Actualidad Nuestros articulos

Cómo actuar en los últimos tiempos: ni actitudes cismáticas, ni videntes, ni desesperación. Unidos a la vid de Cristo y de la mano de María

CÓMO ACTUAR EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS (1) Versión pdf para descargar.

                                                                                                              

Por Antonio José Sánchez Sáez

En los últimos 4 años los católicos estamos asistiendo estupefactos a la demolición de la Iglesia desde su propio interior: se desmantelan seminarios y congregaciones fieles (Mons. Livieres en Paraguay, Franciscanos de la Inmaculada, etc.); se interviene la Orden de Malta para reponer a un Canciller que reparte preservativos; se programan conferencias sobre extinción de especies (también la humana, por supuesto); se alaba al Nuevo Orden Mundial de Obama, Clinton, Soros o Ban Ki Moon; se invita a conspicuos defensores del aborto y de la contracepción (Sachs, Ehrlich, Schellnhuber…); se exalta a Lutero como testigo del Evangelio y se celebra el cisma luterano; se despide a los miembros del Culto Divino y se les reemplaza por una mayoría modernista; se promueve la comunión a los adúlteros impenitentes; se abraza a sodomitas y personas en pecado sin llamarles a la conversión; se denosta como fariseos a los que queremos seguir a Cristo con todas sus consecuencias y ser fieles a sus enseñanzas; se consideran los anticonceptivos como un dilema moral; se llama conejas a las madres con muchos hijos; se promueve a declarados homosexuales a cargos en la Curia; se ataca sin piedad a Cardenales y obispos fieles que plantean dudas legítimas mientras que se muestra una falsa misericordia con los que odian a la Iglesia; se bendice a marxistas y masones (Panella, Napolitano, Morales, Mújica, Castro, Fernández de Kirchner, Bonnino…); se busca un falso ecumenismo con protestantes de toda laya y ortodoxos; se proyectan imágenes de Nueva Era sobre la basílica del Vaticano el día de la Inmaculada Concepción; se desalienta la predicación a judíos, musulmanes y evangélicos; se proclama que los milagros de Cristo no fueron tales; que no tenemos certeza de las auténticas palabras de Cristo; se difunde el discurso ambientalista del Nuevo Orden Mundial, caballo de Troya de la anticoncepción y del aborto; se llama a acoger a refugiados sin discernimiento alguno y de manera acrítica; se promueve, en fin, una doctrina confusa y difusa en todos los órdenes de la Iglesia, se persigue a los fieles y se promueve a los herejes; etc. Tengo buena memoria, y podría llenar varias páginas sólo recordando par coeur afrentas y lanzazos a la Iglesia, ejecutadas por quien debería defenderla…

Muchos hijos de la Iglesia intuyen lo que está pasando. Algo hemos dicho al respecto. Ante esta situación se nos pueden presentar muchas tentaciones, que enumeraré a vuela pluma:

-Dejarse llevar por el desánimo, el miedo y la acedia. Nada más fácil, ni más querido por el Demonio, que instila este dulce veneno en las almas de los más apocados y escrupulosos.

– Pensar que no pasa nada extraordinario: que como todo viene del Papa debe estar bien, engañándose, con
ignorancia culpable y vencible, acerca de la naturaleza de la auténtica obediencia, que nunca puede consentir el error en 
materia de fe o moral, la herejía o el pecado. ¡Cuántos santos clamaron siempre en la historia de la Iglesia contra ellas! Es más, la propia Iglesia siempre dedicó sus mejores esfuerzos a desenmascararlas y condenarlas…

– Radicalizarse, dejarse llevar hacia posturas cismáticas, de tipo lefebvrista o, lo que es peor, sedevacantista. No hay una Iglesia auténtica fuera de la Iglesia. Pero entendamos esto bien: la auténtica Iglesia será siempre la que esté unida a la tradición y al magisterio perenne de la Iglesia, incluido el CVII, no a cismas personales ni colectivos. La tentación del celo amargo puede llevar a pensar que la Iglesia auténtica pervive en una orden o congregación concreta, aferrada a un tradicionalismo mal entendido.

– Incurrir en una malsana curiosidad, que nunca viene de Dios, que lleva a escudriñar por Internet profecías, revelaciones privadas, videntes, estigmatizados, etc., sin discernimiento alguno, buscando el morbo de lo que ha de acontecer, dejando de lado la santidad personal y paralizando al que la profesa, que deja de evangelizar o de trabajar.

– Callar por cobardía, dejando a las ovejas sin pastor, por pensar que estamos en una etapa más de la Iglesia, desgraciada ciertamente, pero que pasará cuando luego venga otro Papa que pondrá las cosas en su sitio…

– Muchos bautizados, finalmente, la mayoría, aplaudirán la demolición de la Iglesia, considerando que no es tan malo que la Iglesia se adapte al mundo, aceptando el divorcio, el adulterio, la sodomía, la ideología de género, el aborto, la anticoncepción, el liberalismo-marxismo cultural que nos invade…

Dios, en su omnímoda sabiduría, consiente que el Misterio de Iniquidad posea mayoritariamente a su Iglesia, la única que Él fundó, la católica, apostólica y romana. Y lo hará para separar el trigo de la cizaña, los corderos de los cabritos. No había otra forma de hacerlo. La infiltración masónica y marxista dentro de la misma ha llegado a tales niveles que Dios permitirá un cisma. Pero, por primera vez en la historia de la Iglesia, no lo producirán los herejes separándose de la vid que es Cristo, sino que serán los herejes y apóstatas (que ya han tomado el control pleno del Vaticano, salvo algunos reductos) los que echarán de las Iglesias a los católicos fieles, al resto fiel que, por pura gracia, no habrá de doblar sus rodillas ante el falso profeta (quien quiera que sea), el remanente que no caerá en la gran apostasía pronosticada por los Padres de la Iglesia, la misma Virgen María en sus apariciones y tantos santos a lo largo de la historia (y que se cifra en el numeral 675 del Catecismo).

Así fue también en la primera venida, que es typo y prefiguración de la Segunda o Parusía, que está a las puertas. Porque así como la Iglesia del tiempo de Jesús, la Sinagoga, expulsó por herejes a los apóstoles y mataron a Cristo llamándole blasfemo, y azotaron y torturaron y apedrearon a los judíos fieles que no cayeron en el fariseísmo (los que pronto serían llamados cristianos), así también ocurrirá pronto, cuando los sacerdotes, obispos y cardenales (incluido un falso papa) que ya están sumidos en ese mismo fariseísmo expulsen de las Iglesias a los que no transijamos con la comunión de adúlteros, con la sodomía, con el aborto o con el falso ecumenismo. Como mataron a Cristo sus antepasados judíos para quedarse con la herencia (Mt, 21, 38), así harán también sus sucesores: no quieren a un

Cristo que llame a la conversión, que exija fidelidad a los mandamientos de su Padre, que castigue con el Infierno a los que mueren en pecado mortal, etc… quieren a un Mesías mundano, que tolere todo, que proclame que el hombre es el centro de la religión y su libre determinación, que desplace a Dios, que bendiga, en fin, el pecado, al precio de la apostasía. Quieren, finalmente, a aquello que agrada al mundo: una Iglesia que se dedique sólo a las obras sociales, a dar pan y comida, a cuidar a los pobres, pero que no predique sobre la necesidad de santificarse y convertirse para salvar el alma. Una Iglesia horizontal, inmanente, que no apunte al Cielo. Falsa Iglesia, y falso Cristo. 

Ya lo avisaba Cristo mismo:

Juan 16, 2-4: “2 Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. 3 Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí. 4 Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho”.

Y

Mt, 24, 9-10: “9 «Entonces os entregarán a la tortura y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre. 10 Muchos se escandalizarán entonces y se traicionarán y odiarán mutuamente”.

Y

Mc, 13, 9: “9 «Pero vosotros mirad por vosotros mismos; os entregarán a los tribunales, seréis azotados en las sinagogas y compareceréis ante gobernadores y reyes por mi causa, para que deis testimonio ante ellos”

Porque así como el fariseísmo tomó por completo la Sinagoga en tiempos de Cristo, también lo ha hecho ahora. Y recordemos que los fariseos eran los modernistas de su época, los que permitían y justificaban el adulterio con mil razones y casuísticas, los que decían respetar la ley pero la impugnaban e incumplían caso por caso, conforme al parecer personal. Justo lo mismo que está ocurriendo ahora con Amoris Laetitia, según la cual los lobos vestidos de pastores dicen que se respeta la indisolubilidad del matrimonio pero permitiendo por la vía pastoral el adulterio de los que conviven con hijos en común, sobre la primacía protestante de lo que ellos llaman la “conciencia personal” (que en realidad es puro subjetivismo pues una conciencia recta siempre se somete y coincide con los mandamientos) por encima de las reglas morales negativas, que no admiten excepción (Veritatis Splendor).

La solución no es dejarse llevar por ninguna de las tentaciones que nos pone el Diablo ante nuestros ojos, que hemos enumerado antes. Sobre todo, en tiempos difíciles, no hay que seguir revelaciones personales ni a videntes, de los que hay una inflación por Internet, prueba evidente de que la mayoría de ellos son falsos. El Demonio es muy listo y buscará atraer nuestra curiosidad haciéndonos buscar y creer sin criterio cualquier cosa que suene apocalíptica o terrible. Y en ellas se mezcla casi siempre una gota de veneno que nos pueden llevar a errores gravísimos. Un ejemplo palmario que tiene a muchos católicos secuestrados en su discernimiento: la vidente madrileña “Marga”, que aplaude la actual situación de destrucción de la Iglesia y, como Francisco, culpa a los que intentan permanecer

fieles de cismáticos. Es realmente diabólico: sería algo así como culpar de cismático a San Cirilo de Alejandría o a San Atanasio por denunciar el arrianismo, o a Santa Teresa, San Ignacio o San Felipe Neri por denunciar el luteranismo. El error se denuncia por el bien de las almas, no se lo tolera para que infecte a los fieles y se condenen. Y el error se le imputa al que lo comete, para que se retracte y pida perdón, o, en caso contrario, para expulsarle de la Iglesia y evitar así que contamine las aguas limpias del magisterio. No hay nada más misericordioso que recordar la Verdad, proponerla y proclamarla. Ni una falsedad más grande que una falsa misericordia que permite a todos seguir pecando sin llamarles a la conversión.

Por tanto, no son tiempos de seguir a videntes ni de caer en la curiosidad. Todo está en la revelación pública: los profetas, los apóstoles (Mateo 24, Lucas 21, Marcos 13), las epístolas de San Pablo, San Pedro, San Juan, el Apocalipsis… todos nos hablan del fin de los tiempos y de la gran apostasía de la Iglesia en los momentos finales. Tengo por cierto que, efectivamente, estamos entrando en la gran apostasía profetizada por el Catecismo, promovida hábilmente por la misma cabeza de la Iglesia por la vía pastoral o de los hechos (el fariseísmo, de nuevo). Nuestro asidero, nuestra esperanza es la Biblia, interpretada auténticamente por el Magisterio idéntico de la Iglesia durante 2000 años, la Tradición (entendida ésta como siempre lo hizo la Iglesia, como algo vivo y no muerto o petrificante), los sacramentos, el amor a la Virgen y a la Verdad que es Cristo. Muchos se escandalizarán y se condenarán por callar y por consentir, por no haber amado la Verdad que les hubiera salvado (2 Tes. 2, 10).

Ello no implica renunciar a creer en las apariciones marianas, al contrario, ya que la Virgen nos ha avisado, desde La Sallette hasta ahora, de la gran apostasía que vendría a la Iglesia, urgiéndonos a la conversión y a la fidelidad a las enseñanzas de siempre (Fátima, Amsterdam, Banneaux, Heede, Garabandal, Tre Fontane, Akita, Kibeho, al Padre Gobbi, etc.). Los mensajes de la Virgen son Luz en la oscuridad de nuestros tiempos. Ni a dejar de lado las profecías de los santos y beatos que nos avisaron desde el comienzo hasta hoy: es escalofriante ver cómo todas ellas se están cumpliendo. Basta citar a Ana Catalina Emmerick y sus visiones del fin de los tiempos para ver esta dura realidad.

La actitud adecuada frente a lo que estamos pasando y frente a lo que se nos viene encima es orar sin descanso, reparar por tantos ultrajes, sacrilegios e indiferencias a Cristo eucaristía (como pidió la Virgen en Fátima), mortificarse y ofrecer ayunos y penitencias por la conversión propia y de los pecadores (la beata Jacinta, tan querida), frecuentar los sacramentos, pedir por nuestra fidelidad y la de nuestros hermanos y amigos, el rezo diario del rosario, la coherencia de vida y la consagración al Inmaculado Corazón de María, refugio seguro en estos últimos tiempos previos a la Parusía… Tengamos esperanza y levantemos la cabeza con alegría, porque está cerca nuestra liberación. Estemos contentos porque la apostasía y la herejía en la Iglesia y en el mundo serán fulminadas por Cristo en su Venida, aunque para llegar a la Tierra prometida de los Nuevos cielos y la Nueva Tierra la Iglesia fiel haya de pasar por su desierto(Ap., 12, 6), como lo hizo el primer Israel tras el Éxodo… Ahora, el nuevo Israel que es la Iglesia habrá de pasar por la mayor tribulación que vieron los tiempos ni lo verán: el resto fiel, perseguido desde fuera por el mundo y desde dentro, ay, por las fuerzas masónicas que han usurpado la Iglesia, será acrisolado y purificado (Zc. 13, 8-9) y entrará en el Reino prometido cuando Él venga, momento en el que triunfará el Inmaculado Corazón de María.

No caigamos pues en la desesperación ni en la desesperanza, porque la promesa de Cristo de que las puertas del Infierno no prevalecerían contra la Iglesia se cumplirá en el resto fiel, mientras que la gran parte de la Iglesia caerá en la apostasía y defeccionará.

Al igual que la primera Iglesia vio ascender a Cristo estando ya en las catacumbas, perseguida por los judíos, que les consideraban apóstatas y herejes, también la Iglesia del fin de los tiempos será un remanente fiel y escaso, de nuevo en las catacumbas, perseguida, azotada y tildada de apóstata por la Iglesia apóstata. El mundo al revés. El judaísmo cayó por completo en la apostasía y fue castigado por Dios con 2000 años de persecuciones, expulsión de su tierra, éxodo y desvaríos doctrinales satánicos (el Talmud, la Kábala). También será castigada, con el Infierno, la parte de la Iglesia que se mundanice y se aparte de la vid… se agostará cual sarmiento separado de la savia de la vida eterna y se secará y será echada al fuego para que arda. Recemos por nuestros hermanos para que abran los ojos y vean.

Que cada uno vaya tomando posiciones. No nos equivoquemos: la Iglesia auténtica será ésta: la perseguida desde dentro y desde fuera, la menos numerosa, la exigua, la que permanezca fiel a las enseñanzas de siempre de la Iglesia sobre el pecado, la presencia real y sustancial de Cristo en la Eucaristía, la condenación y el Infierno. Identificarla, por tanto, será fácil. Pero los respetos humanos, el miedo, la tibieza, la cobardía, el pecado, harán que muchos se vayan a la otra, la que aparentará triunfar, la que será aceptada y querida por el mundo, que dirá: “Por fin una Iglesia que nos entiende y que nos deja pecar”.

Dejémonos pues, de videntes, de laxitud o de actitudes cismáticas. Unámonos a la vid que tiene la vida eterna, hundamos nuestras raíces en el agua de vida (Salmo 1) y no temamos:

Jeremías 17, 7-8: “7 Bendito sea aquel que fía en Yahveh, pues no defraudará Yahveh su confianza. 8 Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto”.

Y digamos siempre: Señor, cuéntanos entre tus elegidos. Espíritu Santo, concédenos fortaleza en el momento de la prueba. María Santísima, cúbrenos con tu manto y guárdanos en el Refugio seguro de tu Corazón Inmaculado. Santo ángel de nuestra guarda, cuídanos y protégenos.

Amén.

Antonio José Sánchez Sáez
CÓMO ACTUAR EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS (1) Versión pdf para descargar.

About the author

mm

Antonio José Sánchez Sáez

Católico. Padre de familia. Catedrático de Derecho de la Universidad de Sevilla.
antonio.jose@comovaradealmendro.es

.

8 Comments

    • Estimado hermano en Cristo, ya sabes que coincido plenamente contigo en tus denuncias de los teólogos postconciliares que comentas, como fuente del veneno protestante que ha invadido la Iglesia. También coincido contigo en los pecados de omisión de los papas posteriores al Concilio. En cambio, la tentación de condenar el CVII no la comparto. Reconozco que documentos como Nostra Aetate no son católicos. Y algunas partes de Gaudium et Spes, pero el resto es interpretable conforme al magisterio anterior de la Iglesia. El Concilio no fue una ruptura, al menos en su letra. Sí lo fue el satánico espíritu masónico y marxista con el que muchos han querido interpretarlo como tal ruptura. Recuerda que la mayoría de los dislates postconciliares no proceden del Concilio, como la comunión en la mano, quitar reclinatorios, quitar el Tabernáculo del ábside, la celebración coram populum, el abuso de los ministros extraordinarios, las monaguillas, la negación de los milagros de Cristo, algunas misas como cenas conviviales, la ausencia de predicación sobre el pecado, el Demonio, el infierno o los últimos tiempos, etc, sino de la Falange masónica incrustada en la Iglesia.

  • Antonio, te agradezco de corazón por este articulo que he compartido con mis amigos de «catacumba» con quienes compartimos la fe en el presente momento de la historia de nuestra querida Iglesia. Este articulo me ha levantado el animo y me ha dado claridad, porque con la gracia inmerecida del Señor muchos hemos abierto los ojos y hasta hemos hecho duelo. El primer duelo fue haber perdido a mi esposa por una enfermedad y mi segundo duelo fue haber abierto los ojos a esta situación y te confieso que he llorado amargamente junto al Señor. Lo difícil es discernir justamente cual es la postura correcta y a través tuyo el Señor me lo ha mostrado, y me lo ha dejado claro. Desde Argentina (doblemente es mi tristeza por lo que pasa y me entenderás) gracias!

    • Estimado Sebastián, me llega al alma lo que me dice. Le acompaño en su sentimiento por el fallecimiento de su amada esposa. Yo también tengo mujer e hijas y sólo de imaginármelo se me parte el corazón. Pero, como Ud. bien sabe, la muerte no es el final, sino el punto y seguido de nuestra Vida Eterna, que esperamos pasar junto a nuestro Señor. Él nos enjugará las lágrimas (las suyas y las de su mujer) y nos permitirá disfrutar del Cielo eternamente. Cuente desde ya con mis oraciones por el alma de su esposa, para que llegue al descanso perpetuo lo antes posible. Y me sonroja que un pobre artículo mío haya servido de instrumento imperfecto para que la gracia de Dios llegue a Ud. en mi querida Argentina, donde tengo algunos buenos amigos de fe tan probada. Recuerde no dejarse caer en la amargura o la tristeza, esa tentación tan cara al Enemigo. Al contrario, guarde en su corazón el gozo escondido y callado del triunfo final, que es de Cristo y María Santísima, aunque nos persigan desde dentro y desde fuera, como a Cristo. Y que, como a San Sebastián, el Espíritu Santo nos dé la fortaleza para perseverar. Bendiciones.

      • Muchas muchas gracias por sus oraciones! He quedado solo con tres hermosos niños pero la fe es tan grande en casa que que luego de tres años hemos logrado salir adelante! los 4 en el almuerzo o en la cena hablamos de las realidades eternas que lamentablemente en la parroquia ya no se hablan. Siga adelante con esta web que se ve es obra del Señor!

  • Estimado Antonio José, no sé si se das cuenta que procede como Lutero. Vd. decide qué documentos del Magisterio son católicos, y cuáles no. Así Lutero dijo que la epístola de Santiago no es inspirada. Y se colocó por encima del Magisterio.
    Naturalmente que hay en los documentos conciliares elementos correctos y además bellos y bien expresados, en sintonía con la Tradición. Pero TODO no es así. Hay tantos elementos nocivos, y eso no puede venir de la Iglesia. Porque no se puede proponer un error desde la Iglesia, no solamente en los documentos dogmáticos, sino del Magisterio Ordinario cuando se enseña con la intención de enseñar a toda la Iglesia.
    Vemos como terminan todos los documentos, incluido Nostra Aetate, Dignitatis Humanae, etc.:
    «Todas y cada una de las cosas contenidas en esta Declaración han obtenido el beneplácito de los Padres del Sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostólica recibida de Cristo, juntamente con los Venerables Padres, las aprobamos, decretamos y establecemos en el Espíritu Santo, y mandamos que lo así decidido conciliarmente sea promulgado para la gloria de Dios.
    Roma, en San Pedro, 28 de octubre de 1965.
    Yo, PABLO, Obispo de la Iglesia católica. »
    ¿Esto no le parece que está dicho para no enseñar a toda la Iglesia?
    Y como mal no puede venir de la Iglesia, es porque las personas que la guían desde la Sede en estos tiempos desde Juan XXIII no enseñan lo católico, es decir, no pueden tener las Llaves.
    Ahora, al final, es cuando nos acercamos al momento en el que hasta la misa Novus Ordo está preparada para recibir la puntilla.

    • Estimado hermano en Cristo. Lejos de mí elevarme por encima de la Iglesia y parecerme a Lutero. Como Ud. sabe, el CVII no tuvo intención dogmática, sino pastoral. Y todos los documentos del CVII son salvables conforme a una interpretación conforme al Magisterio anterior. Incluso las frases ambiguas (inspiradas por algunos eclesiásticos masones) lo son. Los 2334 padres conciliares no podrían equivocarse todos y todos los documentos fueron aprobados por amplísimas mayorías. Cuando decía que había partes no católicas me refería a que unmasón o un marxista infiltrado en la Iglesia, o un modernista, podría interpretarlas con facilidad como una reconciliación de la Iglesia con el mundo y las demás religiones y denominaciones cristianas, pero basta con hacer una interpretación salvadora de las mismas. Como decía, seguir esa lógica de ruptura puede llevarnos al lefebvrismo e incluso al sedevacantismo (como Ud. parece insinuar cuando habla de que desde JXXIII hasta ahora pueden que no tengan las llaves del Pedro). Los papas postconciliares y su magisterio son perfectamente válidos. Otra cosa distinta es saber (y algo de esto sé) que muchos nombramientos y la praxis de muchos jerarcas de la Iglesia es masónica, porque masones eran los que las fomentaban y así actuaban. Pero de esto a decir que hay que anular el CVII va un mundo. La legitimidad siempre la tiene la Iglesia y sus Papas. Puede que desde JXXIII hasta JPII pecaran por omisión o in eligendo, pero nunca con dolo. Otra cosa distinta es Francisco, que sí supone una ruptura con el magisterio y los papas previos. Si cambian la misa y quitan la transubstanciación ésa será la señal que confirme a los ojos de todo buen católico (incluso de los que ahora callan y no quieren ver lo evidente) que la Iglesia ha sido usurpada por la masonería. Saludos cordiales. Doy por terminado el asunto.

  • O se acepta o se rechaza el CVII, pero aceptarlo medias, me parece muy tibio.
    Solo el hecho que juan XXIII no haya hecho ninguna condena a la masoneria-comunismo ya deja mucha duda de cuales eran sus propósitos, y veo que ud mismo menciona de la intromison de ambos en dicho concilio.
    Es evidente y hay tesigos que dejaron sus impresiones sobre dicho Concilio y según veo ud los descalifica como tales.
    He leído su reflexión, y el punto discordante es cuando acepta que el Concilio está acorde con los principios de la IGLESIA y por ende tenemos que r fieles al producto resultante: DESTRUCCIÓN, SEGÚN LOS ENEMIGOS DE LA IGLESIA, DE SU DESTRUCCION.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.