Hace escasos días, justamente el día de Santa Escolástica, hermana de San Benito, fundador de la orden de los benedictinos, supe de la impresionante noticia que compartió el periódico «La Vanguardia». En dicha noticia se le hace una entrevista a un monje benedictino, en este caso de la Abadía de Montserrat (Barcelona), Hilario Raguer, quien es considerado por algunos como historiador, y digo por algunos, porque la historia de Cataluña que él cuenta no es histórica, sino más bien un cuento que nos han tratado d
Pues bien, no solamente don Hilario se atrevió a citar semejante frase, no se crean. Su insensatez y sus tremendas ideas independentistas le llevaron a decirle al entrevistador que realizaba el reportaje, que, a sus casi 89 años, desde su habitación, de la que prácticamente no sale por encontrarse enfermo, está esperando ver la independencia de Cataluña antes de morir. ¡¡¡Ahí va la segunda!!!
Yo no sé que piensen ustedes, mis estimados lectores, si es más impactante la primera afirmación o la segunda. La primera, de ser cierta, me parece una falta de respeto hacia los católicos catalanes que nos sentimos españoles, y que pensamos que Francisco en estos temas no debiera meterse. Hasta ahora, que sepamos, no lo ha hecho, pero cuando lo dice Don Hilario, bien pudiera ser que supiera algo que no ha trascendido al exterior, pues es muy contundente en su afirmación: «Es absolutamente seguro…..» dice Raguer.
De hecho, si este rumor se llegara a confirmar, no sería la primera vez que Bergoglio se mete en asuntos políticos que para nada son de su incumbencia, ya que él es líder religioso, no político. No es lógico que un pastor manifieste sus tendencias políticas, en su caso concreto siempre del bando de la izquierda (de hecho en su pontificado le hemos escuchado decir que él no es de derechas). En este último período ha sido muy prolífico en sus manifestaciones políticas. Por nombrar algunas de ellas podemos recordar sus simpatías o antipatías durante el período previo a las últimas elecciones de los EE.UU., tiempo en el cual manifestaba bastantes reservas hacia Donald Trump. De modo similar sucedió con su postura hacia Colombia, donde fue claro defensor del Sí en el plebiscito «de la paz» con las FARC. Tampoco pasamos por alto el apoyo de Francisco a Nicolás Maduro en Venezuela, otro exponente del comunismo que tiene al país en un caos sin precedentes. Pueden ver el siguiente vídeo que expresa las penurias por las que está pasando esta riquísima y estimada nación hermana, Venezuela, sometida a la dictadura comunista más atroz..
Ante estas cosas que nos toca ver, me gustaría decir lo siguiente. A Don Hilario Raguer le preguntaría sinceramente que si a quien sirve es a Dios, o su dios se convirtió en el catalán y su religión en la independencia de Cataluña. Estoy muy impresionada de pensar que una persona de 89 años, enferma de gravedad, que en un momento de su vida se entregó a Dios para servirle como monje benedictino, ahora esté pensando como una de sus prioridades antes de morir el poder ver desde su ventana la independencia de Cataluña. Como católica me pregunto en qué momento perdió el norte en su vida, cuando tiene la capacidad de expresarse de esa forma. Lo primero que me vino a la cabeza al leer ese comentario fue el pensar por qué se ha convertido en esa su prioridad y no el ansiar ver a Dios y prepararse bien para ese encuentro, que es lo que cualquiera esperaría de un monje. Lo demás todos sabemos que se quedará aquí, y cuando parta al otro mundo de poco o de nada le aprovechará que Cataluña sea independiente de España o no lo sea. Lo que de veras le aprovechará será el haber buscado por encima de todas las cosas su santificación personal.
Cuando sin comerlo ni beberlo la Iglesia se mete en asuntos de política que no le competen, pienso que deja de realizar la obra para la cual Dios la escogió y que no es otra que llevar la Buena Noticia, el Evangelio de Dios a toda criatura. Todo lo que salga de eso es, y perdonen la expresión, «mear fuera de tiesto», salvo en honrosas excepciones, como lo es el deber de alzar la voz en momentos puntuales, como cuando se abren debates o se preparan leyes que atentan contra la dignidad humana: aborto, eutanasia, ideología de género y similares. Una Iglesia que se ocupa más de asuntos terrenos que del Reino de Dios, un cabeza de la Iglesia que opina sobre temas que no afectan directamente al gobierno de la misma, unos sacerdotes y monjes que apoyan el secesionismo que nada tiene que ver con la unidad que Cristo desea para sus hijos, que se preocupan más de que en sus parroquias y santuarios se predique y se celebren todos los actos litúrgicos y las misas en catalán, en lugar de que esa palabra de Dios sea entendida por todos, independientemente de si esa palabra se transmite en catalán o en castellano, ha dejado de ser la Iglesia que Él vino a fundar. Por desgracia hablo con conocimiento de causa pues lo he vivido en mi propia parroquia, cuyo anterior rector usaba el púlpito en algunas ocasiones para alentar sus propias ideas separatistas y a quien solamente le faltó decir el nombre del partido de izquierdas al que como «buenos hijos de la patria catalana» debíamos votar. Aunque no lo nombró de facto, los que le hemos escuchado referirse a Cataluña como a la patria, sabemos bien a qué partido hubiera deseado votáramos. Desde luego a los de la cuerda independentista, de eso no hay duda alguna. En uno de sus sermones habló maravillas de Lluis Companys y demás compañeros de fatigas, quienes asesinaron a tantos sacerdotes y fieles católicos en el 36. ¡Señores, ésto no es de Dios! ¡Esto trae divisiones dentro del seno de la misma Iglesia!
Que la Virgen de Montserrat, patrona de Barcelona y de Cataluña, interceda por España y por Cataluña. De Ella solamente cabe esperar que venga la cordura de nuevo a esta tierra que tantos grandes santos dio a la Iglesia de Cristo, pueda vivir en paz y concordia, sin odios ni separatismos que no agradan a Dios. Nuestros santos deben de ser ejemplos para los catalanes, ellos dieron su vida por y con amor. Son innumerables, empezando por los primeros siglos del cristianismo, como la mártir santa Eulalia de Barcelona, las santas Juliana y Semproniana, martirizadas en San Cugat, mucho más tarde San Ramón Nonato, Santa María de Cervelló, San Raimundo de Penyafort, San Pedro Claver, San José Oriol, San Francisco Gil de Federic, San Antonio Mª Claret, la beata Madre Rafols, Santa Teresa Jornet, Francisco Palau y Quer, San Enrique de Ossó, Santa María Rosa Molas, Beata Ana María Mogas, Beato Francisco Coll……sin contar a nuestros gloriosos mártires, muchos de ellos aun anónimos, mártires que florecieron en estas tierras en el período de los años de la guerra comprendida entre 1936-1939. Muchos de ellos, precisamente, murieron como fieles amantes de Santa María de Montserrat, luchando bajo la bandera de los Requetés Carlistas que llevaba su nombre.
Podríamos nombrar a muchísimos hombres y mujeres que engrandecieron Cataluña, pero sería imposible recordarlos a todos en este breve artículo. Unos, santos canonizados, otros, santos en la presencia de Dios sin canonizar, pero héroes anónimos que dieron sus vidas en servicio de Dios y con gran amor y al prójimo por amor a Él. Que todos ellos, desde el Cielo, intercedan por nuestra patria, España, que fue y es también la suya. Que impere el amor y la unidad entre todos y que reinen en ella los Corazones de Cristo y de María. Porque como dijo el ilustre obispo Torras y Bages, «Cataluña será cristiana o no será.» Que este lema, curiosamente, esculpido en la basílica de Montserrat, traiga la tan esperada era de una Cataluña cristiana, y por ende, unida a la España católica de la que nunca, por más que algunos se empeñen, lograrán separar.
¡Santa María de Montserrat, ruega por nosotros!
Montse Sanmartí.
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