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CASO MILONE. GOTTI TEDESCHI: EL VENENO ESTÁ EN LA FALTA DE VOLUNTAD PARA RESOLVER LOS PROBLEMAS Y EN LA FALTA DE TRANSPARENCIA

Marco Tosatti -27 junio 2017- Stilum Curiae

La repentina e imprevista dimisión de Milone, Revisor vaticano, ha generado una amplia serie de preguntas hasta ahora sin respuesta. Pero se trata de una historia que hace decenios ya era tempestuosa, y es la de las finanzas vaticanas. El querer casar sueldos y fe ha generado escándalos, problemas y disgustos sin fin. Hemos preguntado a Ettore Gotti Tedeschi si respondería a ciertas preguntas que tenemos sobre este tema candente.

Alguien habla de una «maldición» hacia quien se ocupa de las finanzas vaticanas ¿Hay algo de verdad en estas afirmaciones? ¿Dónde está el veneno?

Para resolver una situación compleja, antes de hacer cualquier pronóstico, se debe estar seguro de haber hecho un buen y correcto diagnóstico. Si no se indagan las causas originales de un problema, será difícil resolverlo. Continúan cambiando a las personas (sin permitirles resolver las causas) buscando aquel milagro que lo solucione todo. Pero los milagros no los decidimos el común de los mortales, normalmente no se producen y entonces nos lamentamos. «Es una maldición» que recae sobre las finanzas vaticanas. ¡Ni en sueños! Es solamente una cierta «falta de voluntad» para resolver las causas verdaderas y reales de un problema que se ha generado. Ese es «el veneno». Más allá de las charlatanerías que circulan en los periódicos por parte de los diversos periodistas de variadas tendencias, existe una explicación al problema de fondo por el cual esta «maldición» continuará en siglos venideros (y no será exorcizada hasta que se restablezca el orden necesario), no se ha actuado en los cambios del proceso de transparencia deseado por Benedicto XVI y que él firmó con el motu proprio de finales de 2010.

¿Y en qué consistía dicho proceso de transparencia?

Desde el famoso atentado de las dos torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, las normas internacionales de transparencia en las diversas gestiones de las actividades financieras han sufrido un giro que exige una mayor rigidez, a fin de verificar, no solo la reconversión del dinero sucio, sino también la consecuente financiación del terrorismo. Desde ese momento, progresivamente, van desapareciendo todos los «paraísos fiscales y de divisas» y las normas de transparencia se vuelven mucho más complejas. Está claro que eso hubiera valido la pena también para las actividades previstas en la Santa Sede, a pesar de estar destinadas, en principio, a obras religiosas. Pero Su Santidad Benedicto XVI entiende inmediatamente que aceptar estas normas sería una declaración de aceptación de las reglas internacionales de transparencia, necesaria y oportuna, una verdadera apertura y una forma de pactos en materia financiera global. No solo eso: queda claro a Benedicto que la credibilidad del Papa y de la Iglesia era el mayor valor para garantizarse prestigio, para ser escuchado y creído. Estas normas de transparencia, quería que fueran «ejemplares» incluso para los otros países. ¿En qué consiste un proceso de transparencia en materia financiera? Consiste en un sistema de leyes que la regulan, en un conjunto de procedimientos para la actuación práctica de las leyes, además de un sistema de control que garantice, dentro y fuera su aplicación y así se hizo en 2010 y 2011. Pero poco después (a finales de 2011 y principios de 2012) se cambió misteriosamente. Desde entonces nadie ha tenido más paz. Mucho menos el pobre papa Francisco que cuando se dio cuenta de la complejidad y de los riesgos de tener dentro de la Iglesia tales instituciones financieras, nunca ha podido tener sugerencias suficientemente convincentes.

Una de las primeras decisiones del Papa era unificar todo este sistema de finanzas y economía en un único dicasterio, que poco a poco, sin embargo, fue despojado de sus poderes. ¿No fue posible una reforma? ¿O había poderes más fuertes y consolidados para que pudiera funcionar?

Como escribió Benedicto XVI en Caritas in Veritate, cuando las situaciones son muy complejas y graves para resolverlas no basta con cambiar los instrumentos, deben ser cambiados los hombres que los utilizan. Pero saber cómo cambiar las personas para que puedan tener las habilidades y características específicas suficientes para la aplicación de las reformas específicas no es tarea fácil. Es necesario saber tener adecuados consejeros que sugieran elecciones adecuadas.

Se habla mucho del Apsa, del Ior, y otras entidades; y se habla poco de la Sección Económica de la Secretaría de Estado. ¿Es importante? ¿Está cubierto por el presupuesto o el Vaticano no aparece? ¿Tiene un papel en estos últimos eventos, tal y como sugieren ciertas hipótesis?

No sé que papel pueda haber tenido. Creo que su rol y función depende también del Secretario de Estado. El actual me parece que es (y me viene confirmado de todas partes) una persona inteligente, competente, fiable y (también) un hombre de Dios. Sería importante conocer si tiene los poderes para operar. Pero según me parece de esta parte económica es importante otro órgano normalmente olvidado cuando se habla de esta materia. Es la FIA, (Autoridad de Información Financiera) un órgano muy famoso de vigilancia querido por Benedicto que fue confiado al gran cardenal Attilio Nicora, quien lo presidió hasta hace un par de años, sustituido después en un período inquietante y controvertido por otras personas, que pareciera habrían contribuido en cambiar la mayor parte de las leyes sobre la transparencia y anti-lavado del dinero. La FIA es el organismo que, según las normas de transparencia aprobadas en 2010, habría tenido que controlar la adecuación a las leyes y la conformidad de los procedimientos de cada hecho de orden financiero interno de las instituciones de la Santa Sede. Hoy en día no sé. Los revisores, normalmente, se limitan sobre todo a establecer y evaluar la conformidad de las cuentas con los principios contables aceptados.

¿Es esta una partida que se juega preferentemente dentro de los muros, o también hay otros actores importantes, católicos, fuera del Vaticano? ¿Juegan algún papel?

Pareciera obvio, pero es la FIA quien debiera responder a dicha pregunta.

En enero de 2015 usted escribe una carta abierta en el Catholic Herald (la más importante revista católica británica) al Prefecto de la Secretaría para la Economía, el cardenal Geroge Pell. ¿Por qué?

Porque Su Excelentísima Reverencia, el cardenal Pell, también en el Catholic Herald, un mes antes, realizó una entrevista en la cual decía que finalmente (con el nuevo pontificado) las finanzas de la Santa Sede estaban bajo control. En mi entrevista me tomé la libertad y la responsabilidad de corregir al Prefecto, explicándole que las finanzas de la Santa Sede ya habían sido puestas «bajo control» con las normas, procedimientos y estructuras anti-lavado de dinero, queridas por Benedicto XVI. Le explicaba cuándo y cómo fueron modificadas y cuáles fueron las consecuencias. También le expliqué los hechos que, a mi entender, motivaron mi expulsión como presidente del Ior; expulsión infame para que se me explicara, para el bien de la Iglesia, algo que pedí muchas veces (en vano) sin ser escuchado. Le expliqué también qué documentos debiera haber requerido para entender qué había sucedido desde 2011 hasta el 24 de mayo de 2012 garantizando la rendición de cuentas. Le pedí también poder leer la entrevista que el secretario personal del Papa Benedicto publicó en el Messaggero en octubre de 2013 y pregunté qué fue lo que ocurrió el 7 de febrero de 2013 a las 18 horas en un apartamento de la Ciudad Leonina. No he podido saber jamás si S.E.R. el cardenal Pell lo había hecho o no.

¿Qué sucedió en ese momento?

El cardenal Bertone, en casa de un cardenal (yo me negué a entrar dentro de los muros) personalmente, me comunicó que el Santo Padre había dispuesto mi inmediata rehabilitación, diciéndome que estuviera disponible en los días sucesivos para estar en Roma. El 11 de febrero el Santo Padre renunciaba. Yo nunca más fui convocado.

 

Marco Tosatti
Artículo original de Stilium Curiae

Traducido por Como Vara de Almendro

 


 

Marco Tosatti

Nació en Génova en 1947. Es periodista desde 1972 y ha cubierto muchos sectores: deporte, sucesos, política, sindical y enseñanza. Desde 1981 se ocupa de la información religiosa. Ha sido el vaticanista del Diario La Stampa desde 1981 hasta 2008. Ha escrito numerosos libros, sobre temas de religión e historia, en particular del Medio Oriente y sobre la cuestión armenia: "El Barón de Alepo" o "La verdadera historia de Mussa Dagh". Y también "Investigación sobre el Demonio", "Padre Pío y el Diablo", "Santos poseídos por el demonio", "Investigación sobre la Síndone" y otros. Con Don Gabriele Amorth ha escrito "Memorias de un exorcista". Actualmente es titular del blog "Stilum Curiae". .

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