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BENEDICTO XVI Y EL ESPÍRITU DE APOSTASÍA

    En cuanto murió el Papa Juan Pablo II, el espíritu de la apostasía se movió a toda prisa para aprovechar esa gran oportunidad que se le presentaba. Recordemos que ese espíritu está <<encarnado>> en muchos miembros infiltrados. Y el cónclave se desarrolló aparentemente con toda la calma del mundo. Les compartimos un testimonio salido de la boca de un Cardenal que participó en dicho evento trascendental para  la vida de la Iglesia. Él nos contó que el frente germano estaba muy bien organizado para ese suceso y en principio querían que fuera electo cualquier otro cardenal- si bien ya tenían a su candidato- menos el Cardenal Joseph Ratzinger, quien no sólo fue el hombre de confianza del Papa recién fallecido, sino uno de los más grandes aguerridos defensores del Depósito de la fe y que ofrecía una notable resistencia a las innovaciones doctrinales. Por algo fue por muchos años el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe.

    Él nos expresó con un tono de gran sorpresa: <<Contra todo lo que ellos y nosotros hubiéramos esperado, fue elegido Papa el Cardenal Ratzinger>>; obviamente esto desconcertó y molestó muchísimo a la corriente opositora, quien desde el primer momento del nuevo pontificado empezaró a ejercer presión para hacer algunos notables cambios para la vida de la Iglesia, y el Papa resistió lo más que pudo a este intenso embate, pues el espíritu de la apostasía ya había ganado buen terreno al interior de la curia romana. Cuando Benedicto XVI, el Papa emérito, vino a Aparecida, Brasil, ahí dejó entrever de manera muy fina lo que se estaba suscitando al interior de la Iglesia. Sólo alguien insensible no podrá verlo y para nosotros sólo basta un botón, aparece la denuncia de la pretensión de sacar a Dios del horizonte humano, y la propuesta de una hermenéutica que no tiene como punto de referencia al Creador: <<Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de “realidad” y, en consecuencia, solo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas. La primera afirmación fundamental es, pues, la siguiente: Sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano. La verdad de este tesis resulta evidente ante el fracaso de todos los sistemas que ponen a Dios entre paréntesis>> (Discurso de Benedicto XVI en Aparecida). En este mismo discurso podemos encontrar la insistencia del Santo Padre por revitalizar la fe regresando a los orígenes de la misma, al encuentro con Cristo, de manera particular en el Pan de la Palabra y de la Eucaristía.

    Y que el espíritu de la apostasía se cierne cada vez más sobre la barca de Pedro lo reconocen los Pastores reunidos en Aparecida, Brasil. Ciertamente no le llaman de esta manera, pero ella salta a la vista en un brillante texto de la misma en la Introducción del Documento: <<No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza “es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad”. A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que “no se comienza  a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” >> (DA 12).

    Notemos el final de este extraordinario texto, los Pastores citan al Papa Benedicto XVI, y lo que podemos entresacar de esta afirmación y que forma parta del Magisterio de la Iglesia Latinoamericana son los siguientes puntos que nos parece nos ponen en sintonía con el espíritu de la apostasía que es reconocido en el Documento: “Adhesiones selectivas y parciales de las verdades de fe” y “moralismos blandos y crispados”, y esto, precisamente esto es lo que está haciendo que en la Iglesia se muestre lo que los Pastores llamaron un “gris pragmatismo”, el disimulo de lo que está sucediendo, como si todo continuara bien y normal, es decir, como si nada <<malo>> estuviera    fraguándose dentro de ella, pero las consecuencias no se dejan esperar, pues los frutos clarísimos que saltan a la vista son en palabras del Documento: <<La fe se va desgastando y degenerando en mezquindad>>. Aquí precisamente está el espíritu de la apostasía, ya sabemos que los dos blancos fundamentales son tergiversar la doctrina verdadera y la moral católicas, pues la meta es que se provoque <<la pérdida de la fe>> que es la expresión que estaría más en sintonía con la Escritura (Lc 18,8), y por consiguiente, la perdida de la caridad que desemboca precisamente en mezquindad (Mt 24,12), es decir, la ética cristiana se derrumba.

    El recurso de la imagen de un panorama <<gris>> que está dentro de la Iglesia, y eso supone que está en un punto mediático diríamos, pues no hay plena luz como tampoco tinieblas, ese reconocimiento nos parece de suma importancia a la hora de hacer paralelismos con los textos de la Escritura. Por lo pronto quedémonos con esa afirmación de hace diez años, pues la reunión de Aparecida fue en mayo del 2007, en donde abiertamente se reconoce que hay un proceso de pérdida de la fe y de la ética cristiana. Hay que estar conscientes que en Aparecida la Iglesia toma una postura muy interesante, muy diferente a la de Puebla por ejemplo, porque mientras que en aquella Asamblea se puso el énfasis en la realidad social y la necesidad de una Nueva Evangelización, como una mirada ad extra, hacia afuera, en Aparecida sin perder de vista el contexto, se hizo el esfuerzo de mirar hacia dentro de la Iglesia, ad intra; este es el motivo de insistir que antes de misioneros, somos discípulos, y éste deberá volver a la raíz de la fe que es el encuentro con Cristo si quiere preservar la fe.

    Después de esa Asamblea de capital importancia para la vida de la Iglesia en Latinoamérica, el Papa Benedicto XVI retornó a la Sede de Pedro, y ahí arreciaron las crisis en contra de su pontificado. Muchos escándalos que no fueron de a gratis, ni tampoco cuestiones aisladas que salieron a la luz pública y que empañaron su labor de gran Pastor de la Iglesia, sino que formaron parte de un plan, de aquellos que están en sintonía con el espíritu de la apostasía, pues el Papa Benedicto por su firmeza en la defensa de la verdad perenne de la Iglesia, <<era>> un gran obstáculo para ese proyecto siniestro. El anciano Papa llegó a la conclusión que por el bien de la Iglesia tenía que renunciar al pontificado, nadie lo hubiera esperado porque se trata de una personalidad férrea, sumado al testimonio extraordinario de primera mano por la cercanía que tuvo con el Papa Juan Pablo II, y este último entregó todo, absolutamente todo, aun cuando las fuerzas ya no estaban en su cuerpo, pero su espíritu se esforzó al máximo para estar al pie de la cruz. No sabemos todo lo que habrá pasado por la cabeza y sobre todo el corazón de este gran Pastor fidelísimo a la Tradición de la Iglesia, a la verdad del Evangelio, pero indudablemente nos parece que detrás de este suceso como fue la renuncia del Papa en un momento crucial para la vida de la Iglesia, algo muy especial se está moviendo no sólo al interior de la misma, como es el espíritu de la apostasía…pero más allá de eso, jamás debemos perder de vista que quien tiene finalmente el destino de la barca de Pedro, es el Rabino de Nazaret, Jesús el Hijo de Dios (Mt 16,18-19; 28,20), por más que este momento el timón quizá no lo tenga él, sino los discípulos que se están dejando llevar por sus criterios personales y al Maestro lo han dejado dormido en la popa, si bien semejante osadía hará que la barca empiece a ser zarandeada por la fuerza del viento y del poder de la olas, amenazándola con hundirla o hacerla zozobrar (Mc 4,35-41).

    El nuevo Papa que asumió el nombre de Francisco y nos puso inmediatamente en relación con la figura de San Francisco de Asís, quien se distinguió en su espiritualidad especialmente por tres puntos, a saber: su pobreza evangélica, su fraternidad con todas las creaturas incluyendo al lobo rapaz, pues son sus hermanos  el sol y la luna; y finalmente su profundo deseo de <<reconstruir>> la Iglesia. Hay que estar atentos en la manera como este Papa, con el simbolismo de su nombre, pretende encarnar el espíritu del Santo de Asís, que nunca perdió de vista la radicalidad del Evangelio.

El autor del texto usa en este último párrafo una serie de alegorías: El santo de Asís reconstruye la Iglesia, es hermano del sol y de la luna, como del lobo rapaz, criaturas de Dios, que nos llevan a Dios cuando las amamos. Por el contrario, si quien se hace llamar Francisco para «asemejarse» a él, trata de desmantelar y destruir la Iglesia, se hermana con personajes que se asemejan a lobos rapaces y la luna y los astros son usados por él de forma esotérica, poco o nada se asemeja al Pobre de Asís.

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Como Vara de Almendro

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2 Comments

  • Aun sigo a la espera de unas palabras dirigidas por parte de francisco a su santidad BXVI especialmente despues de que este ultimo publicó que ya se estaba preparando para ir a la casa del padre…. Pero no. eso no ha pasado. Al contrario, supuestamente BXVI esta feliz aplaudiendo a francisco….ahhh y ultimamente he escuchado y leido sobre futuros documentales, peliculas, y hacen entrevistas a personas que hablan maravillas de francisco entre otras cosas que tienen como finalidad mostrarlo como un hombre maravilloso… Pero esos engaños se los dejo para las masas enardecidas que estan felices porque estan dentro de una iglesia cuyo magisterio tristemente nos lleva al pecado… Porque al fin de cuentas las personas dicen… Queee vaaaa.!!! Pequemos y pasemos «rico» que de todas formas tanta es la misericordia de Dios que seguro vamos para el cielo. Dios danos el dicernimiento, la sabiduria y aumenta nuestra fe para no traicionarte señor. Amen

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