Redacto estas líneas con cierto apresuramiento, para expresar la conexión entre dos hechos históricos relacionados con la imagen del Señor del Gran Poder.
Es bastante conocida esta imagen de Cristo con la cruz a cuestas en toda España y fuera también, pues tiene mucha devoción, por lo que no es necesaria mayor presentación.
Hoy, domingo 6 de noviembre, que en el calendario litúrgico es día de los santos mártires de España del siglo XX, regresa el Señor en procesión extraordinaria desde la Catedral hasta San Lorenzo. Ha sido trasladado de forma extraordinaria a la Catedral para que su imagen presidiera una misa de pontifical con ocasión del final del año de la misericordia. A estas horas, mientras escribo, aún recorre las calles de mi ciudad natal, camino de su iglesia, que tiene -creo- puerta santa este año.
El Gran Poder no sale nunca de día. Es sabido que procesiona la noche del Jueves al Viernes Santo en Semana Santa, y se recoge al despuntar el alba. Consulto la historia de la hermandad y hallo que, según los documentos de que se dispone, consta que el Gran Poder ha procesionado en Semana Santa esa noche ininterrumpidamente -salvo causa de fuerza mayor- desde 1777. Haciendo excepción de traslados en andas –es decir, no procesionando en el paso de salida- extraordinarios en horario vespertino, sólo ha salido en su paso a pleno sol en dos ocasiones desde 1777. Una, el 7 de mayo de 1939 -a la que corresponde la primera foto-, en acción de gracias por el fin de la Guerra Civil, y otra hoy, 6 de noviembre de 2016, día de los santos mártires de España del siglo XX -a la que corresponde la segunda foto- con ocasión del jubileo del año de la misericordia. Que la procesión de hoy fuera a pleno sol no estaba previsto, pues los planes de la hermandad eran haber regresado a su iglesia anoche, pero las circunstancias del mal tiempo -la Providencia, en definitiva, o como dice el refrán castizo, “el hombre propone y Dios dispone”- ha determinado que regrese hoy, día de los santos mártires de España del siglo XX -recalco una vez más- por la mañana y a pleno sol.
La Virgen en Fátima dijo que para evitar los males y desgracias que, en forma de guerras y persecuciones, podían abatirse sobre el pueblo, había que hacer penitencia y acogerse al rezo del santo rosario. Tal vez, en la situación actual que vive España, de enfrentamiento social, azuzado desde instancias políticas,
esta circunstancia providencial del Señor del Gran Poder procesionando de día, siendo la última vez en acción de gracias por el fin de la guerra, nos esté diciendo, como la Virgen en Fátima, que para conjurar los males que pueden caer sobre el pueblo en forma de guerra civil y persecuciones, el único remedio sean la oración y la penitencia.
Ello, ineludiblemente, me trae también a la memoria las apariciones y mensajes de la Virgen en Ezquioga, cuyo comentario excede los límites de este artículo. Basta con decir que hablan de esto mismo.
En cualquier caso, no está de más mencionar la necesidad de hacer oración y penitencia, pues ya dijo el Señor que “si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo” (Lc. 13, 1 – 3) en relación con el derrumbe de la torre de Siloé sobre unos galileos, que no eran más pecadores que los demás.
Rafael Laza
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