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Y las piedras gritaron

Sucedió ayer, y sucedió porque les taparon la boca, y sucedió porque ya no se puede contener tanto silencio cómplice. ¡Sí, señores, las piedras gritaron en la Plaza de San Pedro del Vaticano, durante el rezo del Regina Coeli! Y no es una mera expresión. Las piedras vivas de la Iglesia, los católicos, hablaron alto, fuerte, clamorosamente ante quien puede auxiliarles y se calla. Clamaron como un niño clama a su madre por el alimento, por el pecho que le pertenece. Clamaron como quien grita en su dolor ante quien puede apaciguarlo. Clamaron frente a un mundo egoísta que vive de cara a si mismo, porque el silencio es pecado en este caso, y en el caso de tantos cristianos que hace tanto tiempo están siendo masacrados y perseguidos, ya sea por el islam, ya sea por el comunismo.

Ayer, en la Plaza de San Pedro, un grupo nutrido de católicos venezolanos, alzaron cruces negras con la bandera de su patria. Una cruz por cada vida sesgada bajo el tirano Maduro. Y el grito de estos hermanos no fue con insultos, ni con quejas, ni con silbidos, a lo que se estila el mundo. Su grito fue el grito de un pueblo sufriente, el mismo grito que sin palabras profirió Cristo al morir en la cruz, el grito elocuente del silencio, del que muere sin poder defenderse porque le han quitado hasta ese derecho. Esas cruces negras le recordaron ayer a Francisco, que si calla, hay quienes no van a callar, que si pide el diálogo con este régimen de terror, hay un pueblo que pide paz y alimento, y menos negociar con terroristas. Quienes murieron lo hicieron por causa de la codicia de unos pocos, por el ansia de placeres y riquezas, por amasar aquí en este mundo lo que no les pertenece, haciendo perecer de hambre y miseria a todo un pueblo creyente. Francisco tiene que hablar, porque si no habla, es que está de acuerdo con esta masacre humana. Si no habla miente en sus discursos, muy llenos de palabras vacías, porque cuando se le da la oportunidad de llevar a cabo lo que predica, se calla y no hace nada. Lo viene haciendo desde atrás, sin denunciar las muertes de los cristianos a manos de los musulmanes, sin procurar el auxilio a quien aun vive y puede salvarse, como el caso de la cristiana Asia Bibi, y de tantos otros hermanos en la fe.  Si no habla ahora, tendrá muchas cuentas que dar al altísimo, porque estas personas que ayer fueron a manifestar su dolor en silencio en la Plaza de San Pedro, me recuerdan al pobre Lázaro, que pedía a la puerta del Rico Epulón, y éste ni lo miraba, pasaba de largo. 

 Francisco ha hablado hasta el hartazgo de los «descartados». ¿Qué son sino descartados nuestros hermanos venezolanos frente a un gobierno comunista que anula todos los derechos, las libertades, la fe y la dignidad? ¡Basta de silencios! ¡Exigimos un respaldo y una intervención en favor de nuestros hermanos!

Entra en el siguiente enlace y escribe a la Nunciatura Apostólica de tu país, para que Francisco denuncie las atrocidades del Régimen de Nicolás Maduro. https://comovaradealmendro.es/2017/05/httpcomovaradealmendro-es201705requerimiento-al-papa-francisco-solicitamos-una-manifestacion-publica-condena-al-regimen-bolivariano-frente-los-ultimos-crimenes-perpetrados-gobierno-presidido-nic/

Católico, denuncia, habla con tus gestos, habla con tu oración, habla con las armas que Dios te ha dado por tantos hermanos que no pueden hacerlo, porque es de justicia prestar auxilio al que está necesitado de ello, porque es de justicia alzar la voz ante las atrocidades, y porque es parte del primer mandamiento de la ley de Dios: Amarás al prójimo como a ti mismo por amor a Dios. Y amar no son solamente bellas palabras. Amar se demuestra con los gestos y con las acciones. 

Montse Sanmartí

   

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