; sobre todo, tomando el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno".
En la visión, el Papa "cae muerto" por los dardos del maligno (o de sus "soldados", las fuerzas demoníacas). Al decir que el Papa (aunque también podría decirse el Papado) muere, y no que es herido, quiere decir que sucumbe definitivamente a la influencia del innombrable, no es que trastabilla y se levanta como Pedro, sino que cae irrecuperablemente en la apostasía, muere espiritualmente. Y el Papado con su caída, arrastra a la misma a sacerdotes, religiosos y laicos. Y eso es lo que estamos viendo ahora y que tan bien describió el autor del presente artículo.