ANTECEDENTES
Antes de todo comentario es necesario partir de algunos axiomas e información para que todo lo que se diga resulte más claro, y también para ver dónde se ha ido gestando el estado de apostasía actual. Estos son:
Infalibilidad
-Los Papas no son ni infalibles, ni impecables. Pecan, se equivocan como todo el mundo. Una opinión, por ejemplo, sobre una teoría climática queda en eso y puede ser rebatida, puesta en duda, no aceptada. Incluso en materia teológica puede haber error. La infalibilidad papal, como dogma que viene del Primer Concilio Vaticano, se refiere sólo y exclusivamente cuando el Papa se pronuncia solemnemente proclamando una verdad de fe o de costumbre (moral) en acto definitivo ex Cathedra, es decir en tanto Maestro y Pastor Supremo, sucesor de Pedro. Bajo esas determinadas condiciones es que obliga a la aceptación y obediencia de toda la Iglesia. En esas circunstancias quien se opone queda automáticamente excomulgado o sea deja de participar de la comunión eclesial. En la práctica esos pronunciamientos están circunscriptos a la proclamación de dogmas.
El Espíritu Santo no elige a los Papas
-Tampoco son elegidos por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo inspira a los electores pero luego ellos libremente deciden. Dios actúa por las causas segundas. Sostener lo contrario sería caer no sólo en el error sino en la blasfemia en los casos de Papas inmorales y hasta Antipapas, que en ningún modo puede ser atribuida su elección ni tampoco la guía al Espíritu Santo.
Magisterio
-Además del Magisterio extraordinario que es el caso de la infalibilidad Papal y de Concilios aprobados por el Papa –exclusivamente en materia de fe y de moral-, está el magisterio ordinario, que en ciertos pronunciamientos podría ser pasible de error y por tanto de enmienda. Con las nuevas comunicaciones hay que decir que también hay un magisterio -no infalible pero que como todo magisterio repercute en la credibilidad de los fieles- hecho de gestos, de imágenes, declaraciones espontáneas y entrevistas. En cuanto a repercusión éste se está demostrando –para bien o para mal- el más seguido y eficaz. Eficaz porque estamos ante una cultura icónica hecha de imágenes y en la que se lee muy poco, generalmente titulares. Por tanto lo que el Papa dice en una entrevista, las fotos y tomas televisivas o videos resultan indebidamente ser la línea matriz de un pontificado.
CV II pastoral y consecuencias
-El Concilio Vaticano II ha sido el primer Concilio no dogmático de la historia de la Iglesia. Se autodefinió como pastoral y por eso no hay pronunciamientos dogmáticos vinculantes ni anatemas. Es también por primera vez donde se habla de necesidad de diálogo con el mundo y se lo promueve.
-Por lo tanto –no siendo un Concilio dogmático- en línea de principio cualquier documento, siendo el Concilio de índole pastoral, es susceptible de crítica e incluso de eventual revisión. En tal sentido críticas y algunas serias, no han faltado contra documentos como la declaración Nostra Aetate sobre la relación de nuestra Iglesia con las demás religiones y el decreto Unitatis Redintegratio que se refiere al ecumenismo, es decir a la relación de la Iglesia Católica con los otros cristianos. Pero, también se han criticado ciertos puntos de Lumen Gentium, que es Constitución Dogmática, uno de ellos el 8 donde dice que la única Iglesia de Cristo ”subsiste en” la Iglesia Católica. En las discusiones internas se había propuesto “es”, que era el modo correcto de manifestar la verdad pero luego optaron por un vago “subsiste en”. Quizás ese aparezca como un punto menor aunque no lo sea porque va demostrando una cesión en la verdad para no afectar a otros. Sin embargo, las críticas más fuertes son a los otros anteriores documentos y a Gaudium et Spes, precisamente Constitución pastoral. Se la definió como el Anti Syllabus. Se recuerda que el Syllabus fue lanzado por el Beato Papa Pío IX ante distintas herejías que venían de las corrientes modernistas y que allí fueron condenadas. Posteriormente el Papa san Pío X escribió la Encíclica Pascendi Dominici Gregis, la que sigue siendo, pese a los años, muy pero muy actual y que por eso deberíamos leer. El mismo san Pío X definió al modernismo como el compendio de todas las herejías. Denunciaba entonces que el enemigo no había que buscarlo fuera sino dentro de la misma Iglesia.
Algunos errores modernistas de ayer y de hoy
-Es muy recomendable leer los errores modernistas condenados por San Pío X en el decreto “Lamentabili sine exitu”. Recomendable porque muchos de esas herejías se toman hoy por válidas y hasta se enseñan en Universidades Pontificas. Nihil novum sub sole. El decreto es de 1907 y entre muchas proposiciones condenadas están las siguientes:
“La Revelación, que constituye el objeto de la fe católica, no quedó cerrada con los Apóstoles” (proposición n. 21)
“Se puede admitir que el Cristo que nos muestra la historia es muy inferior al Cristo que es objeto de la fe”. (n.29)
La primera es la que ahora sostienen los progresistas cuando afirman que hay una evolución del dogma en cuanto a comprensión siendo lo fijado susceptible de ser cambiado de acuerdo al actual entendimiento y circunstancia.
En cuanto a la proposición condenada que compara como si fueran dos sujetos diferentes un Cristo histórico con lo que de él se enseña como objeto de fe, hoy tal herejía ha sido superada en radicalidad por los a sí mismos llamados “exegetas”, muy renombrados ellos y profesores de Biblia en seminarios y universidades. A las conjeturas elevadas por estos personajes a categoría de verdades, salió al encuentro el Papa Benedicto XVI con su libro “Jesús de Nazaret” mostrando que el “Jesús de la historia” es el mismo que “el Cristo de la fe”. Los racionalistas modernistas dicen, en cambio, que poco podemos saber del verdadero Jesús de la historia porque –sostienen- los Evangelios son muy tardíos y producto de la elaboración de comunidades, las que han dado origen al Cristo de la fe. En pocas palabras, todo un invento. Como se comprenderá, siendo esto lo que se enseña en muchos seminarios y hasta universidades pontificias, se necesita una fe madura para no sucumbir y caer sino en la incredulidad al menos en el escepticismo.
El efecto que tiene todo el modernismo es devastador porque lleva al colapso de la fe. Este junto con la liturgia que fuera reformada después del Concilio son los elementos que más han contribuido a la apostasía general.
Otra de las proposiciones condenadas fue la siguiente: “La Resurrección del Salvador no es propiamente un hecho histórico, sino de orden meramente sobrenatural, ni demostrado ni demostrable, que la conciencia cristiana fue poco a poco derivando a partir de otros hechos” (n.36).
La diferencia es que ahora son más contundentes que hace 100 años en negar la Resurrección como hecho histórico.
Y otras dos más: “La verdad no es más inmutable que el hombre mismo, ya que con él, por él y en él evoluciona” (n. 58).
“Cristo no enseñó un determinado cuerpo de doctrina aplicable en todo tiempo y a todos los hombres, sino que más bien inició un movimiento religioso adaptado o adaptable a los diversos tiempos y lugares” (n.59).
Formas de expresar el relativismo ahora imperante y la llamada evolución del dogma.
Pero ¿qué es en definitiva el modernismo?
San Pío X lo llama la síntesis o el compendio de todas las herejías donde se encuentran la filosofía naturalista, el inmanentismo, el racionalismo que se manifiesta en devaluación de los sacramentos hasta su desacralización, en la negación de toda sobrenaturalidad, por tanto de los milagros, de la Resurrección de Cristo, de la divinidad de Cristo, de la virginidad perpetua de María. Y si a veces no lo dicen con todas las letras lo ponen de tal modo que la deducción es inmediata. Todo entonces lleva a negar la autenticidad y fidelidad de los Evangelios y los dogmas. Modernismo es también indiferentismo religioso por el que todas las religiones son equivalentes y todas válidos caminos de salvación. Es negación del primado del Papa y, en cambio, necesidad de sinodalidad y de democracia. Modernismo es negación de la Iglesia Católica Apostólica como la única y verdadera Iglesia de Cristo; equiparación del sacerdocio ministerial con el bautismal; libre examen interpretativo de las Escrituras o sea rechazo del Magisterio, todo eso así como otras herejías protestantes que se derivan.
Modernismo en el Concilio Vaticano II
-Precisamente esas corrientes modernistas y neo modernistas se infiltraron en el Concilio y lo que ayer estaba condenado de pronto se vio casi como doctrina oficial. El Concilio, que había empezado de una manera terminó de otra porque grande fue la influencia de la llamada Nouvelle Théologie que arremetía contra toda la escolástica y cuyos exponentes principales fueron Yves Congar, Danielou, Chenu, Teilhard de Chardin. Entre ellos también estaba Henri de Lubac pero de otra estatura teológica más elevada.
Lo que sigue fue escrito por un testigo de esos acontecimientos: Ralph M. Wiltgen SVD en su libro “El Rin desemboca en el Tíber. Historia del Concilio Vaticano II”, quien ha mostrado documentadamente cómo la influencia protestantizante llegó a Roma desde los países bañados por el Rin (Alemania, Austria, Suiza, Francia y Holanda) y de la vecina Bélgica. “Los cardenales y teólogos de estos seis países –afirma y documenta el Padre Wiltgen– consiguieron ejercer un influjo predominante sobre el Concilio Vaticano II”.
Así, a los teólogos franceses se sumaban Karl Rahner y Schylebeeckx. En definitiva, todos ellos venían a barrer toda la teología anterior. La brecha que se abrió fue de serias consecuencias que –después de un período de relativa contención, la de los últimos pontificados- ahora se ha profundizado y el proceso de demolición de la fe acelerado.
El Concilio de los medios
-En el aula conciliar había penetrado la cultura del mundo a la que se sumaba la prensa que daba toda prioridad de la información a los modernistas. Las entrevistas, declaraciones y ruedas de prensa y comentarios de teólogos y obispos modernistas -a quienes los medios de comunicación fomentaban- consiguieron que la difusión acerca del Concilio tuviese una impronta modernista. Tanto que Benedicto habló de un Concilio de los medios que no era el real pero que se impuso y dictó los acontecimientos que se siguieron. Aunque se acusa de la debacle a la influencia de los medios hubo –sin embargo- documentos de influencia modernista. No es descabellada la denuncia que la constitución Gaudium et Spes fuera una reconciliación total de la Iglesia con el mundo moderno. Tal reconciliación implicaba que la Iglesia renunciaba al Evangelio y rompía con el Magisterio apostólico. Seguramente tales consecuencias estarían fuera de la voluntad de los padres conciliares, pero no es menos cierto que las ambigüedades del texto se prestaban y prestan a tales interpretaciones y consecuentes deducciones.
–Juan Pablo II y Benedicto XVI intentaron frenar la corriente destructora y en gran parte lo lograron. Ahora es el cambio de agujas y la aceleración de lo que se gestó en los sesenta. Ex cursus: Sería por eso que la Santísima Virgen en Fátima había pedido que se diera a conocer la tercera parte del secreto en 1960. Juan XXIII consideró que podía ser producto de la imaginación de Sor Lucía y no lo difundió, dejando para el futuro que algún otro Papa lo hiciera. También será por eso que no habiéndose dado a conocer, la Santísima Virgen vuelva a aparecerse en Garabandal, justo en los años del Concilio, entre el 61 y el 65 y dé ese tremendo segundo mensaje[1] que –según quien leyó el tercer secreto- se refiere a la parte del secreto que quedó oculto en el 2000 y que complementa Akita. Cuando los hombres callan el Cielo habla y hablarán hasta las piedras.
Lenguaje ambiguo. El llamado espíritu del Concilio
-Algunos aducen que los progresistas modernistas invocan un vago “espíritu del Concilio” para justificar sus herejías. Sin embargo, lo cierto es que el Concilio sin afirmar las verdades de fe como lo hicieron todos los anteriores Concilios en 2000 años de historia de la Iglesia, apelando al diálogo para no imponer la verdad y, sobre todo, utilizando a veces un lenguaje ambiguo en los documentos les abrió el camino a los modernistas y a sus herejías.
Ambigüedades deliberadas
-Hubo en los textos del Concilio ambigüedades puestas deliberadamente, es decir con non sanctas intenciones. Dicho por quien fuera perito, o sea experto teológico nombrado, el P. Schillebeeckx: “hemos empleado frases ambiguas y sabemos cómo las interpretaremos en el futuro”. Es que el Concilio había empezado con una buena intención, con un programa que luego fue, en un golpe de mano, echado por la borda. Y allí se metieron esos peritos que asistían a los obispos, todos de corte modernista, algunos de la Nouvelle Théologie, este mismo Schillebeeckx que posteriormente fue llamado al orden repetidas veces por Roma por sus tesis heréticas sobre la virginidad de María, la Resurrección del Señor y otras muchas más. Para más datos Shillebeeckx fue el principal autor del herético Catecismo holandés. También estaba en el grupo de expertos el inefable Hans Küng y el joven Ratzinger, quien mucho más tarde abjuraría de todas esas tesis modernistas. Esa táctica de usar lenguaje ambiguo que se entienda según el gusto de quien lo interpreta es, por principio, antievangélica. El Señor dijo que tu hablar sea si, si y no, no, que el resto viene del Maligno. Por eso no sólo la táctica va contra el Evangelio sino que es sobre todo maliciosamente sibilina.
¿Dialogar?
-Ahora bien, en ninguna parte de los Evangelios y del Nuevo Testamento se habla de dialogar con el mundo sino de convertirlo anunciando el Evangelio. “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura. El que crea y será bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado” Mc 16:15-16. ¿Quién se atreve hoy a decir esto? ¿Dónde se escucha esto en la Iglesia? ¿No se dice acaso que no hay que hacer proselitismo y sí respetar las demás creencias? Arguyen que no hay que imponer nada a nadie. ¿Y quién impone? Anunciar no es imponer. Anunciar la salvación es el mayor acto de misericordia que podamos imaginar. ¡Como si el anuncio fuera compulsiva exigencia de conversión! La exigencia es para quien cree en Cristo como Salvador, para la verdadera Iglesia, ésa que lleva en sí san Pablo cuando dice: “Ay de mí si no anuncio el Evangelio! (Cf. 1 Co 9: 17). Dirá en ese pasaje de su primer carta a los corintios que siendo libre se hizo esclavo de todos para ganar a todos. Para ganarlos a la salvación.
Sí, al Evangelio se lo anuncia
El Señor no dio alternativas al anuncio porque no las hay. Es por la predicación que se llega a la verdad de la fe.
“El que invoque el nombre del Señor será salvo. Ahora, ¿Cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han escuchado hablar? ¿Y cómo van a sentir hablar sin que haya alguien que lo anuncie?” (Rm 10: 13-15).
Post concilio. Influencias modernistas, gestos equívocos y equivocados
-Además a eso contribuyeron gestos e iniciativas equívocas como el beso de Juan Pablo II al Corán (como si fuera Palabra de Dios, cuando sólo se besa la Sagrada Escritura y en particular el Evangelio). Debemos pensar que a cometer ese grave error lo llevó un ímpetu entusiasta y no a un reconocimiento de una falsa religión. También fue totalmente errado el encuentro de Asís de 1986 con todas las religiones que iría a abrir las compuertas al indiferentismo religioso en el que una religión vale tanto como otra. En ese encuentro se vieron animistas con sus ritos en las iglesias de Asís, un Buda sobre un sagrario, etc. No se puede dudar de la buena intención de un Papa santo como Juan Pablo II que buscaba asociar otras religiones a la paz y procurar la convivencia pacífica entre ellas. Sin embargo fue un grave error que le fuera señalado por Cardenales como el Cardenal Giacomo Biffi y también por el mismo Ratzinger. Lástima que, pese a ser crítico con ese encuentro, 25 años más tarde y ya como Papa, Benedicto XVI permitiese la reedición de Asís, por más que fuera con atenuantes. La única respuesta a ese aparente desdecirse es que grandes deben haber sido las presiones internas. Grandes también las otras fuerzas exteriores, al punto que –unas y otras- posteriormente lo obligaran a renunciar.
Aquellos gestos de acercamiento, aquellas iniciativas, por buenas que fueran las intenciones, llevaron y llevan a la confusión de los fieles, a pensar que todas las religiones son buenas, que en todas hay algo de verdad. Se entra así por el plano inclinado donde al final lo mismo da una religión que otra, cada una tiene su verdad pero ninguna la tiene por completo, etc. Y se llega al sincretismo y a negar a Cristo como Verdad absoluta y por tanto a toda la Revelación en la única salvación de Jesucristo.
Semillas del Verbo e interpretación errada. Sacrilegios
-Y sí, cierto es que el Concilio dijo que en otras culturas y religiones había semillas del Verbo –frase acuñada por san Justino- (Lumen Gentium, Ad Gentes, Gaudium et Spes, Nostra Aetate) que conducían a Cristo, pero la idea que la mayoría entendía era la de utilizar todo lo bueno y verdadero que pudiera haber en otras religiones para encauzarlo en una acción -no puesta así explícitamente- misionera. Sin embargo, todo eso se ha venido desvirtuando al punto de llegar a un sincretismo e indiferentismo religioso. Una religión vale la otra, lo importante es amarse (lo del video de Francisco sobre todos somos hijos de Dios y Dios es el mismo para todos). O bien todas conducen a la salvación.
-Una prueba evidente de cómo un error lleva a otro igual o peor y al sacrilegio, es el del cometido en Fátima el 5 de mayo de 2004 -con la presencia y bajo la anuencia del Rector del Santuario, el P. Luciano Guerra y del Obispo del lugar Mons. Serafim de Sousa Ferreira e Silva– cuando en el altar de la capelinha, donde apareció la Santísima Virgen (el llamado altar del mundo), hinduistas llevaron a cabo su ritual tomando a María como una diosa. Cuando Obispo y Rector fueron llamados al orden, ellos se escudaron diciendo que seguían “el espíritu de Asís” y así salvaron la piel. Esta es una muestra palpable de cómo se introduce la herejía en el Cuerpo de la Iglesia y en este caso, pese a las bonísimas intenciones, todo vino de la confusión introducida por un Papa santo como lo fue Juan Pablo II.
La Iglesia se ha ido “protestantizando”
-Por ejemplo, eso lo vemos ya en los documentos del Concilio cuando el Papa Pablo VI tuvo que intervenir luego de redactada la Lumen Gentium, mediante una Nota explicativa previa que aludía al capítulo 3. Por medio de un texto ambiguo se pretendía relativizar el dogma de la Infalibilidad, proclamado por el Vaticano I. El texto estaba imbuido de una eclesiología (concepto de Iglesia) protestantizada la cual disminuía la autoridad del Papa en vistas a una sinodalidad (colegialidad) en la que el Papa se igualaba a los demás obispos.
-Ya casi al final de su vida Pablo VI advertía a su amigo Jean Gitton que la Iglesia iba por un camino de protestantización y que llegaría el día en que se vería reducida a un pequeño resto. Y también decía, con amargura, esperábamos una primavera después del Concilio y vino un crudo invierno. Y muy conocida es su frase que “por alguna grieta de la Iglesia ha penetrado el humo de Satanás”.
La referencia exacta de la charla con su amigo Gitton, el filósofo y miembro de la Academia Francesa, es “Hay una gran perturbación en este momento en el mundo y en la Iglesia, y lo que está en cuestión es la fe. Ahora me ocurre repetir aquella frase oscura de Jesús en el Evangelio de san Lucas: “Cuando el Hijo del hombre vuelva, ¿encontrará aún la fe en la tierra?”… A veces releo el Evangelio del fin de los tiempos y constato que emergen en este momento algunos signos de este fin. ¿Estamos próximos al fin? Esto jamás lo sabremos. Hay que estar siempre prontos, pero puede aún durar mucho tiempo. Cuando considero al mundo católico, lo que me llama la atención es que dentro del catolicismo parece a veces predominar un pensamiento de tipo no católico, y puede ocurrir que este pensamiento no católico mañana se vuelve el más fuerte. Pero jamás representará el pensamiento de la Iglesia. Es preciso que subsista un pequeño rebaño, por más pequeño que sea”. Pablo VI en conversación con su amigo Jean Guitton, a fines de su pontificado, en 1977.
-Estamos ante lo que el entonces Cardenal Karol Wojtlyla definió como el enfrentamiento final entre la Iglesia y la anti Iglesia. Sugestivamente lo dijo en un Congreso Eucarístico, el de Filadelfia, en 1976. Sí, porque en esta lucha la Eucaristía es el centro del ataque por más que no lo parezca. ¿Qué estaba al final en juego en el Sínodo de la Familia? ¿No era acaso el acceso a la Eucaristía de los divorciados vueltos a unir?
-De hecho Lutero destrozó todo lo cristiano: los dogmas, negando su posibilidad; la fe, devaluándola a mera opinión; las buenas obras, negando su necesidad; la Escritura, desvinculándola de Tradición y Magisterio; la vida religiosa profesada con votos, la ley moral objetiva, el culto a los santos, el Episcopado apostólico, el sacerdocio ministerial y el sacrificio eucarístico, y todos los sacramentos, menos el bautismo…
-En octubre de 1995 el Cardenal primado de Holanda, Adrianus Simonis, denunciaba en una entrevista concedida a la revista 30 Días: “La situación de la Iglesia es hoy dificilísima. Puede uno preguntarse si no está en acto, en el mundo occidental, una sedicente segunda Reforma (protestante) […] Esta segunda Reforma me parece aún más peligrosa que la primera”. Él sabía muy bien de qué hablaba, baste recordar el herético catecismo holandés.
Concepción protestante de la Eucaristía
Para destruir la fe hay que apuntar al corazón de la Iglesia Católica, de su vida espiritual, de su razón primera de ser y eso se logra minando el dogma de la presencia real y substancial y banalizando la celebración, es decir atacando la liturgia.
-Ya en 1965, al final del Concilio, circulaban teorías como la transignificación y la transfinalización sobre la Eucaristía que pretendiendo dar una forma nueva y más entendible al dogma de la transubstanciación en realidad lo que hacían era minar la fe en la presencia real del Hijo de Dios en el augusto sacramento. Tuvo que salir al paso Pablo VI con su encíclica Mysterium Fidei. Tales teorías heréticas eran las mismas opiniones de Lutero dichas con otras palabras.
-En la misma línea de desacralizar y banalizar la Eucaristía se inserta la comunión en la mano. En Argentina como en todos los demás países de América e incluso los latinos de Europa se introdujo el indulto forzadamente y dolosamente –como lo hace notar el Obispo ahora emérito de San Luis (Argentina), Mons. Juan Rodolfo Laise– sobre poblaciones católicas que deseaban seguir comulgando como siempre. y llega a decir, demostrándolo, que la reintroducción de la Comunión en la mano no es otra cosa que el triunfo de una desobediencia. “Desobediencia gravísima ante todo porque se trata de la Eucaristía, luego porque implica la resistencia abierta a una directiva clara, explícita y sólidamente fundamentada del Papa Pablo VI; por su extensión universal; y porque quienes no obedecieron no fueron sólo fieles o sacerdotes, sino en muchos casos obispos y hasta Conferencias Episcopales enteras; gravísima, porque no solamente permaneció impune sino que obtuvo un éxito rotundo; gravísima, en fin, porque ha logrado que su carácter de desobediencia permaneciese oculto, haciendo que se crea, al contrario, que se estaba adoptando una propuesta venida de Roma. Por todo esto creemos poder afirmar que la introducción y difusión por todo el mundo de la práctica de la Comunión en la mano constituye la más grave desobediencia a la autoridad papal de los últimos tiempos”.
Sin embargo, es tan grande el poder de algunas Conferencias Episcopales y también el hecho que la desacralización se extendió de tal manera y ganó los ánimos de las personas que quitarla, para muchos sino para la mayoría, es quitarles un derecho(¡!!). ¡Como si nosotros no tuviésemos no el derecho sino el deber de reverenciar, respetar y adorar al Señor en la Eucaristía! Derecho es el de Dios de ser tratado con santo temor y reverencia a su divina majestad. Se sabe que los últimos Prefectos del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos querrían volver a la comunión de rodillas y en la boca pero no pueden. Esta es la triste realidad. La pregunta entonces es ¿cómo se ha podido llegar a esto? La respuesta es obligada: porque nunca en la Iglesia se ha tolerado la difusión de errores y abusos tan ampliamente.
Si antes, con los Papas Juan Pablo II y Benedicto no fue posible revertir la situación ahora lo es mucho menos. La desacralización ahora se presenta con mayor gravedad al admitirse dar la comunión a quienes están en situación permanente de pecado mortal olvidando las palabras de san Pablo: «Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Examínese, por tanto, cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz; porque el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación»” (1 Cor 11, 27-29).
Mons. Athanasius Schneider comenta en una entrevista: “Que Cristo, bajo las especies eucarísticas, haya llegado a ser hoy en día el más débil, vulnerable, indefenso y deshonrado en la Iglesia es un claro y lamentable síntoma de hasta qué punto se han deteriorado el amor y la fe plena en la Eucaristía y la Encarnación.
Confusión
La confusión no es católica. Es, en cambio, la nota propia de las comunidades cristianas protestantes. En ellas la confusión y la división son crónicas, congénitas, pues nacen inevitablemente del libre examen interpretativo y de la carencia de Autoridad apostólica.
El papa León X, en la bula Exurge Domine (1520), condena esta proposición de Lutero: «Tenemos camino abierto para enervar la autoridad de los Concilios y contradecir libremente sus actas y juzgar sus decretos y confesar confiadamente lo que nos parezca verdad, ora haya sido aprobado, ora reprobado por cualquier Concilio» (n. 29: DS 1479).
Partiendo de esas premisas, una comunidad cristiana solamente puede llegar a la confusión y la división. Este modo protestante de acercarse a la Revelación pone la libertad por encima de la verdad, y así destruye la libertad y la verdad. Hace prevalecer la subjetividad individual sobre la objetividad de la enseñanza de la Iglesia, y pierde así al individuo y a la comunidad eclesial. Es éste un modo tan inadecuado de acercarse a la Revelación divina que no se ve cómo pueda llegarse por él a la verdadera fe, sino a lo que nos parezca. No se edifica, pues, la vida sobre roca, sino sobre arena.
La fe católica
Lo más grave de Lutero fue hacer añicos la roca que sostiene todo el edificio cristiano: la fe en la enseñanza de la Iglesia apostólica. Y lógicamente todo el edificio se viene abajo.
La fe teologal cristiana es cosa muy distinta, esencialmente diferente, de la libre opinión de un parecer personal. Como enseña el Catecismo, «por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios… La Sagrada Escritura llama “obediencia de la fe` a esta respuesta del hombre a Dios que revela (cf. Rm 1, 5; 16, 26)» (143).
La fe cristiana es, en efecto, una «obediencia», por la que el hombre, aceptando ser enseñado por la Iglesia apostólica, Mater et Magistra, se hace discípulo de Dios, y así recibe Sus «pensamientos y caminos», que son muy distintos del parecer de los hombres (Is 55, 8)” [63].
La nueva Iglesia
–Para los modernistas –y en esto coinciden con sus oponentes tradicionalistas– a partir del Concilio nace una nueva Iglesia. Los primeros para justificar todos los cambios y herejías y los segundos para denunciarlos y no aceptar en bloque al Concilio Vaticano II, origen de la revolución en la Iglesia. Frente a ellos el Papa Benedicto habla de una hermenéutica de la continuidad, entre el pre y el post Concilio. Y emprende, sin resultado positivo porque no fue secundado, una “reforma de la reforma litúrgica” como camino corrector para poner nuevamente las cosas en su lugar, ya que en la liturgia que se fue imponiendo a partir del Concilio, él ve la devastación de la fe. A este punto necesario es aclarar que nada tiene que ver lo que se hizo en liturgia con el Concilio porque la Constitución sobre la liturgia, Sacrosantum Concilium, pide, por ejemplo, mantener el latín. El quitar el sagrario del medio y las imágenes incluso de la Santísima Virgen, la celebración del sacerdote “versus populum”, la comunión en la mano, todo se hizo apelando a un difuso “espíritu del Concilio” y a misteriosas “razones pastorales”.
Cómo no pensar que la visión profética de la Beata Anne Catherine Emmerich y la enseñanza del Catecismo se apliquen a este tiempo?
-«Vi la Iglesia de San Pedro y allí una gran cantidad de hombres que trabajaban para cambiarla, pero también vi otros que la reparaban. Filas de personas maniobradoras, ocupadas en este doble trabajo, se extendían por el mundo entero y yo quedé sorprendida de la unidad con que se hacía todo eso». «Todos trabajan en la demolición, hasta los eclesiásticos»: Visión de la Beata Anna Catherine Emmerich en la octava de Navidad de 1819 (Cap. XXV, Tomo II, página 164).
Catecismo de la Iglesia Católica:
675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el «Misterio de iniquidad» bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Te 2, 4-12; 1Te 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).
676 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, «intrínsecamente perverso» (cf. Pío XI, «Divini Redemptoris» que condena el «falso misticismo» de esta «falsificación de la redención de los humildes»; GS 20-21).
677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el Cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).
Antecedentes inmediatos
Aumento de la desobediencia y grupo para el poder
-Las desobediencias a los Papas, la oposición de Conferencias episcopales enteras a la Humanae Vitae de Pablo VI, los grupos de presión protestatarios sobre todo en el norte de Europa, acaudillados por figuras como Hans Küng, que debió padecer Benedicto XVI, la sorda resistencia al Motu proprio Summorum Pontificum, que motivó una apesadumbrada carta del Papa al entero episcopado mundial… son apenas algunos de los hitos más salientes que se desencadenaron a partir de la forzada renuncia (por motivos gravísimos que nunca fueron aclarados cuáles eran).
–La corriente modernista progresista o liberal, como se la quiera llamar, era capitaneada al interno de la jerarquía desde la época de Juan Pablo II por el Arzobispo de Milán Cardenal Carlo Maria Martini. El mismo Martini que según declaraciones del Cardenal Daneels y de lo escrito en sus memorias recientemente publicadas, era el mentor principal del llamado grupo San Gaal o San Galo (porque se reunían en ese convento suizo) -información por otra parte confirmada por Mons. Gänswein en la reciente presentación de un libro sobre el Papa Benedicto[2]– grupo que, según siempre Daneels, se llamaba a sí mismo “la mafia”. Ese grupo del que participaban además de Martini y Daneels los cardenales Kasper, Lehmann, Silvestrini, Basil Hume, Murphy-O’Connor y el obispo holandés Van Luyn, tenía como candidato para el Papado al Cardenal Bergoglio –contando con su anuencia- quien podría “modernizar” radicalmente a la Iglesia. Estaban preparados para imponerlo tras la muerte de Juan Pablo II y en el 2005 casi lo consiguieron.
Cuando fue elegido el Cardenal Ratzinger no dejaron de actuar. Arremetieron nuevamente luego de la inesperada y misteriosa renuncia de Benedicto, el mismo Benedicto que en su primera Misa había dicho “No permitáis que por miedo retroceda ante los lobos”.
– Estos algunos de los antecedentes, ahora la agudización y culminación del proceso porque con el Papa Francisco han venido todos los que hasta ayer habían sido malamente contenidos. Hoy vuelven los Kasper, los Küng y toda la parafernalia ecumenista con la comunidad de Bose y su mentor Enzo Bianchi a la cabeza, miembro de la heterodoxa escuela de Bolonia, también con otros miembros en puestos importantes y la comunidad de Sant’Egidio y el “espíritu de Asís”.
A modo de conclusión
Después de todo esta larga y no exhaustiva pero sí necesaria introducción vayamos con algunos ejemplos al tema central. Ciertamente se evidencia entonces que lo que está ahora ocurriendo en la Iglesia, desde hace tres años a esta parte, tiene sus antecedentes. Como se suele decir “de aquellos polvos estos lodos”.Todo aquel aluvión de fines de los años 60 y de la década del 70 que no había podido ser contenido por la debilidad del Papa Pablo VI, que tanto lo hizo sufrir, fue en parte, y sólo en parte, detenido por el Santo Juan Pablo II pero ya antes de su muerte y especialmente cuando fue elegido Benedicto XVI como su sucesor arremetió con fuerza arrolladora.
El error y la herejía fueron introducidos subrepticiamente, como en la parábola del sembrador en la que otro siembra la cizaña cuando el sembrador duerme. Esa cizaña que logró meter el modernismo (con ello entendemos también progresismo, neomodernismo) fue penetrando a partir de textos ambiguos del Concilio y sobretodo de la interpretación que se quiso hacer del mismo Concilio. Para cada nueva doctrina y reforma litúrgica se apelaba a un vago “espíritu del Concilio” y a razones pastorales. Los esfuerzos de los Papas por medio de grandes documentos magisteriales poco pudieron contra la corriente de tanta herejía y manifiesta rebelión sostenida por la prensa laicista y anti católica y, lo que es peor, por las publicaciones de sedicentes teólogos y maestros de espiritualidad que se vendían y venden y publicitan en librerías llamadas católicas. Allí están en primera fila, en escaparates herejes como Anthony de Melo, Anselm Grün (uno que cambia Cristo por Freud en libros de auto ayuda), José Antonio Pagola, Ariel Álvarez Valdés, Vito Mancuso, Enzo Bianchi y muchos otros. Por otra parte los esfuerzos de esos buenos Papas que produjeron documentos de grandísimo valor como Veritatis Splendor, Humanae Vitae, Familiaris Consortio, Dominus Jesus, Mysterium Fidei, etc. no estuvieron ellos mismos exentos de algún error como el caso del encuentro interreligioso de Asís. Pues ahora, el modernismo se presenta triunfante con Francisco como Papa.
MOMENTO ACTUAL
A partir de marzo de 2013 la Iglesia se ve gobernada por
Hablar y escribir ambiguo
Eso es lo que campea en el Papa Francisco, un lenguaje ambiguo que cada uno lo interpreta como quiere. La Amoris Laetitia en lugar de aclarar todas las discusiones y enfrentamientos de los dos Sínodos de la familia (dicho sea de paso algo totalmente inédito, tener un sínodo preparatorio para otro sínodo) dejó todo en aguas de borraja. Y sobre el Sínodo y cómo fue maniobrado hay testimonios y mucho por decir. No sólo no aclara situaciones fijando pautas ni defiende la indisolubilidad del matrimonio, sino que introduce el relativismo moral y la ética situacional condenados por san Juan Pablo II. Cada sacerdote debe decidir y peor aún, cada Conferencia Episcopal de acuerdo con las usanzas e idiosincrasia del lugar con el resultado que se rompe la unidad de la Iglesia y así también la catolicidad. Las notas características de la Iglesia son el ser “una, santa, católica y apostólica”. Pues ya con eso no es una si cada uno interpreta cuestiones de moral en modo diferente y hasta contrario, ni tampoco católica que es la universalidad, porque no en todas partes será la misma doctrina, la misma enseñanza, la misma moral.
En este mismo orden de cosas de hablar ambiguo, polivalente, oscuro, incompleto se insertan esas frases que han impactado tanto a los medios y que muchos repiten. Entre ellas la de la Iglesia como “hospital de campaña” para una humanidad enferma. Sin embargo, en este tiempo es la Iglesia la primera que tiene que sanar y volver urgentemente a la verdad de la fe y defenderla como también defender la moral. Es en la Iglesia que hay enfermos terminales a quienes hay que atender. Al mundo hay que ir a asistirlo, sanarlo pero si adentro no hay médicos sino sólo enfermos nada bueno se podrá hacer. Parecido se presenta el mandato de “ir a las periferias”. Claro que la misión de la Iglesia es ir al mundo y también ahora a los propios católicos descristianizados, católicos sólo de nombre, pero para convertirlos a Cristo. Por eso, para ir a las periferias se está olvidando lo más importante: a las periferias hay que llevar a Cristo, no a una fe enferma, no a nosotros mismos. No se trata de asistencialismo sino de salvación ante todo de almas y de asistencia de cuerpos, unidos al alma, es decir del hombre en su integridad. De qué sirve al hombre ganar esta vida si luego pierde la vida eterna?
Otro ejemplo: En una de esas entrevistas aéreas dijo Francisco que los católicos no somos conejos, en alusión a los que tienen una gran prole. Un pequeño detalle: sin gran prole no tendríamos una santa Catalina de Siena (hija número 25) ni un venerable Cardenal Eduardo Pironio (hijo número 21 y argentino para más datos).
Negación de la evangelización como lo que es: anuncio de la Verdad.
En una entrevista que la revista “Viva” del diario argentino “Clarín” (27 de julio de 2014) el Papa Francisco rechaza lo que él llama el proselitismo religioso. Aunque no lo dice abiertamente da a entender que está en contra de la misión evangelizadora a la que opone como aceptable una comunicación dialogante. En sus palabras: “Podemos estimular al otro con el testimonio para que crezca en ambos aquella comunicación, pero lo peor que puede haber es el proselitismo religioso, que paraliza” .“La Iglesia crece por atracción no por proselitismo”.
En esas aseveraciones hay una verdad incompleta junto a una falta de la misma. Verdad es que la Iglesia atrae porque quien llama y atrae es el mismo Señor. En cambio, no es cierto que atraiga y menos aún que haya crecido y crezca sin lo que Francisco llama “proselitismo”, sin el anuncio expreso de la Palabra y de la salvación en Cristo Jesús.
Prosélito es quien se incorpora a una religión, quien se convierte y proselitismo es celo por ganar prosélitos. La Iglesia Católica es la verdadera Iglesia fundada por el mismo Cristo -que ha conservado durante dos milenios la sucesión apostólica y la tradición, que se mantuvo fiel a sus enseñanzas y dio testimonio al mundo de la verdad a través de innúmeros santos y mártires- que de acuerdo al mandato del Señor se extendió por todo el mundo por el proselitismo de los Apóstoles y sus sucesores que anunciaron la salvación en Jesucristo, enseñaron la verdad de la fe, e incorporaron siempre nuevos prosélitos por el bautismo. Entonces, ¿cómo puede ahora despreciarse la misión de evangelización tratándola de manera peyorativa? Ante su opinión se alza la exhortación encendida por el Espíritu de san Pablo a Timoteo: “Yo te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, y en nombre de su manifestación y de su Reino: proclama la Palabra de Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable y con afán de enseñar. Porque llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas” (2 Tm 4: 1-4).
El juicio despectivo no era nuevo, tiene su antecedente en una entrevista con su preferido interlocutor, el periodista ateo Eugenio Scalfari, en “La Repubblica” (Octubre 1 de 2013)[3]: “El proselitismo es una solemne tontería, no tiene sentido. Hay que conocerse, escucharse y hacer crecer el conocimiento del mundo que nos circunda. A mí me ocurre que después de un encuentro tenga ganas de tener otro porque nacen nuevas ideas y se descubren nuevas necesidades. Esto es importante: conocerse, escucharse, ampliar el círculo de pensamientos.”. Por tanto, no hay verdad que anunciar sino pensamientos y opiniones que intercambiar y tener la mente amplia, dejando de lado dogmas (como también más de una vez lo insinuará). En una palabra, deshacer lo que la Iglesia vino haciendo desde sus albores y por lo que tantos mártires dieron su vida. Según tal opinión san Pablo tendría que haberse abstenido de gastar su vida por el Evangelio, porque era sólo cuestión de diálogo con Séneca o con los filósofos griegos. Se hubiera ahorrado el bochorno de la respuesta de los griegos en el Areópago. Aunque a decir verdad algunos prosélitos obtuvo.
Lamentablemente, el Papa Francisco no se detiene en opinar que hacer proselitismo es una soberana tontería sino que en caso que a alguno se le ocurra evangelizar, le dice que no crea el anuncio sea el de una verdad firme y absoluta. No nada de eso. Debe saber que: “No debe pensarse que el anuncio evangélico se transmita siempre con determinadas fórmulas establecidas o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable” (Evangelii Gaudium n. 129)
Y para más inri:
“Dialogar significa estar convencidos que el otro tenga algo bueno para decirnos, hacer espacio a su punto de vista, a sus propuestas. Dialogar no significa renunciar a las propias ideas y tradiciones sino a la pretensión que sean únicas y absolutas.” (Mensaje para la XLVIII Jornada Mundial de las comunicaciones sociales. 1 de junio de 2014).
Es útil confrontar las afirmaciones de Papa Francisco con lo que le acaba de escribir un sacerdote misionero[4] en el Himalaya.
“Meseta tibetana
5/X/2016
Beatísimo Padre
Su Santidad Francisco”
“…Habiendo sido enviado a misionar el Extremo Oriente, lo cual reputo enorme gracia celeste para con mi muy pecadora alma, hace tiempo que mi espíritu sufre extrema desolación al leer las repetidas diatribas de Su Santidad contra aquello que, de modo peyorativo y sin distingos, da en llamar “proselitismo”.
Particular dolor me causó haber leído que el Vicario de Cristo, sin aclarar el sentido, haya dicho que “el proselitismo es una solemne tontería” y que “no tiene sentido” (cfr. vatican.va). Alguno replicará que esta frase podría quizás haber sido fruto de una transcripción infiel de parte de un periodista ateo, pero su sola publicación en la página oficial de la Santa Sede, torna torpe esta hipotética defensa.
Incrementose mi angustia cuando Su Santidad preguntó retóricamente “¿Voy a convencer a otro que se haga católico?“, para luego responder: ¡No, no, no!” (Videomensaje por la Fiesta de San Cayetano, 7/8/13). Esa triple negación del actual Papa, me trajo a la memoria la del primero.
…La Santa Madre Iglesia, por medio de los Superiores Religiosos y aun por medio de Su Santidad -Quien, de viva voz, me mandó ir al Oriente remoto a misionar-, me envió a lejanos confines a evangelizarlos.
No recibí mandato alguno como asistente social, rescatista de emergencias, alfabetizador, repartidor de polenta o dialogador serial, sino que fuí enviado, por el Padre Celestial y la Iglesia Santa, como Pregonero de la Santa Fe Católica, para tratar de ganar para Cristo Rey y Su Cuerpo Místico -que no es sino la Iglesia Católica- el mayor número de almas, predicando oportuna e inoportunamente”. Firma Padre Federico Juan S.E.
Y también confrontarlo con un respetadísimo Cardenal colaborador del Papa. El Cardenal Robert Sarah, Prefecto del Culto Divino, en su intervención en el reciente Congreso Eucarístico Nacional de Italia dijo: “En mi reciente volumen titulado “Dios o nada” he puesto de manifiesto que si mi familia y yo pudimos creer en Cristo y ser bautizados y si he podido tener la inmensa alegría de ser sacerdote, lo debemos todo –desde el punto de vista humano- a la generosa dedición, al sacrificio de algunos misioneros franceses, que vinieron a evangelizar a mi pequeña aldea en Guinea, permitiendo a tantas almas abandonar la religión animista y abrazar la verdadera fe en Cristo. Sin la misión de ellos, sin su inmenso sacrificio, sin su voz que quemaba como el fuego, yo hoy no estaría aquí!”
No hay ni puede haber una fe firme y sólida sino incertidumbres
En una entrevista dada a la revista de los jesuitas “Civiltà Cattolica”, concedida al P. Antonio Spadaro el 19 agosto de 2013, en Santa Marta, dice:
“Sí, en este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas queda siempre una zona de incerteza. Debe haberla. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y no es tocada por un margen de incerteza, entonces eso no está bien” .
Declaraciones que, una vez más, nos dejan perplejos. ¿Cómo se puede poner en duda la enseñanza de Cristo que nos transmite la Iglesia?
Pero, en esa entrevista hay más. “Si el cristiano es restauracionista, legalista, si quiere todo claro y seguro, entonces no encuentra nada. La tradición y la memoria del pasado deben ayudarnos a tener el valor de abrir nuevos espacios a Dios. Quien hoy busca siempre soluciones disciplinarias, quien tiende exageradamente a la “seguridad” doctrinal, quien busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, tiene una visión estática e involutiva” .
En todas estas sentencias aparece la verdad que sustenta la Iglesia como una cuestión variable, susceptible de opinión y de ser mejorada por la interacción con otras “verdades”. Además dice que la misma Iglesia implica una tradición. No hay verdad absoluta, no hay certeza, sólo hay opiniones humanas sobre Dios que evolucionan con el tiempo.
En el mismo orden de cosas se ubica la respuesta que Francisco dio a unos chicos italianos en Roma, el 18 de junio de 2016, cuando ante una pregunta sobre si alguna vez había estado su fe en crisis respondió:
“Muchas veces me encuentro en crisis con la fe y a veces tuve también la desfachatez de reprocharle a Jesús: “¿Pero, por qué permitís eso?” y también dudar: “Pero, ¿esta será la verdad o será un sueño?. Y esto de joven, de seminarista, de sacerdote, de religioso, de obispo y de Papa. “Pero, ¿cómo el mundo es así si diste tu vida? ¿Pero, no será esta una ilusión, una excusa para consolarnos?”. A un cristiano que no haya sentido esto alguna vez, cuya fe no haya entrado en crisis, le falta algo, es un cristiano que se contenta con un poco de mundanidad y así va adelante en la vida”.
A esos jóvenes y a todos les está diciendo que es bueno dudar y que quienes no dudan son mundanos. Y lo que es aún peor, no sólo que ha dudado y su fe estuvo en crisis a lo largo de su vida sino ahora mismo. ¡¿Cómo puede cumplir con el mandato de confirmar a los hermanos en la fe?! No es irrespetuosidad sino una pregunta que ante tal declaración viene espontánea: ¿Cuál es su fe? ¿Es católica? ¿No está instando a la duda y diciendo que la fe debe cohabitar con la incerteza? Esto es muy grave y entra dentro de la apostasía de la fe.
Decir que el dogma no es inalterable, que evoluciona y por tanto cambia, es modernismo puro y duro y eso es lo que Francisco dice en declaraciones como la siguiente:
“El mundo ha cambiado y la Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma” (entrevista de Joaquín Morales Solá para “La Nación”, del 5 de octubre de 2014.
Grave esta afirmación porque primero pone en duda las definiciones dogmáticas sometiéndolas no a una sola interpretación clara, firme, definida y permanente sino a la categoría de interpretaciones. Si son interpretaciones esas pueden cambiar o mejorarse y luego volver a mejorarse y así hasta el infinito, es decir que el dogma deja de ser lo que es para ser cuestiones mutables de la fe y como el mundo cambia la fe debe seguir en sus cambios al mundo.
¿Es que acaso la verdad de la fe no cuenta para la salvación de las almas? Lo cierto es que su visión no es sobrenatural sino de pertinaz inmanencia, lo prueba esa famosa entrevista dada en Brasil, en ocasión de la JMJ de Río, a O Globo News el 25 de julio de 2013.
Dijo entonces: “Si hay un niño que tiene hambre y no recibe una educación lo que debe interesarnos es que deje de tener hambre y reciba una educación. No importa si a darle esta educación son los católicos, los protestantes, los ortodoxos o los judíos. No me interesa. Me interesa que lo eduquen y le quiten el hambre” .
¿Qué dirían san Felipe Neri, san José de Calasanz, san Juan Bosco? ¿Cómo puede decir que sea indiferente quién lo eduque? ¿Es que no importa educarlo en la verdad de la fe y en la moral cristiana? ¿Es acaso lo mismo la moral católica en la que se eduque a un joven que la judía o la protestante o la de un ateo? Su indiferencia se comprende desde su total desinterés por la fe –cosa dicha extrañamente con gran claridad y no en modo ambiguo como es su costumbre- como condición necesaria a la salvación. O sea que, en última instancia, la salvación del alma no cuenta o todas son vías posibles de salvación. ¿A qué vino entonces el Hijo de Dios al mundo?
Abandono de las exigencias de la fe
Tales exigencias son las de nuestro Señor Jesucristo quien nos dice que seguirlo a Él es ir despojándose de toda adherencia material, de todo apego desordenado a las personas y de toda comodidad y marchar sin mirar al pasado. La puerta que lleva al Reino es estrecha y la Ley es más radical que lo que nosotros los hombres querríamos. “Os ha sido dicho” pero “yo os digo” (Cf. Mt 5) y a cada mandamiento lo descubre en todo su rigor y exigencia. Sin embargo, ahora se nos dice que son ideales que pocos pueden alcanzar y, por tanto, hay que matizar, aligerar, acompañar o, como algún “teólogo” peregrinamente sugirió, volver a la ley mosaica donde el repudio a la mujer estaba contemplado (¡!).
Sí, la Amoris Laetitia pretende “humanizar” la ley, hacerla adaptable a esta época de tantas parejas de hecho e irregulares para que puedan acceder a la comunión y no se sientan excluidas por causa del pecado. La pregunta es de rigor: ¿Por qué es posible ahora llegar a desafiar la misma ley de Dios, las palabras clarísimas de Jesucristo? Simplemente porque para Amoris Laetitia –si la ley presenta un ideal difícilmente alcanzable para muchos- entonces no existe la sobrenaturalidad y por tanto la gracia no cuenta. Precisamente, lo único que hace posible cumplir con la Ley es: ¡la gracia! Esa gracia santificante que le es dada a cada uno por el bautismo y que cuando se la pierde ahí está el otro sacramento, la confesión, para recuperarla toda vez que el penitente sea tal, que se acerque arrepentido y -¡claro está!- con el propósito de no seguir pecando.
Extraño ecumenismo
Uno de los reiterados principios de este Papa -que tanto recuerdan los de la hermética- es “el todo es superior a las partes”, lo cual tomándolo, como se pretende, con valor universal comportaría que la suma de religiones es más que la Iglesia Católica. También se lo oye repetir “tenemos que promover y trabajar sobre aquello que une y no sobre lo que divide”. Esa sentencia no es de su autoría pero sí la repite y aunque pueda sonar bien y razonable su efecto puede ser demoledor cuando se aplica a la religión. Como observaba el Cardenal Giacomo Biffi: “puede ser oportuno para salvaguardar las relaciones de buena vecindad en un condominio o la rápida eficiencia en un consejo comunal. Pero mucho cuidado si nos dejamos inspirar por esto en el testimonio evangélico frente al mundo, en nuestro compromiso ecuménico, en las discusiones con los no creyentes. En virtud de tal principio Cristo podría volverse la primera y más ilustre víctima del diálogo con las religiones no cristianas (de hecho ahora lo es). El Señor Jesús dijo de sí, en una palabras que sin embargo nos inclinamos a censurarlas: “Yo vine a traer la división” (Lc 12,51)” . Y agregaba: “En las cuestiones que importan la regla no puede ser más que esta: debemos observar sobre todo a lo que es decisivo, substancial, verdadero, nos divida o no nos divida”. De Giacomo Biffi (“Memorie e disgressioni di un italiano Cardinale”. Pag 178)
Refiriéndose el Cardenal Biffi a “Dominus Jesus” (del Cardenal Ratzinger, compartido y públicamente aprobado por Juan Pablo II) donde se dice claramente que Jesús es el único necesario Salvador de todos los hombres, una verdad que lleva ya dos mil años, a partir del discurso de Pedro en Pentecostés, decía que llena de estupor y da la medida de la gravedad de la situación actual el hecho que haya tenido que ser recordado. Agregaba que aquella verdad es el mínimo grado de la fe, verdad esencial para un creyente que en 2000 años nunca se había puesto en duda. Ni siquiera en momentos de grandísimas crisis como la arriana o en tiempos de la Reforma protestante. Sin embargo, le preocupaba grandemente, que “haya sido contestado a todos los niveles, sea de la acción pastoral como de la enseñanza teológica y de la jerarquía”. Contaba una anécdota, un parroquiano que había propuesto al párroco presentar la “Dominus Jesus” a la comunidad, el párroco lo había desaconsejado porque “es un documento que divide”. (En el encuentro del Sacro Colegio Cardenalicio previo al Conclave del 2005 pag. 614-615).
Hace ya tres años, en la entrevista a Eugenio Scalfari aparecida en “La Repubblica” del 1 de octubre de 2013, decía Papa Francisco:
“…Los padres conciliares (se refería al Concilio Vaticano II) sabían que abrir a la cultura moderna significaba ecumenismo religioso y diálogo con los no creyentes. Desde entonces muy poco fue hecho en aquella dirección. Yo tengo la humildad y la ambición de querer hacerlo”.
Y vaya si lo hace porque estamos como nunca antes, con gestos de hermandad hacia todos y así “uniéndonos en lo que no divide”. El culmen es la visita a Suecia para conmemorar los 500 años del cisma de Lutero. Pero, ¿qué es aquello que divide? Nada menos que la verdad sobre Cristo y su Iglesia. Unión con los que han dividido, los cismáticos, y dureza para los fieles católicos que defienden la ortodoxia.
ELOGIO A LUTERO
Las implicancias del elogio a Lutero y las sospechas acerca de la intención son grandísimas. El elogio de Francisco fue en el viaje de retorno de Armenia, el 26 de junio de este año 2016. Figura en el sitio oficial del Vaticano. Estas fueron sus palabras: “Creo que las intenciones de Martin Lutero no estuvieron equivocadas; era un reformador. Quizás algunos métodos no eran propiamente un modelo para imitar. Había corrupción en la Iglesia, había mundanidad, había apego al dinero y al poder. Y él protestó por eso. Luego, era inteligente y dio un paso adelante justificando el porqué hacía todo esos sobra la doctrina de la justificación. Sobre este punto tan importante no se había equivocado. Él hizo una medicina para la Iglesia”.
Aquí Papa Bergoglio presenta a Lutero como un reformador de costumbres, un reformador moral, cosa que el mismo Lutero negó serlo. Él fue el reformador herético de la doctrina y esta es la verdad. También el teólogo pastor valdense Paolo Ricca, se apresuró a contestar que la Reforma haya nacido como consecuencia de la mundanidad de la Iglesia. Dijo en cambio: “El verdadero punto vero sobre que hizo de perno de la Reforma no fue un problema moral sino teológico”.
Ciertamente que hubo escándalos en la Iglesia de aquel tiempo pero los escándalos de Lutero, hombro rudo, carnal y vulgar no fueron de menor alcance, antes bien fue lo contrario. No vale la pena adentrarse en el tema de los escándalos de la Iglesia ni tampoco de los escándalos de Lutero sino ir al punto más inquietante: Lutero sobre el tema de la justificación tenía razón[5]. Afirmar eso es borrar de un golpe las enseñanzas de la Iglesia acerca del libre albedrío y la necesidad de las obras y cancelar la condena de Trento. Porque para Lutero la justificación viene por la sola fe en Jesucristo prescindiendo de las obras y de la cooperación del pecador con la gracia. Extraño que ¡justamente Jorge Mario Bergoglio! pueda decir que Lutero tenía razón en ese punto. Extraño porque tantas veces le gusta recordar el pasaje de Mateo 25, en el que el Señor viniendo en su gloria juzgará a unos y otros de acuerdo a las obras (Cf. Mt 25: 31s). Lutero, lo recordamos, negaba además del Magisterio (Sola Scriptura y libre examen de las Escrituras), el sacerdocio ministerial y sosteniendo que la salvación viene por la sola fe consecuentemente niega los sacramentos, excepto el bautismo. Extraño también porque siendo Rector del Colegio San José, el Padre Jorge Mario Bergoglio en un escrito condenó a Calvino y a Lutero.
Pues, la sospecha, con tanto elogio y festejo (¡!!) por los 500 años, del cisma, más que fundada es que el próximo ataque sea a la Eucaristía y al sacerdocio ministerial. No hay dudas que mucho se “avanzó”, porque ya bien desacralizada está con la comunión de pie y en la mano, al mejor estilo protestante, y con la liturgia. La liturgia implica todo: la celebración en sí, “versus populum”, (fundamentada por una eclesiología horizontalista), la exaltación de la Cena –y no precisamente como Banquete Sacro- y el oscurecimiento e incluso negación de la necesaria y fundamental dimensión sacrificial, por tanto negándole a la santa Misa su valor redentor.
¿Quién podría jamás imaginar que habría un hombre en la cima de la Iglesia Católica que fuese a celebrar el cisma de hace cinco siglos atrás? ¡Recordar el 31 de octubre de 1517, cuando el monje agustino Martin Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg! Y, en efecto, el escenario que hemos visto en Lund, el 31 de octubre, con la “obispa” luterana y el acto paralitúrgico ha sido surrealista.
Sin embargo, el homenaje a la Reforma comenzó el pasado 13 de octubre cuando Lutero atravesó las puertas del Vaticano y una estatua suya presidió el encuentro de Bergoglio con un grupo de peregrinos luteranos. Precisamente el 13 de octubre, aniversario de la última aparición de la Virgen en Fátima, fecha que pasó bajo silencio!
En aquel encuentro, una vez más Francisco condenaba el proselitismo como “veneno” mientras exaltaba a “los santos reformadores”; era más o menos como canonizar al gran hereje que dividió la Iglesia y provocó guerras de religiones que desangraron Europa.
Una vez más confirmó su desinterés por la verdad doctrinal: “Mientras los teólogos llevan adelante el diálogo – dijo a los peregrinos – vosotros continuada buscar con insistencia ocasiones para encontrarse, conocerse mejor, rezar juntos y ofrecer vuestra ayuda recíproca y a todos los que la necesitan”.
Aún antes que el viaje a Suecia fuese definido, el Cardenal Müller advertía: “Nosotros los católicos no tenemos ningún motivo para festejar el inicio de la Reforma que llevó al cisma de la cristiandad occidental” (hablando en un acto con los obispos de Chile).
En cambio Francisco fue y se encontró con la Federación luterana mundial. Poco antes salía un documento firmado por una comisión católica-luterana titulado “Del conflicto a la comunión” donde se afirma que nosotros católicos somos también culpables de haber quebrado la unidad de la Iglesia y que el programa reformador de Lutero costituye un desafío espiritual y teológico para nuestro tiempo (sic!).
En Lund Francisco dijo: “Es con gratitud que reconocemos que la Reforma ha contribuido a dar mayor centralidad a la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia”. Obviamente, no dijo que para los luteranos y todos los protestantes no existe una lectura de la Sagrada Escritura con la Iglesia y desde la Iglesia, porque ellos no tienen ni reconocen Magisterio alguno y en cambio el libre examen de la Palabra de Dios.
“La experiencia espiritual de Martin Lutero nos interpela y nos recuerda que no podemos hacer nada sin Dios. El mensaje de Lutero está justo en el descubrimiento de un “Dios misericordioso”. ¡Como si la Iglesia con todo su Magisterio, sus Padres y sus santos, rechazados y negados por Lutero, habría debido esperar a Lutero para descubrir que sin Cristo nada podemos y que Dios es misericordioso!
Y luego en la Declaración conjunta se puede leer: “Estamos profundamente agradecidos por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma.” ¿Cuáles dones espirituales y teológicos? ¿Acaso la influencia racionalista de Karl Barth? O bien: “Muchos miembros de nuestras comunidades aspiran a recibir la Eucaristía en una única mesa, como concreta expresión de la plena unidad”. Es decir promoción de la intercomunión con los protestantes (la única admitida es con los ortodoxos porque ellos junto a nosotros son los únicos que tienen la verdadera Eucaristía). Pero, no se dice que “Eucaristía” así utilizado es un término equívoco, porque la verdadera Eucaristía está en la Iglesia Católica, donde está el sacerdocio ministerial que hace posible la consagración del pan y del vino. Ahora bien, de acuerdo a la declaración se trataría del deseo que los protestantes accediesen a la comunión eucarística en nuestras Misas sin estar en comunión con la Iglesia. Esto no es posible! Anteriormente, en ocasión de su visita a la comunidad luterana de Roma, un año atrás, a la pregunta de una señora protestante, mujer de un católico, acerca de la posibilidad de poder participar junto al esposo a la Eucaristía, Francisco respondió: “Dejo la pregunta a los teólogos”. Luego dijo que él no podía dar permiso para recibir la Eucaristía, pero que ella debería haberlo “hablado con el Señor y avanzar”. Pocas semanas después, el cardenal Gerhard Müller puso en guardia acerca de los posibles malentendidos, confirmando que entre católicos y protestantes “existe una diversa comprensión de la Iglesia”. También el cardenal Robert Sarah, Prefecto del Culto divino, corrigió al pontífice diciendo: “No es una cuestión de seguir la propia conciencia”; “La Eucaristía es sólo para los católicos”. Y el obispo kazakistano Athanasius Schneider dijo que la Iglesia debe ser “absolutamente clara con los protestantes, no escondiendo nada”. Agregó que cualquier gesto que no sea claro, que no sea sincero, que sea ambiguo, jamás ayudará al verdadero ecumenismo en ningún nivel que sea”. Dijo que “los pastores deben ser muy prudentes en sus declaraciones y no crear ambigüedades y confusión entre la gente llevándolas a creer que las doctrinas católicas y protestantes son fundamentalmente las mismas con sólo pequeñas diferencias”.
Con respecto a la respuesta del Papa Francisco a la mujer protestante dijo que no hay que exagerar con la infalibilidad de los papas cuando ofrecen sus opiniones personales.
Encuentro interreligioso en Asís.
Papa Francisco no fue al Congreso Eucarístico Nacional de Italia en Génova y no dio excusas. En cambio fue antes al de Cardiología y luego al encuentro de Asís promoviendo el diálogo con otras religiones.
Interesa particularmente la opinión del Papa Benedicto XVI sobre el tema. Lo que sigue es parte de lo escrito por él en ocasión de darle su nombre al Aula Magna de la Urbaniana, el 21 octubre de 2013:
“El Señor Resucitado encargó a sus Apóstoles y a través de ellos a los discípulos de todos los tiempos, de llevar su Palabra hasta los confines de la tierra y de hacer de todos los hombres sus discípulos.
Pero –se preguntaba el Papa- ¿Esto es aún válido?. Es la pregunta que se hacen muchos dentro y fuera de la Iglesia. ¿La misión, es todavía actual? ¿No sería más apropiado encontrarse en el diálogo entre las religiones y juntas servir a la causa de la paz del mundo?
La contra pregunta es: ¿Puede sustituir el diálogo a la misión? Muchos hoy son de la idea que las religiones deberían respetarse mutuamente y, en el diálogo entre ellas, volverse una común fuerza de paz. En este modo de pensar, la mayoría de las veces, se da como presupuesto que las distintas religiones sean variaciones de una única y misma realidad; que “religión” sea el género común, que asume diferentes formas según las diversas culturas, que de cualquier modo expresa una misma realidad. La cuestión de la verdad, esa que en el origen movió a los cristianos más que todo el resto, aquí es puesta entre paréntesis. Se presupone que la auténtica verdad sobre Dios, en último análisis, sea inalcanzable y que lo que más se puede es a lo inefable hacerlo presente con una variedad de símbolos. Esta renuncia a la verdad parece realística y útil a la paz entre las religiones del mundo. Y sin embargo es letal para la fe. La fe pierde su carácter vinculante y su seriedad, si todo se reduce a símbolos en el fondo intercambiables, capaces sólo de aludir de lejos al inaccesible misterio de lo divino.
…la cuestión de la misión se pone no sólo frente a las preguntas fundamentales de la fe sino también frente a aquella de qué es el hombre.
…la alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada. Quien ha recibido una gran alegría no puede tenérsela sólo para él, debe transmitirla. Lo mismo vale para el don del amor, para el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta.
Cuando Andrés encontró a Cristo no pudo dejar de decírselo a su hermano: “Hemos encontrado al Mesías” (Jn 1,41). Y Felipe, a quien le había sido donado el mismo encuentro, no pudo dejar de decírselo a Natanael que había encontrado a aquél de quien habían escrito Moisés y los profetas (Jn 1,45). Anunciamos a Cristo no para procurarle a nuestra comunidad cuantos más miembros posibles, ni tanto menos por el poder. Hablamos de Él porque sentimos el deber de transmitir aquella alegría que nos ha sido donada”. Hablamos de Él porque nos sabemos pobres, frágiles, miserables pecadores incapaces de salvarnos a nosotros mismos y anunciamos al Salvador!! Es ésa la razón de la alegría y de la necesidad altruista de ir a los demás a anunciarlo. Pero no podemos olvidar que por encima de todo esto se yergue el mismo mandato del Señor.
La respuesta de Benedicto a toda esta corriente negadora del anuncio evangelizador de salvación que pretende sustituir la misión por el diálogo terminaba así: “Seremos anunciadores creíbles de Jesucristo cuando lo habremos verdaderamente encontrado en lo profundo de nuestra existencia, cuando a través del encuentro con Él, nos será donada la gran experiencia de la verdad, del amor, de la alegría”.
Todos son hijos de Dios y no hay un Dios católico
Sobre el mismo tema anterior ver también el video https://youtu.be/LZDP3xkZA2c donde contradice el mandato del Señor de Mc 16:15-16 y las palabras de Pablo Rm 10: 13-15; 1 Co 9:16; 1 Co 1:21 y lo que nos relatan los Hechos de los Apóstoles en Hch 9:19-22; Hch 17:1-3; Hch 18:4; 18:9-11; Hch 19:8; Hch 20: 18-21..;27.
Y ni qué hablar del famoso video http://video.repubblica.it/vaticano/ebrei-buddisti-e-musulmani-nel-videomessaggio-del-papa-dialogo-porti-pace/224044/223300?ref=HRESS-9
donde presenta a todos como hijos de Dios y lo que importa es simplemente creer en el amor.
No es eso lo que enseña la Iglesia, lo que dice la Sagrada Escritura. Está clarísimo en el Evangelio de san Juan, en el mismo prólogo, donde dice: “A quienes lo recibieron (Jesucristo) les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre, los cuales ni de la sangre, ni de voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre sino de Dios han sido generados” (Jn 1,12-13)
Nuestra certeza es que no hay otro Salvador del mundo fuera de Jesucristo y que por él nos volvemos hijos de Dios. En cambio para el papa Bergoglio se puede ser hijo de Dios sin necesidad de Cristo ya que musulmanes, animistas, todos son “hijos de Dios”. Por cierto que en la célebre entrevista a La Repubblica (del 1 de octubre 2013) había dicho que “no existe un Dios católico”, típica frase equívoca, por lo que muchos se preguntan él vicario de quién es y qué Iglesia guía.
Además en el video antes citado resulta que lo importante es creer en el amor. Cabe preguntarse qué es el amor para un budista o para un musulmán o un judío practicante. Quien revela el verdadero rostro de Dios es Jesucristo y qué significa amar. Él, sólo Él, nos manda amar a los enemigos.
Hay otro video en el que afirma explícitamente que todas las religiones llevan igualmente a Dios. En el min 4.30 dice, hablando a un grupo de musulmanes: “Compartir…Los que son cristianos con la Biblia, los musulmanes con el Corán, con la fe que han recibido de sus padres, siempre los ayudará a ir adelante. Compartir también la propia fe…porque uno solo es Dios, el mismo…ha hablado de un modo, de otro, pero ir adelante…” El video en cuestión es
https://www.youtube.com/watch?v=Oe1gl_rxFZc&feature=youtu.be&app=desktop
Para Francisco, como dijo en una de las primeras entrevistas lo más urgente y preocupante es la juventud sin trabajo, sin meta. En ningún momento menciona lo que tiene que ser la preocupación mayor de cualquier Papa, la pérdida de la fe, la apostasía general del vivir contra Dios, la juventud desencaminada porque se ha vuelto nihilista y nada quiere saber de Dios. El suyo es humanismo donde al centro está el hombre y no Dios. Es humanismo antropocéntrico, por tanto falso porque no estando Dios en el centro va contra el mismo hombre.
Ver https://www.youtube.com/watch?v=84e7NrOJicA#action=share
En la apelación final ¿No es acaso él mismo protagonista del anuncio? Dice: “Ayúdenme”. A continuación dice: poner en el centro a la persona humana. No a Dios.[6]
Más sobre indiferentismo religioso
Dirigiéndose a inmigrantes mayormente musulmanes en un encuentro en Roma, el 19 de enero del 2014, día de la Jornada Mundial de los emigrantes, el Papa Francisco les recomienda que compartan sus experiencias “Los que son cristianos con la Biblia, los que son musulmanes con el Corán. La fe que vuestros padres os han inculcado os ayudará siempre a ir adelante…compartir de fe a fe, porque uno solo es Dios, el mismo…”.
A los musulmanes de Lampedusa que comenzaban el Ramadán les auguró “abundantes frutos espirituales” (8 de julio de 2013).
Todo esto tristemente nos recuerda el tango “Cambalache”, ¡dale que va! Todo es igual: ¡la Biblia junto al Corán!
Dios es uno, desde luego que sí, pero el conocimiento de Dios no es el mismo ni los preceptos que se derivan del dios de los otros lo son, porque esos son hasta contrarios a los nuestros. Dios es uno y el verdadero conocimiento de Dios lo tenemos los cristianos porque Jesucristo nos lo reveló. Dios, el verdadero Dios, nos manda amar hasta a los enemigos. El dios musulmán es el del Corán que manda decapitar al infiel que no acepte el Islam. El musulmán tiene que imitar a Mahoma, una vida llena de gestos de violencia. El cristiano tiene a Jesucristo como modelo no sólo a imitar sino a seguir. Pero, ¿puede confundir así un Vicario de Cristo? ¿Por qué no oye a los cristianos de Medio Oriente o de otros lugares donde gobierna el Islam? ¿Y Jesucristo, dónde está?
Los musulmanes ocupan un lugar importante en discursos, gestos, exhortaciones de Francisco
Ya no queda duda alguna y quienes más lo sufren son, en primer lugar, los cristianos de países islámicos y luego Europa. Veamos porqué:
Reiteradas veces pide a los países europeos que abran sus puertas a la inmigración irrestricta de musulmanes y como gesto trajo consigo del viaje a Lesbos doce inmigrantes musulmanes que alojó en el Vaticano. A los cristianos (que en principio se dijo serían de la partida) los dejó allá y cuando le preguntaron porqué dijo que no hay privilegios, el único privilegio es ser hijo de Dios y “todos somos hijos de Dios”. Tal la respuesta dada a un periodista en el vuelo de regreso de Lesbos, el 16 de abril de este año. Se puede leer en el sitio oficial del Vaticano. ¿Hasta cuándo la falacia? No se es hijo de Dios por nacimiento sino por adopción, hijo en el Hijo, y por el Hijo con el bautismo y por la fe en nuestro Señor, la fe que acoge al Hijo de Dios (Cf. Jn 1,12). ¿O acaso los hijos de las tinieblas son también hijos de Dios?
Francisco pidió perdón a los migrantes porque no habían sido acogidos (se refería desde luego a países europeos) y dijo que eran no una amenaza sino un don. Es decir que la inmigración en masa sería un don para Europa. Mientras eso decía, anatematizando a los europeos el desborde de Alemania alertaba a otros países para protegerse de todas las consecuencias que estaban a la vista: jihadistas que se aprovechan del descontrol por el ingreso masivo, inadaptación y exigencias a quienes los acogen, casos de estupros y otros delitos, pérdida de la seguridad y de la paz ciudadana…
Así no se hace el bien. Al bien hay que hacerlo bien.
Cuando fue a la isla de Lampedusa gritó “Vergogna!” como si Italia tuviera la culpa de no poder contener el aluvión inmigratorio y no hiciese todo lo posible para darles alimentación y un techo provisorio y no hubiese rescatado a algunos de los muchos que se los tragó el mar.
Cuando le preguntaron por los atentados perpetrados por musulmanes buscando una justificación, absolutamente falsa, llegó a decir que también había católicos fundamentalistas y habló de “violencia católica”, todo eso en medio de un increíble malabarismo verbal.
“A mí no me gusta hablar de violencia islámica porque todos los días hojeo los diarios y veo violencias… y estos son violentos católicos bautizados! Son violentos católicos (¿Cómo no calificar esa respuesta de increíble pirueta para referirse a casos policiales como la llamada “violencia de género”? De ese modo a un delito común le da un contenido falsamente religioso! Además, dice “se puede matar con la lengua”. Esta entrevista de antología, surrealista, se verificó en el viaje de regreso de Polonia, el 31 de julio de este año. Quien quiera leerla la encontrará en el sitio del Vaticano.
Por supuesto que no se debe hacer acepción de personas y que muchos, muchísimos musulmanes son víctimas de una guerra que fuera amañada por fuerzas muy oscuras que gobiernan en Occidente, pero llama la atención que los primeros y más afectados, los cristianos, hayan sido y sigan siendo ignorados por Papa Bergoglio. Su primer deber era y es el de proteger a estos hermanos en Cristo y por todas las vías directas e indirectas procurarles asilo.
La apertura a la inmigración masiva es generadora de caos y resulta tremendamente perjudicial tanto para quienes reciben como para quienes inmigran cuando la sociedad es desbordada. El principio de solución empieza por otro lado. En lugar de acusar a Europa ¿Por qué no ejerce presión mediática y político diplomática sobre los ricos países árabes como Arabia Saudita, Qatar, Emiratos árabes? Son musulmanes como ellos y disponen de ingentes recursos como para acogerlos.
La causa de esta y todas las guerras, siempre según el Papa Francisco, son los fabricantes de armas pero esas armas llegan de algún modo y si llegan es porque alguien las financia y además van a determinados grupos con fines muy precisos. Denuncie, entonces, a los causantes verdaderos de la guerra, a las fuerzas oscuras que rigen las potencias y clame al Cielo para la conclusión de la guerra, como lo hace la Iglesia, llamando a todos a la conversión, a la penitencia, a rezar, ofreciendo Eucaristías, adorando y ayunado por la paz.
Los cristianos perseguidos
Sobre este tema no sólo ha imperado el silencio sino hechos más graves. Un caso paradigmático es el de los familiares de Asia Bibi, la mujer madre de familia que fue acusada de blasfemia contra Mahoma en Pakistán y condenada a muerte. El Papa Francisco, tan proclive a la comunicación epistolar, nunca dio respuesta a una carta de Asia Bibi y se negó a recibir a su esposo e hijos cuando fueron a Roma. Ningún pronunciamiento, ninguna palabra. Tampoco ninguna palabra fuerte, como la que para otros casos suele pronunciar (como aquel grito de “Vergogna” en Lampedusa) en defensa de los cristianos perseguidos y masacrados en Irak, Siria y en países africanos. Hizo sólo menciones al margen, más que presumiblemente para no “dañar” su política de acercamiento a los musulmanes.
Negociaciones conducidas con el gobierno chino han sido denunciadas por el valiente Cardenal Zen, obispo emérito de Hong Kong. Si lo denunciado se llegara a concretar comportaría una traición a la Iglesia del silencio, la perseguida iglesia china.
Roma ignora a los greco católicos porque estorban en las negociaciones en su política de acercamiento a los ortodoxos. Ciertamente esto no es nuevo y no se lo puede imputar exclusivamente a Francisco. Simplemente sigue si no acelera esa línea que ignora la historia y comete un acto de deslealtad hacia los católicos de rito bizantino. Porque fueron los greco católicos los grandes perseguidos y ejecutados por los gobiernos comunistas en los países del este europeo- A ellos se les confiscó iglesias (muchas de las cuales pasaron a los ortodoxos y luego de la caída del comunismo no fueron restituidas). Ellos, los greco católicos fueron confinados a la cárcel, matados, en tanto los ortodoxos, en especial su jerarquía, sobrevivía mediante complacencias y claudicaciones llegando incluso a la traición.
La Eucaristía es menospreciada
A la par del magisterio ordinario expresado en documentos está el otro hecho de imágenes que, como fue dicho, en una cultura icónica donde poco se lee o escasamente sólo titulares, ese otro cuenta mucho.
-En ese orden de cosas se manifiesta el tratamiento a la Eucaristía, por ejemplo nunca se ve a Papa Francisco arrodillarse durante la celebración. Se intenta explicar aduciendo que no se arrodilla debido a un problema en la columna. Problema que parece no contar cuando en cambio aparece en las fotos arrodillado ante protestantes para que recen por él o cuando se inclina -doce veces!- en los lavatorios de pies de sus “reformados” Jueves Santos.
-Además, en todos sus años como Pontífice nunca ha hecho la procesión del Corpus Domini.
-Ahora mismo, no ha participado del Congreso Eucarístico Nacional de Italia siendo él Obispo primado de Italia. Es la primera vez que un Papa niega su participación a tal importante acontecimiento.
–Ha reformado el Jueves Santo con un lavatorio de pies no a sacerdotes ni siquiera a católicos laicos sino a no creyentes, creyentes de otras religiones, mujeres y travestis. y todo ello en desmedro de la memoria de la institución de la Eucaristía y del sacerdocio.
-Otro hecho ya no de menosprecio sino sacrílego, ha sido y es su decisión de admitir a la comunión a quienes viven en situación permanente de pecado mortal.
Quienes se oponen y defienden la doctrina de siempre en materia de uniones y Eucaristía son maltratados.
A quienes defienden la doctrina y la moral católica, el Papa Francisco los descalifica tratándolos de fariseos, duros de corazón, Y lo hace repetidas veces en sus homilías de Santa Marta. Como alguien dijo:”Lanzar epítetos gruesos contra quienes son ortodoxos no es buena señal de apacentar el rebaño”.
Eso en cuanto al tratamiento verbal y luego en los hechos remueve a todo aquel que esté en contra de sus posturas modernistas.
Medidas de gobierno inmisericordes
Así se pueden calificar –inmisericordes- no sólo por el brusco modo en que fueron tomadas sino además por las consecuencias que han dejado. Lo significativo es que tales medidas estuvieron y están dirigidas en una misma dirección: contra todo lo que significa ortodoxia y –como en el caso de los conventos de clausura- un bien de y para la Iglesia.
-Entre las primeras de tales medidas estuvo la inmediata defenestración del Cardenal Raymond L. Burke del Tribunal de la Signatura Apostólica, o sea como cabeza de la Iglesia de todos los tribunales eclesiásticos. Lo mismo hizo con otro Cardenal de sanísima ortodoxia, Mauro Piacenza, a quien, entre sus primerísimas medidas, quitó del cargo de Prefecto para el Clero.
-La demolición de la comunidad modelo, llena de vocaciones de ambos sexos, Franciscanos de la Inmaculada. Para la medida blitz sirvió como excusa el hecho que un grupo dentro de la comunidad masculina se había quejado que la única Misa celebrada era la latina del rito antiguo. Eso bastó para establecer un comisariato, y en un evidente abuso de poder hacer lo mismo con la rama femenina, donde no había habido ninguna queja. A cargo del comisariato de la rama femenina se puso a una religiosa progresista.
-Remoción del Obispo de Ciudad del Este, Paraguay, Mons. Livieres, bajo la acusación de romper la unidad del episcopado. En Ciudad del Este había ocho capillas de adoración perpetua y un seminario modelo fundado por este obispo. La acusación era la de haber “roto” la unidad cuando, con pleno derecho como obispo, había fundado su propio seminario donde la enseñanza era de acuerdo a la sana ortodoxia de la fe y la moral católica. A partir de entonces dejaba de haber un único seminario en Paraguay y eso era intolerable. Un dolorido Livieres ante tal injusticia le escribe a Papa Francisco diciéndole: “que Dios el perdone lo que ha hecho”. Poco tiempo después Mons. Livieres fallecía.
– Así como ocurrió con Mons. Livieres también pasó con Mons. Leonard, Arzobispo de Bruselas. El modernismo en Bélgica se había instalado en el post Concilio y protagonistas fueron los Cardenales Suenens y su sucesor Daneels (sí, ¡el mismo del grupo San Galo!) Benedicto XVI trató de contener el proceso de devastación nombrando a Mons. Leonard como Arzobispo de Bruselas. Al llegar este último a los 75 años, hace de esto un año atrás, fue inmediatamente sustituido por el ex Obispo auxiliar de Daneels, de Kesel, y así se ha vuelto a lo de antes, es decir a traer el espíritu del mundo a la Iglesia. Por eso, no debería causar sorpresa –sí tristeza e indignación- que, por ejemplo, la Iglesia belga no haya dicho ni una palabra de condena ante el primer caso de eutanasia infantil. Y también, como el caso paraguayo, que el único seminario con muchas vocaciones fundado por Mons. Leonard fuese obligado a cerrar con la excusa que hay demasiados seminaristas franceses (¡!!).
-Muy recientemente, mediante la Constitución Apostólica “Vultum Dei quaerere” – que deroga las disposiciones de otra Constitución anterior del Papa Pío XII- está obliga a todas las comunidades femeninas de clausura a formar federaciones y a abrir la clausura para estudios fuera de ella. De ese modo, las abre al mundo –dejando de ser lo que por esencia son- y quitando toda autonomía a los monasterios. El estar federados hará que los buenos conventos impolutos, de estricta observancia, se vean ahora arrastrados por quienes dirijan las federaciones y terminen contaminados con el mundo.
Los monasterios de clausura han sido el puntal que sostiene a la Iglesia, el pulmón con que respira.
-En momentos de escribir esta relación un nuevo golpe acaba de producirse. Se trata de la Congregación para el Culto Divino y disciplina de los sacramentos. Su prefecto, el Cardenal Robert Sarah, es un hombre santo y sabio, de sólida doctrina (basta leer su libro “Dios o nada” para poder apreciar la altura y profundidad de este Cardenal que además fue muy probado en su país, Guinea, en época de la dictadura comunista). Pues bien, como su línea en liturgia es la del Papa Benedicto, en estos momentos su dicasterio es víctima –como escribe el vaticanista Marco Tosatti- de una purga sin precedentes. De la asamblea desaparecen los Cardenales George Pell, Malcom Ranjih, Raymond L. Burke, Angelo Scola, Angelo Bagnasco y Marc Ouellet, y en cambio asumen como nuevos miembros lugares los Cardenales Parolin (Secretario de Estado), Stella (Prefecto de la Congregación para el Clero, para muchos verdadera eminencia gris detrás del Pontífice) y Gianfranco Ravasi, quien participó de una ceremonia a la “Pacha Mama” en Argentina; Dew, Piero Marini, Domenico Sorrentino. El Cardenal Sarah, que como muchos Cardenales africanos había sido también muy crítico con la interpretación liberal de la Amoris Laetitia, sobre el tema de permitir la comunión a los divorciados vueltos a unir, con esta purga queda en soledad en su propio dicasterio.
Unidad o diversidad
Para justificar algunas medidas se apela a la “unidad” como bien supremo a prevalecer y para otras, en cambio, a la necesidad de la “diversidad”.
Por ejemplo, la Amoris Laetitia deja a las Conferencias Episcopales de cada lugar la disciplina en materia de comunión sacramental para el caso de parejas irregulares que quieran acceder a la misma. La justificación es la diversidad de culturas en cada región o país. Las conferencias episcopales de Alemania y de Filipinas han determinado que están a favor de dar la comunión a todos (es decir permiten comuniones sacrílegas) mientras las de África y Polonia se oponen. Esa diversidad apelando también a la colegialidad, en rigor lo que hace es romper la unidad de la Iglesia en algo fundamental que es la moral. Es la llamada ética situacional ya condenada por Papas como Juan Pablo II. Es decir, que se apela a la diversidad cuando lo importante en ese caso es la unidad de fe y de moral que caracteriza a la Iglesia de Cristo.
En cambio se invocó la necesidad de unidad para remover al obispo paraguayo, que “desentonaba” con los demás obispos, y en ese caso la arbitraria medida fue a daño de la verdad y del bien de la Iglesia.
La pastoral como excusa
Para el Sínodo de la familia y la posterior exhortación post sinodal “Amoris Laetitia” se ha dicho que las modificaciones eran de índole pastoral dejando intacta la doctrina. “Lo que importa es la vida”, dice Francisco, “dejemos las cuestiones doctrinales a los teólogos”. “Bella trovata”, dirán los italianos.
Pero, esto de utilizar razones pastorales como excusa de depredaciones viene de lejos, del mismo Concilio Vaticano II. Sabemos que Juan XXIII quería renovar la Iglesia no con condenas sino con, así la llamaba, “medicina de la misericordia”. Esto nos lo recuerda el Cardenal Biffi en sus memorias. Absteniéndose de condenar los errores el Concilio -pensaba el Papa- habría evitado de formular enseñanzas definitivas, vinculantes para todos. Y a esta indicación de partida todos luego se atuvieron. Se trataba de un “Concilio pastoral”. Biffi advertía para entonces que el concepto de “pastoralidad” era ambiguo y se preguntaba si con eso no se quería decir implícitamente que los Concilios anteriores no habían sido pastorales o no lo habían sido lo bastante. “¿No tenía importancia pastoral el poner en claro que Jesús de Nazaret era Dios y consubstancial al Padre, como se había definido en Nicea? ¿Carecía de importancia pastoral precisar el realismo de la presencia eucarística y la natura sacrificial de la Misa, como había ocurrido en Trento? ¿No tenía relevancia pastoral presentar en todo su valor y en todas sus implicancias el primado de Pedro, como había enseñado el Concilio Vaticano I?” Si bien se comprendía que no era ése el propósito “existía el peligro de no recordar más que la primera e insustituible “misericordia” para la humanidad perdida es, según la enseñanza clara de la Revelación, la “misericordia de la verdad”; misericordia que no puede ser ejercida sin la condena explícita, firme, constante de toda tergiversación y de toda alteración del depósito de la fe que debe ser custodiado”. De otro modo se caería en el terrible error que todo dependería de nuestro arte de persuasión y no de la estrategia divina centrada en el acontecimiento pascual y de su anuncio. Anuncio, como dice san Pablo en su primera carta a los corintios, “sin discursos persuasivos de sabiduría humana (Cfr. 1 Co 2,4)
Sínodo de la familia.
Recordamos que comienza con la promoción del Cardenal Walter Kasper en la primera audiencia pública, cuando el Papa Francisco recomienda su libro y dice, de este teólogo de ideas y propuestas heréticas, que es uno que hace teología de rodillas. Luego, lo nombrará único relator en el Consistorio preparatorio del Sínodo. Un sínodo en dos partes (¡!!). Del primer sínodo sale una relación intermedia escandalosa, la relatio post disceptationem, verdadera manipulación donde se ponen puntos que no se habían debatido en la sala. Tan escandalosa fue que el Cardenal Müller gritó “Vergogna!” y que el relator Cardenal Erdö, pese a ser considerado un progresista no quiso leerla y dirigiéndose a Mons. Bruno Forte, lo conminó a hacerlo ya que él –descubrió el Cardenal- era el autor. Forte es uno de los colaboradores cercanos a Francisco. Al final terminó todo en indefinición con un tema central, escogido por Kasper con el acuerdo de Francisco, sobre el caso de parejas irregulares que desean comulgar. Caso totalmente marginal. En las secciones sobre homosexualidad, sexualidad y divorciados vueltos a casar –como apuntaba Mons. Schneider- el texto representa una ideología neopagana radical.
El final de la historia es la Exhortación Post Sinodal “Amoris Laetitia” (AL) de Francisco y ese capítulo VIII, con sus notas al pie, que le piden cardenales, de una parte, y un grupo de 45 teólogos, filósofos y pastores de almas de distintas nacionalidades sea anulado porque es herético y contra toda enseñanza de la Iglesia. Entre los 45 firmantes hay prelados católicos, estudiosos, profesores, autores y sacerdotes de varias universidades pontificas, seminarios, colegios, institutos teológicos, órdenes religiosas y diócesis de todo el mundo. Ellos pidieron al Colegio Cardenalicio que, en sus vestes de consejeros oficiales del Papa, dirijan al Santo Padre el pedido rechazar “los errores listados en el documento, en manera definitiva y final y afirmar con autoridad que Amoris Lætitia no exige que ninguno de esos sea creido o considerado como posiblemente verdadero“. Algunos otros solicitan que quite lo que va contra la doctrina de la Iglesia, como por ejemplo donde Familiaris Consortio de san Juan Pablo II (n. 84) confirmaba la praxis, fundada sobre la Sagrada Escritura, de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados vueltos a casar mientras la Amoris Laetitia lo hace posible.
Detrás del motivo pastoral se presenta un verdadero cambio de doctrina arropado en notas (como las 329, 336 y 351) y no explícitamente formulado como debería haber sido. El pedido unánime es que además de eliminar las inaceptables notas, las ambigüedades sean explicadas.
Ninguna solicitud tuvo respuesta de Papa Bergoglio como tampoco la tuvo la de Cardenales como Caffarra y la de todos los otros 13 Cardenales firmantes de aquella carta dada al Papa Francisco en plena sesión sinodal. Aquella carta fue calificada por la prensa como complot. ¡Vaya complot ése, con firmantes a cara descubierta que piden aclaraciones y rectificaciones por el bien de la Iglesia y la salvación de las almas!
Loa Cardenales Walter Brandmüller (presidente emérito del Pontificio Comité de Ciencias Históricas), Carlo Caffarra (Arzobispo emérito de Bolonia), Raymond L. Burke (Patrón de la Soberana Orden de Malta), y el Cardenal alemán Joachim Meisner, han enviado el 19 de septiembre a Papa Francesco e al Cardinale Müller, una serie di cuestiones en la forma canónica de los “dubia” (que reclaman como respuesta sí o no) con respecto a la Amoris Laetitia. Como no tuvieron ninguna respuesta han dado a publicidad el pedido. Ha sido publicado íntegramente por Corrispondenza Romana (Roberto de Mattei) y por Sandro Magister el 14 de noviembre 2016. En el incipit de la carta decían los Cardenales:
“Ahora, impulsados en conciencia por nuestra responsabilidad pastoral y deseando colocar siempre más en acto aquella sinodalidad a la cual Vuestra Santidad nos exorta, con profundo respeto, nos permitimos pedirle, Santo Padre, cual supremo Maestro de la fe llamado por el Resucitado a confirmar a sus hermanos en la fe, de dirimir las incertezas y clarificar, dando benévolamente respuesta a los «Dubia» que nos permitimos adjuntar a la presente”. Los dubia están referidos a las notas cuya ambigüedad llevan a interpretaciones heterodoxas.
AL presenta la ley de Dios sobre la indisolubilidad del matrimonio como ideal para muchos inalcanzable al que es necesario humanamente remediar desconoce la gracia y abre la puerta a la comunión a quienes viven en situación permanente de pecado. En AL como en otras expresiones de este pontificado campea la ausencia de sobrenaturalidad del humanismo sin la gracia, en el fondo sin Dios. Es tanto y tan grave lo que se expone en el capítulo VIII y en otras afirmaciones pastorales donde se niega o se hace ambigua la verdad, que personalidades católicas mundialmente reconocidas el 27 de septiembre 2016 han publicado una Declaración en defensa de la familia y de la verdad. Entre los 80 firmantes iniciales (la lista luego se ha enormemente agrandado), hay Cardenales como Caffarra, Burke, Pujats; obispos como Negri, Laise, Laun, Schneider; filósofos como Spaemann y Seifert, von Stockhausen, Waldstein; historiadores como De Mattei; teólogos, liturgistas, como Bux, Jindracek vicedecano del Angelicum, Iraburu; otros estudiosos y personalidades como Gotti Tedeschi.
Laudato Si (LS)
Es un capítulo aparte. LS toma como premisa válida la teoría sobre el calentamiento global originado por la acción humana. La teoría es más que discutida desacreditada en el ámbito científico. La actividad solar fundamentalmente es la principal responsable del calentamiento y no el factor humano, cuyo impacto es ínfimo. De todas maneras, la Iglesia jamás debe tomar partido de una teoría científica porque no le compete. Ella es Maestra de fe y de costumbres no de ciencia positiva. Este es un doloroso aprendizaje del cual los Papas hicieron experiencia luego de Galileo. El calentamiento global por causa del hombre sirve a quienes quieren limitar la población mundial: abortistas, anticoncepcionistas, teoría de gender, etc. y que ideológicamente pertenecen al Nuevo Orden Mundial (NOM).
Además, el documento pontificio provoca confusión al mencionar expresamente a la Carta de la Tierra, símbolo del neopaganismo propulsado por la ONU y los poderes hegemónicos del NOM. Incluso en LS 175 propicia un gobierno mundial y cita al Papa Benedicto fuera de contexto.
En materia metafísica y teológica en LS 236, refiriéndose a la Eucaristía, llega a decir que el Señor llega a nosotros desde dentro de la materia ignorando por completo la transubstanciación. La materia es transubstanciada en el momento de la consagración. En LS 98 dice que Jesús estaba en plena armonía con la creación y ofrece como ejemplo el episodio de la tempestad calmada por el Señor. Recuerda que todos se admiran de ese acontecimiento. Lo menos que se puede decir es que se hace una abierta tergiversación de la Palabra, porque no es la armonía la causa de la admiración de los discípulos sino la sujeción de la creación ante quien actúa con el poder de Dios. Estos casos son sólo ejemplo de los muchos que hay en un documento imbuido de ecologismo. Ecologismo y animalismo demostrados en aquella infame proyección de monos y fieras sobre la Basílica de san Pedro, la iglesia más importante de la catolicidad. Y nada menos que en el día de la Inmaculada Concepción de María. Fecha que pasó desapercibida. ¿Cómo no estar de acuerdo con quienes indignados calificaron el acto como verdadera afrenta? Afrenta patrocinada por los grandes del Nuevo Orden Mundial.
Las enseñanzas de Papa Bergoglio sobre la Santísima Virgen
Según sus meditaciones, la Virgen no es la mujer fuerte, firme en su fe. No es quien cooperó con su Hijo a la salvación, uniendo su dolor al sacrificio del Señor en su Pasión. No es la corredentora. No, no es aquella que al pie de la Cruz – fidelísima sierva del Señor- continúa dando su “fiat” a Dios. Nada de eso, para Papa Francisco es una desencantada que se siente traicionada. Según él, la Madre de Dios no comprendió el valor del sufrimiento ni de la redención a través de su padecer unido al Hijo en oblación pura al Padre. En la “mariología bergogliana” María es ajena a la misión redentora, no ha comprendido nada, ni su participación a la obra salvífica ni la redención llevada a cabo por el Hijo, es sólo una madre que se rebela contra Dios. María –siempre según Bergoglio- recuerda en ese momento al Ángel para tratarlo de mentiroso. María blasfema olvida la profecía de Simeón. En definitiva, para este Papa, es una mujer como cualquier otra. Tal cual como lo sostienen la mayoría de los protestantes[7].
He aquí las palabras de Francisco del 20 de diciembre de 2013 en Santa Marta:
“Era silenciosa, pero dentro de su corazón ¡cuántas cosas les decía al Señor! ‘Tú, aquel día –esto y aquello que hemos leído- me dijiste que sería grande; me habías dicho que le habrías dado el Trono de David, su padre, que habría reinado para siempre ¡y ahora lo veo ahí! ¡La Virgen era humana! Y quizás tenía ganas de decir ‘¡Mentiras! ¡He sido engañada!’”
Y atención porque no fue resbalón del momento sino que estas ideas blasfemas son reiteradas. El 29 de mayo, siempre a Santa Marta, en el encuentro con los niños enfermos dijo:
“Muchas veces pienso en la Virgen, cuando le dieron el cuerpo muerto de su Hijo, todo herido, escupido, sangriento, sucio. Y ¿qué hizo la Virgen? “¿Sáquenlo?” No, lo abrazó, lo acarició. Aunque la Virgen no entendía. Porque ella, en aquel momento, recordó lo que le había dicho el Ángel: “Él será Rey, será grande, será profeta…”; y dentro de ella, seguramente, con aquel cuerpo herido que tenía entre los brazos, con tanto sufrimiento antes de morir, dentro de sí seguramente habría tenido ganas de decirle al Ángel: ¡Mentiroso! Yo fui engañada” Tampoco ella tenía respuestas”.
Hay más, mucho más
En materia de heterodoxia hay más. Por ejemplo, niega el milagro de la multiplicación de los panes reduciéndolo, como hacen los racionalistas, a un compartir los alimentos.
Es así como en Bolivia, el 9 de julio de 2015 le da una interpretación ideológica:
“…toma un poco de pan y algún pez, los bendice, los divide y los entrega para que los discípulos lo compartan con los demás. Y este es el camino del milagro. Ciertamente no se trata de magia o de idolatría. Jesús, por medio de estas tres acciones llega a transformar una lógica del descarte en una lógica de comunión, en una lógica de comunidad.”
Para él lo que fue un milagro patente relatado por todos los evangelistas sería magia, idolatría. Claro, cómo va a tener poder sobre la naturaleza si Jesucristo no es Dios sino alguien, como dice en Laudato Si, ¡sólo en armonía con la naturaleza!
Ya en el Angelus del 2 de junio de 2013 había dicho:
“Luego toma aquellos panes y peces, alza los ojos al cielo, recita la bendición –es clara la referencia a la Eucaristía-, después los parte y comienza a dárselos a los discípulos y ellos los distribuyen…y los panes y los peces no terminan, ¡no se acaban! He aquí el milagro: más que una multiplicación es un compartir, animado por la fe y la oración. Comieron todos y sobró, es el reino de Jesús, pan de Dios para la humanidad”.
Elecciones políticas
Ayer fue el Concilio Vaticano II que no condenó, ni siquiera mencionó, al comunismo, el primer régimen ateo de la historia que tantos millones de mártires cristianos produjo. Hoy, con Francisco, es el abrazo con regímenes criminales como el de los Castro en Cuba. En su visita a la isla se negó a recibir a familiares de presos políticos. Tampoco denunció a la dictadura ni habló de la tragedia de tantos cubanos que arriesgando la vida huyeron de Cuba, muchos de ellos devorados por el mar. En Lampedusa gritó “Vergogna!”, en el malecón de la Habana calló. Amigo del indigenista Evo Morales, de quien recibió un Cristo inserto en la hoz y el martillo, de los marxistas Lula y Delma Rousseff, del pagano ex “teólogo” de la teología de la liberación en su vertiente marxista, Leonardo Boff.
Y ni qué comentar los abrazos, risas y largas audiencias con personajes como la Kirchner, la inefable Hebe Bonafini y otros conocidos en Argentina como corruptos!. Hebe Bonafini, la misma que tomó la Catedral de Buenos Aires y cometió todo tipo de sacrilegios, la misma que se alegró de la muerte de Juan Pablo II diciendo que se estaría quemando en el infierno, la misma que brindó y se alegró del 11 de septiembre y de las matanzas de ETA.
CONCLUSIÓN PROVISORIA
Se ha hecho un repasado, no exhaustivo, de algunos escritos, dichos, gestos de este pontificado y de todos se desprende la connotación modernista con un falso ecumenismo en el que la Iglesia Católica pierde su identidad como única Iglesia de Cristo y detentora de la fe y la verdad; se permiten comuniones de adúlteros impenitentes con lo que además del sacrilegio cometido contra la Eucaristía se degrada el sacramento del matrimonio y vuelve inútil la confesión además de romper la unidad de la Iglesia en materia de moral y en el fondo también de fe; se trata despectivamente y se niega la misión evangelizadora de la Iglesia; se ignoran y no se defienden a los cristianos perseguidos y brutalmente asesinados; se persigue a quienes son fieles al Magisterio de la Iglesia; se exalta la herejía como ahora con la “rehabilitación” de Lutero; se confunde al pueblo de Dios con falsas enseñanzas y lenguaje ambiguo; se promueve acercamientos con los enemigos de Cristo y de su verdadera Iglesia en tanto ninguno de éstos se convierte; se menosprecia la historia de la acción evangelizadora de la Iglesia; se condena a los corruptos y luego se los recibe con gran boato, se corrige al Señor haciendo del Jueves Santo lo que no fue (lavatorio de pies de mujeres, no creyentes, homosexuales) en desmedro de lo que sí fue: el don de la Eucaristía y del sacerdocio, totalmente ignorados. Suma y sigue.
Esto es parte de la realidad. Lo muy preocupante es que todos los, llamémosle así, equívocos apuntan hacia la misma dirección: la destrucción de la fe y a la desacralización de los sacramentos, y a un humanismo en cuyo centro está el hombre, no Dios, que se erige en religión universal. En pocas palabras todo se dirige, y rápidamente, a la demolición de la Iglesia.
¿Qué hacer?
¿Qué hacer ante esta trágica situación en que nos encontramos? Confiar en que el Señor conduce y protege a su Iglesia, y al mismo tiempo poner todo en manos de la Santísima Virgen.
La purificación es necesaria pero el triunfo del Corazón Inmaculado está a las puertas. Mientras tanto nos toca alertar, denunciar el error y la impostura, permanecer vigilantes e informados, pero por sobre todo amar, rezar, adorar, hacer penitencia y reparar permaneciendo siempre fieles a Cristo, a su verdadera Iglesia, bajo la guía de su Madre y su protección junto a la de san José.
¡Alabado sea Jesucristo!
Froilán Aulé
Noviembre 14, 2016
Pdf para descargar el archivo: debacle-actual-y-antecedentes-_2_
[1] Segundo mensaje de Garabandal del 18 de junio de 1965: “Como no se ha cumplido ni dado a conocer mi mensaje (hay quienes piensan que no se refiere al primero sino al secreto de Fátima que debía ser dado a conocer en 1960), vengo a deciros que éste es el último. Antes la copa se estaba llenando ahora está rebosando. Muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición y con ellos van muchas más almas. A la Eucaristía cada vez se le da menos importancia. Debéis evitar la ira de Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos. Si le pedís perdón con corazones sinceros Él os perdonará. Yo, vuestra Madre, por mediación del Ángel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis. Ya estáis en los últimos avisos. Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación; pedidnos sinceramente y nosotros os lo daremos. Debéis sacrificaros más; pensad en la Pasión de Jesús”.
[2] Presentación del libro “Más allá de la crisis de la Iglesia. El pontificado de Benedicto XVI.”, de Roberto Regoli, en la Gregoriana por Mons. Georg Gänswein, secretario personal de Benedicto XVI y Prefecto de la Casa Pontificia. 20 de mayo 2016
[3] «Il proselitismo è una solenne sciocchezza, non ha senso. Bisogna conoscersi, ascoltarsi e far crescere la conoscenza del mondo che ci circonda. A me capita che dopo un incontro ho voglia di farne un altro perché nascono nuove idee e si scoprono nuovi bisogni. Questo è importante: conoscersi, ascoltarsi, ampliare la cerchia dei pensieri.»
[4] Aparecido en el sitio “Adelante la Fe”, 28 de octubre de 2016
[5] Al respecto escribió Juan Pablo II, en un mensaje dirigido al Cardenal Willebrands, Presidente del Secretariado para la unión de los cristianos, del 31 de octubre 1983, respecto a Lutero y al cisma por él creado dice:
“Igualmente resulta claro que la ruptura de la unidad eclesial no se puede reducir ni a la falta de comprensión de parte de las autoridades de la Iglesia Católica, ni sólo a la escasa comprensión del verdadero catolicismo por parte de Lutero, aunque ambas cosas han tenido su papel.
Las decisiones tenían raíces mucho más profundas. En la disputa sobre la relación entre fe y tradición, estaban en juego cuestiones de fondo sobre la recta interpretación y sobre la recepción de la fe cristiana, las cuales tenían en sí un potencial de división eclesial no explicable con las solas razones históricas”
[6] Como en todos esos videos también en éste la cruz pectoral (que significativamente no tiene al Crucificado sino al Pastor) está oculta. Es casi inevitable vincular esta hegemonía de lo humano con CEC 675 ya comentada.
[7] No todos los protestantes conciben a María como una mujer cualquiera. Por lo contrario los hay que son mucho más marianos que muchos llamados católicos. Un ejemplo paradigmático es la Hermana Basilea Schlink, fundadora de la Hermandad evangélica (protestante) de María. Esta gran mujer fue además valiente opositora de Hitler y escribió más de 100 libros. Mientras en algunas iglesias y hasta en conventos se enseña y practica yoga, Basilea Schlink denuncia la impostura en “Los cristianos y el yoga”. Murió en el 2001.
Queridos hermanos en la fe, publicamos a continuación traducida al español la magnífica carta que…
Negando la verdad. Dice Mateo 13, 53-56: "Cuando hubo terminado Jesús estas parábolas, se alejó…
Queridos hermanos en la fe, Sabemos que desde el pasado 31 de diciembre de 2022,…
La duración del sojuzgamiento de Israel en Egipto: Una exploración profunda del debate sobre los…
Ponemos a disposición de nuestros lectores esta estupenda obra de Alejandro Jiménez Alonso "En defensa…
Queridos hermanos, Desde la web comovaradealmendro aconsejamos encarecidamente la lectura del libro "Neomarxismo: Feminismo, marxismo…
Ver comentarios
El artículo este es "asombroso" por su clarividente erudición al servicio de la denuncia, en efecto, de la debacle que se está viviendo en la Iglesia en la actualidad.
Un botón de muestra, de los miles que se podrían traer solo acaecidos en la realidad de la Iglesia que peregrina por España. Se trata de la contratación de una joven profesora de Filosofía por parte de un CEU de Madrid, llevado por la Asociación Católica de Propagandistas fundada por el eminente cardenal Herrera Oria, ya brillante como seglar (su vocación sacerdotal, bien tardía). Esta profesora es activista podemita, afín al grupo de la dirigente de Podemos Rita Maestre; esto es, es abortista, anticatólica, feminista radical, antifamilia tradicional, ¡y la contratan como profesora en un colegio católico madrileño!
Esperpéntico, de risa, si no diera pena, si no fuese como diabólico todo esto: fruto podrido del humo de Satanás de que hablara hace más de 40 años el beato papa Pablo VI.