Poema de desagravio de un hijo entristecido por las palabras proferidas por Francisco el 12 de mayo de 2017, víspera del 100º aniversario de su Aparición en Fátima (1)
Como un río en primavera, desbordado,
brotaban la sangre y la muerte de la herida
que la antigua serpiente no advertida
dejó en el hombre, caído y malhadado.
Gemían los hijos de Eva bajo el yugo ataviado,
rodaba con rumor de siglos la raza corrompida…
hasta que una niña pura dijo “Sí”. Abatida
fue entonces la sierpe, Ella le puso candado.
María, tú que junto al pesebre estuviste,
Y que bajo la Cruz amada estabas erguida,
por amor de Madre, coronada de espinas fuiste.
Ruega por nosotros, Inmaculada, protegida
sea la Iglesia por tu manto; tú que le obtuviste
la gracia, tú le alcanzarás la amanecida.
Antonio José Sánchez Sáez
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