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EL MALIGNO FOMENTA LA FORNICACION ESPIRITUAL: LA IDOLATRÍA

 

Por: Pbro. León Crisóstomo

En realidad el misterio de la cruz es una recreación mística y espiritual de lo sucedido en el jardín, así lo interpretaron muchos Padres y Santos varones de la antigüedad cristiana, quienes vieron en el madero de la cruz la representación del árbol de los frutos prohibidos, mientras que en la figura de Jesús al Nuevo Adán, y en María la Nueva Eva, la Mujer; quienes fieles a la voluntad de Dios y obedientes a sus santos designios vencieron a la Serpiente. Un signo que gustó mucho a los antiguos Padres fue la noticia que el cuarto evangelio nos da a propósito de la apertura del corazón de Jesús (Jn 19, 34), signo paralelo de lo que Dios le habría hecho a Adán al abrirle el costado para formar a la Mujer según el relato de la creación (Gén 2, 21-22). Si observamos el misterio de la cruz podemos encontrar un árbol, una pareja humana que es obediente a Dios y rechaza las instigaciones del Maligno; el costado abierto del Nuevo Adán, y la presencia de la Mujer con el alma traspasada por una espada (Lc 2, 35)… y el discípulo amado que recibe a la Mujer como su propia Madre (Jn 19, 25-27). Es el nacimiento del Nuevo Pueblo de Dios, de una nueva raza humana salida del costado del Hombre, bañada por el agua del Bautismo y redimida y sanada por el poder de su Preciosa Sangre, ambos elementos propios para la vida, pero una vida que aunque brota del costado del Nuevo Adán porque es Hijo de Dios, tiene que ser necesariamente <<incubado>> místicamente en el vientre purísimo y virginal de la Mujer, la Nueva Eva, porque no hay auténtica vida gestada sino es por la intervención del Hombre y de la Mujer, por ella es verdadera Madre de toda la humanidad redimida por el Hijo del Hombre.

Esta es la razón del odio desmedido del gran Dragón rojo contra esta nueva raza que ha brotado del costado abierto del Hijo de Dios y del corazón traspasado por una espada de la Mujer profetizada, una raza que está lavada por el agua del corazón, es decir, del amor que procede del Espíritu Santo y de la sangre del Cordero, y concebidos místicamente en el vientre purísimo de la Mujer Inmaculada que los hace fuertes, inmunes y vencedores del gran Dragón rojo y su ejército de ángeles caídos, por eso el objetivo no sólo es seducirlos a través de buenos argumentos de tipo ideológico -este es el oficio del falso profeta, persuadir y convencer a los hijos de la Mujer para que abandonen el sello del Cordero, y se dejen marcar por el sello de la Bestia (Ap 13, 11-18)- con tal de que abandonen la pureza de la fe y se realice el sincretismo religioso que tras la mentira de una religión imperial que lo abraza y lo abarca todo, finalmente se caiga en la idolatría abandonando al verdadero Dios y a la doctrina del Cordero.

Esta acción de inicio es persuasiva, busca el convencimiento a través de las ideas y la reflexión; a esta labor se sumaron los maestros de la gnosis antigua, siendo una mezcla de ciencia, filosofía y religiones mistéricas-esotéricas procedentes de la antigua Mesopotamia, de Egipto y del contexto greco romano. Este ataque persuasivo no sólo estaba en el exterior, en el ambiente cultural del Imperio, sino que estaba en el interior mismo de las comunidades cristianas, es lo que se conoce modernamente como <<infiltraciones>> por eso a nadie le deberá parecer extraño que en este tiempo esté metido hasta el fondo de la vida eclesial y probablemente hasta en las altas jerarquías del clero, gente infiltrada como masones y otro tipo de enemigos de Iglesia para debilitarla desde dentro y destruir la fe. No nos espantemos, y esta realidad no es una novedad, ya existía desde los tiempos apostólicos, así le previno el Apóstol San Pablo a Timoteo: El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas, por la hipocresía de embaucadores que tienen marcada a fuego su propia conciencia (1 Tim 4, 1-2). No hay que pasar por alto que el Apóstol inspirado por el Espíritu Santo habló acerca de los espíritus promotores de esta clase de falsas doctrinas a las que él denominó como diabólicas, eso significa que esos espíritus son ángeles perversos o demonios que instigarán a muchos miembros de la Iglesia a apostatar de la fe verdadera.

Cuando el Espíritu habló a través del vidente, por medio de las siete cartas mencionadas en la primera parte del libro del Apocalipsis, ubicamos dos comunidades cristianas en donde aparecen elementos de infiltración de ideologías. En la primera comunidad, los discípulos fueron capaces de descubrirlos y apartarlos, así lo muestra la primera carta dirigida a la comunidad de Éfeso: Conozco tu conducta: tus fatigas y tu paciencia; y que no puedes soportar a los malvados y que pusiste a prueba a los que se llaman apóstoles sin serlo y descubriste su engaño… Tienes en cambio a tu favor que detestas el proceder de los nicolaítas, que yo también detesto. El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias: al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el Paraíso de Dios. (Ap 2, 6-7). Obsérvese que el Espíritu no se está dirigiendo a una Iglesia en particular, sino que la Iglesia de Éfeso es símbolo de la Iglesia universal; ello claramente nos dice, que la amenaza y la lucha con los falsos maestros, los falsos profetas y los promotores de doctrinas perversas que se asoman al interior de las comunidades, es una problemática que amenaza a la Iglesia y a todos los miembros de las comunidades cristianas, y de lo que se trata es de ser firmes y salir vencedores.

A la luz de esta carta vemos a una Iglesia que se defiende de los ataques de los falsos maestros que están en su interior y que militan como si fueran miembros de ella; y no siempre ha salido victoriosa, pues ella está mostrando a algunos que se han dejado contaminar y están cometiendo <<fornicación>> en el lenguaje propio de los profetas, signo indiscutible de que están mezclándose con doctrinas gnósticas y según el estilo propio del Imperio, finalmente están teniendo una doble vida, pues en la comunidad cristiana se comportan como auténticos discípulos, y cuando salen al mundo del Imperio, piensan y actúan según la marca de la Bestia, eso quiere decir que al interno de la Iglesia se muestran como marcados por el sello del Cordero, pero al salir al mundo real, son miembros de la religión idolátrica del Imperio, es por eso que el Espíritu denuncia esta actitud no sólo hipócrita, sino perversa y diabólica, pues a la Iglesia de Laodicea le dice: Conozco tu conducta: No eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca (Ap 3, 15-16). Semejante actitud le da asco al Señor, provocándole náuseas, pues no se puede servir a dos señores (Lc 16, 13).

La comunidad cristiana que está mostrando una coquetería con la religión imperial por los favores que se reciben es la Iglesia de Tiatira, dice el Espíritu: Conozco tu conducta: tu caridad, tu fe, tu espíritu de servicio, tu paciencia; tus obras últimas sobrepujan a las primeras. Pero tengo contra ti que toleras a Jezabel, esa mujer que se llama profetisa y está enseñando y engañando a mis siervos para que forniquen y coman carne inmolada a los ídolos. Le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación (Ap, 2, 19-21). Es interesante la aparición de la figura de una mujer que tiene la autoridad de profetisa, y siguiendo el texto paulino a los Efesios, el ministerio profético está enseguida del apostólico, antes de los pastores y maestros (Ef 4, 11), eso ya nos está revelando el poder que tenía esta mujer que seguramente era de carne y hueso, pero con un nombre diverso, puesto que el <<Jezabel>> es una clarísima alusión a la reina de la época monárquica acusada de prostituta, es decir, idólatra y hechicera (2Re 9, 22).

Esta mujer goza de un gran prestigio y liderazgo al interior de la Iglesia -es un testimonio muy importante acerca del papel de una mujer en la Iglesia apostólica- y su capacidad persuasiva está seduciendo a muchos miembros de la comunidad cristiana a abrirse a la propuesta de la práctica de un sincretismo religioso sin problema alguno, pues les muestra a sus seguidores el beneficio que conlleva en la práctica el ser miembro de la Iglesia, pero en comunión con la religión imperial, la <<gran mujer>>, la verdadera y auténtica prostituta que seduce a los hombres y mujeres de todas las razas y culturas, sin importar la condición social, se trata de un proyecto globalizante y perverso. Por lo que nos muestra el vidente del Apocalipsis esta <<mujer Ramera>> sabe granjearse con sus hijos que asumen sus criterios, pues comparten los beneficios de su poder, los induce a los placeres de la carne, los embriaga con la liturgia imperial que es demoníaca, y les permite distintos tipos de libertinaje.

Obviamente a los que no son sus hijos, a los hijos de la Mujer casta y Virgen, que siguen a su hijo Jesucristo, y observan los mandamientos de Dios se les trata con desprecio y se les desconoce en todos sus derechos en el vasto Imperio, siendo perseguidos por no arrodillarse ante la figura del César romano a quien todo el mundo reconoce como el Señor Todopoderoso. Son presentados como enemigos y por tanto, dignos de la muerte, esta actitud de esta mujer lo describe de manera magistral el vidente: Y vi que la mujer se embriagaba con la sangre de los santos y con la sangre de los mártires de Jesús (Ap 17,6).

Los hijos de la Mujer, la Virgen, se distinguen porque siguen a su Hijo y practican los mandamientos de Dios, y ella se convierte en baluarte y la bandera para esa Batalla espiritual, la Mujer va al frente como aquella que ha recibido de parte de Dios, el poder y la gracia para vencer al gran Dragón rojo. Sus hijos deben asumir esa característica de la Virginidad que no es en sentido estricto de la palabra la virginidad física, sino el culto verdadero ofrecido al único Dios rechazando la idolatría y la mezcolanza con otras creencias que nos apartan de la pureza de la fe. A la mujer hay que valorarla, amarla e imitarla por ese milagro de su concepción virginal por el poder del Espíritu Santo, pero sobre todo por su virginidad como Mujer que mantiene la pureza de la fe, en obediencia absoluta al proyecto de Dios, en dejar entrar en su mente, corazón y hasta en su vientre purísimo solamente a la palabra de Dios, en claro rechazo de las palabras del Ángel caído, la Serpiente maldita. Nos parece que la mayoría de los cristianos católicos sólo veneramos y honramos a la siempre Virgen Santa María poniendo más el énfasis en su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto, y es una verdad contenida en la Sagrada Escritura y en la Tradición apostólica, y definida solamente con el dogma de la virginidad perpetua de la Madre de Jesucristo. Sin negar esta verdad revelada por Dios, es muy importante que la veneremos, la amemos e imitemos por su <<virginidad>> en el espíritu, entendiéndola como obediencia radical y total de la voluntad de Dios, pues nadie como ella libremente eligió que su corazón latiera al mismo tiempo con el corazón del Verbo encarnado, haciéndose su voluntad una sola con la voluntad de Dios en el <<Sí>> que pronunció ante el mensajero de Dios, que fue sostenido hasta el momento cruento de la cruz.

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