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Los Beatos Francisco y Jacinta Marto. Un ejemplo para nuestros tiempos al alcance de todos

Hoy celebramos la festividad de los beatos Francisco y Jacinta Marto.

Han pasado 18 años desde que San Juan Pablo II beatificara a los dos hermanos pastorcillos de Fátima, Jacinta y Francisco Marto. Era el 13 de mayo del año 2000.  Éstos dos pequeños infantes que en vida dejaron sus juegos y danzas, tan naturales en edades tan tempranas como las suyas con un único fin, el fin que les pedía Nuestra Señora en Cova de Iría y que se resume muy bien en el lema que precisamente se tomó para dicha beatificación:

«Contemplar como Francisco y amar como Jacinta»

El beato Francisco Marto. ¡Prefiero consolar a Jesús!

Una vez Lucia le preguntó a su primo: «Francisco, ¿qué prefieres más, consolar al Señor o convertir a los pecadores?» Y el respondió: «Yo prefiero consolar al Señor. ¿No viste que triste estaba Nuestra Señora cuando nos dijo que los hombres no deben ofender más al Señor, que está ya tan ofendido? A mi me gustaría consolar al Señor y después, convertir a los pecadores para que ellos no ofendan mas al Señor.» Y siguió, «Pronto estaré en el cielo. Y cuando llegue, voy a consolar mucho a Nuestro Señor y a Nuestra Señora.» Sus ratos más queridos eran los de contemplar a Jesús sufriente y solitario en el Sagrario para consolarlo, de ahí esa frase, «contemplar como Francisco».

Beata Jacinta Marto. ¡Pobres pecadores! ¡Si les pudiera mostrar el infierno!

La beata Jacinta, inquieta y a quien gustaba tanto jugar y danzar, tras las visitas del Ángel, primero, y de la Santísima Virgen después, se convierte en una criatura especialmente llena de amor, que se mostraba externamente por sus obras. Su prima Lucía responde al ser preguntada sobre ella: » Yo solo puedo decirle lo que yo sentía cuando estaba en su compañía, y puedo describirle cualquier manifestación externa de los sentimientos de otras personas. Lo que yo sentía usualmente es lo que se sentiría en la presencia de una persona santa que se comunicaba con Dios en todo momento. Su comportamiento era siempre serio, modesto y amable. Ella parecía manifestar la presencia de Dios en todas sus acciones, como una persona de edad y virtud avanzada y no como una niña. Nunca observé en ella esa excesiva frivolidad o entusiasmo infantil por los juegos y las cosas bonitas común en los niños, esto es, después de las apariciones. Antes de las apariciones, sin embargo, era la personificación del entusiasmo y del capricho.» Ella no dudaba en ofrecer grandiosos sacrificios por los pecadores, también junto a su hermano Francisco y su prima Lucía. Largas y calurosas jornadas sin beber, uso de cilicios, dedicar sus ratos de ocio a la recitación de las oraciones que les enseñó el Ángel y luego Nuestra Señora junto al rezo del Santo Rosario, tan pedido por Ella para la salvación del mundo, la conversión de los pecadores y la consecución de la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón. Todo eso lo hacía Jacinta por amor, un amor relevante en una niñita de solamente 7 años. Su penosa enfermedad que llevó con tanta heroicidad y paciencia nos dejan entrever una santidad muy elevada para esta criatura a tan corta edad.

A eso se reducía el día a día de estos tres pastorcitos, virir su vida en un ambiente de silencio y recogimiento. Dios permitía que nadie estorbara a aquellas criaturas inocentes, almas víctimas y contemplativas, que cuidaban de sus ovejas sin el temor a ser sorprendidas en sus rezos y penitencias que tanto agradaban a Dios.

Estremece ver el valor de los dos hermanitos de tan solo 7 y 9 años, que  durante el momento tan angustioso en que fueron amenazados de muerte por las autoridades del gobierno si no declaraban falsas las apariciones, Francisco se mantuvo firme por no traicionar a la Virgen, infundiendo este valor a su prima y a su hermana. Cuantas veces les amenazaban con la muerte ellos respondían: «Si nos matan no importa; vamos al cielo.» Por su parte, cuando a Jacinta se la llevaban supuestamente para matarla, con espíritu de mártir, les indicó a sus compañeros, «No se preocupen, no les diré nada; prefiero morir antes que eso.»

Los pecados que más almas llevan al infierno son los de la carne.

El mensaje de Nuestra Señora de Fátima fue muy claro y se resume en el canto del Ave de Fátima que todos conocemos:

Haced penitencia, haced oración, por los pecadores implorad perdón.
Cuántos al infierno van sin remisión, se salvará el mundo por Mi Corazón.
El Santo Rosario constantes rezad, y la paz al mundo el Señor dará. 

Una parte muy importante del mensaje de Fátima es la de reparar a los Corazones de Jesús y de María por las ofensas de tantos hombres que viven de espaldas a Dios, y aun de nosotros mismos, los católicos, que tantas veces con nuestras faltas y pecados volvemos a crucificar a Jesús y hundimos nuevas espadas de dolor en el Corazón Inmaculado de María.

Años más tarde de la muerte de Jacinta y Francisco, Lucía era postulante en el Convento de las Doroteas en Pontevedra, España.  Ella recibe una nueva aparición de la Virgen sobre una nube de luz, con el Niño Jesús a su lado. La Santísima Virgen puso su mano sobre el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía su corazón rodeado de espinas. El Niño Jesús le dijo:

«Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas.»

Inmediatamente dijo Nuestra Señora a Lucía:


«Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación»

Lucía le habló (a Jesús) de la confesión para los primeros sábados y preguntó si valía hacerla en los ocho días. Jesús contestó:

«Sí; todavía con más tiempo, con tal que me reciban en estado de gracia y tengan intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María».

La intención de hacer esta reparación al Inmaculado Corazón de María puede ponerse al principio.

 ¿Por qué 5 Sábados?

 Después de haber estado Lucía en oración, Nuestro Señor le reveló la razón de los 5 sábados de reparación:  «Hija mía, la razón es sencilla: se trata de 5 clases de ofensas y blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:

1-  Blasfemias contra su Inmaculada Concepción.
2-  Contra su virginidad.
3-  Contra su Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres.
4-  Contra los que procuran públicamente infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada.
5-  Contra los que la ultrajan directamente en sus sagradas imágenes.”

Prosigue Jesús:

«He aquí hija mía, por qué ante este Inmaculado Corazón ultrajado, se movió mi misericordia a pedir esta pequeña reparación, y, en atención a Ella, a conceder el perdón a las almas que tuvieran la desgracia de ofender a mi Madre. En cuanto a ti procura incesantemente con tus oraciones y sacrificios moverme a misericordia para con esas almas».

Amados lectores, sirva este escrito para recordar hoy especialmente la figura de estos dos beatos excepecionales y que tan ejemplarmente nos muestran con sus cortas vidas llegaron prontamente a alcanzar una varonil virtud y santidad. Sirva también como recuerdo en este centenario de Fátima, de una de las apariciones más grandes que ha tenido nuestra Iglesia católica y con uno de los mensajes más impresionantes y al tiempo más esperanzadores y que sigue mostrándose totalmente actual. Todo lo que suceda a este mundo está amparado en el Corazón Inmaculado de María Santísima si a Ella recurrimos a través de nuestras oraciones, sacrificios, ayunos, mortificaciones y a través del recurso que Ella misma nos muestra, siendo almas reparadoras.

Me permito presentarles aquí un librito en formato pdf titulado APOSTOLADO DE REPARACIÓN,  que puede ser descargado por ustedes de forma totalmente gratuita y que dará mucha gloria a los Corazones de Jesús y de María. En él encontrarán diversas formas de reparar por tantos pecados cometidos diariamente contra estos Sagrados Corazones.  Tiene las debidas licencias y aprobaciones eclesiásticas dadas en primera instancia por el Obispo de Istmina-Tadó Choco, Colombia, Monseñor Julio Hernando, así como por el Arzobispo de Manizales, Colombia, Monseñor Gonzalo Restrepo Restrepo. Y ya que hemos hablado en este artículo de los 5 primeros sábados de mes y hemos expuesto los 5 motivos por los cuales Jesús pide a Sor Lucía se ofrezca reparación por esas 5 graves ofensas a su Santa Madre, les invito a visitar de manera especial cada Primer Sábado de mes, la parte del libro dedicada
a reparar a Nuestra Señora por dichas injurias, y que hallarán en la página 358 y siguientes y cuyo encabezamiento es «Excesos de Amor del Inmaculado Corazón» (para meditar y reparar en los 5  primeros sábados de mes). El libro completo es un regalo hermosísimo para usar a diario y convertirnos en esas almas reparadoras que tanto necesita el Señor y su Santa Madre, y dedicar nuestra vida a ello, tal como lo hicieron los tres pastorcillos de Fátima. Ojalá podamos lograr la santidad de vida que alcanzaron los beatos  y la gloria futura reservada a los que consagran sus vidas en pro de la salvación de las almas.

Descargue el libro para imprimir gratuitamente aquí.

Recordemos también aprender de memoria ciertas jaculatorias para elevar muchas veces al Señor durante nuestra jornada y que fueron enseñadas a los tres niños en las apariciones. Les pongo aquí las más relevantes:

ORACIÓN PARA OFRECER SACRIFICIOS
¡Oh Jesús, te ofrezco este sacrificio por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados que tanto ofenden al Inmaculado Corazón de María!
ORACIONES ENSEÑADAS POR EL ANGEL
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman! (Tres veces).
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los que Él es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, yo os pido por la conversión de los pobres pecadores.
(Los niños rezaban estas dos oraciones de rodillas y con la frente inclinada hacia el suelo)
A RECITAR DURANTE EL ROSARIO
¡Oh buen Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de vuestra divina misericordia! (Se dice al fin de cada decena, después del Gloria.)

Vivimos en el tiempo en que muchos pecados son negados, incluso por parte de sacerdotes y jerarcas de la Iglesia, que callan y no solamente callan, sino que con sus gestos y palabras, con sus ambigüedades y su falsa misericordia impiden a los fieles alcanzar el cielo. Si en 1917 la Virgen María dio un mensaje tan claro y mostró a los tres pastorcillos las almas caer al infierno como hojas de los árboles en otoño, podríamos preguntarnos cuántas no deben caer a diario en nuestros días, llevadas por tanta facilidad para pecar en este mundo plagado de tecnología y que ha dado la espalda a Dios, un mundo donde se ofrecen ocasiones constantes en cada lugar, en cada esquina, por medio de internet y de las tecnologías modernas. La virgen dijo que el pecado que más almas está llevando al infierno es el de la carne. Hoy parece que este pecado haya dejado de existir, ya no se le llama pecado, se piensa que es algo natural el disfrute de los placeres sexuales bajo cualquier circunstancia y ya no se recuerda en casi ninguna parte que solamente se permite su uso dentro del matrimonio.

Ya no tenemos excusa para decir que no somos capaces de ser santos. Viendo el ejemplo de estos dos hermanos que se santificaron en breve tiempo y ofreciendo de TODO un sacrificio y una entrega para Dios. Por tanto, no hay tiempo que perder. Oremos sin cesar, reparemos por tanto mal. Todo ello adelanta, sin lugar a dudas, el tan esperado Triunfo del Inmaculado Corazón de María.

Montse Sanmarti.

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