Por Marco Tosatti en Stilum Curiae.
“Al defender la moral conyugal en su integridad, la Iglesia sabe que contribuye a la instauración de una civilización verdaderamente humana”. Paulo VI
En el Vaticano, rumores de buena fuente han filtrado que el Pontífice estaría por nombrar – o lo habría hecho ya – una comisión secreta para examinar y eventualmente estudiar la modificación de la postura de la Iglesia en el tema de la anticoncepción, de cómo se fijó en 1968 por Paulo VI en la encíclica Humanae Vitae. Este fue el último documento de este tipo firmado por el papa Montini, y fue la formalización de cuanto el Concilio Vaticano II elaboró sobre este tema.
Hasta ahora no hemos tenido confirmación oficial sobre la existencia y composición de este organismo; pero una solicitud de confirmación, o de desmentido, entregada a las autoridades competentes no ha tenido hasta ahora una respuesta. Lo que podría constituir en sí una señal. En el sentido de que la noticia fuera totalmente infundada, no se necesitaría de mucho para poder decirlo. Acerca de quiénes podrían estar involucrados sólo hay hipótesis; tal vez mons. Vincenzo Paglia, puesto recientemente al frente de todo lo que tiene que ver con este tipo de actividad, o tal vez el rector de la Universidad Católica de Buenos Aires, gran “respaldo” teológico del pontificado. Pero son sólo suposiciones.
La Humanae Vitae fue publicada el 25 de Julio de 1968. Sobre la base de la Humanae Vitae, Juan Pablo II y Benedicto XVI basaron su enseñanza en el tema de doctrina matrimonial.
El documento montiniano, que fue recibido con gran polémica y discusiones, reafirmó la unión indisoluble entre el significado de unión y de procreación del acto conyugal; y sobretodo, en contra de las expectativas de muchos, declaró que son ilícitos los medios químicos y mecánicos de anticoncepción, condenó el aborto y la esterilización, y aprobó los sistemas de planificación familiar bajo el sistema de reconocimiento de los períodos fértiles.
Una comisión de estudio creada para ayudar al Papa desde un punto de vista técnico, estaba al parecer a favor de la “píldora católica” (como ha sido nombrada); pero también al interior de la comisión la opinión no fue uniforme, y una parte de los especialistas sostiene que la utilización de los anticonceptivos violan la ley moral, ya que al emplearlos la pareja separa la dimensión de la unión de aquella de la procreación. Paulo VI apoyó esta posición, y de hecho escribió:
“Llamando a los hombres a la observación de la norma de la ley natural, interpretada desde su constante doctrina, La Iglesia enseña que cualquier acto matrimonial debe permanecer abierto a la transmisión de la vida. […] De conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y cristiana sobre el matrimonio, debemos declarar una vez más que queda absolutamente excluida, como vía lícita para la regulación de nacimientos, la interrupción directa del proceso de gestación ya iniciado, y sobretodo el aborto directo, incluso si se busca por razones terapéuticas. También es de condenarse, tal como el magisterio de la Iglesia lo ha declarado tantas veces, la esterilización directa, ya sea permanente o temporal, tanto en el hombre como en la mujer. Del mismo modo queda excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su cupmplimiento, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, el impedir la procreación”.
En el mismo documento, Paulo VI hacía un llamado a los cónyuges al ejercicio de la paternidad responsable, a ejercer “En relación a las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales” de las parejas. En una famosa entrevista a Jean Guitton, Paulo VI explicó que:
“La Iglesia de Cristo, que nosotros representamos sobre esta tierra, si cesara de subordinar el placer al amor, y el amor a la procreación, favorecería una perversión erótica de la humanidad, que tendría por ley únicamente el placer”.
Traducción de Como Vara de Almendro
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